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“Cuando la gente que era reticente a largarse vea que allí le respetan sus horas de trabajo, no querrá volver”

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A tres horas de que suenen las campanadas que cierran 2014 y comience un nuevo año marcado por la incertidumbre política y económica española, nos atiende Borja Mateo, un economista formado entre la Universidad de Deusto y la de Viena que lleva más de 15 años desarrollando su carrera profesional en el extranjero. Aunque es experto en el mercado inmobiliario, su experiencia en Alemania, Francia, Inglaterra o Austria, le ha servido para escribir Trabajar y vivir fuera de España (Anaya, 2014), una guía que se acerca a la realidad de los miles de españoles que, acuciados por la crisis y la situación económica de su país, se han visto obligados a marcharse al extranjero. Se trata de un libro que pretende servir como manual de supervivencia para los españoles que estén pensando en emigrar.

Poseedor del Distintivo de Honor de la República de Austria, no olvida España, a la que reconoce tener “miles de cosas buenas que ya quisieran tener otros países de Europa”, y a la que vuelve periódicamente para explicar la realidad de la crisis con múltiples charlas, conferencias y apariciones televisivas. Esta navidad ha regresado con un mensaje positivo para romper el “aura negativa” y el “complejo de inferioridad” que considera que atenaza a trabajadores españoles, inconscientes dice, “de su propia dignidad y del valor de su trabajo”. “Si uno se sabe pulir y se sabe manejar razonablemente bien, le puede ir muy bien en el extranjero”.

PREGUNTA: Este libro es una especie de guía que pretende ayudar a los jóvenes a preparar una estancia exitosa en el extranjero. ¿Se producen muchas migraciones frustradas por no informarse previamente de lo que se van a encontrar?

RESPUESTA: Claro, y te doy la cifra: alrededor de dos tercios de los españoles que emigran a Europa, en 18 meses han regresado. Hay muchos que cuando se tienen que coger determinados tipos de trabajos se frustran, porque les falta visión de utilitarismo. Muchos por ejemplo se van a Londres, cogen empleos de camareros donde está plagado de españoles y portugueses y no logran aprender inglés. Entonces se convierten en carne de cañón para volverse, porque en ese tiempo se van a plantear '¿qué hago yo aquí?'. Yo lo que les recomiendo es que se vayan fuera de Londres, a un sitio que no sea muy caro y aprendan el idioma para entrar en la rueda de trabajos mejores.

Tienen que seguir una cadena de pasos que no les frustren. Tú no puedes llegar a Alemania y pensar en trabajar en la línea de producción de Audi, porque si no hablas alemán, no te van a coger ahí. Así que lo primero es avanzar en la cuestión del idioma y luego ir postulando a empresas. Hay que ir poco a poco sin ser demasiado ambicionado, sabiendo a lo que has ido siempre.

P: Entonces, ¿cuáles pueden ser las expectativas de un español en el extranjero?

R. A los españoles les puede ir muy bien si se pulen un poco. Tenemos una capacidad enorme de aprender, y estamos hechos a cuestiones intelectuales y profundas. Sin embargo, el español no sabe venderse. Va muy cortado y le arrasan los ingleses. Y a pesar de ser más profundo que ellos en su formación, los ingleses son mucho más de aprender habilidades de presentación y entrevistas. Saben vender humo mejor.

P: Dice que el español no sabe venderse. ¿Existe cierto complejo de inferioridad entre los jóvenes que viajan a países tan avanzados como Alemania, Inglaterra o Francia? ¿Cómo nos ven a nosotros desde fuera?

R: Yo creo que sí que existe. La gente en España es muy criticona y se cree que nos están criticando todo el día fuera. Pero, ¿tú te crees que en el extranjero están hablando de la Marca España constantemente?

El español es muy trabajador. El problema que hay es que, aunque tenga buena formación, le falta seguridad. O sea, la gente de este país está constantemente fustigándose. Muy rara vez ves a los franceses, los ingleses o los alemanes hablan mal de su país.

Por otra parte, los españoles tienen la mentalidad de poner a caer de un burro su propia carrera. Ellos solitos delante de los extranjeros dicen que es una porquería, y es mentira. Las carreras en España te dan un nivel altísimo de formación pese a todo lo que se diga aquí. Pero a la gente se le dice que su aportación al proceso productivo no vale nada, para pagarle lo menos posible. Haces un trabajo de mil, te dicen que no vale ni seiscientos y cuando te dan setecientos estás más contento que unas pascuas. Y mucha gente se lo traga.

P: ¿En otros países en los que ha vivido, como Alemania, se respeta más al profesional?

R: En Alemania te pagan el viaje de avión para la entrevista, tienen la obligación legal y si no, no haces la entrevista. Yo no hacía ni una si no me pagaban el viaje. La gente no es consciente de su propio valor ni de su dignidad como trabajador. No hay por qué estar aguantando.

Todo el mundo tiene derecho a maximizar el retorno sobre su trabajo y su esfuerzo. Suena muy liberal, pero hay que serlo en ambas direcciones. Lo que no se puede hacer es decir que un trabajador debe ser adocenado, tragar y callar, y la empresa jugando con otras normas. Pero hay mucha gente que esto lo tiene interiorizado. El empresario tiene muy asumida la flexibilidad, pero el trabajador no. En España parece que si te largas del trabajo, le estás pisando el callo al empresario y a los propios compañeros. En Inglaterra te envían un correo dándote gracias por tu aportación y deseándote suerte. Quedan bien, son más utilitaristas.

