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‘España, nación de naciones’: un concepto debatido desde hace décadas en el PSOE

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En septiembre de 2015 el entonces secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, dijo que no veía necesario denominar a Cataluña como una nación. Sin embargo, ya como militante de base tras su dimisión el pasado 1 de octubre, Sánchez señaló durante su entrevista en Salvados que el PSOE tiene que negociar con los independentistas catalanes y abogó por una reforma de la Constitución para que Cataluña "como nación que es, se sienta integrada dentro de España".

Y entonces el ex secretario general recuperó una idea que ha sido enterrada y desenterrada desde que se comenzó a negociar la Constitución de 1978. Según dijo, "una de las principales lecciones" que ha sacado de sus últimos tres años ha sido "comprender la naturaleza del país". "España es una nación de naciones. Cataluña es una nación dentro de otra nación que es España, como lo es también el País Vasco", dijo, añadiendo a renglón seguido que "esto es algo de lo que tenemos que hablar y reconocer" y defendiendo que hay que articularlo en una reforma de la Carta Magna.

Una idea que probablemente se ponga sobre la mesa de nuevo en la reunión que mantendrán este lunes en Ferraz el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, y el presidente de la gestora, Javier Fernández. En la cita, que se celebra sólo una semana después del XIII Congreso del PSC, se analizará el encaje de los socialistas catalanes en el PSOE. Parte de los principales dirigentes socialistas quieren cambiar el acuerdo de colaboración que existe desde 1978 con el PSC, para que éste no tenga representación en los órganos federales del partido y para que los militantes catalanes no voten al secretario general del PSOE. Esos dirigentes consideran inadmisible que los siete diputados socialistas catalanes en el Congreso votasen contra la investidura de Mariano Rajoy, después de que el Comité Federal ordenase la abstención.

Por su parte, el partido dirigido por Iceta siempre se ha mostrado partidario de entender a Cataluña como una nación dentro de España. Los socialistas catalanes no se muestran partidarios de romper los vínculos con el PSOE y entienden que el concepto "nación de naciones" puede servir para encajar el complicado rompecabezas territorial. Este lunes, Iceta no tiene una tarea fácil para convencer a su interlocutor, ya que Fernández es uno de los líderes socialistas con un discurso menos sensible hacia los hechos diferenciales.

Pero, ¿cuándo surgió ese concepto de España como "nación de naciones"?

Una idea debatida en la Transición

El economista e historiador Gabriel Tortella, autor del libro Cataluña en España. Historia y mito, señala que la idea de España como 'nación de naciones' se remonta a comienzos del siglo XX y se la atribuye al político y escritor catalán Enric Prat de la Riba, que la expuso en su libro La nacionalitat catalana. "La ocurrencia tuvo éxito entre los nacionalistas más radicales que Prat, como Francesc Macià o Lluís Companys, y desapareció, como es natural, durante el franquismo", señaló Tortella en una tribuna publicada el pasado mes de enero en el diario El Mundo.

Ramón Máiz, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Santiago de Compostela y autor del libro La frontera interior, sostiene que esta idea es “de raíz republicana y federal” y que la podemos encontrar en autores como Walt Whitman, en su obra Hojas de hierba, “para pensar los EEUU de su tiempo”. Pero también en republicanos federales españoles como Pi i Margall o Anselmo Carretero para “superar el republicanismo francés de Une nation”.

Tras el franquismo, esta interpretación resucitó durante el debate para la redacción de la Constitución de 1978. "Esa fue una postura que mantuvo, entre otros, el PSOE durante el debate constituyente. En particular, [Gregorio] Peces-Barba defendió expresamente como padre de la Constitución esa interpretación de la Carta Magna", señala en conversación con infoLibre Francisco Caamaño, exministro de Justicia y autor de Democracia federal. Unos orígenes que este sábado Iceta volvió a recordar durante la clausura de la II Convención Federalista, al destacar que el jurista ya veía este concepto "de sentido común" durante el debate constituyente.

