Cuando aún no se ha disipado del todo la polvareda que supuso el catastrófico resultado del PP en las elecciones catalanas —el calificativo es de José María Aznar, el domingo por la noche en La Sexta—, la efeméride de los 25 años de la primera victoria del actual presidente de FAES vuelve a poner a Pablo Casado ante las dificultades que tiene por delante para emular a quien siempre ha considerado una de sus inspiraciones políticas. El espejo de Aznar le devuelve la imagen de un PP desarbolado en territorios clave, como el País Vasco o Cataluña, y sometido a la presión de tener que mirar por el retrovisor en casi todas partes a la ultaderecha.
Quizá por eso la dirección de Génova ha optado por mantener un perfil bajo coincidiendo con el aniversario de Aznar. Aunque su aparente distancia con la añoranza que despierta el recuerdo del expresidente en las filas de la derecha —especialmente en los medios que le son afines— obligue a Casado a compararse con quien, al principio de su mandato, parecía haber asumido el papel de su mentor.
Las comparaciones son odiosas. Y eso se deduce de la forma en que los principales diarios conservadores y algunos de sus columnistas de referencia están juzgando la memoria de la victoria de 1996 con las horas bajas de 2021. Y la conclusión es, a menudo, parecida: ahora faltan el liderazgo y el rumbo firme que, aseguran, llevaron a Aznar a la Moncloa.
El diario La Razón, propiedad del Grupo Planeta, aseguraba hace pocos días en un editorial que si bien el PP debe apostar por la moderación, “la cuestión es si el actual líder del PP, Pablo Casado, es capaz de sacar adelante el envite en medio del ruido de fondo y del ambiente enrarecido”. “Si es capaz de volver a trasladar a una mayoría social los valores que encarna un partido que responde perfectamente al modelo de la derecha moderna europea, comprometido con la defensa de las libertades individuales, y sin más dogmatismos que el respeto a los principios constitucionales”. Que Casado sea capaz de “rearmar ideológicamente un partido” es, en opinión de este diario, todavía una incógnita.
La Razón, como la mayoría de los creadores de opinión de la derecha, atribuye el origen de los males actuales del PP a la incapacidad de Mariano Rajoy de afrontar el el “desafío independentista”. “Actuó tarde y sin proyecto que articulase el constitucionalismo en Cataluña. Saber mantener los diferentes tonos, sensibilidades e inspiración política de las familias dentro del partido hubiera evitado que el PP se desgajara, creándose primero Cs y, más tarde, Vox”.
Aznar, en cambio, tuvo claro desde 1990 el objetivo de “mantener unido al centroderecha” con “dos cualidades: liderazgo y tener una estrategia clara”. Una lección que, para La Razón, debería aprender Casado.
El Mundo sostuvo la semana pasada, también a través de un editorial, que Casado “debe hacer una revisión crítica de la responsabilidad que pudieron tener líderes históricos como Mariano Rajoy” en los casos de corrupción del pasado, pero “sin por ello tener que plantear una enmienda a la totalidad a lo que supuso su liderazgo y su gestión tanto para el partido como para España”. “El centroderecha”, defiende este diario, “debe someterse a un intenso proceso de autocrítica con el objetivo de convertirse en la alternativa necesaria que esperan la mayor parte de los españoles”.
Más contundente, como suele ser habitual, fue este lunes uno de sus columnistas de referencia, Federico Jiménez Losantos. “Casado se creyó la propaganda progre y, en vez de analizar el castañazo en Cataluña, se alistó como recluta en la brigada anti-Vox. Pensó camuflar el fiasco alentado por Aznar, que dijo, campanudo: "Yo votaría no, no y no a la moción de Abascal". Aznar luchó y muy bien contra ETA, no contra el separatismo catalán. Rajoy, contra ninguno de los dos. Y Casado, borracho de moderación, la está durmiendo. O sea, que menos centro y más fondo”.
Nacho Cardero, el director de El Confidencial, analizaba la semana pasada la situación de Casado. “Necesita, argumentaba, “una hoja de ruta fija y de largo recorrido. Como le gusta decir a Ignacio Varela [columnista de referencia de su medio]: se puede tener un buen plan, se puede tener un mal plan, se puede incluso no tener plan, pero lo que no se puede hacer bajo ninguna de las maneras es cambiar de plan cada semana. Primera lección del manual de estrategia política”.
