Casi dos horas y media. Mirándose a los ojos, resoplando, lanzándose críticas y midiéndose las fuerzas. Segundo round en el Senado entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. El debate del martes por la tarde trajo al líder del Partido Popular mostrando su lado más duro, alejado de la imagen de centro que lleva vendiendo desde que ocupara el despacho principal de Génova 13. Y, en frente, un presidente del Gobierno que le situó fuera del contexto europeo y que le acusó de no tener propuestas y sólo intentar “derribar” al Ejecutivo de coalición.
Los dos llegaron a este cara a cara conociéndose un poco más y con dos modelos muy alejados, pero negociando sus equipos de manera discreta y en paralelo el último intento para renovar el Consejo General del Poder Judicial. Esto no influyó en la marejada de reproches que se intercambiaron y que fue creciendo conforme pasaron las horas en la Cámara Alta.
Sánchez pasó del “insolvencia o mala fe” del primer combate al irónico “usted que tiene tanta experiencia” e intentó retratar al expresidente de la Xunta preguntándole directamente si apoyaba la subida del salario mínimo y las pensiones conforme al IPC, los nuevos impuestos a las grandes fortunas, energéticas y entidades financiera y el mecanismo del tope ibérico. Pero se quedó con las ganas de saberlo: el líder del Partido Popular no resolvió ninguna duda. “Ambigüedad calculada”, como le reprochó constantemente el dirigente socialista.
El nuevo (viejo) Núñez Feijóo
Pero el debate tuvo un punto principalmente diferente al anterior del mes de septiembre. Apareció un nuevo Alberto Núñez Feijóo (o más bien, su versión más antigua, la que conocen sus rivales en Galicia) con un tono más duro, más áspero, más de barro. El conservador cargó contra el presidente con mantras como sus alianzas en el Congreso o una imagen negra de la economía.
“Creo que este va a ser su último presupuesto”, le espetó al jefe del Ejecutivo, al que exigió que retire el proyecto de cuentas públicas para el año que viene. Llegó a definirlas como “ficticias”. “Aterrice, señor Sánchez”, “es necesaria madurez”, “lidera un Gobierno que no cree en este país”, “el dibujo de la política económica, social y laboral que tiene para España es el mismo dibujo que sale de la demoscopia del señor Tezanos”, fue arremetiendo contra el presidente, además de quejarse constantemente sobre el tiempo que tenía en el debate en el Senado. Esa fue la excusa para no contestar directamente a las preguntas de Sánchez.
Y no faltó la división territorial en su discurso: "Yo no pactaré con el independentismo para que los niños españoles no puedan aprender español en España. Por eso, no estoy preocupado por las elecciones próximas y cómo lo iba a estar con lo bien que va usted en las encuestas". Algo que revolvió a Sánchez, que defendió que prefiere la Cataluña y la España de octubre de 2022 que la de 2017. Lecciones de patriotismo, dijo, no iba a aceptar.
El presidente del PP llegó a hablar de “hipotecas generales” en referencia a los presupuestos, algo que también provocó que Nadia Calviño se indignara en la bancada del Gobierno. El presidente, visiblemente contrariado, le pidió que dejara de lanzar “bulos”, como hacía Pablo Casado contra el Ejecutivo. Y le exigió que retirara lo de “timo ibérico”, ya que el mecanismo ha servido para rebajar la factura un 70% respecto a lo que se paga en Italia en estos momentos o un 35% inferior que Alemania. Esto el mismo día que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, puso como ejemplo a España y Portugal en la senda para transitar en la Unión Europea con el tope del gas.
Sánchez sitúa al PP fuera del contexto europeo
El jefe del Ejecutivo dibujó a un Partido Popular español aislado del resto de Europa, con propuestas que se han desplomado como la bajada masiva de impuestos, recordando el caso de la rectificación de Liz Truss en el Reino Unido. Y le reprochó que otros gobiernos de corte liberal o conservador en la UE sí están poniendo en marcha gravámenes a las energéticas o a las grandes fortunas. Enlazó con su discurso de los últimos meses de que el PP está remando a favor de los más ricos y de las élites.
