La situación en el PP
Cinco razones por las que Rajoy calla sobre Bárcenas
Casi una decena de veces tuvo que escuchar el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a los grupos de la oposición mencionar el nombre del extesorero del PP, Luis Bárcenas, en la sesión del Congreso de los Diputados en la que este martes rindió cuentas del último Consejo Europeo. Y él, aparentemente tranquilo, no entró a uno solo de los 'trapos'. Sin mencionar el nombre del hombre que tuvo la llave de la caja de su partido durante los últimos años, y que lleva más de una semana encarcelado, Rajoy esquivó las explicaciones que le exigían sus rivales políticos. Cuentan fuentes del Gobierno que el orden del día era para hablar sobre Europa y que no cabían otro tipo de argumentos y debates.
Pero no era ni será esta la última vez en la que el líder del Ejecutivo evite dar explicaciones sobre la situación interna que atraviesa su partido, una formación en permanente estado de sobresalto a cuenta de las novedades judiciales que, casi a diario, arroja el caso Gürtel y el caso de los papeles de Bárcenas, pieza separada del primero de estos escándalos. Desde que el extesorero ingresó en prisión la semana pasada, Rajoy ha sido preguntado por la prensa en más de tres ocasiones por este nuevo paso judicial y su respuesta ha sido siempre la misma: respeto absoluto a la instrucción judicial para no interferir en la misma.
Tampoco ha dado mucha relevancia al asunto puertas adentro del partido. El lunes reunió a su Comité Ejecutivo Nacional en la sede nacional del PP. Tras una larga intervención centrada en la economía, Rajoy dedicó pocos minutos a lanzar un mensaje de tranquilidad a los suyos trasladándoles que “sobre las informaciones de los últimos días” –fue su forma de no hablar de Bárcenas– la actitud del partido debe ser la de colaborar con la justicia. “No juzgamos las decisiones de los tribunales”, dijo después de recordar que en el PP lleva cuatro años coleando este asunto, que no va a desaparecer de la noche a la mañana y que hay que seguir adelante.
Más de un dirigente, que esperaba un mensaje más contundente en un momento en el que existe el temor de que Bárcenas tire de la manta y desvele nuevos secretos del partido, salió descolocado de la reunión.
¿Por qué este empeño en hacer como si este escándalo no existiese?
1. No contribuir a que el caso se convierta en 'noticia política'
Quienes conocen al presidente del Gobierno apuntan a que su actitud, más allá de responder a los consejos de su asesor y sociólogo de cabecera, Pedro Arriola, responde a su personalidad, a su convencimiento de que es mejor no entrar a valorar este tipo de asuntos para no convertirlos en "noticia política". "Puede parecer una simpleza, pero por muchas presiones que reciba, Mariano tiene la fortaleza de aguantar y no hablar de lo que no quiere hablar", reflexiona un diputado.
No obstante, y a sí lo reconocen en el partido, esta estrategia tiene un inconveniente. Rajoy consigue que su reacción, su valoración no sea noticia, simplemente porque no la hay. Lo que no evita es que sus silencios sean noticia. "Él valora y prefiere exponerse a las críticas por lo que calla que por lo que dice", interpreta un dirigente regional.
2. seguir la estrategia que le llevó a gobernar: esperar a que escampe
"Siempre lo ha hecho y siempre le ha funcionado", valora un barón sobre su silencio. Poniendo la respuesta de Rajoy al caso que afecta a la persona que él mismo aupó a la tesorería del partido en el contexto de los últimos años, la trayectoria es lineal: siempre la misma. Aguantó hasta que Francisco Camps se rindió y se quitó del medio después de caso de los trajes. Años antes también había aguantado hasta que Jaume Matas decidió dar un paso atrás y solicitar su baja en el partido en plena ebullición del caso Palma Arena. Y su último recurso siempre fue apelar a las decisiones y a los tiempos de la Justicia.
Rajoy, cuentan en el partido, fue capaz de llegar a la Moncloa con una sobrada mayoría absoluta después de dos años esquivando preguntas sobre la corrupción y dando esquinazo a quienes le pedían que asumiese responsabilidades políticas. Ahora está dispuesto a hacer lo mismo. Ya lo dejó claro el lunes ante el Comité Ejecutivo Nacional del PP cuando les comentó que llevaban ya cuatro años haciendo frente a estos escándalos, que esto no tenía visos de zanjarse en breve, pero que el partido será capaz de dar la vuelta a la situación.
