Este 23J casi todo se juega en la televisión. “Tengo que estar en todos los programas para pinchar la burbuja del sanchismo", le decía este domingo Pedro Sánchez a Jordi Évole. En poco más de una semana, el presidente ha ido casi a entrevista por día. Mientras el PP hace malabares para evitar un cara a cara con Sánchez, los medios de comunicación son el único escenario en el que el PSOE intenta imponer su relato.
Tal y como explica el profesor norteamericano Alan Schroeder, uno de los mayores expertos en debates electorales, en Presidential Debates: fifty years of high-risk TV, “debido a todos los pecados de la política, como la manipulación de las campañas, la sobresaturación mediática o las restricciones institucionales, los debates son el mejor vehículo para que los votantes juzguen personalmente a los candidatos”.
La incógnita de si habrá o no y cómo serán, unida a las altas temperaturas del verano y a una precampaña corta e imprevista, ha propiciado que los mítines, los actos en la calle y las visitas a ciudades y localidades por toda España vayan a ser menos habituales este 23J. Sin embargo, las entrevistas y apariciones en medios de comunicación van a tener un papel aún más determinante que en las anteriores elecciones. Estamos ante la que podríamos llamar ‘la campaña de los platós’.
De la televisión a TikTok: cómo las redes sociales marcan la agenda
El efecto de las entrevistas en redes sociales es inmediato. Ya no hace falta verlas en directo. Al momento, se viralizan fragmentos en Twitter, Instagram o TikTok. También, los errores, que son aprovechados y difundidos por los equipos de campaña del partido contrario. Según el profesor de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Navarra Alberto Nahum García, “las redes sociales han multiplicado las posibilidades de compartir vídeos, reciclarlos, jugar con ellos, ‘memetizarlos’... Hoy son los usuarios más activos o influyentes de las redes sociales los que logran, hasta cierto punto, determinar la agenda”.
Lo hemos visto esta pasada semana, por ejemplo, con la entrevista de El Gran Wyoming al presidente del Gobierno. No solo fue uno de los programas más vistos del año, con una audiencia de más de un millón y de medio de personas, sino que además algunas de las intervenciones como la defensa del uso del Falcon o la pregunta de qué ropa interior usa han corrido como la pólvora en redes sociales. Lo mismo ha pasado con otras como la entrevista que le hacía Carlos Alsina o la de Carlos Herrera al expresidente Zapatero, que con su omnipresencia mediática se ha convertido en uno de los grandes protagonistas de la precampaña.
“Aunque no creo que sea un efecto deliberado, concentrar la campaña en los medios de comunicación, sin duda, beneficia a los dos grandes partidos porque son los que disponen de mayores apoyos en estos medios tradicionales, mejores equipos e influencia para gestionar espacios y, también, más recursos para preparar mejor a sus candidatos”, explica Joan Navarro, socio de LLYC y experto en comunicación política.
En 1960, Richard Nixon dijo en un programa de televisión que “lo más importante de gobernar es no aburrir a la gente”. La presencia de los candidatos en programas de entretenimiento como El Intermedio o El Hormiguero ofrecen una cara más relajada y amable e influyen en la percepción que tienen de ellos los votantes. Pero ¿hasta qué punto cambian la intención de voto? “Sí que pueden impactar en la intención de voto”, opina Navarro. “Porque desde la radio y la televisión se inician campañas virales y funcionan, activan o desactivan voto en mayor medida que otros formatos”.
Los debates electorales, en el aire
A menos de un mes para las elecciones generales, la gran incógnita es si habrá o no debates electorales y cómo serán. El PSOE y el PP han lanzado a los medios distintas propuestas, pero todavía no hay nada cerrado. Mientras el primero presiona para que haya cuantos más mejor, el PP lleva a cabo una campaña de repliegue ya que, al tener a su electorado movilizado, no le interesan estratégicamente.
Según el politólogo americano y asesor demócrata, Samuel Popkin, “los debates son a las elecciones lo que los tratados son a las guerras. Ratifican lo que se ha logrado en el campo de batalla”. Pero un error o un acierto pueden condicionar una campaña, algo que temen en el equipo de Feijóo. Lo vimos en la histórica remontada en el segundo cara a cara de Felipe González con José María Aznar en el año 1993, que influyó en que el socialista ganase nuevamente las elecciones. Que el PP se niegue a debatir este 23J sería algo insólito en la historia reciente.
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En Argentina o México, la ley electoral obliga a que se produzcan debates electorales en las campañas. No pasa lo mismo en España ni en otros países de nuestro entorno como Francia, Alemania, Italia o Portugal, donde este tema no está regulado. “Quien no quiera debatir no debería concurrir a una campaña democrática. Cuando los debates se sustraen a la opinión pública por cálculos partidistas se deteriora el funcionamiento del sistema electoral y se perjudica a la democracia”, opina Navarro.
El Partido Popular ha propuesto que Vox no esté en el debate de las principales fuerzas nacionales, pero sí Sumar, el partido de Yolanda Díaz. “Vox es la tercera fuerza política, sería ilegal dejarlo fuera. Lo honesto sería reproducir el modelo americano: dos debates a dos (PSOE-PP) entre los líderes de las grandes formaciones y un debate entre los candidatos de Vox y Sumar, los dos aspirantes a vicepresidente. Pero no veremos ninguno o, a lo sumo, un deprimente debate a seis o a siete o algún formato en el cual ni se pueda ganar ni pueda perder nada”, añade.
Precisamente el formato de los debates es una de las grandes críticas que hacen los expertos en comunicación. Cuantos más candidatos hay suelen ser más constreñidos y rígidos. “Se miden tanto los tiempos que esto resta frescura y robotiza los mensajes y el espectáculo televisivo”, explica el profesor Nahum García. “Yo estoy a favor de que haya debates en ámbitos donde los periodistas puedan marcar las reglas del juego de una manera mucho más libre, atendiendo a criterios periodísticos antes que políticos”.
Este 23J casi todo se juega en la televisión. “Tengo que estar en todos los programas para pinchar la burbuja del sanchismo", le decía este domingo Pedro Sánchez a Jordi Évole. En poco más de una semana, el presidente ha ido casi a entrevista por día. Mientras el PP hace malabares para evitar un cara a cara con Sánchez, los medios de comunicación son el único escenario en el que el PSOE intenta imponer su relato.