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¿Guerra Civil, Guerra de España o Guerra a secas? Los riesgos de renombrar el peor conflicto del último siglo

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Si pocas veces se presta atención al preámbulo de una ley, mucho menos se pone la lupa sobre el lenguaje que se emplea en el mismo. Y eso que, en ocasiones, pone de manifiesto la evolución en el uso de los términos. La Ley de Memoria Democrática es un claro ejemplo de ello. En la norma, que entró en vigor a finales de octubre, el concepto Guerra Civil ha dejado paso a una nueva idea: Guerra de España. Es una calificación que se repite más de media docena de veces a lo largo de todo el texto, incluso en el propio articulado, y que se combina en la norma con la definición clásica de aquel enfrentamiento que precedió al golpe de Estado de 1936. Una expresión que, sin embargo, ni siquiera constaba en la Ley de Memoria Histórica impulsada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Entonces, todo giraba alrededor del concepto de Guerra Civil.

No podemos decir que se trate de un término nuevo. De hecho, ya se empleaba a finales de los años treinta. Ni tampoco que haya enterrado al clásico. Es más, por lo general el Gobierno recurre a este último en sus intervenciones o comunicados. Sin embargo, poco a poco el empleo de Guerra de España se ha ido abriendo paso en el discurso público. Más allá, incluso, de la Ley de Memoria. "La guerra de España fue uno de los primeros conflictos en los que la población civil fue objetivo militar", se recogía en la declaración institucional sobre el bombardeo de Gernika. "La Barranca es un cementerio civil creado en 1979 como memorial de las más de 400 víctimas cuyos cuerpos fueron depositados en fosas comunes en el barranco de Barrigüelo, al inicio de la Guerra de España", rezaba una reciente nota del Ministerio de Presidencia.

Ángel Viñas, historiador y autor de obras como El gran error de la República (Crítica, 2021) o ¿Quién quiso la guerra civil? (Crítica, 2019), no le da demasiada importancia al uso que se hace de esta expresión a lo largo de toda la normativa memorialista: "La ley no impone una visión unívoca". No obstante, sí que es consciente de que durante los últimos años se tiende cada vez más a emplear el concepto Guerra de España. Un término que, explica al otro lado del teléfono en conversación con infoLibre, es "típico de la historiografía francesa". En su opinión, porque permite presentar el conflicto al otro lado de los Pirineos como "algo lejano", completamente ajeno a ellos. Y eso, considera, facilita "diluir" la "responsabilidad" gala en el desarrollo de la contienda, con una política de no intervención que, junto con la británica, terminó por abandonar a su suerte al Gobierno legítimo de la República.

Enfatizar el "componente internacional"

Pero el uso que se hace en nuestro país de esta expresión, utilizada incluso por Manuel Azaña en los artículos que se encargó de escribir pensando en un público extranjero en 1939 desde Collonges-sous-Saléve (Francia), va por otros derroteros. Tanto Viñas como Gutmaro Gómez Bravo, profesor de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid, consideran que emplear Guerra de España enfatiza el "componente internacional" del conflicto y hace que no pase desapercibida la intervención extranjera en la contienda de la Italia fascista, la Alemania nazi o la Unión Soviética.

"Ese es un aspecto positivo de recurrir a dicha expresión: permite entroncar el conflicto como la antesala de la Segunda Guerra Mundial", explica Gómez Bravo, también director del Grupo de Investigación Complutense de la Guerra Civil y del Franquismo (Gigefra).

De hecho, esa parece ser la intención del Ejecutivo cuando utiliza este concepto en la Ley de Memoria Democrática. "Fue identificada por la República Española ante la Sociedad de Naciones como Guerra de España. Un conflicto, en definitiva, que trasciende de una contienda civil por la participación de potencias extranjeras como Italia, Alemania o la Unión Soviética y la política de no intervención de las principales potencias occidentales. De esta manera, la Guerra de España sería prólogo de las agresiones a otros Estados que posteriormente serían juzgadas y condenadas por el Tribunal de Núremberg", recoge el texto.

