País Vasco

Fallece José María Setién, obispo emérito de San Sebastián, a los 90 años de edad tras sufrir un ictus

Fotografía de archivo, tomada el 8/11/07, del obispo emérito de San Sebastián José María Setién.

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El obispo emérito de San Sebastián, José María Setién, ha fallecido esta madrugada a los 90 años de edad en el Hospital Donostia de la capital guipuzcoana donde se encontraba hospitalizado tras sufrir un ictus este pasado domingo. Su funeral será este miércoles a las doce del mediodía en la Catedral del Buen Pastor, según han confirmado fuentes del Obispado de San Sebastián a Europa Press.

Setién estaba ingresado en la UCI del citado hospital y finalmente no ha logrado superar el ictus que sufrió este domingo y ha fallecido a las dos de esta madrugada.

Setién (Hernani, 1928) fue obispo auxiliar de San Sebastián entre 1972 y 1979 y titular entre ese año y el 2000. Su funeral será este miércoles a las doce del mediodía en la Catedral del Buen Pastor y será oficiado por el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla.

Durante los veinte años que duró su mandato (1979-2000) al frente de la sede donostiarra fue polémico por sus opiniones sobre la situación política y la violencia terrorista en el País Vasco. Nació en Hernani, Gipuzkoa, el 18 de marzo de 1928. Estudió en el seminario de Vitoria y se licenció en Teología y doctoró en Derecho Canónico por la Universidad Gregoriana de Roma. Ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951, fue profesor de Teología Moral en el seminario de Vitoria y en 1957 director de la Escuela Social Sacerdotal. En 1960 se trasladó a Salamanca como profesor de Derecho Público Eclesiástico y Derecho Concordatario en la Universidad Pontificia, donde fue decano de la Facultad de Teología

Vicario general de pastoral de la diócesis de Santander, el 18 de septiembre de 1972 fue nombrado obispo titular de Zama Minor y auxiliar del obispo de San Sebastián, Jacinto Argaya Goicoechea, al que sustituyó en el puesto el 19 de marzo de 1979 y en el que permaneció hasta el 13 de enero de 2000. Durante los veinte años que permaneció al frente de la diócesis de San Sebastián, destacó por sus pastorales y homilías, muchas de ellas polémicas por sus posiciones, próximas al nacionalismo vasco, sobre la situación política y el problema de la violencia en el País Vasco.

El 9 de diciembre de 1999 solicitó su cese como obispo de esa sede al papa, por razones "estrictamente personales"; adujo motivos de salud por una afección cardiaca. El 13 de enero de 2000 fue sustituido por Juan María Uriarte, hasta ese momento obispo de Zamora y el 19 de Febrero celebró en la catedral del Buen Pastor de San Sebastián la misa de despedida.

Durante los veinte años de José María Setién como obispo de San Sebastián destacó por sus pastorales y homilías, muchas de ellas polémicas por sus posiciones próximas al nacionalismo vasco, sobre la situación política y el problema de la violencia en el País Vasco.

En 1984 se mostraba contrario en una pastoral a la acción policial que tuvo lugar en Hernani (Guipúzcoa), en la que resultaron muertos dos miembros de ETA.

Setién dijo que no se podía callar ante "las numerosas detenciones policiales sin que el temor de los malos tratos de la tortura hayan desaparecido, y sin que se hayan dado de hecho y en la práctica las garantías de que los derechos humanos son respetados en los detenidos". En febrero de 1991, en una conferencia en el club Siglo XXI, se mostró partidario de reconocer el derecho de autodeterminación "para evitar la pervivencia de conflictos actualmente existentes", opinión que manifestaría en diferentes ocasiones durante los años siguientes.

Como obispo de San Sebastián se manifestó, en numerosas ocasiones, en contra de la violencia y lamentó las muertes provocadas por la violencia terrorista y las de los propios terroristas: en junio de 1991, con motivo del atentado contra el cuartel de Vic (Barcelona) manifestó su dolor por las víctimas del atentado y por el fallecimiento de dos miembros de ETA en un posterior enfrentamiento con la Guardia Civil. Pese a ello, los colectivos de víctimas le consideraron un hombre lejano a su sufrimiento.

