Que "no hay médicos en España" y que "no hay oferta educativa". Son algunos de los argumentos que este lunes empleó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para explicar el déficit de sanitarios en Atención Primaria. Sin importar la rama o el ámbito específico, las palabras de la líder regional enfurecieron a los profesionales que no encuentran en suelo estatal una oportunidad para desarrollar su carrera. Sus afirmaciones llegaron con especial fuerza a los oídos de quienes se buscan la vida fuera de las fronteras: aquellos que se acaban de marchar y los que llevan años sin la esperanza de volver.
Este último es el caso de Alicia Sánchez-Lajusticia. Trabaja actualmente en el Hôpital Nord, del CHU de Saint Étienne, una ciudad cercana a Lyon (Francia). Y no entrevé posibilidad alguna de regresar a Madrid, "salvo que las cosas mejoren mucho, que no creo". Alicia es médico nuclear, una "especialidad poco conocida" que guarda relación estrecha con la radiología. Se formó en Madrid, en el Hospital Puerta de Hierro, entre los años 2005 y 2009. "Tuve la suerte de trabajar como adjunta en el mismo hospital", dice la profesional, quien recuerda que por aquellas fechas muchos médicos mayores se jubilaron. Aquello duró hasta 2013. "Desde entonces estoy aquí y no tengo idea de volverme para allá", admite.
De acuerdo a los datos del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, el pasado año se batió el récord de médicos que miraron al extranjero: fueron expedidos un total de 4.100 certificados de idoneidad para salir al exterior. Un 18,7% más que el año anterior. Dos comunidades están a la cabeza en la fuga de talento: Cataluña, con 591 certificados emitidos, y Madrid, con 570. La tercera y cuarta posición la ocupan Andalucía y la Comunitat Valenciana, a años luz de distancia –285 y 217 certificados, respectivamente–.
Alicia tomó la decisión de hacer las maletas, en primer lugar, por "dificultades personales", pero la gota que colmó el vaso fue "la ausencia de estabilidad laboral". Alicia, que acaba de cumplir 40 años, recuerda que el trabajo en la Comunidad de Madrid se basaba en "ir encadenando contratos de tres y seis meses". "También tuve uno de nueve y llegué a tener otro de un mes", puntualiza. Y eso que su especialidad "no es de las peores". Sin embargo, relata, entre 2009 y 2013 perdió "un tercio del salario, quitaron dos de las catorce pagas y también parte de los días de libre disposición". Ella y sus compañeros tenían un horario de 8:00 a 15:00 horas, pero completaban "las tardes como si fueran guardias", así que estaban "obligados a hacerlas pero no las pagaban como horas extra". Todo ello, reconoce, "acaba decepcionando".
Al final Alicia tiró de contactos en Francia y acabó en una "rotación externa siendo médico residente". Le ofrecieron, de entrada, un contrato de dos años. Y lo hicieron casi pidiéndole disculpas. "Poco más que se excusaron porque el contrato era de dos años: eso para ellos es inestabilidad laboral y para mí era la luz al final del túnel". Aquellos dos años eran prorrogables a otros dos y después de esa primera prórroga llegó un ascenso. "Me ascendieron y me propusieron sacarme la oposición, así que me la saqué y desde hace cuatro años soy titular de mi plaza", presume la médico.
Imagen de Alicia Sánchez-Lajusticia.
Sobre las palabras de la presidenta autonómica se le agotan los adjetivos. "Ha sido la guinda del pastel", estalla. Ella hace siete años que se marchó, pero "la situación precaria" viene de atrás. "No soy la única ni la peor, he visto compañeros con contratos para una noche, conozco cómo funciona el sistema" y el problema no es que "falten médicos formados, al contrario: hay un exceso en las facultades, pero hay un cuello de botella a la hora de formar especialistas". Alicia recalca la "disparidad entre las plazas que se ofrecen y la gente que se presenta" para MIR. Además, añade, "no todos los que terminan con su diploma pueden ser contratados y no es porque no se necesiten, sino porque se priorizan los contratos temporales y no se convocan oposiciones".
