Violencia género
“Él es un maltratador y no ha pisado la cárcel, y yo que soy la víctima, voy a entrar”
“Mamá, me siento culpable de que mi padre te esté haciendo esto”. Así cuenta María Salmerón, una mujer sevillana de 50 años maltratada por su expareja, cómo se siente cada día su hija, de 14, ante su inminente entrada en prisión por incumplir el régimen de visitas que la justicia había establecido para que padre e hija se vieran. “No, hija, tú no eres culpable de nada. Te ha tocado este padre y esta madre y ya está”, le dice para tranquilizarla. “Hoy estoy ya deseando verla”, cuenta a infoLibre desde el AVE. Este jueves viajó a Madrid para contar su caso junto a dos diputadas del PSOE, que han pedido su indulto al Gobierno ante lo que consideran una aberración.
La historia se remonta a 2009, cuando una jueza otorgó la custodia al padre, condenado a 21 años de prisión por maltrato habitual durante el matrimonio, porque consideró que María no tenía derecho a impedir al hombre ver a su hija. La mujer siempre alegó que era su hija la que no quería ver al padre y que no era conveniente que una menor estuviera con un maltratador. "Es evidente la actitud rebelde de la acusada, así como su interés en que la menor no comunique con el padre, existiendo una verdadera retención o secuestro de la menor respecto del derecho del padre (...) impidiendo la participación de este no sólo en la educación y formación, sino en los más elementales acontecimientos en la vida de la menor", dice el fallo que condenó a María a dos años de prisión. Ni la jueza ni la Fiscalía entendieron que la condena por maltrato fuera un obstáculo para que al padre pudiera ejercer sus funciones adecuadamente con la menor. La pena fue rebajada por la Audiencia a seis meses, que se sumó a otra condena anterior de un año por los mismos motivos.
María tuvo que entregar a su hija, pero la recuperó en 2011, tras una larga batalla judicial que terminó después de que la niña fuera escuchada en los tribunales. La Audiencia consideró entonces que la menor estaba muy a gusto con su madre. Pero la condena por los incumplimientos del régimen de visitas seguía estando ahí. Era la segunda y, por tanto, tenía antecedentes, lo que la obligaba a entrar en prisión. “Gallardón me dio un indulto parcial. Me dijo que tenía que pagar una multa de 2.190 euros y 30 días de trabajo. Hice el trabajo, pero la multa no la pagué porque no tengo dinero”, explica María.
Su entrada en prisión estaba prevista para el pasado 6 de febrero, pero al haber solicitado un nuevo indulto espera la decisión de un juez. “Hemos recurrido para que no tenga que entrar en la cárcel hasta que el Gobierno diga si me lo concede o no”, explica. No confía mucho en que le den la razón y teme que para cuando le otorguen el perdón ya haya incluso cumplido la pena.
“Si estuviera muerta todo el mundo se alarmaría. Pero si no hay muerte, no pasa nada. Y sí que pasa porque hay dos personas sufriendo, mi hija y yo. A mi hija, además, le han diagnosticado una enfermedad en el aparato digestivo por todo esto, y él no parará hasta no verme muerta. ¿Eso es un buen padre? Si fuera un buen padre estaría haciendo todo lo contrario”, denuncia. No entiende tampoco la incongruencia entre el trato que ha recibido su exmarido por la justicia y el que está recibiendo ella: “Él es un maltratador y no ha pisado la cárcel, y mira yo cómo me veo”.
"Cabrona, hija de puta"
La sentencia que lo condenó a 21 años de maltrato recoge hechos como los siguientes: "Cabrona, hija de puta", le gritó a María en una de las visitas a su hija. Mientras vivían juntos, menospreciaba continuamente, en privado y en público, sus habilidades para llevar la casa o su capacidad para obtener el título de auxiliar de clínica –actualmente trabaja en una residencia de ancianos–. En una discoteca la trató como si fuera una prostituta. Son hechos que "constatan la situación de sometimiento y temor que sufría María ante una actitud despótica y humillante que ejercía el acusado de forma habitual y constante”, decía aquel fallo.
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Según los juristas consultados, el problema de fondo de este caso, que sorprendió desde a la exministra de Igualdad Bibiana Aído hasta a la exconsejera Micaela Navarro, puede residir en que la parte civil (la separación) y la penal (el maltrato) fueron por separado porque aún no existían los juzgados de violencia de género. “La decisión habría sido más armoniosa”, considera la magistrada Inmaculada Montalbán, expresidenta del Observatorio contra la Violencia de Género.
"¿Cuál es el delito de María? ¿Qué ha hecho para tener una amenaza de ingreso en prisión? Ha defendido la decisión de su hija a no verse con su padre. Y esto le ha supuesto una persecución permanente por parte del padre. Éste no es el único caso y ya hay mujeres en la cárcel por situaciones similares", ha denunciado la diputada socialista Ángeles Álvarez, informa Europa Press.
La secretaria de Igualdad del PSOE, Carmen Montón, ha recordado que la historia de María entronca de lleno con el debate de la ley de custodia compartida y los maltratadores. El ministro de Justicia, Rafael Catalá, ha asegurado, sin embargo, que “en ningún caso” se permitirá para los condenados por violencia de género. “Mientras más daño me hace, más madre coraje me vuelvo. Lo hago todo por mi niña, que está muy mal y es la que pierde con todo esto. Este calvario está siendo una tortura desde hace años con el consentimiento de la justicia, que se ha puesto del lado del maltratador”, concluye María.