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La estabilidad del Gobierno queda a expensas de los congresos decisivos de sus socios en otoño

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La exigua mayoría de la legislatura se pondrá a prueba este otoño. Prácticamente todos los socios del Gobierno celebran sus respectivos congresos, una vez superado el ciclo electoral, y una reordenación estratégica de cualquiera de ellos amenazaría con dar al traste con el objetivo de Pedro Sánchez de sacar adelante sus iniciativas para los próximos años, en particular la Ley de Presupuestos Generales y el nuevo modelo de financiación para Cataluña y el resto de comunidades. Perder pie en el Congreso alentará, además, la sensación de debilidad, algo que esperan PP y Vox para desarrollar sus propias estrategias con la vista puesta en una nueva convocatoria de elecciones generales que, de momento, no parece estar en el horizonte..

La lista es larga: Junts, ERC, Sumar, EH Bildu, BNG y Més Compromís celebran o planean celebrar congresos de aquí a finales de año. Podemos y el PNV, el año próximo. De lo que ocurra en cada uno de ellos depende la estabilidad de la legislatura.

El congreso de Junts, decisivo para medir el liderazgo de Carles Puigdemont, especialmente después de su retorno y huida de Cataluña sin participar en el debate de investidura de Salvador Illa, se celebrará a finales de octubre. La formación posconvergente no ha conseguido impedir la elección de Illa ni tampoco forzar la reunificación estratégica del independentismo, más enfrentado que nunca. Y ahora, con la amnistía ya en el bolsillo, tiene en sus manos la posibilidad de boicotear al Gobierno de España. Y de usar sus votos decisivos para exigir a Sánchez que actúe contra el Supremo para que Puigdemont pueda beneficiarse de las medidas de gracia.

Esquerra no celebrará su congreso hasta el 30 de noviembre. Será allí donde la militancia decidirá el rumbo de los republicanos tras los malos resultados electorales (perdieron 13 escaños y se quedaron con 20), que conllevaron la pérdida del Govern de la Generalitat, y, sobre todo, después del acuerdo de investidura suscrito con el PSC para hacer presidente a Salvador Illa. De un lado, el exvicepresidente Oriol Junqueras aspira a asumir el liderazgo y a tratar de dar cierta continuidad al equipo que ha dirigido la organización en los últimos años. Del otro, los partidarios de Marta Rovira, que abogan por una renovación completa, una tradición en Esquerra cada vez que se produce un retroceso electoral.

Lo que suceda en ese congreso tendrá un efecto doble: puede condenar al PSC a no contar con apoyo para gobernar en el Parlament y al PSOE a perder —o encarecer— definitivamente su endeble mayoría en el Congreso.

La hoja de ruta de EH Bildu

Entretanto, mientras los socios catalanes del Gobierno debaten su futuro y resuelven sus incertidumbres tras su retroceso electoral, los aliados de Euskadi y de Galicia profundizan sus respectivas hojas de ruta con el objetivo de seguir mejorando resultados.

El primero en hacerlo será EH Bildu. La formación que aglutina a la izquierda abertzale celebrará este otoño el tercer congreso de su historia desde su fundación como coalición electoral en 2012. La prioridad será establecer el camino que debe llevarles, de aquí a 2028, a la Lehendakaritza, pero que sus dirigentes quieren transitar siguiendo la pauta de los últimos años, la cual se ha saldado con un crecimiento espectacular en apoyo ciudadano y con una progresiva normalización de su actividad política.

El congreso no tiene fecha, y una de sus incógnitas es qué papel se reservará su líder, Arnaldo Otegi. Aunque se da por segura la ratificación de su figura, algunas voces especulan con la posibilidad de que pase a tener un papel más testimonial y que una nueva generación asuma la dirección política, siempre con la vista puesta en alcanzar Ajuria Enea dentro de cuatro años.

EH Bildu, que se ha convertido en uno de los socios más fiables del Gobierno de Pedro Sánchez y que lleva años dando prioridad en el Congreso de los Diputados a la agenda social sobre las reivindicaciones soberanistas, tiene que decidir si mantiene esa estrategia. Para dar impulso a su proyecto, quiere convertirse en una formación “más plural y con gente nueva”, según el propio Otegi.

Las elecciones europeas sirvieron para que la izquierda abertzale culminara el ascenso iniciado en las autonómicas de mayo, donde por primera vez en la historia la coalición soberanista empató a escaños con el PNV. La apuesta por el pragmatismo ha tenido premio en las urnas, y nadie duda de que seguirá siendo la base de su proyecto para consolidar una alternativa.

