Quien piense en Asturias tal vez imagine ese paraíso natural del que tanto se habla: montañas y playas llenas de naturaleza, buena comida... Probablemente también pensará en la lluvia, y con razón. Pero, ¿cuántos verán en ese paisaje las grandes torres de hierro de la minería abandonadas? ¿A cuántas se les vendrán a la cabeza las tasas de suicidio que casi doblan la media nacional? Probablemente, no a tantos. Sin embargo, esta realidad convive con la primera. Es el día a día de sus cuencas mineras: Langreo, Laviana, Mieres y San Martín del Rey Aurelio.
Las cuencas mineras eran antes uno de los pilares fundamentales de la economía de Asturias. La extracción del carbón, que moldeó en gran medida la identidad y el tejido social de estas comarcas, ahora ha desaparecido casi por completo y ha arrastrando consigo a unos concejos que experimentan desde hace décadas una decadencia que no parece detenerse.
En 2016 cierra uno de los pozos más conocidos y representativos de todo el territorio: El Pozo María Luisa. Situado en Ciaño, Langreo. Llevaba explotándose desde el siglo XIX, primero como pozo de montaña y más tarde como pozo vertical de extracción. Durante su tiempo en funcionamiento empleó a cientos de mineros y se convirtió en un símbolo de la lucha obrera, protagonizando la canción Santa Bárbara Bendita, himno de los mineros asturianos. El del Pozo María Luisa cerro en 2016 tras 158 años de actividad.
El historiador y profesor de la Universidad de Oviedo Rubén Vega explica que "el declive de la minería del carbón empieza con el Plan de Estabilización de 1959", marcando el inicio de "más de medio siglo de decadencia progresiva". Con la nacionalización de las minas y la creación de Hunosa en 1967, se intentó mantener vivo el sector, pero con solo un pozo aún operativo está claro que estas medidas no fueron suficientes.
El Pozo Fondón, también en Langreo, es ahora la sede del Archivo Histórico de Hunosa. Su historia se remonta a 1868, cuando comenzó su explotación. Fue el primer pozo vertical excavado por la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera (SMDF) y el segundo de su tipo en Asturias. El pozo continuó su actividad extractiva hasta agosto de 1995, llegando a tener en su mejor momento una plantilla que rondaba los 700 trabajadores.
La tasa de desempleo en las cuencas mineras es preocupante, superando con creces la tasa nacional, ya que en el primer trimestre de 2024 rondaba el 12,29%, y la propia tasa autonómica, que se situaba en 11,40%, según el INE. San Martín del Rey Aurelio encabeza la lista con un 18,42% de paro, seguido de cerca por Langreo con un 18,36% y Mieres con un 17,36%.
"El cierre de las minas afectó a la dependencia de tener un monocultivo que era la minería, y esa reconversión, aunque vino mucho dinero, no se invirtió bien para poder darle un futuro diferente", lamenta Manuel Reinoso, un antiguo minero de Hunosa. Él trabajó en la empresa 23 años, en los que fue pasando por diferentes pozos, pero todos fueron cerrando. En 2012 se prejubiló "con una de las últimas buenas pensiones", dice. "Las prejubilaciones sirvieron de colchón, pero podrían haberse tomado medidas más contundentes para resolver el cierre de un sector en el que trabajaba la mayor parte de la población", argumenta.
El sistema de prejubilaciones para los mineros fue diseñado para amortiguar el impacto del cierre de las minas. En Asturias, la prejubilación se convirtió en una salida común para muchos mineros que enfrentaban el desempleo. Las prejubilaciones permitieron que los trabajadores mayores de 40 años, y con al menos 20 años de cotización, pudieran retirarse anticipadamente con el 80% de su salario.