3. No contribuir a que se desvíe el foco de la economía
En el Gobierno insisten en que el presidente está volcado en "el crédito", en recuperar fondos para las pymes, para los autónomos y en lograr vencer a las pésimas cifras de paro juvenil. Y en que esa es la idea que quiere trasladar. De ahí que evite pronunciarse sobre la corrupción que afecta al partido, sobre las peleas entre barones a cuenta del déficit autonómico y de la nueva reforma de las administraciones públicas. "Economía, economía y economía es su lema", mantiene un miembro de la dirección del Grupo Parlamentario Popular.
Dirigentes conservadores consultados por infoLibre coinciden en que el Ejecutivo está convencido de que cuando los ciudadanos vuelvan a tener que votar en 2015 el elemento de peso será la situación económica y no la corrupción, por lo que justifican que el presidente del Gobierno calle sobre estos temas. "Su única preocupación es que su acción de Gobierno sea visible", resume una diputada.
4. demostrar que lleva las riendas y marca los tiempos
Hubo un tiempo, en los meses previos al XVI Congreso Nacional del PP, que se celebró en junio de 2008 en Valencia, en el que el poder del Mariano Rajoy era fuertemente cuestionado en el partido. Ahora, la situación es diametralmente opuesta. Rajoy gobierna con mayoría absoluta y, salvo excepciones capitaneadas por Esperanza Aguirre y José María Aznar, pocos en el partido se atreven a decirle lo que tiene que hacer. Muestra de ello es lo ocurrido el lunes en el Comité Ejecutivo Nacional del PP.
Mientras que en los días previos a esta cita, altos dirigentes del PP admitían en privado que el encarcelamiento del extesorero merecía una respuesta rápida de la dirección nacional del partido nadie se atrevió a tomar la palabra en este órgano para trasladar este mensaje. Todo lo contrario. Intentó dar una sensación de cierre de filas en torno a su teoría de no comentar aquellos asuntos que están en manos de la Justicia. Daba igual que Aguirre, minutos antes, se hubiese declarado "abochornada" por la corrupción. O que en los días previos barones y cargos con peso en el partido hubiesen reclamado una limpieza interna "caiga quien caiga". Rajoy zanjó el tema en escasos minutos.
"Es su personalidad. En 2008 muchos en el PP le reclamaban que se deshiciese de Aguirre montando una gestora en el PP de Madrid. Luego se le exigió lo mismo con Camps. Y no lo hizo", valora un regidor municipal.
5. Establecer una barrera entre partido y Gobierno
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Desde que Rajoy llegó al Gobierno lo tuvo claro: el Ejecutivo, en sus manos; el partido, en manos de la secretaria general, María Dolores de Cospedal. Con este reparto de tareas, las opiniones sobre la situación del extesorero corresponden a Génova, cuya primera reacción fue un comunicado de dos líneas instando al respeto a las decisiones judiciales.
Pese a que es su apuesta, la separación entre partido y Gobierno ha ocasionado más de un dolor de cabeza al presidente. En el partido se indignan cada vez que Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno, se niega a comentar asuntos de partido desde la mesa en la que ofrece las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros. Y en el partido en general consideran un error algunas de las explicaciones que Cospedal ha dado sobre el caso Bárcenas. Principalmente, aquella en la que sembró aún más la confusión sobre la relación laboral que habían mantenido con el extesorero. También levantó ampollas que, gobernando el PP, Carlos Floriano, vicesecretario de Organización y Electoral del partido, considerara la semana pasada que existe una "causa general" contra la formación conservadora.
Este domingo, Rajoy tiene una cita en la clausura de los cursos de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que preside su antecesor en el PP, José María Aznar. Precisamente el caso Bárcenas ha agrandado la brecha entre ambos. En el entorno del expresidente del Gobierno culpan a la actual dirección del PP de no haberle defendido de las últimas informaciones que apuntan a que el cabecilla de la Gürtel, Francisco Correa, había corrido con algunos gastos de la boda de su hija con Alejandro Agag. Es más, atribuyen a Génova la filtración de estos datos.