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Cuentas saneadas, audiencias al alza y pluralidad: la Telemadrid que resurgió de las cenizas y que Ayuso busca controlar

La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, junto al actual director general de Telemadrid, José Pablo López.
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Octubre de 2012. Toma la palabra en una entrevista concedida a Periodista Digital Francisco Giménez-Alemán, quien fuera director de la radiotelevisión pública madrileña. No es, que se diga, una persona que pertenezca a nada que se le parezca a la izquierda. De hecho, su desembarco en el medio se produjo con Alberto Ruíz-Gallardón en la Puerta del Sol. Pero eso no le impide, sin embargo, pronunciarse con firmeza. "En Telemadrid están ocurriendo cosas absolutamente lamentables. Es, ahora mismo, una televisión al servicio del Gobierno de la Comunidad de Madrid, con una manipulación verdaderamente extraordinaria que ha roto con esa tradición de independencia y neutralidad", responde a la cámara. La conversación se produce en el momento más negro de la historia del ente público, sumido en una bestial crisis económica y de credibilidad. Un agujero del que ha conseguido ir saliendo poco a poco en los últimos años con un cambio de modelo que ahora pretende reformar el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso.

El punto de inflexión que marcó el resurgir de una nueva Telemadrid se encuentra en 2015, cuando la llamada nueva política entró en las instituciones. Por primera vez en más de una década, el PP pierde la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid, lo que obliga a los conservadores a buscar apoyo en un recién aparecido Ciudadanos para mantener el Ejecutivo regional. Tras intensas negociaciones, consiguen el respaldo naranja. Eso sí, comprometiéndose a una serie de cambios que quedan plasmados en un acuerdo de investidura. Entre ellos, la reforma de la ley que rige la radiotelevisión pública madrileña. La intención, y así quedaba recogida en aquel texto, era establecer "criterios de despolitización, profesionalización y elección" de los órganos de dirección de la radiotelevisión pública "por mayorías cualificadas". El objetivo, garantizar "su pluralidad" tras años siendo utilizado como portavoz propagandístico del Gobierno madrileño.

En apenas seis meses quedó resuelta esta cuestión. En diciembre de 2015, la Asamblea de Vallecas dio luz verde a la nueva ley, que aumentaba a seis años los mandatos de Consejo de Administración y Dirección General –por eso de evitar que los cambios de ciclo trajesen consigo cambios en el ente– y fijaba una mayoría de dos tercios para nombrar al máximo responsable de la radiotelevisión pública. Una reforma que fue defendida en la Cámara regional por una joven diputada llamada Isabel Díaz Ayuso. La misma que consideró "perfectamente idóneo" a José Pablo López como director general del ente, un periodista al que ahora trata de tumbar con una modificación de la norma que lleva aparejada una reducción de mandatos y la creación de una figura provisional de carácter político que puede permanecer sine die al frente de la corporación si los grupos no logran alcanzar acuerdos.

Audiencias al alza

El aterrizaje de López al frente del ente público levantó suspicacias entre las fuerzas de izquierdas. Principalmente, por su pasado en 13TV. Sin embargo, lo cierto es que ha conseguido que cada vez más residentes en la Comunidad de Madrid sintonicen con la radiotelevisión pública. Los datos así lo avalan. Telemadrid y LaOtra cerraron 2020 con un 6,3% de cuota de pantalla. Un aumento que ha sido posible gracias, en parte, a la apuesta por los contenidos propios, la cercanía y el directo –cerca de catorce horas diarias–. Ya sea el Orgullo, una misa en la Almudena o una manifestación, sus cámaras están allí, emitiendo sin parar. Una filosofía que pudo verse a la perfección durante la tormenta de nieve Filomena. El ente público emitió noticiarios y programas especiales con todas las novedades. Y las audiencias se dispararon. Hubo jornadas en las que la autonómica llegó a ser líder frente a las grandes cadenas nacionales.