Alicia lo dice claro: "El problema son las condiciones". También la "consideración que tienen los políticos de los médicos, yo diría que es hasta maltrato". A su entender, "no se puede tirar siempre de la vocación médica, tienes que ofrecer condiciones consecuentes". Alicia enmienda a la líder madrileña y recalca que el conflicto no está en la escasez de profesionales, sino que se trata de "un problema estructural y de maltrato desde hace muchos años. Siempre se ha sabido, los que estamos fuera y dentro lo hemos dicho", sentencia.
Sobre las condiciones de trabajo, pero también la forma de entender la profesión, habla María Ramírez. Tiene 35 años y estudió Medicina en la Universidad Complutense de Madrid. Tras terminar la carrera ejerció como médico residente en el Hospital de Alcorcón, pero enseguida comenzó a informarse sobre las posibilidades de echar currículum fuera de las fronteras. "Veía que en Atención Primaria estaban bastante mal, había trabajo pero siempre de sustituciones, lo que implicaba estar en un centro de salud un día y al siguiente en otro, siempre en función de si había un puente o vacaciones", explica en conversación telefónica desde Suecia, donde reside actualmente.
En 2016 empezó a mirar ofertas y a preparar las maletas. A través de varias empresas puente, la médico situó su objetivo en el país nórdico. Después de un procedimiento capitaneado por la empresa que la seleccionó, basado esencialmente en el aprendizaje del idioma, se mudó con su pareja en el año 2017. Inició entonces un periodo de especialización en un centro de salud, con una duración de dos años hasta su renovación automática para la posterior firma de un contrato indefinido.
María habla de los primeros meses en el centro Öxnehaga Vårdcentral en Huskvarna como una suerte de "entrenamiento, con tutores y asesoramiento continuo". Se trata de un punto de partida focalizado hacia la formación y la especialización. En mitad del proceso, se quedó embarazada y estuvo un año de baja por maternidad, así que el entrenamiento se detuvo. "Ahora estoy terminando el proceso de ser residente y pasaré a ser especialista en Medicina de Familia, pero en condiciones diferentes" a las españolas. La Atención Primaria, subraya, nada tiene que ver con "cinco minutos y 50 personas por jornada, aquí el peor día vemos a ocho personas, durante veinte minutos o media hora por paciente". Los médicos pueden "mandar todo tipo de pruebas, hacer seguimiento" y llevan un "ritmo de trabajo diferente".
Imagen de María Ramírez.
De elegir, ella lo tiene claro: "Me quedo aquí, sobre todo ahora". Y de nuevo introduce el condicional: "Si en algún momento mejora me lo plantearía, pero es mucho suponer, el sistema hace agua desde hace mucho". De ahí que no se explique las palabras de Isabel Díaz Ayuso. "O es desconocimiento o realmente es que está mintiendo", baraja. "No es que falten médicos, es que se está invirtiendo muchísimo dinero en formación, pero no en que la gente se quede", completa.
Como "primarista empedernida" se define Cristina Sanz. Ella no habla desde un país extranjero, sino desde el barrio de San Diego, en Puente de Vallecas. Una de las zonas cero de la pandemia. Coge el teléfono desde el distrito madrileño, pero con la mente fuera del país: la joven de 30 años prepara con Cruz Roja su aterrizaje en el extranjero. Aún no sabe el destino, pero la decisión de irse está tomada. Cristina hizo Medicina, también en la Universidad Complutense de Madrid. Después de un año trabajando como voluntaria en Camerún, se especializó en Medicina de Familia y Comunitaria, en el centro de salud Vicente Solvedillas, en el sur de la capital madrileña. "Decir que las razones para irme tienen que ver únicamente con las condiciones laborales, es quedarme corta". Cristina habla no sólo de los contratos temporales, las sustituciones y la rotación, sino también de los "recortes continuados desde hace más de diez años y la falta de inversión en la Atención Primaria". A su juicio, se ha "desvirtuado su esencia, se ha ahogado a la Atención Primaria en burocracia y en tareas que no le corresponden, algo que lleva pasando muchos años".