El BNG y la financiación

En Galicia ocurre algo parecido, si bien la reforma de la financiación catalana acaba de introducir un nuevo elemento. A pesar de las expectativas, el BNG no logró en febrero su objetivo de hacerse por primera vez con la Presidencia de la Xunta, aunque sí consolidó su posición con el mejor resultado de su historia: 25 diputados, seis más de los que cosecharon en el verano de 2020.

Aun así, el soberanismo gallego no tiene dudas sobre lo acertado de su liderazgo, encarnado por Ana Pontón, y de su hoja de ruta para derrotar a medio plazo al PP gallego, probablemente la formación conservadora más sólida de toda España. Así que el Bloque no tiene previsto, en principio, cambiar las previsiones y mantiene la celebración de su asamblea nacional —el equivalente de un congreso— para finales de 2025, cuatro años después de la anterior.

Entretanto, sí ha tenido lugar el congreso de la Unión do Povo Galego (UPG), la fuerza hegemónica dentro de la alianza de partidos y organizaciones que integran el BNG, cuyo líder es el diputado en el Congreso Néstor Rego. La UPG mantiene su reivindicación del "ejercicio de la soberanía nacional" gallega como "única salida real" a los problemas del país.

El congreso de la UPG tuvo lugar el pasado 8 de julio, antes de que el PSOE cambiase de bando y se pusiese del lado de quienes defienden la recaudación del 100% de los impuestos por parte de las comunidades autónomas, de ahí que Rego no hiciese ninguna referencia a este asunto. Ana Pontón, en cambio, sí se ha pronunciado: la portavoz nacional del BNG reclama para Galicia el mismo modelo de financiación que Esquerra ha pactado para Cataluña, esto es, recaudar todos los impuestos a través de una Agencia Tributaria gallega y establecer un cupo con el Estado para la participación gallega en la redistribución interterritorial.

La líder del BNG recuerda que el actual sistema de financiación lleva 10 años caducado. “Fue un sistema negociado y pactado por Feijóo, que nos ha hecho perder recursos y nos deja un agujero de 14.000 millones de euros en las cuentas públicas”. Diez años después, “no tenemos ni una sola propuesta del gobierno del PP para mejorar el sistema de financiación; lo único que hacen es criticar las propuestas de los demás y repetir la mentira de que Galicia es pobre y que vive de la solidaridad madrileña”.

Pontón sostiene que Galicia no vive “de la solidaridad de Madrid” sino de su propio esfuerzo y de los impuestos que pagan los gallegos. Solo con el impuesto de sociedades, que según ella se queda íntegramente en Madrid, Galicia tendría cada año más de 1.700 millones de euros. “Lo que necesitamos es menos centralismo madrileño y más autogobierno gallego”. Por eso, afirma, "en el BNG defendemos un modelo de financiación que nos dé la llave de nuestro dinero, un modelo de concierto económico gallego que nos otorgue plena capacidad de recaudación de todos los impuestos a través de una Agencia Tributaria Gallega y el establecimiento de un cupo con el Estado, para abonar el coste de los servicios que el Estado presta en Galicia”.

De Compromís a Sumar

Más revueltas bajan las aguas en Més Compromís, el núcleo duro de Compromís, que celebrará su congreso en octubre. Ya son varias las facciones que han confirmado su intención de disputarse el timón de la organización valencianista, y no todas están a favor de seguir formando parte del proyecto de Sumar.

De momento, hay tres posibles candidaturas a la secretaría general. La actual líder, Amparo Piquer, busca la reelección, pero le disputan el puesto la diputada Mónica Álvaro y el exalcalde de Oliva, David González. Este último critica la gestión de la actual dirección, especialmente los pactos con Sumar, y pide mayor autocrítica y un ultimátum a Pedro Sánchez en materia de financiación. Este será, con seguridad, un punto clave del debate: Compromís amenaza con dinamitar la mayoría del Gobierno si Sánchez no da satisfacción inmediata a los problemas financieros de la Comunitat Valenciana.

