Con más de tres meses de retraso respecto a la convocatoria original, los gallegos y los vascos acudirán a las urnas para elegir a sus respectivos presidentes el domingo 12 de julio. Así lo anunciaron este lunes el lehandakari, Íñigo Urkullu (PNV). Y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo (PP). Ambos líderes políticos coincidieron en que, tras consultar a los expertos sanitarios, esa fecha se plantea como la mejor en un contexto de pandemia como el que arrasó con la anterior convocatoria, la del 5 de abril. Temen ambos dirigentes que, a medida que se fuese acercando el otoño —el plazo legal de cuatro años vence el 25 de octubre— se incrementasen de nuevo los contagios.
A las razones oficiales esgrimidas desde uno y otro territorio hay que añadir otra que llevan semanas en el debate político. La de alejar estas citas lo máximo posible del momento en el que la crisis sanitaria asociada al covid-19 derive en una crisis económica y social con el correspondiente desgaste político que ello conlleva.
A todos los partidos, el anuncio de la convocatoria electoral les pilla casi un año después de la macrocita electoral del 26 de mayo de 2019, cuando se celebraron elecciones europeas, municipales y autonómicas —salvo en Andalucía, Cataluña, Galicia y Euskadi—. Para el líder del PP, Pablo Casado, el 26M significó oxígeno. Porque venía de unas elecciones generales en las que había llevado a su partido a la peor nota de su historia: 66 escaños. Y los resultados en la Comunidad de Madrid, la Región de Murcia, Castilla y León y el Ayuntamiento de Madrid le permitieron levantar cabeza gracias a los pactos con Ciudadanos.
infoLibre repasa la situación en ambos territorios
Galicia
Las últimas cifras de los efectos de la pandemia en Galicia, actualizadas este lunes por el Ministerio de Sanidad, hablan de 607 muertes, una de ellas en las últimas 24 horas. El PP ha puesto a Feijóo como ejemplo de buena gestión de la crisis, igual que ha hecho con el resto de sus barones autonómicos. De él han destacado su política de "test masivos".
Desde 1981, Galicia ha elegido diez parlamentos y en todas las elecciones autonómicas, la derecha se ha impuesto con un margen tan amplio que le ha permitido gobernar 33 de 39 años. Sólo ha perdido la Xunta cuando la oposición ha sido capaz de romper la mayoría absoluta conservadora pactando. Las únicas dos excepciones al reinado de la derecha son el Gobierno bipartito PSdeG-BNG presidido por Emilio Pérez Touriño (PSdeG), entre 2005 y 2009, y el tripartito (PSdeG-Coalición Galega-PNG) de Fernando González Laxe, que alcanzó la Presidencia de la Xunta en 1987 tras una moción de censura. Estuvo dos años en el poder hasta la llegada de Manuel Fraga.
El Parlamento gallego está integrado por 75 escaños, así que la mayoría absoluta está en los 38. Antes de disolverse la Cámara se sentaban 41 diputados del PP, 14 del PSdeG, seis del BNG y 14 de la candidatura de En Marea, empatando con los socialistas. La última encuesta del Instituto Sondaxe para La Voz de Galicia, publicada en marzo mantenía al PP de Feijóo en el mismo número de escaños. Subía dos, hasta 16, el PSdeG, con Gonzalo Caballero al frente, 11 el BNG y la coalición Galicia en Común, formada por Podemos, Esquerda Unida, Anova y varias mareas se quedaba en siete.
Formaciones como Vox y Cs —Feijóo rechazó ir en coalición con el partido naranja— se quedarían fuera del Parlamento según la citada encuesta. Uno de los principales temores en el PP es que la fragmentación del voto le aleje de la mayoría absoluta. Hay dos escenarios peligrosos para el PP gallego: que Vox se acerque a la barrera del 5%, pero sin superarla, o que entre en el Parlamento y Feijóo necesite a la extrema derecha para tener mayoría absoluta.
Ni PSdeG, ni BNG, ni En Común apoyan la fecha escogida por Núñez Feijóo para la convocatoria electoral, fecha que según insistió el presidente en la rueda de prensa que concedió este lunes, viene respaldada por los informes presentados por los expertos. La elección del día es una prerrogativa del presidente.
Es, dijo, "la primera" fecha que permite los plazos legales de 54 días, porque es "más seguro" sanitariamente a principios de verano y hay "menos incertezas" que a finales de la época estival y otoño.