A pesar de ser una medida que garantizó cierta estabilidad económica a corto plazo, las prejubilaciones no fueron acompañadas de políticas efectivas de reconversión industrial o de creación de empleo alternativo. "Valieron en su día. En su momento, estoy seguro de que fue una de las soluciones buenas, pero no fue la solución a un cambio de protagonismo de una industria como fue la minera", comenta Reinoso. La falta de inversión en nuevos sectores económicos y la ausencia de una planificación a largo plazo para la regeneración de estas áreas ha resultado en una dependencia continua de subsidios y ayudas, sin ofrecer una solución sostenible. "Al final, la solución pasó por perder los puestos de trabajo y no recuperarlos nunca más", añade. Además, la prejubilación a menudo dejaba a los mineros en una situación de incertidumbre respecto a su futuro, sin un empleo significativo y con una identidad laboral que se había perdido. Aunque las prejubilaciones fueron "un buen instrumento", también subraya que "deberían haber venido acompañadas de otro tipo de medidas. Había que buscar otra cosa que hubiera dado un poco de sentido".
Reinoso señala que la situación actual está agravada no solo por la falta de trabajo en las cuencas, sino también por la necesidad de disponer de medios para trasladarse a Oviedo, Gijón y otras zonas donde sí hay oportunidades laborales. "No somos ya ni una ciudad dormitorio de las grandes ciudades de Asturias", subraya.
El Pozo Sotón, en San Martín del Rey Aurelio, comienza a perforar a principios del siglo XX, pero la existencia de carbón se conoce desde el siglo XVII, cuando aún era una mina de montaña. Fue declarado bien de interés cultural en 2014, pero ahora es un museo.
"La vida de los jóvenes en las cuencas hoy se asemeja muy poco a la de sus abuelos", asegura Vega. La minería no solo era la principal fuente de ingresos y empleo, sino también un pilar fundamental del movimiento obrero tan arraigado en Asturias. "La capacidad de movilización y acción colectiva", un rasgo distintivo de estas cuencas, "se ha perdido". "La lucha, la memoria de las luchas, está escrita en el ADN de las cuencas" y añade que "esto ahora no es reproducible, se perdieron las bases para ello".
Este cambio cultural ha generado una sensación de "derrota y nostalgia". Vega recuerda que, en el pasado, los mineros tenían un fuerte sentido de comunidad y solidaridad, pero hoy en día muchos jóvenes se sienten desamparados y desconectados de esa herencia. "El presente se vive con pesimismo y una profunda sensación de desamparo", añade. Teniendo esto en cuenta, "lo normal es que los jóvenes se vayan de aquí", añade Reinoso.
La gente, por supuesto, recuerda también las cosas negativas y la dureza del trabajo. “Lo que echan de menos es la solidaridad, la unión, la colectividad”, dice Vega. “Peleábamos más e incluso, si perdíamos, peleábamos", remata.
El Pozo San Enrique o Candín, ubicado en el valle del río Candín, en la parroquia langreana de Vega, empezó a funcionar en 1918 como parte de la Fábrica de Mieres. Este pozo, de importancia histórica, fue perforado y conectado con otros pozos tras su incorporación a Hunosa. Finalmente, cesó su actividad en diciembre de 2012.
Un síntoma preocupante es el aumento de la tasa de suicidios. Langreo tiene una de las tasas de suicidio más elevadas del país, con 14,7 suicidios por cada 100.000 habitantes, de acuerdo con datos recogidos por el Ayuntamiento y publicados en La Nueva España. Según el INE en 2022 la tasa en España se situaba en los 8,8 por cada 100,000, en Asturias sube hasta los 12,5.
La concejala de Cuidados, Derechos Sociales y Equidad de Langreo, Maribel Panadero, entiende la gravedad de estos números, pero explica que "el suicidio no es unicausal, son muchas las variables que pueden estar influyendo". Según asegura, la pandemia, por ejemplo, ha empeorado la situación.
El Pozo San Luis, situado en La Nueva, un área de la parroquia de Ciaño, comenzó sus operaciones en 1928, aunque la construcción del pozo no terminaría hasta 1930. En 1969, Hunosa, propietaria del pozo, detuvo la extracción. Desde entonces, el lugar ha sido utilizado para funciones auxiliares y ahora puede visitarse como un museo.
