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Relevo de poder en Galicia

Feijóo ata con los barones gallegos una alfombra roja para dejar la Xunta a Alfonso Rueda

Alfonso Rueda, vicepresidente primero de la Xunta, y Alberto Núñez Feijóo, en una reunión del Gobierno gallego en A Coruña.

Alberto Núñez Feijóo no lo ha confirmado oficialmente, a la espera de que el elegido dé el paso, una vez sea capaz de acordar con los demás barones provinciales del PP una transición tranquila de poder en Galicia. Quiere darle apariencia de proceso democrático, aunque todo el mundo sabe que la decisión ha sido suya. Todo apunta a que el elegido por el presidente de la Xunta para sucederle al frente del Gobierno y del PP gallego es su vicepresidente primero, Alfonso Rueda, su mano derecha durante los últimos trece años.

El único dirigente provincial que se resistió a elogiar públicamente las cualidades de Rueda es precisamente el único que, según fuentes del PP gallego, amagó con competir por el puesto. Se trata de Diego Calvo, el barón coruñés, recientemente nombrado por Feijóo responsable del comité electoral en Génova 13. Un político profesional, como el vicepresidente de la Xunta, que lleva toda la vida en cargos públicos, pero con una experiencia de gestión más limitada que el vicepresidente. Calvo fue presidente de la Diputación de A Coruña entre 2011 y 2015; Rueda acumula trece años en el Gobierno gallego.

El perfil de Rueda, un pontevedrés de 54 años, es imbatible en los términos que más gustan a Feijóo porque es el que más experiencia acumula. En la Xunta, pero también en el PP, en el que se encargó de la Secretaría General durante una década.

Su candidatura ya ha sido bendecida por el barón orensano, Manuel Baltar, el único verso libre de la estructura de poder provincial en Galicia. Es el “mejor sucesor” y el “mejor diputado de los que tiene el Grupo Parlamentario del PP”, proclamó este miércoles. 

La tardanza de Feijóo en activar su sucesión, un secreto a voces desde hace siete semanas, puso a prueba los nervios de los dirigentes territoriales del partido, acostumbrados a cerrar filas con Feijóo pero muy inquietos ante los cambios que se avecinan. Están en juego las elecciones municipales, una contienda que en los últimos años se le ha dado muy mal al PP, que ganó en la mayoría de los municipios gallegos pero salió derrotado en las ciudades. El ayuntamiento más importante que tienen es el coruñés de Arteixo, de poco más de 30.000 habitantes. De ahí el interés por celebrar “cuanto antes” el congreso extraordinario y poner fin a la situación de interinidad en el partido.

Con Rueda está también Elena Candia, la baronesa de Lugo, a la que Feijóo reconoció en el reciente congreso del PP de Sevilla con una vocalía en su comité ejecutivo. “Creo en su experiencia de gestión y en su experiencia orgánica. Si decide dar el paso, yo estaré a su lado y también lo votaré en la sesión de investidura cuando llegue el momento”, zanjó en las últimas horas.

Calvo fue el último en pronunciarse. “Doy mi apoyo a una posible lista de consenso y unidad encabezada por Alfonso Rueda”, declaró, zanjando así el debate interno por la sucesión y abriendo la puerta al plan que Feijóo ha previsto a imagen y semejanza del que él acaba de protagonizar en el PP nacional: un congreso extraordinario con una sola candidatura encabezada por Rueda y una dirección previamente pactada entre los barones territoriales.

La investidura

Falta por resolver el relevo al frente de la Xunta, pero para eso primero tiene que dimitir el propio Feijóo. Una vez que lo haya hecho, el propio Rueda se hará de forma interina con la Presidencia del Gobierno hasta que se celebre su propia investidura. En ese Parlamento seguirá Feijóo, pendiente de que la Cámara le elija senador y poder así convertir el Senado en un escenario en el que, siquiera ocasionalmente, poder medirse con el presidente Pedro Sánchez. Si se cumplen los deseos del líder del PP nacional, el doble proceso, en la Xunta y en el partido, se habrá completado el próximo mes de mayo.

A partir de ese momento Rueda afrontará su nueva etapa con el reto de formar un nuevo Gobierno e inaugurar su propio estilo como sexto presidente de la Xunta. Contentando, eso sí, a todos los barones, a la espera de que, si es capaz de revalidar la mayoría absoluta del PP en las elecciones de 2024, se haga con la autoridad que necesita para empezar a tomar sus propias decisiones. Y parar de paso cualquier intento de los barones de minar su recién estrenado cargo.

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Entretanto, su prioridad será darse a conocer. Una reciente encuesta reveló que la mitad de los gallegos ni siquiera saben quién es Rueda (54,1%), un mal que comparte con el resto de los miembros del Gobierno de la Xunta y con los principales dirigentes del PP gallego. Feijóo siempre se ha rodeado de técnicos —la mayoría de sus conselleiros proceden de escalafones inferiores de la propia administración— huyendo deliberadamente de perfiles más políticos. El resultado de esa estrategia es que nadie le ha hecho sombra y él mismo es el único con un grado de conocimiento importante, en su caso del 94%.

Alfonso Rueda es hijo de un alto cargo del PP de Pontevedra que llegó a la vicepresidencia de la Diputación provincial con Mariano Rajoy. Se licenció en Derecho y tiene plaza de secretario municipal, pero lleva en política toda la vida. A la Presidencia de Nuevas Generaciones de Galicia llegó con 25 años y con 32 empezó su carrera en la Administración como jefe de gabinete del conselleiro Jesús Palmou, todavía con Manuel Fraga al frente de la Xunta. Feijóo le fichó en 2005 para acompañarle en la tarea de oposición al Gobierno de Emilio Pérez Touriño y desde entonces no se han separado.

Hasta ahora. 

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