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FAES y la pandemia: siete meses de argumentos de Aznar para marcar el discurso de Casado

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Que José María Aznar, presidente del Gobierno entre 1996 y 2004 y máximo responsable de la Fundación FAES, inspira muchas de las políticas del Partido Popular y buena parte de las estrategias de su actual líder, Pablo Casado, no es ningún secreto. El último ejemplo, la teoría según la cual las decisiones que el Ministerio de Sanidad está tomando para atajar la pandemia en Madrid no obedecen a motivos estrictamente sanitarios ni a criterios epidemiológicos sino que estarían motivadas por su supuesto interés en ganar popularidad en Cataluña para que Salvador Illa sea el candidato del PSC en las próximas elecciones catalanas.

“Se comprende el valor simbólico que para la actual formación de Gobierno puede tener el que un catalán socialista amenace con cerrar Madrid.cerrar Pero más allá de juegos freudianos, ¿cuáles son las credenciales para que el Gobierno de Sánchez pretenda erigirse en adalid del rigor científico y la determinación política?” Lo publicó FAES a finales de septiembre y Pablo Casado ya jugó con la idea en sus intervenciones a lo largo de los días siguientes. Este pasado lunes su secretario general, Teodoro García Egea, la explotó a fondo: “La intervención” de Madrid, dijo, “es el primer acto de campaña” del PSOE en las elecciones catalanas. “Este es el primer acto de campaña de Illa. Han sustituido pegar carteles por intervenir Madrid en las elecciones de Cataluña”. El titular de Sanidad está trabajando “más” como candidato que como ministro “a costa de la salud” de los madrileños. Poco o nada importa que el PSC ya haya elegido candidato y que el cabeza de cartel vaya a ser, salvo sorpresas de última hora, Miquel Iceta y no Salvador Illa.

Desde que comenzó la legislatura, antes incluso, Aznar y su laboratorio de pensamiento han venido elaborando gran parte de las ideas que nutren los discursos del PP contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Especialmente la denuncia de que el Ejecutivo persigue un cambio de régimen que conduce al desastre y la tesis de que el presidente está atado de pies y manos por independentistas y batasunosbatasunos que es como la derecha se refiere a los militantes y diputados de EH Bildu relacionándolos con Herri Batasuna, una de las organizaciones que históricamente apoyaron a la desaparecida ETA y que no existe desde hace casi 20 años.

La situación sanitaria, económica y social creada por la pandemia no ha sido una excepción. Aunque no siempre Casado ha seguido a pies juntillas la línea marcada por Aznar, uno de los patrocinadores de su candidatura a la Presidencia del PP en sustitución de Mariano Rajoy.

FAES se ha pronunciado reiteradamente en contra de las medidas económicas adoptadas por el Gobierno para hacer frente a la emergencia social provocada por el SARS-CoV-2. Ya el 19 de marzo, apenas unos días después de la declaración del Estado de alarma, la fundación de Aznar calificó de “inefectivas y totalmente insuficientes” las medidas tributarias recogidas en el primer real decreto-ley aprobado por el Gobierno, al que tachaba de “desbordado y desnortado, muy por detrás de una crisis de consecuencias incalculables”. Entonces echaba en falta medidas que acabaron llegando semana a semana, en favor de autónomos, empresas y contribuyentes individuales.

Eso sí, ya en aquel momento, FAES aprovechaba para pedir al Gobierno una rápida rectificación de sus planes fiscales. En caso contrario, aseguraba en tono grave, “el infierno fiscal acabará por consumir buena parte de nuestra economía”. Una expresión, “informe fiscal”, que a partir de ese momento se incorporó al léxico de los dirigentes del PP, entre ellos su presidente, Pablo Casado.

El 27 de marzo volvió sobre este asunto criticando la supuesta “falta de sensibilidad” del Ministerio de Hacienda al no atender las peticiones de aplazamientos realizadas por varias asociaciones tributarias ante la “notoria insuficiencia” de las medidas tributarias aprobadas. Y criticó que la campaña de la renta se estuviese llevando a cabo “como si en España no estuviera pasando nada”. Una campaña que acabó completándose sin ninguna dificultad.

Apenas unos días después, insistía. El 6 de abril FAES pedía incentivos fiscales para sortear el riesgo de una “destrucción masiva” del tejido empresarial y de una depresión de la demanda interna mayor que la de la anterior crisis. Bajadas de impuestos que ya estaban en el programa del PP y que Casado siguió defendiendo en los debates sobre el plan de reconstrucción a pesar de que la crisis económica derivada de la pandemia ya era evidente entonces que iba a desplomar la recaudación de la Hacienda pública.

Poco después, el día 23 de marzo, el propio Aznar extendió sus críticas a la supuesta parálisis del Congreso y de los tribunales de justicia en aplicación de las medidas de confinamiento. Algo que también denunciaba el PP pero que en realidad no llegó a ocurrir, aunque sí es verdad que la Cámara Alta adoptó medidas para limitar la presencia de demasiados diputados al mismo tiempo en los salones de plenos y comisiones del Congreso.

FAES también abonó la idea de que Sánchez utilizaba la continuidad de los ERTE como “rehén para el chantaje” de sacar adelante sus prórrogas del estado de alarma. Lo hizo el 11 de mayo a través de un editorial, uno de los mecanismos que Aznar utiliza para hacer saber su opinión. Un argumento también recurrente para la dirección de Casado.