Para Cristina lo más duro es que "ya ni siquiera puedes ejercer tu profesión", sino que los médicos han de conformarse "con un contrato precario". "Si también nos quitan la razón de la vocación, que es dar asistencia de calidad a tus pacientes, te quedas sin ningún incentivo". Cristina quería trabajar en Atención Primaria, pero al mismo tiempo descartaba aceptar "los contratos covid que estaban sobre la mesa", acuerdos semestrales y de área, sin ningún arraigo en el centro, traza la médico. La Atención Primaria "requiere del conocimiento de la población y los pacientes", así que Cristina se negó a firmar "por principios".
La médico se va, pero quiere esquivar la sensación de haber abandonado el barco. "Tú lo intentas, te mueves, pruebas todas las vías y ves que todas las decisiones de las administraciones van en la dirección contraria, que toda la esencia de la Primaria se ha desvirtuado y encima con contratos laborales precarias". Así que partirá, probablemente el año que viene, al destino que le asigne Cruz Roja. "Esto lleva pasando muchísimos años", insiste, y ahora los profesionales han "aguantado la primera ola, pero no se ha hecho absolutamente nada y no se atisba un cambio". Y recuerda que el problema no es sólo de los médicos, sino que también atañe "a las enfermeras, a los administradores, a los auxiliares y a los celadores". Por ese motivo las palabras de Isabel Díaz Ayuso le generan "un nudo en la boca del estómago de rabia y de impotencia". Porque "se lleva denunciando mucho tiempo", así que la única respuesta debe pasar "por un cambio estructural, no cosmético, que entienda que los sistemas de salud fuertes son los que tienen una Atención Primaria sana".
Imagen de Usama Bilal.
Si el área de la Atención Primaria pasa por su momento más frágil, la inestabilidad atraviesa también a otros sectores. El de la investigación es quizá el más paradigmático. Lo sabe bien el epidemiólogo Usama Bilal. El asturiano estudió Medicina en la Universidad de Oviedo y casi desde el primer momento supo que quería investigar. Con sólo esa intuición reparó también en que iba a tener que pelear por su futuro. Cuando terminó la carrera lo intentó en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), en Madrid. "Me quería dedicar a la Salud Pública y a la Epidemiología, pero enseguida supe que la única manera de tener una carrera era hacerlo fuera".
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En un primer momento, relata al otro lado del teléfono, realizó un Máster de Salud Pública en la Escuela Nacional de Sanidad (ENS) y después obtuvo una beca de La Caixa para hacer el doctorado en Baltimore, Estados Unidos. Desde ahí habla hoy. Usama decidió quedarse con una beca posdoctoral y otra concedida por el instituto de salud local para desarrollar un grupo de investigación por cinco años. "Sabía que la carrera investigadora era imposible en España porque las universidades no contratan o lo hacen de forma precaria, así que encontré más oportunidades fuera", lamenta.
Pese a todo, sus trabajos siguen estando muy vinculados a la situación epidemiológica en su país y si tuviera la oportunidad de desarrollar su trabajo en condiciones, no dudaría en volver. "Me encantaría volver, pero sólo lo haría en buenas condiciones. Mi calidad de vida sería mucho mejor en España, pero no lo haría a cualquier precio y ahora mismo sería muy difícil", coincide con todas las demás voces entrevistadas.
Las afirmaciones de la presidenta madrileña las enmarca en el "contexto del resto de cosas que dice Ayuso: pocas tienen una coherencia". Pero además, lamenta, la líder regional defiende un "mensaje equivocado", consistente en "echar balones fuera y en errar en el diagnóstico". Ya ocurrió en marzo, recuerda el epidemiólogo. "Entonces había excusas, pero ahora ya no. La pregunta no es dónde están los médicos, sino en qué condiciones, qué se hace con ellos y qué ha pasado en los centros de salud".