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La 'maldición' del PP vasco: cinco presidentes en 12 años y en caída libre en las urnas

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Hasta el pasado 12J el suelo electoral del PP en el País Vasco habían sido los seis escaños que obtuvo en las autonómicas de 1990. Era el estreno de Jaime Mayor Oreja como cabeza de lista. Pero el 12J los conservadores de Euskadi volvieron a ese suelo, con el elemento añadido de que esos seis asientos en el Parlamento vasco tienen que repartirlos con dos diputados de Ciudadanos por al acuerdo adoptado en el marco de la coalición PP+Cs. Así, puede decirse que la fuerza del PP en la Cámara de Vitoria queda reducida a cuatro escaños, cumpliéndose los peores pronósticos de aquellos que advertían de que ir de la mano del partido naranja iba a implicar un sacrificio. Un segundo sacrificio que seguía al que llegó a finales de febrero, cuando Alfonso Alonso, por entonces presidente regional, rechazó ser cabeza de lista de la coalición al considerar inaceptables los puntos del acuerdo alcanzado con Inés Arrimadas (Ciudadanos).

El rechazo de Alonso a ser candidato fue acompañado de su renuncia a seguir llevando las riendas del PP vasco. Y Génova dio una rápida solución a las dos vacantes dejadas por el ministro de Sanidad de Mariano Rajoy. La candidatura quedaba en manos de Carlos Iturgaiz y el partido, de forma transitoria, en manos de Amaya Fernández. Hasta ese momento, Fernández había sido la secretaria general.

Amaya Fernández es la quinta presidenta que tiene el PP vasco en los útlimos 12 años, un récord poco equiparable al resto de direcciones regionales de un partido que suele renovar sus estructuras en congresos cada cuatro años. "A diferencia de lo que ha ocurrido con el PP gallego, en Génova ha costado entender que para desarrollarse y crecer, el PP vasco ha de tener cierto margen de acción y no parecer un satélite de Madrid, máxime en un contexto en el que ETA ha dejado de matar y la oferta a los ciudadanos debe ser ampliada más allá de la lucha por las libertades y la defensa de las víctimas del terrorismo", analiza un veterano dirigente territorial.

En una línea similar, otra de las fuentes recuerda cómo a Feijóo "nadie le tosió" cuando se negó a explorar alianzas con Ciudadanos y cómo las diferencias entre la dirección nacional y Alonso acabaron con la carrera política de este.

2008: los orígenes

Las turbulencias empezaron en 2008, en los meses previos al XVI Congreso Nacional del PP, celebrado en junio en Valencia. María San Gil dio un portazo a Mariano Rajoy y se marchó por discrepancias en la redacción de la ponencia política. Después llegarían Antonio Basagoiti (julio 2008-mayo 2013) y Arantza Quiroga (mayo 2013-octubre 2015). Y acto seguido sería el turno de Alonso, a quien sucedió su mano derecha, que ocupa el puesto de manera interina sin haber sido la candidata. Como tarde el próximo año –aunque ya hay voces en el partido que reclaman que sea este otoño– la formación debería celebrar un congreso para solucionar la situación de provisionalidad en la que está Fernández.

Tras la marcha de San Gil, el PP vivió un proceso opuesto al que se ha vivido ahora tras la de Alonso. Si San Gil representaba a un PP más conservador, más anclado en los "principios y valores" tradicionales del partido, su recambio, Antonio Basagoiti, representaba a una nueva generación de perfiles más moderados. Ahora ha sido al contrario, de Alonso, un claro defensor del giro al centro, a Iturgaiz, vinculado al aznarismo.

Basagoiti llegó a un PP vasco que intentaba pasar página con no poca dificultades de la etapa de San Gil, considerada un referente de la derecha por su lucha contra el terrorismo –Gregorio Ordóñez fue asesinado en su presencia–. En las autonómicas de 2009 logró 13 escaños, dos menos que en las elecciones anteriores. Pero el resultado fue clave para que los nacionalistas abandonaran Ajuria Enea. Los votos del PP vasco permitieron que el socialista Patxi López fuera investido lehandakari.