Es en este contexto de fragmentación y disidencia interna en el que el Movimiento Sumar prepara su propio congreso. Tras la salida de Yolanda Díaz de la dirección, después del fracaso en las europeas, la organización eligió una dirección transitoria, integrada por cuatro personas de su confianza. Pero ahora toca resolver la cuestión con una asamblea que ya estaba prevista, en la cual además de debatir la estrategia del partido y de Sumar como coalición en su conjunto, se decidirá cómo resolver su liderazgo y dar encaje en él a Díaz, quien sigue siendo vicepresidenta del Gobierno.

Menos inminentes, pero igualmente relevantes, serán los congresos de Podemos y del PNV. La formación que lidera Ione Belarra, que abandonó el proyecto conjunto de Sumar a finales del año pasado, celebrará su propia asamblea antes del mes de junio de 2025, cuando expira el mandato de la actual dirección. Sin cambios estratégicos a la vista, sobre la mesa está la posibilidad de que sea ahora Irene Montero, la exministra de Igualdad y actual eurodiputada, quien se haga con el timón de la organización.

Antes de eso, en el mes de marzo, será el turno del PNV. En este caso, lo que se someterá a revisión es la estrategia de pactos con el PSOE, tanto en Euskadi como en España, así como la renovación de su dirección tras el relevo en Ajuria Enea. En la mente de todos está el desgaste sufrido en los últimos años, que ha dejado a EH Bildu en una posición para disputarles la hegemonía del nacionalismo vasco. En cartera, el PNV tiene además una revisión del estatuto.

PP y PSOE, a la espera

Quienes no tienen previsto reunirse a debatir sus propuestas son las dos formaciones mayoritarias. La celebración del 41º Congreso Federal del PSOE está prevista, en principio, para otoño de 2025, y no hay indicios de que Pedro Sánchez vaya a modificar un calendario que debe culminar con la renovación de los liderazgos en muchas comunidades autónomas tras los malos resultados de las elecciones autonómicas de 2023. De momento, ese proceso sólo se ha completado en la Comunitat Valenciana y en Extremadura, con la salida de Ximo Puig y Guillermo Fernández Vara, y su sustitución por Diana Morant y Miguel Ángel Gallardo. Está pendiente, entre otros, en territorios tan relevantes como Illes Balears (Francina Armengol).

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Que ese calendario se mantenga o sufra alguna modificación depende, entre otras cosas, de cuán inestable sea el futuro en el Congreso en los próximos meses y, en particular, de la capacidad de Ferraz para convencer a los barones de la bondad del acuerdo suscrito con Esquerra para otorgar a Cataluña la capacidad de recaudar en su territorio el 100% de los impuestos, tal y como ya hacen el País Vasco y Navarra.

El PP celebró su XX Congreso Nacional, con carácter extraordinario y urgente, en Sevilla, los días 1 y 2 de abril de 2022 para sustituir a Pablo Casado por Alberto Núñez Feijóo. Así que no le toca celebrar otro hasta la primavera de 2026, un año antes de las próximas elecciones generales, en el supuesto de que Sánchez complete la legislatura. Otra cosa es que Génova decida programar una convención intermedia, aprovechando que no habrá elecciones, en principio, hasta febrero de 2026 (las de Castilla y León).

La última tuvo lugar en València en octubre de 2021, todavía con Pablo Casado a la cabeza. Desde entonces, el PP no se reúne para debatir proyectos a medio y largo plazo, porque el congreso que eligió a Feijóo no incluyó ponencias. Algo que algunos dirigentes echan en falta desde que la victoria electoral de 2023 se quedó corta y fue incapaz de tejer una alianza que les llevase de nuevo a la Moncloa. Génova, entonces, rechazó esta posibilidad diciendo que no toca hasta 2026, en un congreso ordinario, la renovación de cargos y de propuestas. Un año antes, en mayo de 2025, el Partido Popular Europeo (PPE) celebrará su propio congreso en València para "actualizar equipos y prioridades”.

La exigua mayoría de la legislatura se pondrá a prueba este otoño. Prácticamente todos los socios del Gobierno celebran sus respectivos congresos, una vez superado el ciclo electoral, y una reordenación estratégica de cualquiera de ellos amenazaría con dar al traste con el objetivo de Pedro Sánchez de sacar adelante sus iniciativas para los próximos años, en particular la Ley de Presupuestos Generales y el nuevo modelo de financiación para Cataluña y el resto de comunidades. Perder pie en el Congreso alentará, además, la sensación de debilidad, algo que esperan PP y Vox para desarrollar sus propias estrategias con la vista puesta en una nueva convocatoria de elecciones generales que, de momento, no parece estar en el horizonte..

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