Una persona del equipo de Ada Colau se cruza en el centro de València con otra que acompaña a Mónica García al acto del teatro Olympia. “¡Pero tío! Qué alegría verte. ¿Cómo estás?”. Se dan un abrazo. Luego se dan otro con alguien del gabinete de Yolanda Díaz. Al momento, un cargo orgánico de Unidas Podemos se reencuentra con gente del gabinete de prensa de Más Madrid con la que trabajó codo con codo hace unos años. “Es que antes trabajábamos juntos. Nos separamos en 2017 cuando se jodió todo y hoy es muy emocionante reencontrarnos”, explican.
Desde muy temprano, sobre las ocho y media de la mañana, empieza a formarse cola a las puertas del teatro. Hay grupos de chavales jovencísimos pero también parejas mayores y familias enteras. Una hora antes de que empiece el acto, programado para las once, aparecen varias decenas de manifestantes con chalecos amarillos. Son representantes de la patronal del transporte. La policía perimetra la zona y los mantiene alejados a unos cien metros de la entrada del recinto. “Ellas vendrán andando y entrarán por la puerta principal”, anuncian los gabinetes de prensa sobre la llegada de las protagonistas del acto.
A las diez y media de la mañana casi no quedan butacas libres en el interior y la cola fuera sigue dando la vuelta a la manzana. Por una calle lateral aparecen Yolanda Díaz, Mónica García, Ada Colau, Mónica Oltra y Fatima Hamed Hossain. Vienen andando juntas y agarradas del brazo. La gente aplaude y un enjambre de cámaras y periodistas solicitan que se paren justo al llegar a la esquina del teatro para poder tomar imágenes. En ese momento, un hombre sin uniforme policial se acerca a los agentes de policía nacional desplegados en la calle. “Que pasen”, ordena. La Policía permite que los manifestantes avancen hasta alcanzar la misma puerta del teatro coincidiendo con la entrada de las políticas. Se produce un tumulto, empujones. Ada Colau sostiene a Yolanda Díaz para evitar que la vicepresidenta segunda caiga al suelo. Una señora de avanzada edad empieza a lanzar huevos a la cabeza de la gente. Impactan en una trabajadora de prensa y en un escolta. Una chica joven llora, se ha hecho daño en un brazo. La seguridad cierra las puertas del teatro tras los momentos de tensión.
"Más soluciones que ganas de amar el conflicto"
El patio de butacas vive ajeno al incidente y toca las palmas mientras suena una canción que dice “Quiero que hasta la próxima vez que tomemos partido haya más soluciones que ganas de amar el conflicto. Ten un plan. Luego, haz caso a nadie”. Es del grupo murciano Viva Suecia y se titula Todo lo que importaTodo lo que importa. Suenan cinco o seis canciones más. Con veinticinco minutos de retraso salen a escena Colau, Díaz, García, Oltra y Hossain. La gente las aclama enfervorecida y ellas bailan y saludan desde el escenario. El momento se parece muy poco al inicio “de un simple coloquio”, como se había querido presentar el acto, y más a una especie de celebración, de fiesta del reencuentro. “Hacía mucho tiempo que yo no veía a la gente tan emocionada”, dice uno de los asesores presentes en la sala.
La periodista y moderadora, Carolina Ferre, saluda a todas las representantes políticas, que son ovacionadas. A la vicepresidenta segunda la deja para el final. “Yolanda Díaz, muy buenos días”. El público no la deja contestar. Aplausos y gritos de “presidenta”. “Estoy ilusionadísima porque estoy con mujeres a las que quiero y admiro”, empieza Díaz, poniendo alto el listón de los cariños cruzados desde el primer minuto. El intercambio de cumplidos y de admiraciones es constante. Se admiran, se quieren, se siguen, la política “es bonita”. Todas admiten haber estado “temblando” de nervios antes de salir al escenario. “No vamos a contar lo que ha pasado en esos camerinos”, dicen.
