Iglesias y Errejón se miden en Madrid mientras Podemos mantiene la vista en gobernar con Sánchez

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Aguantar resultados con la vista puesta en la negociación con Pedro Sánchez para conformar un Gobierno de coalición a nivel estatal. Ese es el principal objetivo con el que Podemos e IU –que en algunos territorios se presentan unidos y en otros lo hacen por separado– concurren a las elecciones del próximo domingo 26 de mayo. Unos comicios en los que la izquierda a la izquierda del PSOE se juega buena parte de su poder, cimentado en los ayuntamientos que gobierna desde 2015, y en el que competirán por primera vez en unas elecciones las que, hasta hace muy poco, eran las dos almas de Podemos: el pablismo y el errejonismo,pablismo errejonismo que concurre bajo la marca de Más Madrid.

Pese a que las del próximo domingo son elecciones autonómicas, municipales y europeas, la cuestión del pacto de legislatura a nivel estatal y la entrada de Podemos al Gobierno de Sánchez han sido asuntos que se han colado de forma constante en la campaña y que el propio partido morado no ha rehuído. El mensaje de su líder no ha cambiado: Pablo Iglesias sigue pidiendo públicamente participar de ese Ejecutivo y, en los últimos días, ha mostrado su confianza en estar sentado en el próximo Consejo de Ministros asegurando, incluso, que es "de sentido común" que eso sea así si el PSOE y Unidas Podemos firman un acuerdo para apoyar al Gobierno los próximos cuatro años.

Habida cuenta de esta situación, la campaña de Podemos –y de Unidas Podemos, en aquellos territorios donde se presenta junto a IU– no ha sido especialmente dura contra el PSOE, y de hecho Iglesias ha despachado las preguntas que se le han hecho sobre la negociación con los socialistas apelando a la "discreción" y sin ofrecer detalles de unas conversaciones que tomarán cuerpo a partir del próximo lunes. Obviamente, los resultados en las municipales y las autonómicas no modificarán el reparto de fuerzas a nivel nacional. Pero también parece evidente que Podemos podría esgrimir un buen resultado como un aval para entrar en el Gobierno de Sánchez, por no hablar de que la formación morada, según las encuestas, podría ser clave para que el PSOE revalidase o accediese a ejecutivos autonómicos como el castellanomanchego, el aragonés, el asturiano o el madrileño.

Podemos también quiere estar presente en estos gobiernos autonómicos como parte de una eventual coalición con los socialistas, y sus principales dirigentes se han encargado de dejarlo claro en sus mítines de campaña apelando a una de las ideas clave que esgrimió Iglesias en la campaña de las elecciones generales: la de que Podemos está muy cerca de tocar poder. "Estamos más cerca que nunca de formar parte del Gobierno del Estado y de algunas comunidades", proclamó Iglesias hace unos días en Vigo.

La ruptura con algunos "alcaldes del cambio"

En esa tesitura, Iglesias ha estado muy implicado en la campaña y ha sido uno de los líderes políticos más activos a la hora de hacer mítines junto a sus candidatos. El líder de Podemos ha realizado actos de campaña junto a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o el alcalde de Ferrol, Jorge Suárez, y ha estado especialmente presente en la campaña madrileña de su candidata autonómica, Isabel Serra, con quien ha compartido varias jornadas de la campaña. No obstante, sus ausencias han sido tan ilustrativas como sus participaciones, y han reflejado la reducción del número de aliados de Podemos a nivel territorial desde 2015.

Durante los últimos años, la formación morada hizo bandera de los que llamó los "ayuntamientos del cambio", los de ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, Santiago de Compostela, A Coruña o Ferrol. Pero las relaciones del partido con varios de ellos se han enfriado o, directamente, se han roto. Por ello, aunque Podemos sigue apoyando sus candidaturas, Iglesias no se encontró en su visita a Galicia con los regidores coruñés y compostelano, Xulio Ferreiro y Martiño Noriega, y tampoco ha compartido escenario con José María González KichiKichi, alcalde de Cádiz –con quien mantiene una tensa relación por las críticas del primer edil gaditano a la compra de su chalé– ni con su homólogo zaragozano, Pedro Santisteve –Podemos y Zaragoza en Común, la lista del alcalde, se presentan por separado–. 

No obstante, la principal ruptura de Podemos a nivel municipal ha tenido lugar en Madrid, donde hace meses la alcaldesa, Manuela Carmena, decidió cortar lazos con el partido morado. La formación no ha presentado lista para competir contra ella y, de hecho, incluso ha seguido pidiendo el voto para Carmena. Pero, en los últimos días de la campaña, Podemos se ha abierto a apoyar abiertamente a la lista de IU en la ciudad, capitaneada por Carlos Sánchez Mato y que según las encuestas está lejos de poder llegar al 5% de los votos necesarios para obtener representación.

