El franquismo de Juan de la Cierva
Guerra institucional en Murcia por el proyecto de bautizar el aeropuerto con el nombre de un inventor golpista
Nunca antes el cambio de nombre de un aeropuerto había derivado en un enfrentamiento público entre el Gobierno central y una administración autonómica. O, al menos, no con la intensidad con la que se ha vivido en Murcia, donde la batalla política por convertir el aeródromo de Corvera en el Juan de la Cierva sigue levantando polvareda. La derecha lleva días defendiendo con ahínco la figura del creador del autogiro y acusando a Moncloa de "criminalizar" a uno de los "grandes inventores" del país e intentar borrarlo de la historia. Eso sí, evitando poner en el foco del debate el papel que el ingeniero jugó en relación con el golpe de Estado de 1936. Un pasado al que se agarra tanto el Ejecutivo de Pedro Sánchez como los colectivos memorialistas para vetar que el aeropuerto murciano termine adoptando esta denominación en contra de lo que determina la Ley de Memoria Histórica. "Su actividad golpista no puede esconderse tras su trayectoria", argumentan desde la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).
Hace cuatro años, la Asamblea de Murcia dio el visto bueno a que el Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia llevara el nombre del inventor. La moción contó con el respaldo de Ciudadanos y el PP. "Creemos que la sociedad española necesita referentes que han abierto camino en difíciles momentos de nuestra historia, que han roto techos de cristal sobre países que nos llevaban ventaja en el desarrollo económico y tecnológico y que nos han colocado en vanguardia", defendían. El bloque de la derecha evitó, en todo momento, hacer cualquier mención a la relación del inventor del autogiro con el levantamiento militar contra la Segunda República. Algo en lo que sí hicieron hincapié desde PSOE y Podemos, que no dudaron en votar en contra de la iniciativa naranja a pesar de su "acreditado" currículum como ingeniero. "Para nosotros es moral y éticamente inviable apoyar que esta figura sea ensalzada", señaló en el debate el diputado socialista Joaquín López Pagán.
En febrero de 2019, fue el Grupo Popular el que trajo la cuestión hasta Madrid. Lo hizo con la presentación en la Comisión de Fomento de una proposición no de ley en la que se instaba al Gobierno central a rebautizar el aeródromo murciano. El texto salió adelante, pero el cambio de nombre quedó a la espera de Moncloa. Ahora, dos años después, el Ministerio de Transportes ha movido finalmente ficha. Y lo ha hecho en dirección contraria a la defendida por la derecha en ambos Parlamentos. La Dirección General de Aviación Civil denegó a finales de mayo la petición del Gobierno murciano. Lo hizo apoyándose en un dictamen de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática que, a su vez, se sostenía sobre un informe realizado por el historiador Ángel Viñas, que ha dedicado buena parte de su trayectoria a estudiar la Guerra Civil y la dictadura. "Deja de manifiesto la participación del aviador e ingeniero en la preparación e intento de golpe de Estado del 18 de julio de 1936", señalaba la Secretaría de Estado de Memoria.
La decisión ha terminado derivando en una guerra institucional entre el Ejecutivo de Fernando López Miras y Moncloa. "Estamos ante otro capítulo más del sectarismo con el que Pedro Sánchez trata a la Región de Murcia", señaló el pasado viernes el consejero de Presidencia, Marcos Ortuño, quien adelantó que recurrirán ante la justicia al entender que el trabajo del historiador es "ideológico, sesgado y sin pruebas documentales". De hecho, el Gobierno murciano ha anunciado que encargará un nuevo informe "independiente" a otro experto en el que se avalen los méritos de Juan de la Cierva y se rebata el documento de Viñas. Mientras tanto, PP y Vox tratan de sacar jugo a la polémica. La ultraderecha, reuniéndose con la familia del ingeniero. Los conservadores, convirtiendo el nombre del aeródromo en una promesa electoral. De hecho, este fin de semana el presidente del PP, Pablo Casado, se comprometió en Cartagena a rebautizar el aeropuerto en cuanto llegue a la Presidencia del Gobierno.
"Su participación en el golpe eclipsa sus logros como ingeniero"
La decisión del Ejecutivo central se enmarca dentro del ámbito de cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, que está en proceso de ser reformada. En su artículo 15, la norma establece que las administraciones deberán tomar todas las medidas oportunas para evitar que haya "escudos, insignias, placas y otros objetos o mensiones conmemorativa de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil o de la represión de la dictadura". Algo que no será de aplicación, se recoge en el mismo precepto, cuando dichas menciones "sean de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados" o cuando "concurran razones artísticas, arquitectónicas y artístico-religiosas protegidas por la ley". Por eso, antes de tomar cualquier decisión, es habitual que las administraciones estudien de la mano de expertos cada caso en profundidad y de forma individual. Eso no quita que, como ha pasado en diferentes ocasiones al Ayuntamiento de Madrid con las calles franquistas, luego la justicia acabe tumbando algunas de las decisiones adoptadas.
