La larga trayectoria política de Diego Valderas Sosa, que lo llevó a desempeñar responsabilidades institucionales en Andalucía que ningún otro dirigente de IU ha alcanzado, ha sumado esta semana un amargo capítulo de cierre. Presidente del Parlamento (1994-1996) y vicepresidente del Gobierno andaluz (2012-2015), hoy la aportación de Valderas es analizada por la dirección de su organización más como un borrón que como un motivo de orgullo político. Más como un ejemplo de las decisiones a evitar que como una guía para orientar la estrategia política. Su fallido nombramiento como comisionado de memoria histórica de Andalucía, promovido por Susana Díaz, no sólo ha evidenciado una escasez de apoyos dentro de su formación, sino que ha puesto de relieve que la dirección actual de IU en Andalucía, en plena sintonía con la dirección federal de Alberto Garzón, reniega del legado y prescinde del criterio de quien fue su coordinador entre 2000 y 2013, del que consideran que defiende una posición de subalternidad al PSOE que debe pasar a la historia para siempre. No ha habido compasión con Valderas, cuya complicidad con Susana Díaz –la única que lo ha defendido a boca llena esta semana de via crucis– es hoy proporcional a su pérdida de influencia en IU, donde incluso sus fieles estaban en desacuerdo con que el histórico dirigente ocupase un cargo en el Gobierno del PSOE, aunque fuera por designación parlamentaria.
El revés a Valderas lo es también a la posibilidad de una IU inclinada al pacto, el entendimiento y la colaboración con el PSOE en Andalucía. Según el análisis de la dirección de IU, Valderas encarna una IU "reformista" ya superada por otra que defiende la formación de un gran bloque de "ruptura" con los esquemas políticos del 78, indica un responsable de la coalición. Uno de los puntales del actual orden político sería la hegemonía del PSOE en Andalucía, donde en 2019 cumplirá 40 años en el poder, lo que lo convierte en un enemigo a batir sin concesiones. La lectura de IU es que el cogobierno (2012-2015), que tuvo en Valderas su máximo valedor en IU, fue un error que no se puede volver a repetir, porque estuvo a punto de dejar a la coalición para siempre fuera del frente por el cambio.
En este contexto de búsqueda de ruptura, el ex vicepresidente "no tiene sitio", señala un cuadro de la organización, para quien además la militancia ha detectado "ganas de montarse en el coche oficial", una línea roja de los códigos de la nueva política. Según esta interpretación, en primer lugar han fallado las formas, fundamentales en operaciones políticas delicadas : Díaz avisó el domingo de sus intenciones a Antonio Maíllo, actual coordinador de IU, que se mostró en desacuerdo, y el lunes por la mañana la Ser daba la noticia del fichaje de Valderas, que requería modificar la ley de memoria para crear un cargo ad hoc. Maíllo se sintió engañado por Díaz y defraudado por Valderas y rápidamente mostró una frontal oposición a la maniobra. Pero no sólo han fallado las formas, a juicio de los próximos a Maíllo. Para los actuales líderes de IU en Andalucía, también el fondo político del nombramiento era inaceptable: todo un Valderas en la Junta de Susana Díaz trasladaría exactamente el mensaje de subordinación al PSOE que se quiere enterrar, más aún ahora que la presidenta ha salido debilitada de su derrota ante Pedro Sánchez.
El episodio del nombramiento, cerrado con la renuncia de Valderas al cargo tras exigírselo así la dirección andaluza y recibir incluso una amenaza de expediente del PCA, ha supuesto un trago amargo para el ex vicepresidente, que siempre se ha preciado de una lealtad a sus siglas a prueba de bombas. Valderas ha optado por replegarse con discreción, sin responder a las muchas críticas que le han caído esta semana, incluidos algunos vituperios en artículos y redes sociales. Quien hasta ahora ejercía un discreto papel de referente crítico a la dirección de Antonio Maíllo no ha encontrado apoyos expresos en este trance ni siquiera entre sus más afines. Desde el lunes, cuando se conoció la intención de nombrar a Valderas comisionado, el ex vicepresidente sólo ha recibido advertencias y exigencias públicas de IU y del PCA y comentarios privados –privados, pero políticos– aconsejándole que renunciara.
