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Talento a la fuga

La ciencia “de altura” española vuela a Alemania

La ciencia “de altura” española vuela a Alemania

Podrían encontrar empleo en España, pero hace años que asumieron que casi siempre estaría por debajo de sus capacidades y expectativas. Así que Pablo Torné y Luis Esteras, dos jóvenes ingenieros de Telecomunicaciones que no pasan de la treintena, también son de los que se van al extranjero. Los dos eligieron como destino Alemania, donde desde hace años tienen la oportunidad de combinar sus conocimientos de ingeniería con la investigación en radioastronomía en el Instituto Max Planck de Bonn, un centro que les permite desarrollarse profesionalmente en un área muy especializada y para la que apenas hay espacio en España. Ese espacio lo han encontrado en una institución que cuenta en su haber con más de 80 centros de investigación y que a lo largo de su historia ha acogido a 16 premios Nobel, hasta situarse a la cabeza de la ciencia mundial.

“Me gustaría volver, pero tal y como veo las cosas, sería dar un paso atrás”, afirma Pablo, consciente de pertenecer a un sector profesional, el de las telecomunicaciones, al que apenas ha rozado el drama del paro. Pero tras una formación que incluye un doctorado en curso, un máster y seis meses de prácticas en la multinacional Airbus en Alemania, ha preferido trabajar "a un nivel distinto al español”. “Lo que hago ahora, en España no lo conseguiría en años”, asegura con rotundidad. Una opinión compartida por Luis, que tomó la decisión de marcharse a Alemania hace ya cuatro años y medio, cuando se dio cuenta de que en España “sería muy complicado” trabajar “en radioastronomía”.

Aunque ninguno descarta el regreso, la falta de financiación y oportunidades en su sector les frena a ambos. “No quiero volver a España para estar dos o tres años y luego tener que irme, como le ha pasado a gente que conozco. Si vuelvo, que sea para quedarme”, afirma Luis. Una posibilidad que, por ahora, parece estar casi tan lejana como las estrellas que estudian. "La gente se está desarrollando en el extranjero en unos niveles de profesionalidad tan altos que eso les acaba atando. A España, con un salario bajo y sin que te reconozcan nada porque tienen otros 50 parados deseando cogerlo, al final no vuelves", concluye Pablo.

“Aquí te dan las gracias por trabajar con ellos”

Es ese reconocimiento profesional que echan de menos en España el que los ató a una Alemania donde, según explica Pablo, "llamas a una puerta con un doctorado y directamente el salario y la responsabilidad van acordes con el nivel de formación. En España dices que tienes un doctorado y un máster y la respuesta es: '¿y qué?'" . En Alemania hasta me agradecen que esté aquí, algo que me parecía surrealista, cuando en España debía rogar por cualquier trabajo". La misma experiencia padeció Luis de primera mano. "Cuando empezamos la carrera nos decían que hasta podríamos elegir trabajo al terminarla. Cuando la acabamos, si tenías la suerte de encontrar uno, gracias y punto".

Pero no son las condiciones laborales en el instituto, que distan mucho de ser idóneas, las que los han hecho permanecer en Alemania, sino la posibilidad de desarrollar su trabajo en un grado casi inalcanzable en nuestro país. Para Luis "aunque en general las condiciones son mejores que en España, el tipo de contratos que ofrece el Max Planck no deja de ser una beca: no cotizas a la Seguridad Social, te tienes que pagar tu seguro privado y con esto el instituto va ahorrando". No obstante, le compensó más trabajar en “los grandes proyectos” que se desarrollan en el instituto dentro de su especialidad. Algo en lo que coincide con Pablo. “No cotizo nada a la Seguridad Social ni tengo cobertura de ningún tipo, pero el nivel de investigación aquí no se encuentra fácilmente en España. No hay punto de comparación”.

Pablo trabaja con un grupo de investigación que estudia púlsares, un tipo de estrella en concreto. “Necesitaban mejorar un radiotelescopio. El hecho de que fuera ingeniero les venía muy bien, porque los astrónomos saben mucho de física, pero no tanto de ingeniería”, explica. Un sueño hecho realidad que le permite combinar los conocimientos adquiridos en su titulación con la astrofísica más puntera y que en España se habría dado de bruces con la precariedad en investigación y la falta de grandes proyectos en su área. “Cuando terminé mi máster, vi las ofertas que había en Granada y las condiciones laborales que ofrecían. Pensé que no era lo que me interesaba y solicité trabajo fuera”, asevera.

“En España falla la mentalidad”

Luis en el Observatorio ALMA de Chile.

Por su parte, Luis trabaja con un receptor que se está instalando en un telescopio chileno gestionado por el instituto Max Planck. Mientras los frutos de su trabajo saltan de un continente a otro, la idea de desempeñar su labor en España, un país que apenas alcanza una inversión en Investigación y Desarrollo del 1,30% de su PIB frente al 2,92% alemánun país que apenas alcanza una inversión en Investigación y Desarrollo del 1,30% ,  le parece difusa. “Me gustaría que los resultados de mi trabajo fuesen para el beneficio de mi país y de su sociedad. Pero si no se puede, no se puede”, explica. En todo caso, intuye que trabajar en España supondría una lucha constante para desarrollar su carrera como investigador. “Hay grupos intentando hacer un buen trabajo, pero es lo de siempre: pelear para sacar presupuestos y al final todo son trabas. Es como darse de cabezazos contra la pared”. Así, protesta contra el laberinto burocrático y la asfixia económica, dos males seculares de la ciencia española, a la que acusa de estar atrapada por la falta de visión a largo plazo.

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"Es que falla la mentalidad. Obviamente la investigación no produce beneficios inmediatos, sino que poco a poco se van generando unos pilares para que el país progrese de otra manera, proporciona recursos y al final todo ese trabajo sí redunda en dinero". Una visión que también suscribe Pablo: "España no sabe utilizarnos. No tiene un modelo productivo para acoger a sus titulados. No tiene ni tejido industrial, ni investigación, ni tecnología para usarlos. España forma a ingenieros para fabricar los BMW y Mercedes en Alemania. Como modelo no tiene ningún sentido ¿Para qué formar a un biólogo o un ingeniero que acabarán de camareros en un bar? ".

La precariedad laboral y el paro no son los únicos agujeros del tejido productivo español por donde se escapan nuestros investigadores. También la falta de ambición de un país que no parece estar dispuesto a asumir los costes generados por la investigación más puntera, ni a esperar a recoger sus beneficios, constituye uno de los coladeros por donde se fugan la inteligencia y el talento que generan las universidades españolas. De ese coladero se nutren en la actualidad algunos de los principales centros de investigación europeos, donde la ciencia española continúa creciendo con fuerza mientras su país de origen prefiere recortar.

Mientras Pablo y Luis continúan aprendiendo y trabajando en el Instituto Max Planck de Bonn, comparten un anhelo. Pablo lo expresa así: "Tengo la esperanza de que la crisis sirva para que algunas cosas cambien. La esperanza de que algunos vuelvan tras haber vivido fuera, en otros lugares donde la gente se respeta y la corrupción se castiga. Y de que toda esa gente, cuando vuelva, encuentre un hueco en España y se traiga todo eso con ellos".

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