Desde los años más duros del intervencionismo del Gobierno de Esperanza Aguirre, aquella que no creía en los medios de comunicación públicos y abogaba por su privatización, el desplome de la credibilidad y la audiencia de la cadena fue progresivo. En 2008, se situaba en el 10,8%. En 2010, retrocedía hasta el 8,7%. Y tres años más tarde, ya estaba instalada por debajo del 5%. De hecho, cuando llegó la actual dirección era del 4%. Una cuota de pantalla que, con el nuevo modelo, ha ido remontando de nuevo. Es cierto que todavía está muy lejos de la edad de oro de la cadena. Aquella década de los noventa en la que logró alcanzar cuotas máximas de pantalla superiores al 20%, con unos informativos que servían de referencia al resto de medios de la Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos (Forta). Sin embargo, se ha conseguido poner freno a la caída en picado de los últimos años.

Cuentas saneadas

Cada vez que se aborda a nivel político el futuro de Telemadrid, desde la derecha siempre han puesto el foco en las cuentas del ente público. Lo hizo la portavoz de Vox, Rocío Monasterio, durante el debate de investidura de Ayuso para pedir el cierre de la radiotelevisión autonómica: "Es un pozo sin fondo que consume decenas de millones de euros cada año". Y también lo ha hecho el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso, que llegó a hacer pública en plena desescalada de la pandemia una carta de su consejero de Hacienda, Javier Fernández Lasquetty, en la que aseguraba haber descubierto un déficit de 4,5 millones de euros del ejercicio anterior. "Los incumplimientos reiterados por parte de la actual dirección del ente en la presentación del contrato programa y del plan de ajuste debido al déficit financiero en el que incurrieron en 2019 están poniendo en peligro la viabilidad económica de la empresa pública", insistían desde el PP a comienzos de este año. 

Desde el ente público ponen sobre la mesa sus cuentas anuales para recalcar que Radio Televisión Madrid es ya una compañía "saneada" y "sostenible". En 2018, la empresa cerró con 388.000 euros en positivo, mientras que en 2019 y en 2020 lo hizo también en verde. "Se ha cerrado, una vez más, en equilibrio presupuestario a pesar de la menor aportación pública con respecto a la previsión del Contrato Programa –el que fija la aportación pública de la Comunidad de Madrid a RTVM–, de no haber contado con ninguna aportación pública extraordinaria, y pese al impacto negativo de la covid-19 sobre las cuentas, con una reducción de ingresos publicitarios y gastos extraordinarios para hacer frente a la nueva situación convocada por la pandemia", recogía el comunicado de la cadena relativo al último ejercicio anual.

La situación económica de la radiotelevisión pública ha mejorado en comparación con la de la etapa de Esperanza Aguirre e Ignacio González al frente del Ejecutivo regional. Ahora, las deudas a largo plazo son prácticamente inexistentes –2.500 euros–, mientras que las a corto plazo ascienden a 2,21 millones de euros. Están a años luz de las que se registraban hace más de una década. En 2008, según un informe de la Cámara de Cuentas de Madrid, el endeudamiento financiero se situaba en los 204 millones, y fue creciendo progresivamente hasta los 261,3 millones de euros registrados en 2011. De ahí, se redujo progresivamente. En 2012, el primer año de González al frente del Ejecutivo, se situó en los 210,59 millones de euros, bajando a 93 millones en 2013, 28,7 millones en 2014 y 2,1 millones en 2015.

Tuvo mucho que ver en aquel enorme agujero el despilfarro económico, con inversiones y contratos disparatados. Telemadrid, por ejemplo, adquirió junto con Caja Madrid para cinco temporadas los derechos audiovisuales televisivos del Atlético de Madrid y del Getafe por 270 millones de euros a pesar de contar con una nota interna de su gabinete jurídico en la que se alertaba del riesgo "altísimo" y de la "incertidumbre" que supondría el convenio. Pero no solo eso. En 2011, como desveló infoLibre, también se dedicó respaldar económicamente al club presidido por Enrique Cerezo, que entonces sufría una crisis de liquidez, adelantándole dinero pendiente de los contratos por la cesión de derechos audiovisuales de los partidos oficiales y amistosos. O financió con 15,5 millones de euros –medio millón más de lo previsto inicialmente– la película sobre el Dos de Mayo que fracasó en taquilla de José Luis Garci, a quien la cadena estuvo abonando 3.000 euros mensuales por dirigir y presentar el programa Cine en blanco y negro.

