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El fiasco de Bruselas y el desafío permanente de Mazón desnudan el liderazgo de Feijóo en el PP

Las derechas centran el debate del Congreso en las tractoradas y Sánchez acusa a Feijóo de hacer una oposición tóxica

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La moqueta del Congreso tiene formas herbáceas. Como una eterna primavera. Pero hoy el PP y Vox quisieron que sonara a motor de tractor, pero no de campo en cosecha sino en autovía cortada contra el Gobierno. Y es que las derechas han intuido, como sus colegas europeos, que ahí tienen cosecha de voto y hectáreas para un discurso contra el ecologismo.

La sesión de control al Gobierno llevó a Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal a trasladar su batalla por este sector en sus dos preguntas a Pedro Sánchez, aunque el líder del Partido Popular también abonó su cultivo favorito: la ley de amnistía con algunas gotitas. Con el telón de fondo de las protestas que se alargarán durante todo el mes del sector agrario por las medidas europeas y la situación de sequía.

Y, al estilo de las derechas europeas, el PP se ha echado sobre el campo con un tono antiverde contra el Ejecutivo. Con la vista puesta en erosionar a Sánchez por el flanco ecologista. "La agricultura no aguanta el dogmatismo ambiental del Gobierno", dijo desde la bancada el presidente del PP, que acusó a la coalición de hacer esperar el pacto del agua y de pedir que no se coma ternera. Vuelve el tono de aquella campaña contra Alberto Garzón por sus palabras contra la macrogranjas.

"Usted también caerá, cuatro años así son insostenibles. Sólo se centra en la amnistía. Usted sólo es experto en descomposición de gobiernos", le espetó el líder del PP. Para remachar: "Usted solo mostraría interés real si la señora Nogueras fuese agricultora o el señor Puigdemont estuviese sentado en un tractor". Entonces, el presidente tiró de ironía frente a las acusaciones de su rival, que un día antes había confundido el metano con el metanol en sus críticas a la coalición desde el campo.

"Dejen el metanol"

"Dejen el metanol, que tiene tres propiedades. Es incoloro, como su proyecto. Es inflamable como su afán de hipérbole. Y tercero: es tóxico como su catastrofismo económico", contestó el presidente del Gobierno, que subrayó que España va como "una moto" con una ocupación laboral por encima de los 21 millones de personas y la subida del 5% del salario mínimo interprofesional. Algo que trasladó al "experto en química orgánica" de los conservadores.

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Sánchez hizo una defensa de la labor de su Ejecutivo en materia de campo en las dos respuestas y recordó que en los dos últimos años se han dado ayudas por más de 4.000 millones en materia fiscal y laboral (más de 1.300 millones de manera directa). Entre sus compromisos futuros: fortalecer la ley de cadena alimentaria, implementar la reciprocidad en las condiciones de importación, simplificar la PAC y facilitar la adaptación a la normativa europea.

El líder de Vox le había esperado ya con tono bélico desde el primer minuto: "La rebelión de los balcones detuvo en 2017 la traición de sus socios golpistas y la rebelión de los tractores detendrá su traición al campo español que ya está en pie de guerra". Y de ahí pasó a los "impuestos abusivos y la competencia desleal", además de las "migajas" de la coalición y el "papeleo insoportable". Todo es una "traición" en Bruselas, a la que incluyó al PP. No faltó otro clásico: "La agenda 2030 es una amenaza de muerte para el campo". Para rematar al hilo de que "quieren una España de borregos". Sin olvidar buscar enemigos externos: Turquía, China y Marruecos.

El jefe del Ejecutivo quiso echarle en cara al líder de la ultraderecha, que está en línea con Viktor Orban y Giorgia Meloni, que su modelo es una mezcla "imposible y letal" para el cambio: "negacionismo climático y antieuropeísmo". El Congreso no olió a primavera política, sino a tractor. En marcha a las gallegas y la europeas.

La moqueta del Congreso tiene formas herbáceas. Como una eterna primavera. Pero hoy el PP y Vox quisieron que sonara a motor de tractor, pero no de campo en cosecha sino en autovía cortada contra el Gobierno. Y es que las derechas han intuido, como sus colegas europeos, que ahí tienen cosecha de voto y hectáreas para un discurso contra el ecologismo.

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