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“¿Te exilias o 'k ase'? Me quedo luchando”

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Se presentaron como los jóvenes "sin casa, sin curro y sin pensión" pero, sobre todo, "sin miedo". Hartos de ser catalogados con el perverso concepto de la generación nini (ni estudia ni trabaja) decidieron ponerse a "hacer política". Y lo hicieron desde la universidad, los centros sociales y, sobre todo, la calle. Aunque luego han venido muchas otras, su primera gran acción fue la convocatoria de manifestaciones contra la precariedad, el paro y la privatización de la educación. Fue el 7 de abril de 2011, cuando a los jóvenes todavía se le achacaba una situación de letargo que acabó por estallar en la eclosión del 15-M. En Madrid lograron reunir a 7.000 personas, aunque la movilización tuvo réplicas en otras ciudades. 

Dos años después de aquel despertar, miembros del colectivo Juventud Sin Futuro, reunidos en una cafetería del barrio madrileño de Lavapiés, relatan a infoLibre el estado de ánimo de una plataforma decidida a combatir el discurso único de que su generación está condenada a vivir peor que la de sus padres. Cuando pusieron en marcha el colectivo muchos rondaban la veintena y acababan de empezar la universidad. Otros, estaban en los últimos cursos. Estos últimos ya han acabado y se han encontrado de bruces con un mercado laboral que sólo les abre la puerta de la precariedad. Según datos de la última EPA, correspondiente al cuarto trimestre de 2012, el paro afecta ya al 55,13% de los jóvenes que buscan empleo, diez puntos más que hace dos años. 

Uno de los rostros que encabezó la protesta fue el de Pablo Padilla. A sus 24 años, y a punto de acabar Políticas, tiene sólo 14 días cotizados por un trabajo de encuestador telefónico. A su lado, tras masticar un trozo de tarta de zanahoria, habla Sarah Bienzobas, de 27. A pesar de que comenzó a trabajar a los 17 años, su vida laboral sólo suma tres. Lleva pocos meses "militando" en este colectivo, pero, desde que se unió, intenta no perderse una asamblea de las que celebran en un centro social ocupado del barrio madrileño de Masalaña. "Es un grupo que trabaja desde los jóvenes y para los jóvenes, por eso me convenció", señala. 

En la misma idea que Sarah recala Luis Alegre, profesor de Filosofía en la Complutense y "admirador" del grupo desde su eclosión. "Hablan el lenguaje que habla su generación. Aunque comparten los principios tradicionales de la izquierda, lo hacen con una estética diferente. Han demostrado que uno no está menos comprometido por utilizar el amarillo –el color que les identifica– en lugar del rojo", señala. "Existía la necesidad de romper con la cultura política de este país, también en los estético", añade Miguel Bermejo, activista de 25 años.

Herramientas de comunicación 

Su capacidad para tejer redes de comunicación –tienen más de 100.000 seguidores en Facebook y más de 44.000 en Twitter– y la fuerza de sus mensajes, con juegos de palabras que llegan a la gente de su generación, es otro de sus puntos fuertes. Ahí Pablo rescata entre risas uno de los carteles que difundieron para promover el seguimiento de la huelga del 29 de marzo de 2012 y que corrió como la pólvora por las redes sociales. "El 29 no va a trabajar ni Peter", podía leerse al lado de un dibujo de Peter Griffin, uno de los personajes de la serie Padre de familia

¿Y cómo se consigue eso? "Dándole a la cabeza y siendo empáticos, las cosas de las que hablamos las vivimos, no las pensamos en abstracto". No es de extrañar por eso, el éxito de su última campaña contra la falta de oportunidades laborales para los jóvenes. Las oscuras perspectivas laborales han provocado que muchos de ellos hayan pasado estos dos últimos años sorteando despedidas de amigos que hacían las maletas para buscar oportunidades en el extranjero. Fruto de esa experiencia surgió la campaña "No nos vamos, nos echan", que iniciaron el pasado marzo para protestar contra el "exilio laboral" al que, dicen, se ve abocada su generación. 7.000 jóvenes españoles repartidos por todo el mundo les han remitido sus vivencias. Y la indignación de estos jóvenes exiliados puede palparse ahora en un mapa interactivo que se actualiza a diario con nuevas historias. 