"España es una nación de naciones y esto no es nuevo, (...) y no se puede decir que no sea esta realidad una realidad sin peligro ninguno de separatismos, sin peligro ninguno de ruptura de esa unidad", sostuvo Peces-Barba en alguno de los debates sobre nacionalidades que mantuvieron los padres de la Constitución. Una interpretación, no obstante, que completó con otra de las frases que han quedado grabadas para la historia: "La existencia de diversas naciones o nacionalidades no excluye, sino todo lo contrario, hace mucho más real y más posible la existencia de esa Nación que para nosotros es fundamental, que es el conjunto y la absorción de todas las demás y que se llama España". Sin embargo, esta idea del Estado plurinacional no se quedó sólo dentro de las filas socialistas. 

"Estado que tiene dentro proyectos nacionales"

El escritor gallego Suso de Toro, autor de Outra idea de España, recupera las palabras del ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero –en 2004 dijo en pleno Senado que nación es un concepto "discutido y discutible"– y asegura que "en la Europa que se está construyendo" la idea de Estado-nación "ha desaparecido", por lo que "cualquier discusión sobre el concepto nación hoy en día es confuso". "Dicho lo cual –agrega–, el Reino de España es un Estado que tiene dentro proyectos nacionales". Con todo esto sobre la mesa, el autor, cercano a la órbita del nacionalismo gallego, sostiene que si no se permite que "esas naciones" tengan "los instrumentos necesarios para existir como nación", entonces buscarán tener "su Estado propio"

Caamaño, por su parte, se pregunta: "¿Por qué tiene que haber una simbiosis inmediata entre nación y Estado cuando existen modulaciones, como son las propias del Estado federal, donde puede haber proyectos de convivencia con identidades diferenciadas?". Esos proyectos, sostiene, "claro que constituyen sentimentalmente una nación", y añade a renglón seguido que dentro de ellos "puede haber también sentimientos nacionales" que "no necesariamente quieran irse" y que sean capaces "de compartir sus identidades". Por eso, el exministro cree en un sistema político y constitucional "que permita administrar razonablemente tres identidades (catalana, española y europea, por ejemplo)", para lo que es necesario antes "desdramatizar" el concepto de nación, que en España, dice, "está hipervalorado".

El constitucionalista, además, señala que la idea expresada por Peces-Barba se ha interpretado erróneamente. "¿Qué quiere decir nación de naciones? ¿Un Estado con muchos Estados dentro? Eso no puede ser, es incompatible", argumenta. Para Caamaño, la fórmula defendida por el jurista del PSOE trataba de expresar "la pluralidad de identidades colectivas que existen en España y la necesidad de articularlas en un proyecto común". "Si eso es lo que quiere decir esa expresión, me parece muy afortunada", añade en conversación con este diario, pero se lamenta a renglón seguido de que no sea esa "la línea por la que se está interpretando mayoritariamente".

Máiz sostiene que la idea nación de naciones hace referencia a una realidad y a un proyecto político de acomodación de esa realidad. En primer lugar, porque nuestro país “constituye una nación que alberga en su interior naciones, regiones y otras entidades”. “España es una comunidad histórica, de lengua, cultura y conciencia compartida, que contiene otras comunidades nacionales de lengua, cultura y conciencia nacional expresa (Cataluña, Euskadi, Galicia)”, señala el catedrático de Ciencia Política. Reconocer esto, dice, implica reconocer “que no hay una sola nación, sino que España es una realidad plurinacional” y que nuestro país “no es sólo el Estado español, esto es, una organización jurídica”.

Pero esta expresión, agrega Máiz, también hace referencia “a un proyecto político de acomodación democrática de esta plurinacionalidad superior al monismo tanto del Estado nacional clásico (un estado nacionalizador y represor del pluralismo nacional interno) como del independentismo (un estado nacionalizador pero de ámbito más restringido territorialmente a Cataluña o Euskadi, al servicio exclusivo de “los suyos”)”. En este sentido, el politólogo señala que “el viejo vocabulario” de la soberanía pierde su sentido porque nación de naciones se refiere a una soberanía compartida. “Ni es soberano el Estado español ni lo son las naciones que lo integran”, afirma.

Y llegó la Constitución: "Se hizo lo que se permitió"

Después de intensos debates, se cerró el texto de la Constitución. Y, en el artículo 2, apareció reflejada la diferencia entre nacionalidades –un término que no vuelve a aparecer en la Carta Magna– y regiones. Pero para Francisco González Navarro, exmagistrado del Tribunal Supremo, no fue suficiente. "Debió decir naciones. Debió decirlo, aunque quizá no fue posible hacerlo entonces", sostiene en su libro España, nación de naciones. González Navarro señala en la obra que "la calculada oscuridad del texto en estas cuestiones" responde "al hecho evidente" de que "existía el problema catalán y el problema vasco, a los que se quería dar solución sin molestar al resto de provincias españolas".