“La gran pregunta que debe hacerse Pablo Casado”, añadió Cardero, “no es cómo arañar uno o dos puntos en intención de voto con golpes efectistas tal que una fusión exprés con Ciudadanos, sino cómo levantar una plataforma alternativa en el centroderecha que pueda sacar un diputado más que las izquierdas y los nacionalistas”.
Reconducir la política sobre Cataluña
Carlos Sánchez, director adjunto de El Confidencial, recordaba en su último artículo el fracaso de Casado en su intento de emular el acierto de Aznar en su estrategia de unificar el centroderecha. Aunque, admite, “no lo tenía fácil. Al margen de otras consideraciones, parece evidente que el gran error estratégico de Rajoy para los conservadores fue dejar crecer a derecha e izquierda del PP dos partidos que se alimentaban de su electorado. En ambos casos, por un mismo motivo: la cuestión catalana”.
Según Sánchez, “ha sido el problema territorial –en particular, Cataluña– lo que ha llevado (al PP) a su actual estado de frustración y “no parece que este asunto esté entre las preocupaciones fundamentales de Casado. Sigue limitándose a una estrategia de acoso y derribo de Sánchez, lo cual para sus electores tiene todo el sentido y es coherente en términos emocionales, pero que olvida que lo que llevó a Aznar a ganar dos elecciones fue, precisamente, que no solo fue oposición (el célebre "váyase, señor González"), sino también alternativa. También en el plano territorial, ocupando un espacio político propio y pactando incluso con los nacionalistas moderados”.
“Es una evidencia”, concluye el articulista, “que los electores siempre prefieren el original a la fotocopia, y un partido con aspiraciones de gobernar no puede entrar en el barro de la política, como ha entendido la CDU de Merkel desde hace mucho tiempo, pese al avance de la extrema derecha en algunos estados del país. Por el contrario, es en la construcción de alternativas donde se juega el partido ampliar el espacio político”.
Abc, la cabecera de Vocento, se sumó el domingo al juego de las comparaciones para concluir que “el legado que Aznar dejó tras dos legislaturas consecutivas demuestra al actual PP que cualquier proceso de renovación pasa por tener claros unos principios irrenunciables, una estrategia firme y no cambiante, una capacidad innegable de ilusionar a la sociedad, y un liderazgo interno sin fisuras”. Características que, implícitamente, echa en falta en Casado.
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A las voces de la derecha mediática se sumó este lunes el exministro del Interior Jaime Mayor Oreja, según el cual el PP de Casado tiene un “déficit” de proyecto político, algo común, en su opinión, a todos los proyectos políticos de centroderecha y pidió la suma todos ellos. “Si el PP no entiende que su función social es unir el centroderecha está perdiendo su objeto social y, cuando las sociedades pierden su objeto social, tienden a la crisis o a la desaparición incluso”, declaró en una entrevista en Onda Madrid.
Cuando se pierde el sentido del proyecto político, un error que atribuyó sin mencionarlo a Mariano Rajoy, se empieza a entrar en “cierta decadencia” y “eso es lo que está sucediendo”. “Cuando no hay rectificación, hay más riesgos de extinción, como nos pasó a los que estábamos en la UCD”, explicó sin querer opinar sobre si Casado es la persona adecuada para corregir ese rumbo.
El vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Montesinos, de los pocos dirigentes que este lunes se expusieron a responder preguntas en los medios, defendió en La Sexta a Casado diciendo que trabaja en “reunificar” el centroderecha. Lo hizo después de que le recordasen la insistencia de Aznar en subrayar que cuando él se marchó en 2004 entregó “un PP en un espacio electoralmente unido”y que habrá que preguntar a sus sucesores los motivos de la desunión del centroderecha.
Cuando aún no se ha disipado del todo la polvareda que supuso el catastrófico resultado del PP en las elecciones catalanas —el calificativo es de José María Aznar, el domingo por la noche en La Sexta—, la efeméride de los 25 años de la primera victoria del actual presidente de FAES vuelve a poner a Pablo Casado ante las dificultades que tiene por delante para emular a quien siempre ha considerado una de sus inspiraciones políticas. El espejo de Aznar le devuelve la imagen de un PP desarbolado en territorios clave, como el País Vasco o Cataluña, y sometido a la presión de tener que mirar por el retrovisor en casi todas partes a la ultaderecha.