FAES no se ha privado de dar consejos al PP y a su presidente. El 14 de abril llegó a aconsejarle acudir a una reunión con Sánchez para intentar forjar acuerdos de Estado tras la crisis del coronavirus. Y le pidió que los nuevos Pactos de la Moncloa que entonces proponía el presidente se ciñeran a un acuerdo entre PSOE y PP, excluyendo al resto de fuerzas políticas.

Casado acabó participando en una negociación parlamentaria pero con las demás fuerzas políticas, pero en aquellos días sí repitió algunos de los argumentos de Aznar, en especial un supuesto intento del Gobierno para aprovechar la oportunidad y “abrir la Constitución, o para supuestos nuevos arreglos territoriales que estarían condicionados por las urgencias confederales del PNV y por el secesionismo de los nacionalistas catalanes”.

Y, en particular, Aznar advertía: “No tiene sentido hablar de pactos si el Gobierno pretende adoptar medidas estructurales y permanentes” como la renta mínima al margen de la negociación con la oposición.

Contra la renta mínima

Cerrar el paso a la renta mínima, que el PP de Casado acabó apoyando en el Congreso, era una de las banderas de Aznar. Ya el 27 de abril su fundación propuso crear un mecanismo “temporal y muy potente”, en forma de “fondo contra la pobreza”, para ayudar a los hogares españoles más vulnerables en lugar de aprobar “a la carrera” una herramienta de carácter permanente como el ingreso mínimo vital.

La situación de la economía española apunta a una “hecatombe”, pronosticó el 21 de mayo Aznar en una entrevista en la COPE, propiedad de la iglesia católica, de la que vendrán “muchos problemas sociales”. El Gobierno, sentenció, ha llevado “otra vez a la España de las colas de hambre”.

Colas del hambre que no le impidieron unos días después, el 1 de junio, ya con el ingreso mínimo vital aprobado —con el apoyo del PP— pedir que fuese considerada una medida provisional. Debe ser “temporal” y “rigurosamente gestionado”.

El ingreso mínimo vital no es el único asunto en el que Casado no ha seguido la estela de Aznar. El 8 de abril la fundación del expresidente insistió en un argumento que su máximo responsable ya había señalado en los primeros días de la pandemia: el Gobierno Sánchez se asomaba “al abismo de la inconstitucional” por no recurrir al “estado de excepción”, que según FAES es “el único mecanismo que puede avalar el actual confinamiento”. Una opinión en la que Casado no parece haber coincidido nunca, porque ha basado buena parte de su dialéctica con el Ejecutivo en que el confinamiento domiciliario es posible sin recurrir ni siquiera al estado de alarma.

En el marco de la Unión Europea, FAES comenzó criticando, el 24 de marzo, la decisión de la Comisión Europea de suspender el Plan de Estabilidad. Esa, aseguraba la fundación, no debía ser la respuesta, sino “todo lo contrario. Es una versión que ya se intentó sin éxito en 2008 y que se puede resumir en 'que cada palo aguante su vela'. Y que acabó en la fragmentación de los sistemas financieros y las dudas sobre la supervivencia de la unión monetaria y de la propia UE”.

“Podemos hacer muchas más cosas que simplemente dejar en suspenso uno de los pilares de la Unión. Si el mensaje que recibimos de la Unión Europea es que ni siquiera en estas circunstancias somos capaces de poner en marcha un proyecto común, quizás el proyecto europeo no merezca la pena. No nos quejemos luego de su falta de apoyo popular”. Un mensaje muy en línea con el del propio Gobierno, que utilizó mismo razonamiento para promover la iniciativa que, meses después, terminó dando lugar a la aprobación de los fondos de reconstrucción.

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El 18 de mayo, FAES denunciaba que la economía estaba “parada” y la sociedad “controlada por un sistemático abuso de autoridad”, un argumento este último que el PP llevó incluso a la Unión Europea en plena negociación de las ayudas. Bruselas, advertía entonces la fundación de Aznar, no va a dar dinero para “financiar siniestros experimentos de ingeniería social”.

Eso sí, el 24 de mayo, FAES admitía que el proyecto de creación de un fondo de 500.000 millones de euros para transferir a los Estados sin obligación de reembolso, que era lo que entonces estaba encima de la mesa, “es positiva sin reservas, pero no es la panacea. Alimentar a partir de ella la ilusión de dinero gratis sería una grave irresponsabilidad”.

El 18 de junio la fundación de Aznar ya atribuía al PP el mérito del acuerdo que creó los fondos europeos de reconstrucción, un argumento que Casado repite con frecuencia.repite La propuesta de la Comisión Europea para la constitución del fondo es una iniciativa que “debe mucho” al impulso de la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, que pertenece al PP europeo, subrayaba FAES.

Que José María Aznar, presidente del Gobierno entre 1996 y 2004 y máximo responsable de la Fundación FAES, inspira muchas de las políticas del Partido Popular y buena parte de las estrategias de su actual líder, Pablo Casado, no es ningún secreto. El último ejemplo, la teoría según la cual las decisiones que el Ministerio de Sanidad está tomando para atajar la pandemia en Madrid no obedecen a motivos estrictamente sanitarios ni a criterios epidemiológicos sino que estarían motivadas por su supuesto interés en ganar popularidad en Cataluña para que Salvador Illa sea el candidato del PSC en las próximas elecciones catalanas.

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