En un momento dado, esos nervios se concretan en una ausencia. Mónica Oltra se levanta del sofá y sale de escena. Vuelve a los diez minutos. A su regreso no tiene reparos en admitir que ha necesitado ir al baño por indisposición, un viaje que tiene que repetir tan solo unos instantes después. “Es que han sido unos días tremendos”, se excusan. Una de las mayores ovaciones se produce cuando, preguntada por la reforma laboral, Yolanda Díaz anuncia: “Voy a dar un dato”. Entre el público hay un señor con esa frase serigrafiada en su camiseta.
Casi finalizando el acto, dos chicas muy jóvenes se ponen de pie en el patio de butacas. Gritan mucho. Tanto que apenas se les acierta a entender que llaman “reaccionarias” a las intervinientes. Parte del público les afea el comportamiento. Se arma revuelo y se para el acto unos minutos. Son integrantes del grupo Frente Obrero, conocido por protagonizar protestas de este tipo contra dirigentes de izquierdas. “Ya te hemos escuchado, nunca te he visto ir a reventar actos del PP o VOX o ir a protestar a la patronal por los derechos de los trabajadores”, le dice Mónica Oltra, ya de vuelta del aseo. Otra señora, desde un palco lateral, le pide a la ministra de Trabajo que no se olvide de los interinos. “Por supuesto, trabajamos en eso porque es muy importante solucionar la situación de los interinos”, contesta ella.
La reacción de los partidos
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Durante todo el coloquio, todas las miradas están puestas en las interacciones de Yolanda Díaz con Mónica García y viceversa. Dentro del abanico de confluencias representadas este sábado sobre las tablas del Olympia, los espacios que ambas representan son los que vienen de vivir el mayor desgarro tras el enfrentamiento político protagonizado en primera persona por Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Es el primer acercamiento de lo popularmente conocido como “pablismo” y “errejonismo”. Ninguna de las dos deja espacio a la duda sobre que su nivel de sintonía política y, al parecer, también personal es absoluta.
Entre el público hay una amplia delegación de Más Madrid, con gente como Pablo Perpinyá, Loreto Arenillas o Pablo Padilla. También de la confluencia catalana de Unidas Podemos, con la presencia de diputados como Gerardo Pissarello o Aina Vidal y de la portavoz parlamentaria en Cataluña, Jessica Albiach. Está el exregidor de Zaragoza, Pedro Santisteve, uno de los bautizados en su día como “alcaldes del cambio”, como la propia Colau.
Hay interés en conocer la reacción de otros representantes políticos que se quedaron sin invitación. En redes sociales, la portavoz de Más Madrid en el ayuntamiento, Rita Maestre escribe un mensaje de apoyo explícito: “Mujeres que recargan de oxígeno la política y ponen en el centro lo que de verdad importa”. Íñigo Errejón es algo más austero que su compañera de filas pero cita un tuit de Mónica García sobre el acto y apunta: “Qué orgullo”. El líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, menciona a Yolanda Díaz en sus redes y afirma que son “mujeres comprometidas que demuestran que es posible hacer otra política distinta a la neoliberal. ¡Gracias por este necesario gesto!”. Dirigentes de Podemos como Ione Belarra, Irene Montero o Pablo Echenique no dedican mención alguna en sus redes a lo ocurrido en València. Es posible que tengan otras ocasiones para hacerlo. "Vamos a hacer esto más veces", prometen los organizadores.
Una persona del equipo de Ada Colau se cruza en el centro de València con otra que acompaña a Mónica García al acto del teatro Olympia. “¡Pero tío! Qué alegría verte. ¿Cómo estás?”. Se dan un abrazo. Luego se dan otro con alguien del gabinete de Yolanda Díaz. Al momento, un cargo orgánico de Unidas Podemos se reencuentra con gente del gabinete de prensa de Más Madrid con la que trabajó codo con codo hace unos años. “Es que antes trabajábamos juntos. Nos separamos en 2017 cuando se jodió todo y hoy es muy emocionante reencontrarnos”, explican.