"Nosotros pedimos el voto para los dos, pero creo que quien necesita apoyo de verdad ahora para estar dentro del Ayuntamiento de Madrid es la lista de Carlos [Sánchez Mato]", declaraba Iglesias hace unos días para certificar el viraje. Un mensaje que es exactamente el contrario del de Carmena, que ha pedido en los últimos días a quienes tienen pensado elegir la papeleta de IU Madrid en Pie que "no tiren el voto" porque está segura de que prefieren "un gobierno progresista antes que un gobierno de la extrema derecha en Madrid". Sus declaraciones han molestado mucho al propio Sánchez Mato, que ha expresado su "tristeza" y ha afirmado que "hablar de voto basura es un intento de desmovilizar y es un regalo al fascismo".

La contienda entre Iglesias y Errejón

Y es que la batalla del 26M es municipal y autonómica, pero las elecciones del próximo domingo también van a ser claves para definir el reparto de fuerzas en el complicado entramado de formaciones a la izquierda del PSOE. Será la primera ocasión en que la estrategia defendida por Iglesias confronte electoralmente con la hoja de ruta transversal promovida por su ex número dos, Íñigo Errejón, aunque en campaña ambos líderes tan solo han intercambiado algunos reproches poco afilados, se han mostrado totalmente abiertos a pactar tras las elecciones y han centrado su campaña en atacar al bloque conservador.

La de Más Madrid ha sido una campaña con el sello de Errejón, que ha tratado de ligar su imagen a la de Carmena para evitar que, como ocurrió en 2015, una parte de los votantes de la alcaldesa escojan la papeleta del PSOE en las elecciones autonómicas. Carmena y Errejón han compartido escenario, discursos y hasta besos en la mayor parte de los grandes actos de las últimas dos semanas, e incluso estarán juntos en las papeletas electorales del 26M, en las que el logo de Más Madrid será sustituido por las caras de los dos candidatos.

Y es que la formación ha tirado de imaginación para compensar su exclusión de los debates televisados o de una parte de los espacios de propaganda gratuita, decidida por la Junta Electoral al estimar que Más Madrid es una candidatura de nueva creación que por el momento carece de representación. Errejón y Carmena han entregado banderolas a los ciudadanos que las han pedido para colgarlas en sus balcones, y han tratado de atraer la atención mediática con la participación en sus actos de personajes mediáticos como el cineasta Pedro Almodóvar o la escritora Almudena Grandes.

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Las donaciones de Amancio Ortega

Pese a la enorme cercanía de sus programas, las diferencias estratégicas entre Iglesias y Errejón se han dejado ver en la campaña, y buen ejemplo de ello es la polémica suscitada en los últimos días a raíz de la donación de 300 millones de euros realizada por el máximo accionista de Inditex, el millonario Amancio Ortega, para renovar equipos oncológicos. Tanto el líder de Podemos como el de Más Madrid han dejado claro que lo primordial es que Ortega pague sus impuestos, pero mientras Iglesias ha hecho bandera del asunto y ha insistido en que la sanidad no puede "depender de la caridad de ningún millonario", Errejón ha pasado por encima de la cuestión y se ha mostrado a favor de las donaciones siempre que "los ricos paguen lo que les toca".

No obstante, en lo que ambas formaciones han coincidido es en llamar a la participación. Iglesias pedía este mismo viernes, cuando se cerraba la campaña, "vencer a la resignación" para "empujar que haya gobiernos de izquierdas en todo el país", mientras Errejón aseguraba que "este domingo no puede faltar nadie a las urnas" y que "si el domingo hay suma progresista, habrá gobierno progresista". Apenas en unas horas, el 26M, se acabarán las dudas.

Aguantar resultados con la vista puesta en la negociación con Pedro Sánchez para conformar un Gobierno de coalición a nivel estatal. Ese es el principal objetivo con el que Podemos e IU –que en algunos territorios se presentan unidos y en otros lo hacen por separado– concurren a las elecciones del próximo domingo 26 de mayo. Unos comicios en los que la izquierda a la izquierda del PSOE se juega buena parte de su poder, cimentado en los ayuntamientos que gobierna desde 2015, y en el que competirán por primera vez en unas elecciones las que, hasta hace muy poco, eran las dos almas de Podemos: el pablismo y el errejonismo,pablismo errejonismo que concurre bajo la marca de Más Madrid.

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