CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ

Borrell apura su mandato con un último intento de unir a Europa contra los crímenes de Israel en Gaza

El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.

Cuando en los próximos días termine su mandato como Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, se llevará a su casa, con toda seguridad, la espinita de no haber podido hacer más para frenar las atrocidades de Israel en Gaza y conseguir que Europa se involucre de manera decisiva en el conflicto para darle una solución política justa. Desde que Hamás entrara en Israel el pasado 7 de octubre matando a 1.400 personas y secuestrando a otras 250, el jefe de la diplomacia europea ha mantenido, sin complejos y ante todos, el mismo discurso. Condenar sin ambages los atentados de la organización islamista y reclamar con dureza que libere a los rehenes, pero, al mismo tiempo, exigir al Gobierno de Benjamín Netanyahu que frene su brutal ofensiva en la Franja, que ha provocado ya más de 40.000 muertos, y avanzar hacia la solución de los dos Estados. Su postura no ha sido entendida ni respaldada por muchos de los socios. También le ha causado choques en la propia Comisión. La imposibilidad de conseguir una posición común de los Veintisiete –algo que sí se ha logrado con Ucrania– ha permitido a Israel dejar de considerarlo un interlocutor válido.

Su último intento de endurecer la postura europea frente a Israel se ha producido este jueves. El alto representante aprovechó una reunión informal de los ministros de Exteriores de la UE para plantearles que actúen contra los ministros del Gobierno Netanyahu que, desde el inicio de la operación militar israelí, plantean abiertamente la ocupación de Gaza o la eliminación y expulsión de toda su población. Las últimas declaraciones de este tipo han sido las del jefe de la diplomacia Israelí, Israel Katz, que tras la última ofensiva de ese país en Cisjordania aseguró mediante un post en X que el Ejecutivo al que pertenece debe actuar en ese territorio palestino "del mismo modo que abordamos la infraestructura terrorista en Gaza". Borrell ha respondido iniciando un procedimiento para preguntar a los Estados miembros si consideran apropiado incluir en la lista de sanciones de la UE "a algunos ministros israelíes que han lanzado mensajes de odio inaceptables", según anunció al inicio del consejo informal de Exteriores.

Hasta el momento, el jefe de la diplomacia europea se ha encontrado con una fuerte resistencia entre los socios a mantener una postura diplomática común abiertamente contraria al Ejecutivo israelí. Mientras España e Irlanda sí se han mostrado muy críticos con el incumplimiento israelí de la legalidad internacional en el conflicto, otros como Alemania, Austria, Hungría o República Checa se oponen a tomar medidas, más allá de las sanciones decretadas contra los colonos violentos de los asentamientos judíos en Cisjordania. La Política Exterior es una competencia que, en la legislación europea, sigue en manos de los Estados miembros, lo que dificulta mucho llegar a acuerdos en un continente en el que 6 millones de judíos fueron exterminados sistemáticamente durante el período nazi.

Pero los roces de Borrell sobre Israel y su actuación en Gaza no han existido solo con algunos de los socios. Apenas una semana después de los atentados de Hamás, la primera autoridad comunitaria en visitar Israel fue la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Durante su viaje, la presidenta dio un apoyo cerrado a las operaciones militares de Israel en Gaza al asegurar que ese país no solo tenía "el derecho a defenderse" sino "el deber de defender y proteger a su pueblo". Esas declaraciones se produjeron el 13 de octubre, cuando el Gobierno de Netanyahu había dado 24 horas a más de un millón de gazatíes para que se desplazaran hacia el sur de la Franja, a la que había cortado ya todos los suministros de agua, electricidad, combustible y comida.

Borrell, que días antes de la visita de Von der Leyen había sido el primer mandatario europeo en reclamar a Israel que cumpliera con el derecho internacional humanitario en su respuesta militar y en constatar públicamente que esa legalidad internacional se estaba vulnerando (lo hizo apenas tres días después de los ataques de Hamás), no dudó en desautorizarla. "La posición de la UE en política exterior viene determinada por el Consejo de la UE y el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE, porque la política exterior de la UE es intergubernamental, no es una política comunitaria", advirtió el Alto Representante para Asuntos Exteriores, expresando la misma opinión que varios Gobiernos europeos, que reprocharon a la presidenta de la Comisión su tibieza ante Netanyahu. Al día siguiente, los Veintisiete pactaron una declaración conjunta en la que advertían a Israel de que debía "garantizar la protección de todos los civiles en todo momento, de conformidad con el derecho internacional humanitario".

Desde entonces, sus manifestaciones denunciando las atrocidades israelíes en la Franja y la crisis humanitaria que todas las agencias internacionales sobre el terreno han documentado no han dejado de sucederse. Pero también se ha quejado de la actitud de los socios y otros aliados de quedarse solo en las palabras y quejas sobre la falta de proporcionalidad de la respuesta militar. Cuando Israel amenazaba en febrero con atacar Rafah, al sur de Gaza, donde se hacinaban más de 1,4 millones de personas, apostó por un embargo internacional de armas, en un mensaje dirigido veladamente a Joe Biden, presidente de EE UU, principal socio militar de Netanyahu. Incluso ha llegado a asegurar que el Gobierno israelí financió durante años a Hamás para dividir a la Autoridad Nacional Palestina, haciéndose eco de una investigación del diario estadounidense The New York Times. "Israel no puede tener poder de veto sobre la creación de un Estado palestino", dijo en la última reunión del G-20 en Brasil.

Borrell fue también el impulsor del plan de paz de 12 puntos presentado a los Veintisiete el pasado enero. En él se apostaba por la solución de los dos Estados como único mecanismo que no pueda ser percibido como una prolongación de la ocupación en Gaza y Cisjordania. También planteaba la celebración de una conferencia de paz que involucrara, además de a la UE, a Egipto, Jordania, Arabia Saudí y la Liga de Estados Árabes. También a Estados Unidos y Naciones Unidas. El documento subrayaba la necesidad de encontrar vías para garantizar la seguridad tanto en Israel como en Palestina.

La posición clara y contundente del jefe de la diplomacia europea sobre el conflicto, su apuesta por la solución de los dos Estados como única posible y la división que la respuesta a Israel suscita entre los socios de la UE ha permitido al Gobierno de Benjamín Netayahu censurarlo como interlocutor y rechazar su hoja de ruta al considerar que "se ha situado del lado de los palestinos", según publicó El País el pasado enero. Esa animadversión, con intentos de descrédito incluidos, persiste, como ocurrió con el secretario general de la ONU, António Guterres, o con Pedro Sánchez tras defender las mismas ideas. El miércoles, ante la propuesta de Borrell a los ministros de Exteriores de la Unión de sancionar a los ministros israelíes que animen a cometer crímenes internacionales en Palestina, el titular de Exteriores de ese país, Israel Katz, calificó el plan de "anti-israelí" e "impulsado por elementos anti-israelíes" en su perfil de X. Este jueves, directamente le ha acusado de "mentir".

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