Una plantilla en crecimiento tras el salvaje ERE

La situación económica del ente público en la etapa de González fue la excusa a la que se agarró el Ejecutivo regional para plantear un salvaje ERE en la radiotelevisión autonómica. Telemadrid, venía a decir el entonces presidente regional, era un servicio "deficitario" que no se podía "mantener" si no se reducía "de manera importante la plantilla". Y vaya si se redujo. Se le dio un tajo del 80%. Fueron echados a la calle 861 trabajadores de 1.161. La plantilla se quedó, por tanto, reducida a unos 300 empleados. El expediente de regulación de empleo se llevó ante la justicia. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) lo declaró improcedente. González amenazó con cerrar la cadena si no decaía esa interpretación en las instancias superiores. No pasó. En agosto de 2018, con Ignacio González ya salpicado en Lezo, el Supremo confirmó la nulidad de los despidos.

Ahora, casi una década después, López trata de cubrir cada baja con los afectados por aquel ERE. Incluso solicita a las productoras externas de servicios que den prioridad en sus contrataciones a dicho colectivo. La plantilla, en los últimos años, ha ido creciendo lentamente. Si a cierre de 2016 estaba compuesta por 284 trabajadores, según las cuentas de la compañía, el primer año del nuevo director general se cerró con 452 personas. De ahí se pasó a las 499 en 2018, 520 en 2019 y 565 en 2020.

Además, la relación con los sindicatos parece haber mejorado. Sobre todo, si se compara con la existente durante la etapa de Aguirre y González, en la que se llegaron a convocar decenas de huelgas. Todavía están frescas en la memoria aquellas emisiones a negro en la pantalla y aquellos silencios en la radio como forma de protesta.

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De la redacción paralela al aumento de la pluralidad

Desde el aterrizaje de Aguirre en la Puerta del Sol, Telemadrid se fue convirtiendo en una suerte de aparato de propaganda en el que se abrazaba, por ejemplo, la teoría de la conspiración alrededor del 11M. Poco a poco, se puso en marcha en la Ciudad de la Imagen una especie de redacción paralela al servicio del Ejecutivo regional. Los mandos operativos impuestos por el PP se iban rodeando de periodistas de la casa y externos con afinidad al partido de gobierno. Mientras, los veteranos iban siendo relegados a tareas menores. Pronto, comenzaron las denuncias de manipulación. Como, por ejemplo, cuando la cadena usa en uno de sus programas imágenes de enfrentamientos en la huelga general griega para informar sobre la protesta de los indignados frente al Parlament de Cataluña. "Están armados con palos. Muy pacifistas, muy pacifistas...", decía la presentadora de fondo.

Ahora, una década después, la radiotelevisión pública madrileña se ha convertido en un medio mucho más plural. Tan pronto pasan por sus platós y sus micrófonos representantes públicos de un lado y de otro, tertulianos a izquierda y derecha del espectro político. Y si hay que apretar las tuercas a la mismísima presidenta regional en una entrevista, se hace, por mucho que deje caer qué preguntas le gustan más y cuáles menos. Eso le ha valido, en los últimos años, numerosos premios. En 2018, se le concedió el premio Pilar Blanco a la Comunicación. La Academia de la Televisión ha reconocido sus programas informativos como los mejores de información a nivel autonómico y le ha galardonado con el Premio IRIS por el documental La Visita, que también ha recibido una mención honorífica en los premios de ámbito europeo Circom. Eso no se pregunta, por su parte, se ha hecho con nada menos que un Ondas. 

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