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"La matanza de los abogados de Atocha es un punto de referencia en las vidas de Carmena, Almeida y Sauquillo"

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Tres mujeres comprometidas con la defensa de los trabajadores, las libertades democráticas y el feminismo. Estudiantes de Derecho en la década de los 60 en una facultad exclusivamente masculina y abogadas durante una dictadura en el que el papel de la mujer estaba reservado al matrimonio y la crianza de los hijos, las vidas de Manuela Carmena, Cristina Almeida y Francisca Sauquillo siempre han tenido tendencia a entrecruzarse. Desde su entrada a una universidad, una experiencia que "les cambio la vida".

Tres biografías que recoge el historiador José Gómez Alén (Vigo, 1945), junto a Irene Díaz y Rubén Vega, en el libro Cristina, Manuela y Paca. Tres vidas cruzadas, entre la justicia y el compromiso (Península). En una entrevista concedida a infoLibre, repasa la trayectoria de las tres abogadas, desde su infancia hasta su reencuentro en torno a la recuperación de la memoria histórica con la llegada de Carmena a la Alcaldía de Madrid. Abordando, por su puesto, lo que considera que fue uno de los momentos más duros de su vida: el atentado fascista contra los abogados laboralistas de Atocha.

PREGUNTA: En la España de la posguerra, Cristina, Manuela y Paca se educan en colegios de monjas, extremadamente clasistas, donde son testigos de la marginación a la que se somete a las niñas procedentes de familias con menores recursos económicos. ¿Es en estos años cuando comienza a despertar en las tres protagonistas una conciencia social?

RESPUESTA: Sí. Ellas perciben diferencias respecto de su vida cotidiana de clase media, en la que no tenían problemas económicos ni sufrían el agobio de la miseria ni de las cartillas de ordenamiento de la posguerra. Ellas eran conscientes de que las otras chicas con menos recursos entraban por otra puerta diferente, salían al patio a otras horas... A todo esto se suma lo que perciben cuando acuden, en algunos momentos de su infancia, a los barrios más humildes a enseñar a leer y a escribir. Con todo esto, comienza a despertarse lentamente en ellas una conciencia que, tras su paso por la universidad, las lleva a colocarse en una posición de lucha por la justicia social, por las libertades democráticas, por los derechos humanos... 

P: Tras su salida de la escuela, deciden continuar con sus estudios en la universidad, a pesar de que por aquel entonces el papel de la mujer estaba reservado al matrimonio y la crianza de los hijos. En el momento de su entrada en la facultad, sólo el 23,4% de los estudiantes universitarios eran mujeres. ¿Qué papel juega el entorno familiar, y sobre todo sus madres, en la decisión que ellas toman?

R: El entorno familiar fue fundamental. En el caso de Cristina, su madre, que no había podido estudiar, fuerza que sus hijas vayan a la universidad. Algo similar ocurre con Paquita y Manuela. Evidentemente, [la presencia de mujeres en las facultades] era una novedad en la España de aquella época. Y más el hecho de meterse en la facultad de Derecho, donde el porcentaje [de mujeres] era mucho más reducido. La mayoría de las estudiantes estaban en la de Filosofía y Letras.

El paso por la universidad es un aspecto interesante en el florecimiento en ellas de una conciencia feminista. El interés por conocer libros y discutir. Coinciden en la lectura de obras feministas, como El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir, un libro que circulaba entre las mujeres más concienciadas social y políticamente en la universidad de los años 60.

P: ¿Siempre tuvieron claro que querían dedicarse al Derecho?

R: No. Cristina quería hacer psiquiatría, lo que le suponía estudiar medicina general durante una serie de años, algo que termina por echarle para atrás. En el caso de Manuela, su padre consideraba que era mejor que estudiase Económicas. Con la entrada en la universidad, sus vidas empiezan a entrecruzarse, como he dicho, a raíz de lecturas colectivas de libros de carácter feminista o político. En la facultad también empiezan a conectar con la otra historia de la Guerra Civil, la que no estaba escrita en los libros de texto.

Todo esto se produce en un escenario donde resurge con fuerza el movimiento estudiantil, en el que ellas se implican. Toman partido por la democratización de la universidad y de la sociedad española, participando en primer plano en las elecciones de representantes estudiantiles, en las que tanto Paquita como Manuela serán elegidas. Tanto Paquita como Manuela serán elegidas representantes en esos cursos. Tanto es su compromiso que Manuela, por ejemplo, se ve obligada a terminar su carrera fuera de Madrid al ser expedientada por los conflictos estudiantiles.

Es en esta época cuando se consolida su conciencia social, su conciencia política democrática antifranquista y su sentido del feminismo. En este sentido, tanto Manuela como Cristina participan, durante su último curso en la universidad, en un número especial de la revista Cuadernos para el Diálogo dedicado a la mujer. Ambas escriben sendos artículos denunciando la discriminación, clamando por la igualdad, por la proyección social de la figura de la mujer... Dan sus primeros pasos en lo que es su carácter feminista.

