la historia de Fernando Palazuelo
Un empresario huido de sus deudas en España se presenta como salvador de la quebrada Detroit
No corren buenos tiempos para Detroit. Declarada en quiebra este mismo año, la cuna de la industria del automóvil en Estados Unidos ha visto huir a dos terceras partes de su población desde los cincuenta. Ahora quedan apenas 700.000 personas rodeadas por un sinfín de edificios vacíos: hay al menos uno por cada diez habitantes. Detroit es, repiten una y otra vez, una ciudad fantasma.
A la urbe llegan, eso sí, artistas fascinados por la posibilidad de emplear el desolador panorama como escaparate de sus obras. Las ruinas, ampliamente fotografiadas, son uno de los mayores atractivos. También ayudan al desembarco de jóvenes los bajos precios en el sector inmobiliario. En 2008 se llegaron a vender casas al precio simbólico de un dólar y la vivienda media no alcanzaba los 7.500 euros.
Claro que esos precios también atraen a otros públicos, interesados en comprar barato con la esperanza de vender caro. Sueñan con revivir la gloriosa motown y con levantar centros comerciales en antiguas factorías. "Tiene el tamaño, tiene el carisma y tiene la historia", exclama en declaraciones a Bloomberg un hombre, Fernando Palazuelo, al contemplar el edificio abandonado de Packard, un fabricante de vehículos de lujo que quebró en 1958.
Palazuelo es un completo desconocido en Estados Unidos. Se ha presentado como un promotor internacional llegado de Perú en busca de oportunidades. Tras entregar una señal de 40.500 dólares, la pasada semana completó el pago por la propiedad. Total: 405.000 dólares por más de 300.000 metros cuadrados. "Es la mejor oportunidad en el mundo entero", asegura, y predice que sus ideas ayudarán a Detroit a "superar su imagen de desastre y bancarrota".
Fernando Palazuelo, entrevistado para un medio local.
"Podría ser una revolución", insiste. A preguntas de los periodistas, Palazuelo cifra en 350 millones de dólares el valor del edificio en 10 o 15 años, el tiempo que le llevará completar su proyecto. Quizá más. Durante las obras, promete vivir en la antigua factoría. Espacios residenciales, comerciales, oficinas, industriales, de ocio, arte y una pista de karts. Todo cabe en sus planes.
"El proyecto tiene muchos elementos en común con una guerra. Va a ser una batalla. Inteligente, limpia, pero va a ser una batalla", resume el constructor, que busca financiación pública para impulsar su proyecto. "Si piensas a costo plazo, olvídalo, será un fiasco", concluye.
El conquistador del centro
Pero el sueño americano de Palazuelo en Detroit no es su primera batalla. A sus 58 años, dice hacer restaurado docenas de edificios en Perú y España. Cuenta que comenzó en los 80, comprando a precio de ganga en zonas de Madrid, Barcelona y Mallorca. "No soy un soñador", afirma. "Seré muy activo en la planta Packard".
A los medios locales apenas llegan datos de su biografía. "Fue apodado El conquistador del centro por medios peruanos", asegura la prensa. "Compró algunos de sus edificios por 100 dólares el metro y ahora puede alquilarlos por 1.800 o 2.000 dólares", se destaca.
En su anterior destino, Perú, los rumores lo han acompañado. Tras su viaje al país andino en 2004, Arte Express SAC, filial local de su empresa española Arte Express SA, comenzó a adquirir varios edificios. Nueve en los primeros doce meses, pese a tratarse de una firma de reciente creación.
El inicio de sus proyectos en Lima vino acompañado por una nueva vida en lo personal, que mantuvo inicialmente oculta a su anterior familia y sus conocidos en Palma de Mallorca. Así, dejó atrás a su mujer y sus cuatro hijos en España y tuvo dos más con una nueva esposa. Recientemente, su primer matrimonio acabó en divorcio.