Por eso, algunos expertos insisten en la necesidad de recurrir a dicho término. "Cuando hablamos de Guerra de España no se excluye que haya una Guerra Civil. Es una denominación más amplia que permite incluir los factores internacionales, que tienen un papel absolutamente clave en el golpe de Estado, en el desarrollo de la guerra y en el final de la misma", apuntaba hace unos años en una entrevista con el diario Público el historiador David Jorge, quien aseguraba que la consagración de Guerra Civil responde "a la voluntad de separar" el caso español de la II Guerra Mundial para que no se pueda acusar a las democracias occidentales "de haber sido débiles con el fascismo" por su no intervencionismo.

Un término "confuso" que rebaja la responsabilidad española

Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea y profesor en el Weiser Center for Europe and Eurasia de la Universidad de Michigan, ha empleado en ocasiones a la expresión "guerra internacional en suelo español". De hecho, ese es justamente el título que pone a uno de los capítulos de su obra España partida en dos (Crítica, 2013). "Lo cual no quiere decir que dentro de la misma no haya una guerra civil española", aclara en conversación con este diario.

Pero lo que no termina de ver es el empleo de Guerra de España. Considera que es "confuso". Y no es el único. También lo ve así, en definitiva, el profesor de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid. "A la hora de utilizarlo, puede generar dudas sobre a qué conflicto concreto de la historia nos estamos refiriendo", sostiene Gómez Bravo.

Pero más allá de la posible confusión, tanto él como Viñas creen que utilizar un término que pone el foco en la contienda a nivel internacional resta importancia al "componente civil interno". "Si dices Guerra de España, estás disminuyendo la responsabilidad de los españoles en el conflicto. Obviamente, hubo un componente internacional desde el principio, pero ese no fue el esencial", argumenta Viñas, quien recuerda que "los factores" que llevan al inicio de la contienda son, fundamentalmente, "españoles".

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"Al final, el conflicto queda descafeinado", coincide el director del Gigefra. De hecho, Gómez Bravo cree que el cada vez más habitual uso de Guerra de España puede deberse a un intento por rebajar la "connotación política", por eliminar ese componente de enfrentamiento entre paisanos, entre vecinos o entre hermanos al que en tantas ocasiones se hace alusión.

Pero los tres historiadores se mantienen en sus trece. Y coinciden en que se debería seguir utilizando la expresión de siempre para referirse a ese periodo negro de la historia reciente de España que se recoge en la Ley de Memoria Democrática. Porque el caso español es un paradigma de lo que realmente es una guerra civil. Y se ajusta, como recuerda Casanova, a la perfección a su definición clásica.

"Un golpe de Estado que divide a las Fuerzas Armadas; dos contendientes, aunque luego haya más en cada uno, siendo uno de ellos el Gobierno; y una soberanía múltiple, que no reconocen el uno al otro, que se termina convirtiendo en soberanía única el 1 de abril de 1939", explica el catedrático de Historia Contemporánea. En definitiva, lo que Viñas trata de resumir en siete palabras: "Guerra Civil con un componente internacional esencial".

Si pocas veces se presta atención al preámbulo de una ley, mucho menos se pone la lupa sobre el lenguaje que se emplea en el mismo. Y eso que, en ocasiones, pone de manifiesto la evolución en el uso de los términos. La Ley de Memoria Democrática es un claro ejemplo de ello. En la norma, que entró en vigor a finales de octubre, el concepto Guerra Civil ha dejado paso a una nueva idea: Guerra de España. Es una calificación que se repite más de media docena de veces a lo largo de todo el texto, incluso en el propio articulado, y que se combina en la norma con la definición clásica de aquel enfrentamiento que precedió al golpe de Estado de 1936. Una expresión que, sin embargo, ni siquiera constaba en la Ley de Memoria Histórica impulsada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Entonces, todo giraba alrededor del concepto de Guerra Civil.

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