Ya en las autonómicas de octubre de 2012, el PP vasco, también con Basagoiti al frente, el PP bajó de los 13 a los 10 escaños. Aguantó hasta mediados de 2013, cuando una Junta Directiva Regional nombró a Arantza Quiroga. Siempre gozó del apoyo de la por entoces todopoderosa María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP. La decisión de la Junta Directiva Regional será ratificada en marzo de 2014 en un congreso en el que recibió un importante voto de castigo, lo que anticipaba que su mandato no iba a ser un camino de rosas. El sector alavés, liderado por Alfonso Alonso, no le perdonó que no contase con Iñaki Oyarzábal como secretario general. 

Quiroga sólo aguantó hasta octubre de 2015. Su marcha vino precedida de la presentación en el Parlamento vasco de una iniciativa para la creación de la ponencia Libertad y convivencia, un texto en el que se solicitaba el "rechazo expreso" a la violencia de ETA en lugar de la "condena". La dirección nacional del PP la desautorizó. Y Quiroga presentó su dimisión entre fuertes presiones del sector alavés.

Con la marcha de Quiroga, Cospedal quedó como perdedora a nivel interno. Pero tardó poco en dar la vuelta a la situación apoyando que Alonso tomase las riendas. Esto supuso poner fin a la carrera política nacional el exministro.

El futuro ¿esperando a Iturgaiz?

Para Iturgaiz, ahora lo más importante en el PP vasco es "reorganizar el partido, pasar de una interinidad a una normalidad" y la "unidad". Lo ha dicho en una reciente entrevista concedida a Radio Euskadi. Sobre la cuestión de la interinidad, la solución está en la convocatoria de un congreso. Génova pretende que los congresos regionales pendientes, como el de Madrid, se celebren en 2021, pero ya hay voces en el PP que piden que en el caso de la organización en el País Vasco se convoque cuanto antes para romper las tensiones de una organización en la que conviven fieles a Alonso –cada vez el número es menor– y perfiles más vinculados a la dirección nacional, como es el caso del propio Iturgaiz.

En las últimas semanas la idea que empezó a calar en amplios sectores del partido es que el que fuera candidato acabará siendo investido presidente del PP vasco. Sería el sexto en doce años. Este escenario preocupa a los críticos, que exigen que el proceso se haga sin injerencias de Madrid.

La duda está en si alguien se atreverá a dar el paso si Iturgaiz llega al congreso como candidato habiendo quedado claro que es el favorito de la dirección nacional del PP. "El partido en el País Vasco ha sido arrasado. No queda casi nadie. Hay que ser bastante valiente para dar el paso a sabiendas de que cualquier decisión va a ser tomada o corregida desde Madrid", dice un exdirigente de esta formación.

La misma fuente comenta con no poca ironía que en los partidos políticos suele recurrirse mucho a esa coletilla de que "hay cantera". Pero que en el caso del PP vasco, con los antecedentes que hay y el desplome electoral no puede decirse que haya lista de espera para optar a su presidencia.

Hasta el pasado 12J el suelo electoral del PP en el País Vasco habían sido los seis escaños que obtuvo en las autonómicas de 1990. Era el estreno de Jaime Mayor Oreja como cabeza de lista. Pero el 12J los conservadores de Euskadi volvieron a ese suelo, con el elemento añadido de que esos seis asientos en el Parlamento vasco tienen que repartirlos con dos diputados de Ciudadanos por al acuerdo adoptado en el marco de la coalición PP+Cs. Así, puede decirse que la fuerza del PP en la Cámara de Vitoria queda reducida a cuatro escaños, cumpliéndose los peores pronósticos de aquellos que advertían de que ir de la mano del partido naranja iba a implicar un sacrificio. Un segundo sacrificio que seguía al que llegó a finales de febrero, cuando Alfonso Alonso, por entonces presidente regional, rechazó ser cabeza de lista de la coalición al considerar inaceptables los puntos del acuerdo alcanzado con Inés Arrimadas (Ciudadanos).

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