Todo ello en un momento en el que se intenta llegar a acuerdo de manera discreta sobre el Consejo General del Poder Judicial. El propio Sánchez dijo que esperaba llegar a ese pacto: “Ojalá”. Pero siguen pasando los días y todavía el Gobierno y el PP no han alcanzado ese objetivo, tras cuatro años de bloqueo del Poder Judicial por parte de los populares.
El presidente, además, mandó varios mensajes a los ciudadanos, advirtiendo de que los próximos meses no serán fáciles. No obstante, lanzó la idea de que no habrá medidas drásticas: “Ni apagones ni racionamientos”. Nada de imágenes apocalípticas. Prometió mover todos los recursos públicos para frenar la inflación y vaticinó que ya se va en la buena dirección. España, dibujó Sánchez, no irá a la recesión.
Todo debate conlleva su posdebate y los dos cuarteles generales se lanzaron a analizarlo, Vendiendo los dos su victoria. Fuentes del PP observaron un cambio de actitud por parte de Sánchez, al que en el último debate reprocharon la dureza con la que había respondido a Feijóo y el tiempo que dedicó a tratar de rebatir sus argumentos.
Sin afirmarlo, las mismas fuentes sugirieron que el motivo hay que buscarlo en la negociación de Consejo General del Poder Judicial. O quizá en un reconocimiento implícito de que la estrategia de atacar al líder del PP no funcionó la última vez.
Qué piensan en Moncloa y Génova
En todo caso, Génova admite que Feijóo sí cambió de actitud, aunque se niegan a hablar de dureza y prefieren usar el término “contundencia”. El debate era una oportunidad de contrastar modelos económicos (de ahí la decisión del líder del PP de no responder a otros asuntos planteados por Sanchez, como el CGPJ) y creen haber conseguido su objetivo.
La experiencia de dos debates, con los que no contaban hace apenas un mes, ha confirmado al equipo de Feijóo que el formato no juega a su favor. El presidente dispone de tiempo ilimitado, como todos los jefes de Gobierno, y eso deja a su líder en una posición de inferioridad. Debatir en el Senado, además, deja a su candidato, acostumbrado a hablar en escenarios mucho más predispuestos en los que nadie le contradice, mucho más expuesto,
Para el Gobierno, el debate fue “muy bien”. Según fuentes de La Moncloa: “Feijóo perdió los papeles”. En el equipo del presidente hablaron de que se ha demostrado que el PP no tiene proyecto y que “no hay comparación”. Con esta idea: “Proyecto de Estado frente a marrullería”.
“Lo de hoy no resiste comparación”, comentaron fuentes del Gobierno, que no descartan que haya de nuevo otro debate de este tipo en la Cámara Alta. “El tono lo delata”, analizaron desde el complejo presidencial, remachando: “Toda España está viendo quién es Feijóo”. Además, en el Gobierno sostuvieron que se comprobó que el expresidente de la Xunta sigue “el manual del liberalismo ultra”. “Lugares comunes, ni una propuesta”, añadieron en el círculo de Sánchez. Con la sensación de que estos debates están retratando al líder de la oposición, que no maneja bien los temas como se esperaba (especialmente los económicos) y que así se irá recortando la distancia en las encuestas para las próximas generales.
Casi dos horas y media. Mirándose a los ojos, resoplando, lanzándose críticas y midiéndose las fuerzas. Segundo round en el Senado entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. El debate del martes por la tarde trajo al líder del Partido Popular mostrando su lado más duro, alejado de la imagen de centro que lleva vendiendo desde que ocupara el despacho principal de Génova 13. Y, en frente, un presidente del Gobierno que le situó fuera del contexto europeo y que le acusó de no tener propuestas y sólo intentar “derribar” al Ejecutivo de coalición.