P: Algunos de los que han contado su experiencia en la serie Talento a la fuga han protestado por las condiciones laborales a las que se han visto expuestos en el extranjero. ¿Se ha convertido España en un país que exporta mano de obra muy cualificada pero barata?Talento a la fuga

R: Al principio sí, si no hablas el idioma. Pero lo que propongo es que si es una forma de acercarte a lo que tú quieres, cógelo, aunque sea un sueldo bajo y estés con gente de otro nivel. Es triste que España sea un emisor de mano barata, pero no es una tragedia. Tenemos que crear mejores cosas por las que la gente esté dispuesta a pagar más. Pero en España no se tiene ni la mentalidad, ni el tejido productivo, ni incentivos suficientes.

P: Entonces, ¿qué pasos debe seguir un joven que esté pensando en marcharse?

R. Yo creo que hay dos condiciones que se tienen que dar, o una o la otra o las dos: o tienes buena formación, que la tiene mucha gente; o el idioma. Tienes que estar en cualquier ciudad mediana, que tampoco son muy caras, dedicándote a aprender la lengua.

Luego creo que hay gente que tiene más razones para ser positiva de lo que ellos mismos se creen si se orientan bien desde el principio. Tienen que hacer un análisis y un catalogo de los problemas que pueden encontrar. Hay que hablar con españoles, ese es un elemento muy bueno: los españoles en el extranjero están deseando hablar, contar su experiencia y ayudar. Tienes que hacer un catálogo de cosas que para ti son importantes y ver lo que se cumple, hacer una radiografía real de lo que hay y ver que es lo que aportas.

P: Su libro es una guía para quienes están pensando en marcharse, pero también critica muchas de las actitudes de los españoles que se van fuera ¿Cuáles le parecen las mas reseñables?

R: El hecho de que uno se vaya de un país a otro denota un impulso, es decir, que una persona tiene la iniciativa de mejorar en el nivel que él pueda. Eso es un aspecto muy positivo, pero dicho eso, yo lo que veo es que se ha generado una cultura de regocijarse demasiado en el problema, y que cuando se les plantean una serie de soluciones, por ejemplo la migración, le siguen viendo dificultades.

Luego mucha gente que se va al extranjero no tiene muy claro a lo que se quiere dedicar. Quiere trabajar de lo suyo, ¿pero qué es trabajar de lo tuyo? Tienen que definir un campo muy concreto dentro de su carrera y saber a lo que se quieren dedicar, y muchos van muy despistados.

P: Muchas veces los españoles presumimos de nuestros errores como algo propio de nuestro carácter, pero ¿sabemos adaptarnos bien en el extranjero? ¿Deberíamos saber integrarnos más, aún a costa de perder parte de nuestra identidad?

R: Debes distinguir entre integrarte y asimilarte. Debes adaptarte a unos mínimos de convivencia para que la sociedad funcione. La emigración china es un ejemplo, respeta mucho más la mentalidad mínima del país al que va sin asimilarse ni perder su identidad. Eso es lo que debe preocupar a los españoles. Para los españoles, que compartimos con Europa una tradición judeo-cristiana, adaptarse es tan solo conocer el idioma. En Alemania o Inglaterra te pueden exigir el idioma, pero ni siquiera que lo hables muy bien, simplemente el esfuerzo te lo van a reconocer.

P: Y esos españoles que encuentren su trabajo y su esfuerzo reconocido en el extranjero ¿Cree que desearán volver, o nos encontraremos con esa generación perdida que muchos temen?

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R: Hay una generación que no sé si se va a perder, pero sí que se va a desarrollar fuera. Y no todos, porque mucha gente volverá. Pero otros no querrán volver, porque se dice que se vive muy bien en España pero es que, oye, se vive muy bien en otros sitios. Va a haber mucha transferencia de experiencia, pero también un choque cultural de la gente que vuelva. Cuando la gente que era reticente a largarse vea que vive mejor, que le respetan sus descansos, sus horas de trabajo, no va a querer volver. Se van a perder parcialmente. Los españoles que están acostumbrados a las condiciones de trabajo en Alemania van a vivir un choque.

P: En conclusión, no parece esperar ese giro en la economía española ni en su cultura laboral

R: Aquí lo que quieren es convertir a España en un servicio de producción barata dentro de la zona euro, con unos salarios de porquería para la gente obrera, pero no voy a entrar en cuestiones políticas y ni en si es justo o no. Yo lo que sé es lo que está sucediendo. Lo que he querido era hacer ver cómo te puedes orientar para sacarte las castañas del fuego.

A tres horas de que suenen las campanadas que cierran 2014 y comience un nuevo año marcado por la incertidumbre política y económica española, nos atiende Borja Mateo, un economista formado entre la Universidad de Deusto y la de Viena que lleva más de 15 años desarrollando su carrera profesional en el extranjero. Aunque es experto en el mercado inmobiliario, su experiencia en Alemania, Francia, Inglaterra o Austria, le ha servido para escribir Trabajar y vivir fuera de España (Anaya, 2014), una guía que se acerca a la realidad de los miles de españoles que, acuciados por la crisis y la situación económica de su país, se han visto obligados a marcharse al extranjero. Se trata de un libro que pretende servir como manual de supervivencia para los españoles que estén pensando en emigrar.

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