En el caso de Juan de la Cierva, los colectivos memorialistas lo tienen claro. "Una figura clave en la trama civil alrededor del golpe de Estado no puede ser homenajeada públicamente", considera Arturo Peinado, presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria. En la misma línea se sitúa Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, quien señala que el foco del debate no debe estar en si los logros del ingeniero le hacen merecedor del reconocimiento –un marco en el que se mueve la derecha–, sino en si su papel en relación con la sublevación permite que ponga nombre a un aeropuerto en plena democracia. "Esa es la cuestión. A mí me da exactamente igual su profesión. No merece ningún reconocimiento público, como ningún golpista. Su participación en el golpe eclipsa cualquier logro como ingeniero", resume la cara visible de la ARMH.
De hecho, desde los colectivos memorialistas traen a colación el caso del escritor francés Louis Ferdinand Céline. En 2011, el Gobierno galo, entonces en manos de los conservadores, decidió cancelar el homenaje oficial por el cincuenta aniversario de la muerte del novelista y ensayista. Nadie negó la contribución del autor a la historia literaria del siglo XX. Simplemente, pesó más su marcado antisemitismo y su papel como colaboracionista durante la ocupación nazi de Francia. "El hecho de haber puesto su pluma a disposición d una ideología repugnante, la del antisemitismo, no se inscribe en el principio de las celebraciones nacionales", sostuvo entonces el ministro de Cultura galo, Frédéric Mitterrand. "Céline es un excelente escritor, pero un perfecto cabrón", se encargó de resumir, por su parte, el entonces alcalde de París, el socialista Bertrand Delanoë.
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En el caso de Juan de la Cierva, nadie pone en duda su contribución a la aeronáutica, en la que destaca como el inventor del autogiro. Ni siquiera lo hace la Dirección General de Aviación Civil, que reconoce el "gran legado" del ingeniero murciano en el mismo documento en el que niega que se utilice su nombre para bautizar al aeropuerto. Aquí, el debate gira alrededor de su papel en el golpe de Estado de 1936. En este sentido, los historiadores le sitúan dentro del grupo encargado de preparar el traslado de Francisco Franco de Canarias a Tetuán, que se hizo a bordo del famoso Dragon Rapide, tal y como recuerda Viñas este martes en infoLibre. Una trama en la que habrían jugado un papel relevante el director de Abc y un corresponsal de ese mismo diario en Londres –Juan Ignacio Luca de Tena y Luis Bolín, respectivamente–, el empresario Juan March o el piloto británico Cecil Bebb.
El historiador, no obstante, también deja claro que no es lo único que le vincula a los militares golpistas. También pone sobre la mesa, en este diario, una carta que Juan de la Cierva envió el 19 de septiembre de 1936 al general Emilio Mola en la que le da algunos detalles de su viaje a Berlín. Así, por ejemplo, le informa de la salida hacia Vigo en el vapor Cameroun de varios millones de cartuchos de 7 y 7,92 m/m y de un par de millares de "fusiles calibre 7". "Este gasto extra por el barco especial, transporte en camiones y los 250 fusiles con 1.000 cartuchos cada uno se lo pagué desde aquí. Todo lo demás estaba ya pagado con los envíos que hicimos desde aquí y que figuran en la relación que le dejé", señala en otro de los fragmentos de la carta de siete páginas, en la que se despide como sigue: "Voy ahora a ocuparme de las otras misiones que V. y Franco me encomendaron y ya daré cuenta. Hasta pronto espero. Quedo a sus órdenes, le envío un fuerte abrazo y ¡Viva España!".
Pocos meses después de enviar dicha misiva, el ingeniero perdió la vida en un accidente de aviación. A mediados de los cincuenta, el dictador le rindió homenaje creando el título de Conde de la Cierva. "Extraordinaria personalidad científica, esforzado paladín de la técnica e insigne patriota, continuador de una estirpe que prestó grandes servicios a la Nación. Su nombre merece ser perpetuado, honrándolo con la concesión de un título de Reino que ennoblezca a sus descendientes y sirva de ejemplo y estímulo a la juventud española", recogía el Boletín Oficial del Estado (BOE) del 1 de noviembre de 1954.