Feijóo, el hombre que no dio el paso para suceder a Rajoy
Como hemos visto con el mapa electoral, Galicia es un feudo tradicional de la derecha. La única comunidad en la que el Partido Popular gobierna con mayoría absoluta. Y Feijóo es un referente para un amplio sector del electorado conservador. Su candidatura se esperaba cuando Mariano Rajoy anunció que cedía el testigo tras ser derribado por la moción de censura que presentó Pedro Sánchez en el verano de 2018. Pero no dio el paso.
Sin salto a la política nacional, el presidente de la Xunta se juega ahora todo a la carta gallega. Y, por extensión, una victoria de Alberto Núñez Feijóo con mayoría absoluta es también un triunfo del PP y su líder. "Sin elecciones a la vista —se espera, como mucho, unas catalanas— una mayoría en Galicia sería muy buena noticia para el proyecto de Casado. A falta de poder nacional, hay que ir reteniendo o conquistando poder autonómico y municipal. Y perder Galicia sería un golpe muy fuerte", dice un diputado regional.
En todo caso, las fuentes consultadas destacan que Feijóo tiene "peso y tirón propio" y que, puertas adentro del partido, su victoria no se interpretará como el resultado de Isabel Díaz Ayuso (Comunidad de Madrid) o José Luis Martínez-Almeida (Ayuntamiento de Madrid), dos candidatos que fueron apuestas personalísimas del líder de los conservadores. "Cuando Casado llegó a la presidencia del partido, Feijóo ya era presidente de Galicia con mayoría absoluta", añade una senadora.
Con un escenario nada optimista en el País Vasco, el PP tiene puestas todas sus esperanzas en que la alegría el 12J venga del norte. Creen, de hecho, que la izquierda es muy consciente de ello y que el Gobierno de coalición que integran PSOE y Unidas Podemos va a convertir al presidente Feijóo en el blanco favorito de sus críticas en las próximas semanas, como ha ocurrido con Isabel Díaz Ayuso. Así se lo trasladó el presidente Pablo Casado a sus diputados, senadores y eurodiputados en una reunión interna convocada por vía telemática este lunes para fijar la agenda semanal y ratificarse en el 'no' a la prórroga del estado de alarma, información adelantada por infoLibre.
¿Podría entenderse la victoria de Feijóo también como una amenaza para el liderazgo de Pablo Casado? Las fuentes consultadas no niegan que en momentos de crisis, los partidos dirigen la mirada a sus referentes y que el gallego es un referente, sobre todo del sector más moderado y de quienes piden un giro al centro. Pero también coinciden en que en la formación conservadora, sobre todo ahora que su líder de ha rodeado de fieles haciendo equipos y grupos parlamentarios a su medida, no hay, a día de hoy, elementos para pensar en un escenario como este. "Todo puede pasar en un futuro, mira cómo nos quedamos sin Rajoy de la noche a la mañana... pero ahora no lo veo", comenta un veterano exidirigente.
Casado salió elegido candidato del PP a las generales del congreso extraordinario del partido celebrado a finales de julio de 2018 en Madrid. De hecho, ya ha sido candidato a dos de estas citas electorales.
Los estatutos del PP establecen que los congresos ordinarios del partido, sea cual fuere su ámbito territorial de competencia, se celebrarán cada cuatro años. Con las fechas anteriores como base, a los conservadores no les toca volver a elegir a su líder hasta el verano de 2022.
Los partidos políticos tendrían que presentar candidaturas entre el 3 y el 8 de junio, el voto por correo se solicitará del 20 de mayo al 2 de julio y la campaña arrancaría el 26 de junio si no se opta por acortarla. Los plazos serían los mismos para Euskadi.
Euskadi
En el balance ofrecido por el Ministerio de Sanidad este lunes, Euskadi arroja una cifra de 1.466 fallecimientos durante la pandemia, siete de ellos en las últimas horas. En su comparecencia ante los medios, el lehendakari se comprometió a dejar sin efecto las elecciones del 12J, en caso de que se reprodujeran las circunstancias en las que se encontraba Euskadi con la pandemia del covid-19, cuando se suspendieron los comicios del 5 de abril.