Valderas ha hablado estos días con Cayo Lara –referente estatal de la corriente en la que se adscribe, IU Sí Con Más Fuerza–, con el secretario general del PCE, José Luis Centella, con el secretario general del PCA, José Manuel Mariscal, con el portavoz parlamentario de IU en Andalucía, José Antonio Castro... El mensaje de todos, con mayor o menor cordialidad y complicidad, ha sido el mismo: no, no y no. Finalmente Valderas se convenció de que formar parte del Gobierno andaluz era quedarse fuera del partido en el que milita desde hace 40 años. Y renunció. "Es un tema cerrado", es el mensaje que ha dejado. Con quien no ha hablado Valderas es con Maíllo. Nunca hablan. La relación entre Maíllo y Valderas está rota. Sencillamente no existe. El actual coordinador andaluz de IU interpreta que Valderas se ha prestado a colaborar con una "trampa" de Susana Díaz a su formación, con la que la presidenta pretendía reabrir heridas y trasladar la idea de que hay una IU buena y una IU mala. La de Valderas, inclinada al pacto con el PSOE, sería la buena; y la de Maíllo y Garzón, decidida a la unión con Podemos, la mala.
Jubilado y crítico
Valderas, ya jubilado, vive en su pueblo, Bollullos Par del Condado, en Huelva, donde nació hace 64 años y donde fue alcalde entre 1979 y 1994. No acude a los órganos andaluces de IU, aunque sí despliega cierta actividad interna en Huelva, donde expone sus puntos de vista críticos con la estrategia de confluencia de IU con Podemos. El miedo a que la coalición pierda identidad y hasta se disuelva en Podemos existe en el seno de IU, especialmente en cuadros locales y entre veteranos temerosos de sufrir una OPA en una comunidad en la que conservan más de 70 alcaldías y grupo parlamentario propio. Este debate estratégico forma parte de las preocupaciones en el seno de IU y afecta no sólo al ámbito estatal y autonómico, sino fundamentalmente al local. Numerosas asambleas de IU mantiene relaciones de rivalidad o desconfianza con Podemos. No obstante, esta corriente es minoritaria en los órganos andaluces. Su peso se determinará en la asamblea andaluza que se celebrará este mismo año, en la que previsiblemente Maíllo revalidará el liderazgo. Incluso los críticos han entendido que defender que IU se está entregando a Podemos era difícil con Valderas ocupando un puesto en el Gobierno andaluz.
La memoria política de Valderas está condicionada por la llamada legislatura de la pinza, entre 1994 y 1996, en la que fue presidente del Parlamento. El PSOE consolidó en el imaginario público la idea de que PP e IU se habían unido contra los socialistas en un pacto anti natura. En 1996 IU pasó de 20 a 13 diputados y Valderas tomó nota. A juicio de sus críticos, no ha entendido que éstos son otros tiempos. El ex coordinador ha defendido siempre una IU independiente y autónoma, pero no supo, o no pudo, desembarazarla durante los 13 años que fue su coordinador general de una posición de satélite del PSOE. La eterna pregunta alrededor de IU era qué hará en relación con el PSOE, cuestión ante la que Valderas se esforzaba en elaborar respuestas evasivas, pero siempre dejando claro que la prioridad era "frenar a la derecha".
El momento clave llegó tras las elecciones de 2012, cuando IU pacta con el PSOE y forman un gobierno conjunto con él de vicepresidente y José Antonio Griñán como presidente. La experiencia resultó traumática. En 2013 pasaron dos cosas: Díaz sustituyó a Griñán en la presidencia y Maíllo a Valderas en el liderazgo de IU. La relación entre Díaz y Maíllo nunca ha sido buena. Bagajes diferentes, culturas políticas distintas, personalidades opuestas, falta de feeling. Díaz se entendía con Valderas, su vicepresidente, pero no con Maíllo, en el que veía un opositor. Y éste empezó a desconfiar, a percibir que Valderas no se atenía a sus directrices en lo que concernía a la acción de gobierno. Además la irrupción en 2014 de Podemos, con su discurso de ruptura y su equiparación de PP y PSOE, hizo que muchos en IU se avergonzaran del pacto, que lo vieran como un lastre en la configuración del gran bloque contra el bipartidismo.
Valderas siempre estuvo en desacuerdo con la línea de exigencia crítica de Maíllo con el pacto de gobierno, hasta el punto de ser condescendiente con las razones de Susana Díaz para retirar las competencias a la Consejería de Fomento y Vivienda tras el realojo de la Corrala Utopía en 2014. Díaz llegó a impedir a Valderas viajar como vicepresidente a los campamentos de refugiados del Sahara para proteger su relación diplomática con Marruecos. Valderas se plegó, en un asunto que puso a la militancia a hervir. Una humillación del PSOE a IU con el Sahara de por medio es algo que no se olvida de un día para otro. Todas las concesiones de Valderas no evitaron que, en enero de 2015, argumentando que Maíllo sometía al Gobierno a una inestabilidad insoportable por querer consultar el pacto a la militancia, Susana Díaz cesara a los tres consejeros de IU y adelantara elecciones. A juicio de un responsable actual de IU, Valderas se convirtió durante toda la época de deterioro del Gobierno PSOE-IU en un "intermediario entre Susana Díaz y Maíllo, cuando ésa no era su misión". El actual coordinador pudo comprobar que Valderas era comprensivo con los motivos aducidos por la presidenta para adelantar elecciones. El vicepresidente creía que su sucesor le había servido a Díaz en bandeja de plata le excusa perfecta para adelantar elecciones. Tras las autonómicas, Valderas desapareció. Y Maíllo no lo ha echado de menos.