P: Como aseguráis en el libro, el paso por la universidad "cambia sus vidas". Pero sin alejarnos del feminismo, ¿esta conciencia se va a reforzar cuando dan sus primeros pasos en el mundo laboral?

R: Ellas hacen sus primeras prácticas en dos despachos distintos. Paquita en el de [Jaime] Cortezo, un abogado democristiano, mientras que Manuela y Cristina, que ya se habían integrado en el PCE, empiezan a hacerlas en un despacho histórico del laboralismo español y madrileño, el de la calle Cruz 16, donde conectan con una de las pioneras del laboralismo: María Luisa Suárez Roldán. A partir de ahí, comienzan a trabajar. Se mueven bien en un mundo que era exclusivamente masculino. Poco a poco se van ganando el respeto de sus compañeros, porque eran buenas letradas. Sin embargo, en ese ámbito del derecho, es evidente que a veces encuentran problemas derivados de su condición de mujeres.

Citamos en el libro un caso paradigmático que le sucede a Cristina Almeida y que deja constancia de estas dificultades que tienen que ir superando. En una ocasión, la abogada tiene que acudir a la cárcel de Jaén, donde estaba preso uno de sus defendidos, para interponer una denuncia. Cuando le están tomando los datos para formalizarla, es preguntada por su estado civil. Cuando señala que está casada, el juez y el funcionario se detienen y le dicen que ella no puede presentarla, que tiene que hacerlo su marido. Es un choque con la realidad de lo que era el franquismo respecto a las mujeres. Y sucesos como este, claro está, fortalecen ese carácter feminista de defensa de los derechos de la mujer.

P: ¿Su paso por la universidad las aleja de una religión que les había sido introducida a capón en sus vidas?

R: No a las tres. Paca continúa ligada durante un tiempo al movimiento marianista, llegando a ser su presidenta, y a los movimientos democristianos. Pero paulatinamente va desviándose hacia posiciones a la izquierda. La realidad y la lucha política contra la dictadura la colocan en un plano de mayor enfrentamiento contra el franquismo, lo que la lleva a integrarse finalmente en la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT).

Aunque , efectivamente, en los años finales de los 60 ella continuó ligada al movimiento cristiano de base, que defendía la doctrina social de la Iglesia, colocándose al lado de los más desfavorecidos. En este tiempo conecta con el padre Llanos, un jesuita muy ligado a CCOO y el PCE.

P: ¿Se puede considerar que fueron pioneras del asociacionismo vecinal en España?

R: Sí. El asociacionismo vecinal emerge de los despachos de los abogados laboralistas. A medida que va creciendo el movimiento de oposición social a la dictadura, el trabajo que tienen se va diversificando y se abren nuevos frentes. Estos abogados empiezan a ocuparse tanto del laboralismo como del penalismo, haciendo frente también a procesos en el Tribunal de Orden Público (TOP), donde Cristina Almeida se convierte en la segunda abogada de España que más casos de este tipo ha atendido, sólo por detrás de Josep Solé. 

Sin embargo, también prestan atención a los problemas de la vivienda, la salubridad y las condiciones de vida en los barrios de las grandes ciudades, especialmente Madrid y Barcelona. Todo esto hace emerger un movimiento de protesta, también antifranquista y alentado desde el PCE y la ORT. De hecho, el atentado de Atocha 55 se produjo en el momento en el que estaban reunidos los abogados que se dedicaban al trabajo del asociacionismo vecinal y de los barrios. 

P: Ellas van cogiendo destreza a la hora de estirar al máximo las leyes de la dictadura para defender a los trabajadores. Se convierten en verdaderos iconos de un laboralismo que sería golpeado por la extrema derecha el 24 de enero de 1977. ¿El atentado en el despacho de la calle Atocha es el suceso que más ha marcado sus vidas?

R: Sus vidas se van entrecruzando desde sus primeros momentos en la universidad. Coinciden en el Tribunal de Orden Público en numerosas ocasiones defendiendo a obreros, estudiantes o intelectuales. Pero Atocha es un punto de referencia en sus vidas. La casualidad hace que las tres estén directamente ligadas a lo que ocurrió en ese despacho. Carmena porque era la responsable de los dos bufetes de abogados de la calle Atocha, el del número 49 y el del número 55. Cristina porque una parte de los abogados que estaban allí reunidos pertenecían al despacho que ella dirigía en la calle Españoleto. Y Paquita porque, lamentablemente, su hermano pequeño, Javier Sauquillo, es uno de los asesinados y su cuñada, Lola González, una de las heridas. Ese terrible y dramático atentado fascista en Atocha 55 es un episodio más que une a las tres protagonistas. Sin embargo, es lo más grave que les ha ocurrido durante toda su vida como abogadas. 