Existe además una preocupación generalizada por la criminalidad, comprensible teniendo en cuenta que en los últimos meses han tenido lugar el homicidio y descuartizamiento de un hombre en La Felguera y un tiroteo en Langreo Centro. En 2023 se reportaron más de 1.200 delitos, un 5,8% más que el año anterior. En Mieres el aumento llegó al 7,7%, según datos proporcionados por el Ministerio del Interior.Delegación de gobierno, Guardia Civil y Policía Nacional aseguran que esta percepción de “inseguridad que tiene la población no se corresponde con los datos objetivos que se están recogiendo”.
De los más de 50 pozos mineros de carbón que había en Asturias, queda en funcionamiento solamente uno: el Pozo San Nicolas, en el Concejo de Mieres, que también cerrará a finales de este año.
La situación en estos concejos mineros es complicada, pero desde el Ayuntamiento de Langreo ven posible un futuro "esperanzador". "Tenemos un entorno muy privilegiado, y muchas de las políticas que se están desarrollando están orientadas a recuperar espacios que se habían degradado en los años del desarrollo industrial y minero", explica Cases.
Un componente clave de estos esfuerzos es la cesión de terrenos por parte de Hunosa. En Langreo, por ejemplo, la empresa ha cedido 647.000 metros cuadrados de terreno para su transformación en áreas de pastoreo. En Mieres y San Martín del Rey Aurelio, Hunosa también ha facilitado la transferencia de terrenos que anteriormente eran explotaciones mineras para promover su regeneración y reutilización en proyectos de desarrollo local y medioambiental.
Otro proyecto en Langreo es el "Langreo Río", una iniciativa que busca transformar el entorno del río Nalón. El proyecto incluye la creación de áreas verdes, zonas de ocio y deportivas, y la mejora de la accesibilidad al río, con el objetivo de convertir esta área en un eje vertebrador de la vida urbana y un atractivo tanto para los residentes como para los visitantes.
Ver másHacia la soberanía energética: la Unión Europea quiere reactivar la minería tras su descarbonización
En el ámbito cultural también se están llevando a cabo varios proyectos y actividades. Uno de ellos, el Ecomuseo Minero del Valle de Samuño, que incluye un tren minero que permite a los visitantes experimentar un recorrido subterráneo en una mina real. Es "un referente con el que exportamos al exterior, pero también a los nuestros, la cultura minera y la gastronomía", asegura la concejala de Cultura, Turismo, Patrimonio y Memoria Democrática, Angelita Cueva. Además, el Museo de la Siderurgia de Asturias, ubicado en la antigua torre de refrigeración de la Fábrica de La Felguera, busca preservar y mostrar la rica historia industrial de la comarca, proporcionando una atracción cultural significativa.
San Martín del Rey Aurelio ha puesto en marcha el Museo de la Memoria, situado en la Casa de los Fernández Miranda en Blimea, que se centra en la preservación de la historia local mediante fotografías, periódicos y entrevistas. Este esfuerzo busca mantener viva la memoria colectiva y atraer tanto a investigadores como a turistas interesados en la historia y cultura de la región. En Laviana, uno de los eventos más importantes es el Descenso Folclórico del Nalón, que ha sido reconocido como Fiesta de Interés Turístico Nacional.
"Hay que tener en cuenta que no se volverán a alcanzar los índices de empleabilidad que había con la minería y la siderurgia, pero hoy en día se puede vivir perfectamente", concluye Cases.
Quien piense en Asturias tal vez imagine ese paraíso natural del que tanto se habla: montañas y playas llenas de naturaleza, buena comida... Probablemente también pensará en la lluvia, y con razón. Pero, ¿cuántos verán en ese paisaje las grandes torres de hierro de la minería abandonadas? ¿A cuántas se les vendrán a la cabeza las tasas de suicidio que casi doblan la media nacional? Probablemente, no a tantos. Sin embargo, esta realidad convive con la primera. Es el día a día de sus cuencas mineras: Langreo, Laviana, Mieres y San Martín del Rey Aurelio.