El drama de esos nuevos emigrantes económicos –de los que no hay datos oficiales exactos porque las estadísticas sólo reflejan a los emigrados que se apuntan en los consulados– es lo que intentarán visibilizar este este domingo en manifestaciones en España. También en varias ciudades europeas y latinoamericanas organizadas por jóvenes españoles residentes en esos lugares. No obstante, el número de personas de entre 15 y 29 años residentes en el extranjero ha pasado de 242.154 en 2009 a 302.623 en 2012, según el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (P.E.R.E), que publica el Instituto Nacional de Estadística.

Logros y aspiraciones

"La ofi" es la forma a la que se refieren a la Oficina Precaria, un proyecto que pusieron en marcha en mayo de 2012 para asesorar legalmente a los trabajadores más desprotegidos (becarios, falsos autónomos, eventuales en fraude de ley...) y denunciar las "prácticas abusivas" cada vez más habituales en el mercado laboral. Meses después iniciaron la campaña #abretubiblio, para reivindicar bibliotecas abiertas durante 24 horas en periodo de exámenes. Pero más allá de proyectos puntuales, creen que unos de sus grandes logros es haber hecho de las discusiones políticas algo habitual. "Cuando vas a un puesto de trabajo y alguien decide lo que vas a cobrar, eso es política. En España no se tenía constancia de ello", asegura Miguel. 

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En el mismo sentido apunta Esteban Sánchez, profesor de Sociología en la Complutense y experto en jóvenes y precariedad. Considera que el movimiento Juventud Sin Futuro vincula dos realidades, la laboral y la política. "Nunca la situación de las personas jóvenes en España había sido tan preocupante en democracia, ellos han sabido politizar de manera no convencional ese malestar a través de un activismo cualitativamente diferente y alejado del activismo político de generaciones anteriores". 

Entre sus asignaturas pendientes, recuerdan Pablo, Sarh y Miguel, está la expansión a otras ciudades –aseguran que ya hay grupos montándose en Zaragoza, Murcia o Palma– o acercarse a jóvenes con los que no comparten el vínculo universitario, pero sí los mismos problemas generacionales. "Nos cuesta, por ejemplo, llegar a la gente que dejó los estudios para trabajar en la construcción y que ahora se ve sin oportunidades. Por eso el trabajo online es tan importante. Internet es ahora el ágora donde se mueve todo", aseguran

Aunque casi no hace falta decirlo, se afanan en explicar que no son antipolíticos. "No somos un fenómeno juvenil apático, no sentimos desafección por la política, sino que es su política la que no nos gusta", señala Miguel. Y en recordar que a su ya no tan incipiente activismo le queda cuerda para rato. Pablo lo dejaba claro en el retrato de sí mismo que aportó a la campaña "No nos vamos, nos echan": "Pablo. 24 años. ¿Te exilias o 'k ase'? Me quedo luchando". 

Se presentaron como los jóvenes "sin casa, sin curro y sin pensión" pero, sobre todo, "sin miedo". Hartos de ser catalogados con el perverso concepto de la generación nini (ni estudia ni trabaja) decidieron ponerse a "hacer política". Y lo hicieron desde la universidad, los centros sociales y, sobre todo, la calle. Aunque luego han venido muchas otras, su primera gran acción fue la convocatoria de manifestaciones contra la precariedad, el paro y la privatización de la educación. Fue el 7 de abril de 2011, cuando a los jóvenes todavía se le achacaba una situación de letargo que acabó por estallar en la eclosión del 15-M. En Madrid lograron reunir a 7.000 personas, aunque la movilización tuvo réplicas en otras ciudades. 

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