P: Con la llegada de la democracia, Manuela, Cristina y Paca deciden dar sus primeros pasos en la política. Sin embargo, las dos primeras, vinculadas al PCE, se sienten cada vez más incómodas con el regreso de la vieja guardia del exilio. ¿Por qué? vieja guardia 

R: La democracia supone la vuelta de los exiliados del Partido Comunista. Pero ese regreso, junto con la propia estrategia del partido y su funcionamiento, va a generar un debate interno muy profundo en el que se implican todos los intelectuales del PCE en todo el país. En el caso de Madrid, es un debate muy vivo, fuerte y rico de ideas. Ellas, que son personas que se han bregado en la lucha por las libertades democráticas y por el debate abierto desde sus tiempos en la universidad durante los años 60, se colocan en el sector del movimiento renovador interno, muy amplio y diverso.

Manuela, incómoda con la forma en la que se está dirigiendo el partido, da un giro a su actividad profesional, separándose de la política y metiéndose a preparar unas oposiciones a la judicatura. Ella entiende que, después de años luchando contra las leyes y los jueces franquistas, la forma de transformar y construir una justicia democrática era desde dentro...

P: Pero en la decisión de opositar para la judicatura también influye la redefinición del laboralismo que se intenta hacer desde CCOO...

R: Sí, ese fue otro debate en el ámbito profesional. Al configurarse la estructura sindical estable en un Estado democrático, desde la dirección de CCOO se plantea tener una relación más directa y exclusiva de trabajo con los abogados laboralistas para cubrir las necesidades del sindicato. Esta propuesta de relación profesional más exclusiva que se plantea desde Comisiones es rechazada por muchos abogados laboralistas, que consideraban necesaria una mayor libertad de movimiento. En este debate surge también una tercera vía, que consiste en la creación de unos gabinetes con una relación preferencial con las necesidades de CCOO pero teniendo los letrados libertad de actuación profesional en otros ámbitos. Tras varias negociaciones, no se logra llegar a un acuerdo y los laboralistas van tomando caminos distintos.

P: Volviendo al tema de las oposiciones de Manuela, la promoción de 1980, a la que pertenece, marcó el inicio de la cada vez mayor incorporación de mujeres a la judicatura.

R: Sí, Manuela pertenece a las primeras generaciones de mujeres que van a opositar, van a ganar plazas de juezas y se van a ir abriendo camino, creciendo y ascendiendo profesionalmente. En este caso, Manuela juega un papel de pionera. 

P: A pesar de que Carmena decidió desvincularse de la militancia activa, a diferencia de Paca y Cristina, la política vuelve a unir a las dos primeras en defensa de la memoria histórica. De nuevo, sus vidas paralelas se entrecruzan.

R: Cristina y Paquita siguieron manteniendo su actividad política, pero también continuaron ejerciendo como abogadas en sus despachos. Cristina fue diputada en el Congreso de los Diputados, concejal en el Ayuntamiento de Madrid, diputada en la Asamblea de Madrid y senadora. Paca, por su parte, ocupó un escaño en el parlamento autonómico y en el Senado, además de ejercer como eurodiputada.

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Sin embargo, ninguna de las tres tenía pensado que volverían a confluir en un escenario común. Sin embargo, de nuevo las casualidades llevan a Manuela, Paca y Cristina a estar hoy en día unidas en un mismo escenario de trabajo. Carmena es alcaldesa de Madrid. Paca preside el Comisionado de Memoria Histórica que ha puesto en marcha el consistorio de la capital. Y Cristina está metida en el tema de la recuperación de la memoria histórica a través de la Asociación de la Memoria Social y Democrática de España (Amesde).

P: Manuela, Paca y Cristina, ¿de qué consideras que son iconos en España?

R: Del laboralismo y de la defensa de la mujer. Ellas simbolizan su dedicación por la igualdad de género en todos los ámbitos, a visualizar la presencia de la mujer en la sociedad española desde tan tempranos momentos. Son, en definitiva, un símbolo de la lucha por las libertades, por los derechos humanos, hilo conductor de sus vidas, y por la existencia de una justicia democrática e igualitaria a la que todos los ciudadanos puedan acceder sin ningún tipo de problemas.

Tres mujeres comprometidas con la defensa de los trabajadores, las libertades democráticas y el feminismo. Estudiantes de Derecho en la década de los 60 en una facultad exclusivamente masculina y abogadas durante una dictadura en el que el papel de la mujer estaba reservado al matrimonio y la crianza de los hijos, las vidas de Manuela Carmena, Cristina Almeida y Francisca Sauquillo siempre han tenido tendencia a entrecruzarse. Desde su entrada a una universidad, una experiencia que "les cambio la vida".

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