"Se hizo lo que se permitió", afirma De Toro, que, citando las memorias de Jordi Solé Tura –otro de los conocidos como padres de la Constitución–, cuenta cómo cuando estaban trabajando sobre este aspecto "les llegó recado de la Junta de Jefes del Estado Mayor (JUJEM) de que la unidad de España era intocable e indisoluble". "Había que garantizar que no se reconocía otra nación y, por lo tanto, otra soberanía", añade. Una presión militar en esta línea sobre la que también hace hincapié Caamaño, que recuerda que antes de tener el texto definitivo se filtró un borrador "de un proyecto de constitución inicial de marcado talante federal".

El exministro se refiere a la exclusiva que publicó el 22 de noviembre de 1977 la revista Cuadernos para el Diálogo, que tuvo acceso a aquel documento y que provocó un gran revuelo. En ese documento, el artículo 2 quedaba redactado de la siguiente manera: "La Constitución reconoce y la Monarquía garantiza el derecho a la autonomía de las diferentes nacionalidades y regiones que integran España, la unidad del Estado y la solidaridad entre sus pueblos". Sin embargo, este artículo fue modificado en el texto que finalmente se aprobó: "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas".

Y la democracia española comenzó a caminar de nuevo de la mano del Estado de las autonomías. Quizá se pensó en su momento que este modelo tendría un efecto disolvente con el paso de los años sobre las aspiraciones de Cataluña y País Vasco. Pero la realidad actual, con una Cataluña embarcada en un viaje hacia la independencia, demuestra que esto no ha sido así . "Los nacionalismos periféricos son movimientos políticos e ideológicos que arrancan en el siglo XIX y que no desaparecen fácilmente, no se van a diluir dentro del discurso nacional español", sostiene Suso de Toro. ¿Y de haberse incluido el término nación en lugar de nacionalidades la historia habría sido diferente? "Era imposible haberlo hecho en aquellos años", sostiene. “Nadie sabe qué hubiera pasado”, afirma Máiz.

Contra la idea de nación de naciones

Con todo esto sobre la mesa, el catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Santiago de Compostela desgrana los argumentos que pueden plantear los que se muestran contrarios a la idea de España como una nación de naciones. Y, para ello, hace dos distinciones: las razones del nacionalismo español y las de los nacionalismos antiespañoles. En el primero de los casos, sostiene, no pueden aceptar que exista “otra nación que no sea la española”. Pero, continúa, “la realidad es tozuda” y en nuestro país existen otras naciones, por lo que negarse a verlo “supone la imposibilidad de acomodar democráticamente” este pluralismo.

En el segundo caso, se niega la condición de nación a España. “Y se habla del Estado español porque sólo Cataluña, Galicia y Euskadi serían naciones”, explica Máiz. Con esta interpretación, prosigue el politólogo, “España sería algo artificial, mientras que las naciones que la integran serían comunidades naturales por historia, lengua y cultura”. “La dimensión comunitaria de España, la innegable identidad colectiva de muchos españoles, resulta así considerada como mera imposición del Estado”, sentencia en este sentido.

Sánchez, tras la estela de Felipe González

Después de años en que el concepto "nación de naciones" no ha estado en el primer plano del debate político, las palabras de Pedro Sánchez el pasado 2 de octubre sorprendieron a algunos compañeros de partido. El diputado del PSOE por Gipuzkoa, Odón Elorza, dijo un día después de la entrevista en Salvados que le "llamaron la atención" porque suponen una "formulación muy novedosa en él". "Personalmente, llevo muchos años diciendo que España es un Estado plurinacional", agregó, añadiendo a renglón seguido que la denominación de Cataluña y País Vasco como naciones no debe equivaler a que sean "Estados propios".

Sin embargo, tal y como recordó el secretario general del PSOE de Castilla y León, Luis Tudanca, las alusiones de Sánchez "no son una idea original" porque no es la primera vez que los socialistas enarbolan esta interpretación para referirse a "naciones culturales", sin que con ello se pretenda restar soberanía al conjunto del país ni crear "un ápice de desigualdad entre los españoles en función del territorio donde vivan". En este sentido, el líder del PSOE castellanoleonés también hizo referencia a un artículo en prensa del expresidente Felipe González y la exministra Carme Chacón en el que se defendía esta interpretación de España.