Urkullu destacó que para la convocatoria del 12J se ha tenido en cuenta que el informe de salud pública constata que la situación actual es "significativamente mejor" a la que llevó a declarar la emergencia sanitaria en Euskadi el 13 de marzo. En lo jurídico, tanto Galicia como Euskadi cuentan con un acuerdo con fecha del 6 de mayo aprobado en el Congreso de los Diputados que establece que la vigencia del estado de alarma no es "obstáculo" para la celebración de elecciones. El acuerdo fue aprobado a instancias de los nacionalistas vascos. Así lo habían acordado con los socialistas en las conversaciones que culminaron en el apoyo del PNV a la prórroga del estado de alarma.
El Parlamento vasco que se disolvió para la convocatoria electoral estaba integrado por 28 diputados del PNV, 18 de EH Bildu, 11 de Elkarrekin Podemos, 9 del PSE y 9 del Partido Popular.
A diferencia de Galicia, en el País Vasco ningún partido ha conseguido nunca mayoría absoluta (38 diputados). Todo se ha dirimido en pactos postelectorales. En la última legislatura, el PNV y PSE han gobernado en coalición con no pocas dificultades: les faltó un escaño para tener mayoría absoluta. De hecho, los últimos presupuestos salieron adelante con los votos de Elkarrekin Podemos. Antes de la convocatoria electoral frustrada del 5 de abril, todos los pronósticos apuntaban a un incremento de escaños del PNV, en torno a la treintena, y a un avance significativo del PSE, que puede estar en torno a los 12. De confirmarse estos sondeos, una alianza PNV-PSE, liderada por Iñigo Urkullu, les permitiría encauzar una legislatura sin grandes sobresaltos.
El lehendakari fue cuestionado este mismo lunes sobre la posibilidad de encauzar ese pacto. Indicó que cada formación decidirá que esto se dilucidará según el resultado de los comicios, pero defendió que la coalición PNV y PSE ha sido "positiva", ya que había llegado al mes de abril "habiendo cumplido su programa y objetivos", informa Europa Press.
Mientras EH Bildu y Elkarrekin Podemos se han mostrado contrarios a que los comicios se celebren en julio, el PSE de Idioia Mendia ha asegurado que Euskadi "necesita un gobierno fuerte y estable" y que los socialistas vascos acuden a la cita con las urnas para "combatir el virus, recuperar la economía y no dejar a nadie atrás".
Casado se la juega con su apuesta por Iturgaiz
La primera convocatoria, la del 5 de abril, originó a Casado una de las grandes crisis desde que es presidente del PP. La negociación de una coalición con Cs (PP+Cs) y las "cesiones" en las listas a la formación de Inés Arrimadas culminó con la renuncia del expresidente del PP vasco, Alfonso Alonso, a ser candidato. El exministro de Sanidad de Mariano Rajoy no compartía que dirigentes de la formación naranja ocupasen puestos privilegiados en las candidaturas cuando Cs no tiene en estos momentos representación parlamentaria. Pero la dirección nacional del PP impuso su criterio al entender que el sacrificio merecía la pena porque se trataba del primer paso para ese proyecto de España Suma que pretenden a nivel nacional.
El viernes pasado Casado se reunió con Arrimadas en un momento en el que la coalición entre PP y Cs en la Comunidad de Madrid está en un momento delicado y, además de calificar de "éxito" este tipo de gobiernos conjuntos, ratificaron al acuerdo para Euskadi. "Ambas formaciones trabajarán unidas para que no se pierda en el País Vasco un solo voto de quienes defienden la libertad, la igualdad y la unión frente al nacionalismo", pudo leerse en el comunicado conjunto que difundieron.
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El cabeza de lista será Carlos Iturgaiz (PP). Y con el resultado Casado se la juega bastante más que en Galicia, porque este sí es una imposición de la dirección nacional y por la situación tan delicada en la que quedó el PP vasco tras la marcha de Alonso.
Carlos Iturgaiz ya fue candidato a lehendakari en 1998 y había abandonado la política en abril de 2019 molesto porque Casado quería ubicarle en el puesto 17 de las listas al Parlamento Europeo.
El peor resultado de la derecha española en el País Vasco se produjo en 1986, cuando obtuvo 4 escaños: 2 AP y 2 el CDS. Las últimas encuestas publicadas antes de la crisis del covid-19 pronosticaban menos de siete diputados para el PP.