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Un largo currículo
Atropellado por las urgencias del ciclo político inaugurado por la irrupción de Podemos, Valderas posee una trayectoria política larga y compleja que es injusto resumir con la caricatura de "muleta del PSOE de los ERE". Como currículum institucional, hay pocos como el suyo en IU: alcalde de su pueblo de 1979 a 1994; diputado autonómico de 1986 a 2000 y de 2008 a 2015; presidente del Parlamento entre 1994 y 1996; y vicepresidente de la Junta de Andalucía de 2012 a 2015. Fue tres veces candidato a la presidencia de la Junta y coordinador andaluz de 2000 a 2013. Valderas se esforzó al frente de la coalición por integrar sus diferentes sensibilidades. Llegaba a ser increíble cómo evitaba entrar al trapo de las provocaciones de Juan Manuel Sánchez Gordillo y Diego Cañamero, que más parecían opositores sin concesiones que miembros de la misma coalición. Para sus defensores –entre ellos, numerosos adversarios– era un político bregado y dialogante, fiable y de palabra. Sus críticos –entre ellos, numerosos compañeros– destacan que todo fue secundario con respecto a la prioridad principal, ocupar el cargo, y que a base de decisiones pragmáticas terminó por aceptar renuncias ideológicas inaceptables. Los críticos añaden que no ha sabido apartarse del foco, que no ha sabido a adaptarse a salir del primer plano.
Hombre tendente a la evitación de conflictos, Valderas ha sufrido siempre el clasismo de la derecha política y mediática, que lo han caricaturizado como un político sin formación, el repartidor de butano que se creía más de lo que era. Por supuesto, si Valderas no fue a la Universidad no fue decisión suya. De origen humilde, huérfano, emigrante a Barcelona y trabajador con sus manos desde la adolescencia, viene de una generación y una cultura política que no veía con la menor vergüenza plantarse un traje y viajar en coche oficial. Prosperó en su organización por su talante y su habilidad, más que por bagaje ideológico o alardes estratégicos. En el ecosistema político andaluz es un personaje reconocible, con sus alambicadas formas de salir del paso de preguntas complicadas y su uso abundante del refranero popular. A lo largo de su trayectoria se equivocaron quienes lo minusvaloraron y lo dieron por acabado. Sobrevivió incluso a trances tan penosos como no ser elegido diputado siendo candidato a la presidencia. Es lo que se llamaba "un animal político", un término hoy desacreditado pero que define bien a los dirigentes astutos, intuitivos, que siempre caen de pie. O casi siempre: porque esta vez Valderas ha dado un paso en falso. En su semana de via crucis, ha quedado claro que IU ha roto con su legado.
La larga trayectoria política de Diego Valderas Sosa, que lo llevó a desempeñar responsabilidades institucionales en Andalucía que ningún otro dirigente de IU ha alcanzado, ha sumado esta semana un amargo capítulo de cierre. Presidente del Parlamento (1994-1996) y vicepresidente del Gobierno andaluz (2012-2015), hoy la aportación de Valderas es analizada por la dirección de su organización más como un borrón que como un motivo de orgullo político. Más como un ejemplo de las decisiones a evitar que como una guía para orientar la estrategia política. Su fallido nombramiento como comisionado de memoria histórica de Andalucía, promovido por Susana Díaz, no sólo ha evidenciado una escasez de apoyos dentro de su formación, sino que ha puesto de relieve que la dirección actual de IU en Andalucía, en plena sintonía con la dirección federal de Alberto Garzón, reniega del legado y prescinde del criterio de quien fue su coordinador entre 2000 y 2013, del que consideran que defiende una posición de subalternidad al PSOE que debe pasar a la historia para siempre. No ha habido compasión con Valderas, cuya complicidad con Susana Díaz –la única que lo ha defendido a boca llena esta semana de via crucis– es hoy proporcional a su pérdida de influencia en IU, donde incluso sus fieles estaban en desacuerdo con que el histórico dirigente ocupase un cargo en el Gobierno del PSOE, aunque fuera por designación parlamentaria.