La columna de opinión a la que se refería Tudanca, que fue publicada en el diario El País en 2010 bajo el título "Apuntes sobre Cataluña y España", fue escrita después de que el Tribunal Constitucional diese a conocer la histórica sentencia que resolvía el recurso de inconstitucionalidad que desde el PP habían puesto a la reforma del Estatuto de Cataluña –la sentencia señalaba que Cataluña no podía ser considerada nación, tal y como recogía el texto que se había aprobado, porque "La Constitución no conoce otra que la nación española"–. En la columna, González y Chacón sostenían que "la concepción de España como 'nación de naciones' nos fortalece a todos". "No hay ninguna razón para rechazar la diversidad identitaria que caracteriza a España como una nación política y cultural, no como un mero armazón jurídico", añadían.

Sin embargo, ahora las palabras pronunciadas por Sánchez parece que no tienen cabida en el PSOE. Que le sitúan fuera de la órbita socialista, más pegado a Podemos o a los partidos nacionalistas que a su propia formación. Y así se lo hizo saber la eurodiputada y vicepresidenta del Grupo Socialista Europeo, Elena Valenciano. La definición de Cataluña como nación, dijo, sitúa a Sánchez "fuera del pacto interno de la Declaración de Granada". Tras poner esto sobre el tapete, Valenciano indicó a Sánchez que "es ilegítimo" defender que Cataluña es "una nación dentro de otra que es España". "No es el modelo del PSOE y está fuera de los márgenes de la socialdemocracia", sentenció.

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En este contexto, Iceta confesó el pasado sábado que no entendía que "cosas que eran de sentido común" antes, sean ahora en 2016 "un rara avis". "La política española se ha reconfigurado, y lo que hace seis años se podía decir, hoy ya no es así. Se ha ido recentralizando todo el poder en Madrid", sostiene De Toro. En este sentido, el escritor señala que González lo pudo decir "de boquilla" para mantenerse "en la estela de lo que previamente había hablado Zapatero". "Pero hoy en día, esto ha cambiado. En este sentido sólo tenemos que ver cómo González y sus seguidores limitaron a Pedro Sánchez el pacto con Podemos y los partidos vascos y catalanes", añade el escritor.

Caamaño, por su parte, señala que el PSOE siempre ha tenido un problema interno en sus 137 años de historia entre jacobinos y girondinos. "Por un lado un sector con una visión más pluri-identitaria y por otro un grupo mucho más centralista en su visión y estructuración de España", explica el que fuera ministro de Justicia durante el Gobierno de Zapatero. "Hay momentos en los que en el PSOE pesa más una línea de acción que la otra. Esto explica que el partido haya sido uno de los grandes promotores del Estado autonómico o que, en algunas ocasiones, haya aceptado con mayor naturalidad la idea de autodeterminación de los pueblos, como ocurrió en el Congreso del PSOE de Suresnes en 1974", concluye.

Máiz cree, sin embargo, que el alma jacobina en el seno de los socialistas siempre “se ha impuesto por goleada”. “No ha habido nunca, ni hay, un debate abierto o una lucha ideológica” sobre este tema en el PSOE, a pesar de ser un partido “que procede históricamente del republicanismo federal y se organiza en estructuras federales”. En este sentido, el politólogo añade que hay en el “código genético” de la formación socialista “una resistencia histórica a pensar la política española en términos federales, y ya no digamos en plurinacionales”. Y en España, “de tradición centralista”, considera que este debate es necesario: “Pensar y divulgar el federalismo en el único país del mundo donde federar no significa crear una unión federal, sino balcanizar y desmembrar el Estado”, sentencia.

En septiembre de 2015 el entonces secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, dijo que no veía necesario denominar a Cataluña como una nación. Sin embargo, ya como militante de base tras su dimisión el pasado 1 de octubre, Sánchez señaló durante su entrevista en Salvados que el PSOE tiene que negociar con los independentistas catalanes y abogó por una reforma de la Constitución para que Cataluña "como nación que es, se sienta integrada dentro de España".

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