La jueza Servini cumple a 10.000 kilómetros el sueño de Ascensión Mendieta

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Casi 80 años después los restos de Timoteo Mendieta descansarán donde deberían llevar desde 1939, cuando los franquistas le fusilaron por "auxilio a la rebelión". La lucha incansable de su familia, y la jueza argentina María Servini, han hecho posible que este martes sea exhumada la fosa común de Guadalajara donde descasaban esta víctima del franquismo y otras 22 personas.

"Mi madre no sé si termina de creerlo, y yo no sé si seré capaz de asumir que estamos ya al final del camino", responde a infoLibre María Ascensión Vargas, nieta del represaliado. Su madre, Ascensión Mendieta, hija de Timoteo Mendieta, ha utilizado las fuerzas que todavía le quedan con 90 años recién cumplidos para hacer posible este momento. "Yo creo que le ha dado mucha vitalidad y una fortaleza inimaginables", añade Vargas, que dice sentirse "de bajón", pero contenta, ahora que ya termina este "esfuerzo titánico".

Servini ordenó esta primera exhumación (autorizada en noviembre por un juez español) después de la querella que presentaron varias familias en 2010, cansadas ya del bloqueo que estaban ejerciendo las autoridades españolas contra las víctimas del franquismo. De hecho, cuando se retiró la tapia que separaba al cementerio de la fosa común, Ascensión Mendieta pidió la exhumación de los restos. "Te puedes imaginar la respuesta", sugiere su hija, "aunque sí le dejaron que pusiera una lápida".

En 2013 se echó a la espalda sus 88 años y viajó hasta Buenos Aires para declarar voluntariamente ante la jueza Servini. "En España no ha habido justicia para las víctimas ni solidaridad, lo ha impedido la tan cacareada ley de amnistía, que en realidad a quien amnistió fue a los personajes que participaron en las atrocidades que se cometieron contra los ciudadanos de este país", se queja María Ascensión Vargas, y añade que las víctimas de la dictadura no tienen "un estatuto jurídico como sí otras víctimas, por ejemplo las del terrorismo, que me alegro mucho por ellas, pero hemos viajado muy solitos".

"Se aniquiló todo aquello que sonaba a justicia y libertad"

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A Timoteo Mendieta lo detuvieron una noche de 1939 en Sacedón, un pequeño pueblo de Guadalajara situado a los pies del embalse de Entrepeñas. En esta localidad era secretario general del sindicato UGT, motivo suficiente para que le acusaran de "auxilio a la rebelión". La dictadura de Franco lo mantuvo preso durante meses hasta que el 16 de noviembre de ese año lo fusilaron en Guadalajara. "Aunque mi abuelo fue un ciudadano ejemplar, lo detuvieron y le hicieron un juicio sumarísimo", defiende María Ascensión Vargas. Cuando se lo llevaron tenía 40 años, estaba casado y era padre de siete hijos. "Se aniquiló todo aquello que sonaba a justicia y libertad", lamenta Vargas, para quien Guadalajara fue una provincia especialmente castigada por el franquismo.

Con estos argumentos, y la certeza de saber dónde estaba enterrado su padre, se cruzó el Atlántico Ascensión Mendieta. La ayuda que solicitó a la justicia argentina tuvo respuesta cuando la jueza Servini, alegando que este fue un "crímen de guerra" y apelando a la Ley de Memoria Histórica, pidió a España la exhumación de esta fosa común. Según informa 20 Minutos, un juzgado de Guadalajara impidió que se recuperasen los restos por "problemas técnicos". Servini tuvo que volver a insistir, esta vez ya con éxito.

Ahora, y gracias también a la ayuda de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica –que financiará la exhumación–, 22 familias podrán despedir a los suyos como llevaban toda la vida intentándolo.

Casi 80 años después los restos de Timoteo Mendieta descansarán donde deberían llevar desde 1939, cuando los franquistas le fusilaron por "auxilio a la rebelión". La lucha incansable de su familia, y la jueza argentina María Servini, han hecho posible que este martes sea exhumada la fosa común de Guadalajara donde descasaban esta víctima del franquismo y otras 22 personas.

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