En mayo de 1992, cuando las Fuerzas de Seguridad detuvieron a José Ramón Treviño, arcipreste de Irún, por dar cobijo en su casa a dos presuntos miembros de ETA, Setién pidió la libertad del arcipreste y el respeto a la "presunción de inocencia". También terció en cuestiones como los secuestros y la polémica sobre el pago de rescates: "El que crea que no está bien pagar rescates, que tire la primera piedra", dijo Setién el 9 de noviembre de 1993 con motivo del secuestro de Julio Iglesias Zamora.

En febrero de 1994 insistió en que debían revisarse los modelos de pacificación de Euskadi: "queremos hacer una revisión de nuestras actitudes, ante la paz no podemos contentarnos con decir que la culpa de la falta de paz la tienen solo los otros". En enero de 1995, con motivo del funeral por el asesinado concejal del PP Gregorio Ordóñez, Setién dijo en la homilía que quería "hacer una vez más una grave llamada a ETA a fin de que preste a este pueblo, por cuya libertad dice luchar, el mayor y mejor servicio que le puede hacer, que es el dejar las armas y abrir así vías adecuadas para lograr la paz por el camino del mutuo entendimiento".

En febrero de 1995, Setién volvió a pedir a ETA que dejara lar armas "haya o no final dialogado" y calificaba de "interesante" la experiencia irlandesa de pacificación. En agosto de 1996 reiteró la disposición de la iglesia vasca "a un servicio de mediación" entre el Gobierno y ETA y en septiembre de 1997, tras pedir de nuevo a la organización terrorista que abandonase las armas, el prelado reclamó la apertura de un diálogo como "camino para conseguir la paz". En noviembre matizó que antes de ese diálogo sería preciso mantener unos "contactos previos" para "preparar y definir" las vías de una hipotética negociación.

En la nueva pastoral "humanizar los caminos de la pacificación", de finales de 1997, aseguraba que ni los atentados de ETA, ni las acciones policiales "deben paralizar los esfuerzos orientados a buscar otros caminos más humanos de pacificación". En marzo de 1998 presentó el primer tomo de sus obras completas en las que se recogen "los sentimientos que anidan en su corazón ante el sufrimiento que acompaña a la falta de paz" en el País Vasco. Antes de terminar el año, en noviembre, pidió "el cumplimiento y reconocimiento" de los derechos de los presos vinculados a ETA como "una exigencia de paz, previa a cualquier proceso de negociación".

En 1999 Setién volvió a defender el derecho de autodeterminación de las minorías dentro de los estados y señaló que no le parecía "ninguna barbaridad jurídico-política" el que esas minorías reclamen un derecho de la soberanía. A finales de 1999, volvió a abogar por las vías del dialogo y la negociación y, con motivo del anuncio por parte de ETA de la ruptura de la tregua, pidió a la organización terrorista que no volviera a las armas. El 4 de enero del 2000, afirmó que la paz en el País Vasco tiene un precio y que el acuerdo al que se debe llegar es qué precio se está dispuesto a pagar.

Setién dijo que no había oído a nadie decir sensatamente que la paz tiene que ser a cualquier precio, porque si no tuviera precio, la paz no sería tan difícil de conseguir. "Lo que hay que hacer, es ver cual es el precio que hay que pagar por la paz desde el punto de vista de un proceso que comprometa a unos y a otros". En julio de 2006, en medio del proceso de alto el fuego permanente anunciado por ETA, Setién manifestó, en un curso de verano de la Universidad del País Vasco ya como obispo emérito de San Sebastián, que el proceso de paz "difícilmente" avanzará si no se produce una "flexibilidad" en los "planteamientos doctrinales" del Gobierno y de ETA, que haga posibles que "las exigencias más radicales" cedan a favor de "un acuerdo que habrá que construir".

En 2007, con motivo de la presentación en Madrid de su libro Un obispo vasco ante ETA, afirmó que en una negociación con ETA no puede obviarse el conflicto político, que es paralelo y no deben imponerse condiciones previas para el diálogo. En 2008, en un acto de presentación del citado libro en la Universidad de las Islas Baleares, manifestó su disposición a mediar entre el Gobierno y ETA en aras de la paz y "solo si hay una voluntad seria de negociar".

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