Un pasado oscuro
Aunque ha solicitado la nacionalidad peruana, el empresario ha pasado la mayor parte de su vida en España, donde algunos asuntos del pasado le persiguen. Su andadura comienza en 1985, cuando funda Arte Express junto a su esposa, Sofía Barroso. Ella es la accionista mayoritaria con un 51%, pero Palazuelo es el administrador único de la sociedad, una mezcla entre galería de arte e inmobiliaria dedicada a la restauración de viejos edificios.
Al explicar esta doble vertiente en una entrevista en 2011, el arquitecto aseguró que el negocio inmobiliario era la manera más sencilla de financiar la galería de arte, dedicada a jóvenes que no tenían la ocasión de exponer en salas de mayor prestigio. “De ahí el nombre –subrayaba Palazuelo–: Arte Express”.
Así, y durante años, Arte Express compró edificios ruinosos, los rehabilitó y los vendió o alquiló a particulares, especialmente en Barcelona y Palma de Mallorca. Gracias a los réditos económicos de esas operaciones, Palazuelo logró convertirse en el mayor coleccionista de arte de las Islas Baleares al tiempo que pasaba desapercibido: no era un personaje especialmente conocido en círculos sociales.
Sin embargo, todo cambió. Entre 2002 y 2004 Palazuelo se valió de métodos ilegales para avanzar en sus proyectos en Palma y coaccionó a varios propietarios para que abandonaran un edificio histórico, las Torres del Temple, cuya propiedad quería lograr. Condenado en 2006 por estos hechos, el empresario se declaró víctima de "una persecución de movimientos anarquistas, de la izquierda radical” para justificar el haber retirado la cubierta del edificio sin licencia. No le sirvió de nada.
Una vivienda unifamiliar abandonada con el 'skyline' de Detroit al fondo | EUROPA PRESS
Tampoco le valieron esos argumentos cuando recurrió la sentencia condenatoria inicial, que fue ratificada en 2010 por la Audiencia Provincial de Palma. Contra Palazuelo se siguen además varios procesos en España, tanto por el impago de cuotas de la Seguridad Social en 2007, como por delitos contra la Hacienda Pública y falsedad en documento mercantil.
Después, la crisis inmobiliaria hizo el resto. En 2008 se declaró en concurso de acreedores el grupo Arte Express. Sus deudas ascendían a más de dos millones de euros que, tras varios pagos, quedaron en alrededor de 945.000. En ese camino, su mujer, Sofía Barroso, se vio obligada a vender su casa familiar en Palma para afrontar pagos pendientes.
En 2011, los tribunales declararon culpable a Palazuelo como administrador culpable y absolvieron a Barroso. Esto convirtió al arquitecto en el responsable último de todas las deudas pendientes, ya que los activos de las sociedades de Arte Express en España no alcanzan para pagar a los acreedores.
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Viendo que la situación se complicaba en España, Palazuelo comenzó ya en 2004 a buscar un nuevo destino. Eligió Lima, la capital de Perú. En 2008 se trasladó definitivamente y aseguró a su familia que con los beneficios de sus nuevos negocios podría cubrir sus deudas en España. Hasta ahora, no ha sido así. Al país andino viajó con 800.000 euros prestados por su mujer, que no ha devuelto y que ella le reclama en un proceso judicial abierto en Lima.
Palazuelo contó además con recursos desviados desde las sociedades españolas hacia sus filiales peruanas. Es decir, destinó recursos de sus negocios en España, que acabaron en quiebra y con miles de euros en impagos, para emprender una nueva vida empresarial en Perú. Así consta en el texto definitivo presentado por la Administración Concursal de Arte Express.
Hasta el momento, Palazuelo no ha puesto cifras a su proyecto en Estados Unidos. No ha indicado cuánto gastará en rehabilitar un edificio abandonado hace más de cinco décadas del que, dice, conservará la estructura original. Tampoco ha precisado cómo financiará la obra de un espacio con miles de metros cuadrados en ruina. Mientras tanto, sus acreedores en España continúan a la espera de recibir un dinero que no llega desde el otro lado del Atlántico.