La batalla por dominar el espacio político de centroderecha está en marcha. Y el Partido Popular cree que va ganando. Alberto Núñez Feijóo consumó en las elecciones de mayo y de julio la absorción de Ciudadanos, que ya venía de atrás, y ahora todas su estrategia se dirige a hacer lo mismo con Vox, convencido de que sólo así estará en condiciones de alcanzar la mayoría que necesita para alcanzar la Moncloa.
Superada la incertidumbre de la investidura, que llevó a Feijóo a plegarse a las condiciones de Abascal para conseguir el respaldo de la extrema derecha y normalizó, aparentemente, las relaciones entre las dos fuerzas políticas, en el PP se resisten a dar continuidad a la alianza coyuntural con la que intentaron impedir la reelección de Pedro Sánchez.
En Génova están convencidos de que Abascal se marcó un farol cuando amenazó con una ruptura de los acuerdos municipales y autonómicos si el PP no participa de la estrategia ilegal de Vox contra la amnistía. Y cada día que pasa sin que el presidente de los ultras haga nada, más se convencen de que no hablaba en serio.
De momento, las respuestas a las exigencias de Vox no son altisonantes, pero sí firmes. Y están poniendo a prueba la paciencia de Abascal, que el domingo pidió a Feijóo una reunión para coordinar la oposición de sus dos partidos contra el Gobierno y la amnistía.
Rentabilizar la respuesta
“Cada partido político tiene su estrategia”, asegura Borja Sémper, portavoz del PP, poniendo distancia con sus socios y reivindicando el protagonismo de su formación. “Nosotros estamos liderando y vamos a seguir liderando la respuesta institucional ante este mal gobierno divisivo”. Con iniciativas ante las instituciones europeas, “en el Senado, promoviendo reformas como la del reglamento,” que va a retrasar dos meses la aprobación de la proposición de la ley de amnistía, y en el Congreso.
“La institucionalidad tiene mucho recorrido y es la que vamos a implementar”. Sin ceder espacio en la calle, donde el PP ha empezado a sentirse más cómodo que en la etapa de Pablo Casado, pero sin mezclarse con Vox. “Vamos a seguir en la calle, a veces sumándonos a manifestaciones que convoque la sociedad civil y otras promoviéndolas nosotros. Vamos a promover ese tipo de manifestaciones y de concentraciones en las que se va a ser muy contundente contra el gobierno, pero en las que se va a mantener de manera escrupulosa un perímetro de respeto institucional y legal”. Esa es la línea roja que el PP asegura no querer traspasar.
De la coordinación PP-Vox que pide Abascal, nada de nada. “Nosotros nos vamos a coordinar con los españoles. Explicándoles que hay recorrido institucional y que hay recorrido en la calle”, advierte Sémper. “Cuando otros quieran hacer otras cosas”, añadió en referencia a las propuestas ilegales de Vox, “a nosotros nos van a encontrar en la senda de la razón, de la institucionalidad y de la oposición eficaz”. “Para cosas raras, para saltarnos la ley y la institucionalidad, que nadie cuente con nosotros, ni en el Senado ni en ningún sitio”.
La portavoz parlamentaria del PP, Cuca Gamarra, ratificó este martes este criterio. El PP mantendrá su “autonomía” y no pactará una estrategia compartida con sus socios.
División en el Senado
De momento, los de Abascal actúan como si el PP no hubiese reaccionado. Y eso que las señales se multiplican. Este mismo martes los de Feijóo echaron por tierra una iniciativa de Vox que pretendía instar la ilegalización de Junts y Esquerra y que salió finalmente derrotada por un aplastante resultado: 257 votos en contra y solo tres —los de la extrema derecha— a favor.
Lo hicieron con el argumento de que la propuesta no estaba bien motivada y, por tanto, no sería aceptable para el Tribunal Supremo, que es la institución que decide sobre la legalidad o la ilegalidad de un partido.
“La disolución de un partido político es de las medidas más graves que pueden ser adoptadas en democracia”, recordó la portavoz del PP, Yolanda Ibarrola. “Traen ustedes esta moción y la sustentan en notas de prensa, en artículos periodísticos o en pronunciamientos judiciales dentro de un proceso que se encuentra en fase de instrucción: ni una sola sentencia firme que avale la acción que se pretende”, reprochó.
Vox sabe que no hay fundamento para una ilegalización, remarcó Ibarrola. Su verdadera intención es buscar “un forzado protagonismo, un altavoz que les haga parecer los mayores defensores de España, principalmente frente al Partido Popular”. Y se confunden, concluyó, porque “con su actuación, al final, quien termina beneficiado es Pedro Sánchez y a sus socios”.
Proponer “lo imposible”
Derrotar “la deriva tiránica” que, según la portavoz del PP, gobierna España, “no se hace a golpe de nota de prensa, de tuits o incluso proponiendo lo imposible con tal de regalar algunos oídos”. “La situación es grave y hay que obrar con responsabilidad: desde el Senado haremos todo lo que en derecho quepa para frenar” al Gobierno.
En Vox, entretanto, siguen buscando una foto que escenifique la unidad de acción entre Feijóo y Abascal después de varias semanas reprobando al PP está dando prioridad a sus intereses de partido.
Pero no van más allá. Al menos de momento. Mantienen, eso sí, la presión sobre la mesa del Senado, controlada por el PP, a la que han pedido por escrito que se niegue a tramitar la ley de amnistía bajo amenaza de recibir la misma querella que ya han presentado contra el órgano de gobierno del Congreso, que acaba de admitir a trámite la iniciativa con los votos a favor de PSOE y Sumar.
El Partido Popular “tiene muchos instrumentos a su alcance y muchas herramientas para tratar de frenar este golpe de Estado”, insistió este martes en el Congreso la portavoz parlamentario de la extrema derecha, Pepa Rodríguez de Milán. “El Partido Popular lo que tiene que hacer es centrarse en utilizar esas herramientas, como por ejemplo el Senado. Nosotros ya le hemos pedido que el Senado sea un dique de contención frente a este Gobierno que está desmantelando nuestra nación. Y si de verdad se creen lo que están diciendo, tendrán que actuar en consecuencia”, advirtió.
La batalla por dominar el espacio político de centroderecha está en marcha. Y el Partido Popular cree que va ganando. Alberto Núñez Feijóo consumó en las elecciones de mayo y de julio la absorción de Ciudadanos, que ya venía de atrás, y ahora todas su estrategia se dirige a hacer lo mismo con Vox, convencido de que sólo así estará en condiciones de alcanzar la mayoría que necesita para alcanzar la Moncloa.