LA NUEVA LEGISLATURA

“Hemos luchado mucho, parecía imposible”: los 116 días de discreción y angustia hasta los 179 'síes'

María Jesús Montero y Félix Bolaños, tras la votación de investidura.

La puerta se cierra. Ya no hay cámaras. Aplausos cada vez que entra un miembro del Ejecutivo. Gritos y abrazos. “Ay, ay, ay”, lanza una ministra. Están en la conocida como sala de Gobierno del Congreso de los Diputados. Muchos lloran. Y llega Pedro Sánchez, recién investido de nuevo presidente. Le han hecho un pasillo, lo rodean. Sus ojos se enrojecen. Sentimientos a flor de piel.

Esta escena se vivía, según fuentes presenciales, minutos después de abandonar los diputados el Hemiciclo y tras proclamar Francina Armengol el resultado de la votación: 179 ‘síes’ frente a 171 ‘noes’. “Este hombre lo ha vuelto a hacer”, comenta un miembro del equipo gubernamental. “Hemos luchado mucho, parecía imposible”, sostiene otra persona del núcleo duro de Ferraz.

Y así culmina un proceso que se inició de forma inesperada la noche del 28 de mayo. La mayoría de autonomías y de ayuntamientos se tornaron en azul y Pedro Sánchez convocó a sus más cercanos para anunciarles una decisión: adelantaba las elecciones al 23 de julio. En su opinión, los ciudadanos tenían que elegir sobre el modelo que querían al frente del Palacio de La Moncloa.

Casi todas las encuestas daban por segura una mayoría arrolladora del PP junto a la ultraderecha, pero los españoles repartieron otras cartas durante el 23 de julio. La izquierda tenía opciones de formar Gobierno. Muy difíciles, pero estaban ahí. Esa noche en las puertas de Ferraz se bailó al ritmo de Rigoberta Bandini o de la canción de Verano azul.

"El acuerdo era posible"

“El presidente desde entonces tuvo claro que el acuerdo era posible”, indican fuentes socialistas. Y a la vez trasladó a lo largo de esas semanas a los suyos que en la política hay que tomar decisiones, aunque sean difíciles a veces de explicar. Desde aquella noche se abrieron canales de comunicación con los partidos. Y había que mirar también a Junts, cuyos votos eran imprescindibles y con quien no había conexión durante la última legislatura.

Se empezaron a mover todas las fichas. Con Santos Cerdán enfocándose a Junts y al PNV, mientras que Félix Bolaños preparaba la carpeta catalana (con continua conexión con Josep Maria Jové, el negociador en la sombra de Esquerra). María Jesús Montero estaba detrás de los números y a la vez se encargaba de perfilar con Nacho Álvarez el pacto de coalición con Sumar. Siempre todo bajo la supervisión y el ok final que venía directamente de Pedro Sánchez.

Ya en esos primeros contactos, comentan fuentes conocedoras de las conversaciones, se vio que había un clima favorable. La negociación de la Mesa del Congreso fue el test de que podía haber investidura. Los socialistas entendieron que la fórmula que funcionaba era la de la discreción, aunque esto suponía “sudor y lágrimas” con los medios de comunicación. En esas conversaciones se veía que el camino “era factible y que Junts estaba en disposición”.

Pero la hoja de ruta del PSOE se trastocó por la tardanza de la celebración de la primera investidura de Alberto Núñez Feijóo. Se alargó más de lo previsto después de que Armengol decidiera no crear un choque institucional entre el Congreso y el candidato del Partido Popular. Mientras los socialistas seguían hablando de forma muy discreta con los posibles socios, pero tampoco podían cerrar el acuerdo.

Tras la investidura “fake” de Feijóo, como señalan los socialistas, les llegó el turno de “la de verdad”. Se avanzaba de manera sigilosa, pero siempre había sobresaltos y algunos parones, muchos de ellos por la rivalidad entre los propios partidos independentistas. Asimismo, las diferentes almas de Junts podían jugar una mala pasada para el ‘sí’ final. Por eso, se entiende como clave el papel que jugó el secretario general de los posconvergentes, Jordi Turull, para llevar a buen puerto el pacto. “El posibilista”, lo definen en los círculos socialistas.

El "pegamento" del PNV

Fuentes socialistas asimismo ponen en valor el papel que ha jugado el Partido Nacionalista Vasco para tender puentes con Junts. Sirvió como “pegamento” con los de Carles Puigdemont. Los socialistas a la vez sabían que tenían que mimar a los peneuvistas, que se habían quejado de falta de cariño en la fase final de la anterior legislatura. A la vez disgustaban titulares de algunos medios con noticias que no eran realidad sobre la negociación, comentan en el PSOE. “Hemos tenido que aguantar mucho”, dibujan en el partido.

El PSOE tenía prisas por cerrar y se lo hizo saber a sus socios. Pero tampoco terminó de cuajar el pacto de sellar el mismo día los acuerdos con Esquerra y Junts. Los de Carles Puigdmenont hicieron esperar a los socialistas, con Santos Cerdán y Juan Francisco Serrano al pie de la negociación en Bruselas. Y otro atasco que surgió, señalan fuentes socialistas, fue cuando el pasado 6 de noviembre el juez Manuel García-Castellón imputó a Carles Puigdemont y Marta Rovira. 

La madrugada del 9 de noviembre se llegaba a un pacto. A las pocas horas, y sin haber apenas dormido, se rubricaba el acuerdo entre Santos Cerdán y Jordi Turull. Junts entraba en la ecuación. Tocaba terminar de poner negro sobre blanco el texto de la ley de amnistía para registrarla el lunes en el Congreso de los Diputados. Y se cerraba el círculo de pactos con el PNV, una firma a la que quiso dar especial importancia Pedro Sánchez haciéndose él mismo la foto con el presidente del EBB, Andoni Ortuzar. 

Los ataques de los últimos días

Sánchez, investido presidente del Gobierno con mayoría absoluta

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Los días finales también han sido agónicos personalmente para muchos cargos socialistas. “He sido acosada por la calle, me han dicho de todo”, comentaba una diputada que está en la dirección del partido. Además, muchos confiesan que han sufrido insultos hasta en las puerta del colegio de sus hijos, como una de las personas más cercanas al presidente en La Moncloa.

Pero a la vez esto ha hecho que se hayan vuelto los diputados todavía “más firmes” en su decisión de lograr esta investidura y se preparan para una legislatura muy dura a tenor de las intervenciones en el Pleno de investidura de los líderes de Vox, Santiago Abascal, y del PP, Alberto Núñez Feijóo. Este último le dijo incluso a Sánchez, al darle la mano tras el debate: “Esto es una equivocación, tú eres el responsable de lo que acabas de hacer”. En el PSOE apuestan asimismo ahora por hacer mucha pedagogía y por empezar a extender un potente paquete de medidas sociales.

Sánchez ya es presidente del Gobierno. Ahora le toca formar el nuevo Consejo de Ministros. Nadie sabe nada. O eso dicen en su núcleo duro. Empieza otro capítulo de Manual de resistencia.

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