Aunque la revuelta sanitaria andaluza se había extendido a las ocho provincias, es en Granada donde tiene su epicentro. Por dos motivos: uno) es en la ciudad de la Alhambra donde un anunciado proceso de fusión hospitalaria para reducir burocracia y estructuras directivas había tenido como resultado práctico la fragmentación de los servicios y la dispersión de las especialidades entre distintos centros, con las consiguientes demoras en el acceso a la atención médica; y dos) en Granada se habían desencadenado una tras otra manifestaciones masivas desde el 16 de octubre, en una movilización abanderada por el doctor Jesús Candel, conocido como Spiriman, auténtico martillo del Gobierno andaluz. Por este motivo la renovada cúpula de la Consejería de Salud, tras la dimisión de los anteriores viceconsejero y gerente del Servicio Andaluz de Salud (SAS), tenían allí su primer desafío en su intento de empezar a reconducir la situación. Y los nuevos negociadores han logrado apuntarse un tanto, aunque la cesión de la Junta ante las pretensiones de las plataformas críticas ha sido total.
Tras la retractación en toda regla que supuso la derogación de los decretos de fusión hospitalaria en Granada y Huelva –desencadenantes de unas movilizaciones en las que incidían múltiples causas–, la nueva viceconsejera, María Isabel Baena, y el recién llegado gerente del SAS, Mariano Martín, se apresuraron a certificar el cambio de postura del Gobierno andaluz. Tras una reunión con las plataformas críticas en Granada, anunciaron el "establecimiento de dos áreas hospitalarias". Es decir, los "dos hospitales completos" que los manifestantes exigían a una voz en todas las manifestaciones. La sanidad granadina contará, según el acuerdo, con la misma cartera de servicios que antes de la fusión; con dos gerencias diferenciadas; con una garantía de financiación del modelo... Y todo ello con una hoja de ruta de entre cuatro y seis semanas.
Este miércoles la gerente del complejo hospitalario unificado, Pilar Espejo –nombrada tras la dimisión de su antecesora, quemada durante el proceso–, profundizó en la negociación sentándose con los sindicatos, que durante la crisis se han visto también desbordados por organizaciones nuevas y perfiles como el del doctor Candel. Todos estaban de acuerdo: se deshace la anterior hoja de ruta y se devuelven las cosas a su estado anterior a los cambios. La Junta recula. Paradójicamente, la plena asunción de su derrota deparó al Gobierno andaluz una victoria en forma de voto de confianza de los sectores críticos e, incluso, de reconocimiento del acuerdo de los partidos políticos de la oposición. El Gobierno de Susana Díaz gana margen. El consejero de Salud, Aquilino Alonso, se ha mantenido en el cargo pese a la revuelta, que si bien aún no está superada –queda aplicar el acuerdo en Granada y medir la evolución de las protestas en el resto de ciudades, sobre todo Huelva y Málaga– sí parece por primera vez canalizada hacia la negociación.
El doctor Candel cambió el tono de sus vídeos, que ha ido publicando con habilidad a lo largo de toda la crisis, utilizando frecuentemente el recurso del ataque personal, en ocasiones claramente irrespetuoso. Candel dio este miércoles las gracias a la presidenta y a la Consejería. "Quiero enterrar el hacha de guerra", dijo. Aunque advirtió: "Estaré pendiente, sigo ahí". "Estaré vigilando", añadió Candel, que ha adquirido un protagonismo político inédito en una figura sin filiación partidista ni sindical, ajena los códigos tradicionales de negociación entre manifestantes y administraciones. "Lo que nadie creía posible, se ha conseguido gracias a la movilización", valoró. Su éxito en la crisis es indiscutible. Y deja incluso una fotografía ilustrativa, a la vez anecdótica y significativa de su popularidad: su salida a hombros de un policía local de Albolote de un acto de conciliación judicial con el antiguo consejero, Martín Blanco, que lo había denunciado por injurias y calumnias.
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El consejero Aquilino Alonso afirmó este miércoles que el acuerdo "pone fin al conflicto" en Granada. Con respecto a las reivindicaciones sanitarias en otras ciudades, hizo una apelación al diálogo. "Las situaciones son diferentes y requieren soluciones distintas", dijo. El problema más enquistado estaba en Granada. Con las plataformas, los sindicatos y hasta el doctor Candel augurando un nuevo tiempo tras el acuerdo, los partidos políticos de la oposición también admitieron que la situación había mejorado, aunque advirtieron de que la convulsión en el ámbito sanitario va a continuar.
La parlamentaria del PP Teresa Ruiz-Sillero afirmó que la "soberbia" de Susana Díaz había supuesto "siete meses perdidos". "¿Va a seguir ese caos organizativo? ¿Cuál es el rumbo realmente de la sanidad en Andalucía?. Aún queda mucho por andar", afirmó. Teresa Rodríguez, líder de Podemos en Andalucía, auguró que "la victoria ejemplarizante del pueblo de Granada en defensa de su sanidad va a ser el principio de una marea blanca en Andalucía". Antonio Maíllo, máximo responsable de IU, aplaudió el acuerdo pero afirmó que "no puede suponer borrón y cuenta nueva para no hablar más de sanidad". Por su parte, Juan Marín, de Ciudadanos, aliado del PSOE en Andalucía, expresó su satisfacción, reivindicando el papel de su formación durante la crisis. "Lo razonable es lo que sucedió ayer después de siete meses de bloqueo", afirmó.
Las manifestaciones no han terminado. En Cádiz, una de las ciudades donde hasta ahora no ha habido protestas significativas, hay una convocada el 19 de febrero. El alcalde, José María González (Por Cádiz Sí Se Puede), alentó este miércoles a los ciudadanos a "inundar" las calles en la marcha, lo que le valió críticas del Gobierno andaluz. A pesar del acuerdo en Granada, no todas las causas del malestar, sobre todo entre profesionales, están neutralizadas. Los recortes presupuestarios entre 2010 y 2014 –que la Junta ha empezado a revertir en los últimos tres ejercicios– hicieron mella en el sistema, a lo cual se suma un extendido descontento entre los profesionales por el sistema de organización del trabajo basado en incentivos. La Consejería destaca la equidad y universalidad del sistema andaluz, así como sus esfuerzos para reducir las listas de espera y los colapsos en urgencias. El Gobierno andaluz confía en que el acuerdo de Granada sea el principio del fin del que se ha había convertido en su principal problema político.
Aunque la revuelta sanitaria andaluza se había extendido a las ocho provincias, es en Granada donde tiene su epicentro. Por dos motivos: uno) es en la ciudad de la Alhambra donde un anunciado proceso de fusión hospitalaria para reducir burocracia y estructuras directivas había tenido como resultado práctico la fragmentación de los servicios y la dispersión de las especialidades entre distintos centros, con las consiguientes demoras en el acceso a la atención médica; y dos) en Granada se habían desencadenado una tras otra manifestaciones masivas desde el 16 de octubre, en una movilización abanderada por el doctor Jesús Candel, conocido como Spiriman, auténtico martillo del Gobierno andaluz. Por este motivo la renovada cúpula de la Consejería de Salud, tras la dimisión de los anteriores viceconsejero y gerente del Servicio Andaluz de Salud (SAS), tenían allí su primer desafío en su intento de empezar a reconducir la situación. Y los nuevos negociadores han logrado apuntarse un tanto, aunque la cesión de la Junta ante las pretensiones de las plataformas críticas ha sido total.