El negocio de los seguros de salud sigue sin tocar techo: ya factura un 36% más que antes de la pandemia

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Ha sido una coincidencia temporal, pero lo cierto es que sí existe una relación de causa-efecto detrás. Hace exactamente una semana, el Ministerio de Sanidad publicaba su última estadística sobre las listas de espera quirúrgicas en España. El dato que ofrecía, a priori, era positivo: el número de personas que tenían pendiente una operación había descendido con respecto a diciembre de 2023. Además, la media de días que estas tardaban en conseguir su cita también había disminuido. Sin embargo, si los datos se leen desde más lejos la perspectiva cambia. La cola de pacientes ha crecido un 3,4% en un año. La espera que tienen, siete días. Y si se compara con antes de la pandemia la situación es todavía peor: la lista ha aumentado un 26,3%. En este mismo tiempo, los seguros de salud han incrementado un 36,4% sus ganancias.

La patronal del sector, Unespa, lo viene confirmando desde hace numerosos informes. El último se ha publicado este martes y revela que en los primeros nueve meses del año las aseguradoras se han embolsado 9.108 millones de euros, lo que supone un incremento del 7,7% con respecto al mismo periodo del año pasado, cuando sus ganancias, ya récord, se situaron en 8.456 millones.

¿Y qué ocurre si ampliamos el foco también en este caso? Pues que también se observa la tendencia con mayor claridad. De enero a septiembre de 2019, justo antes de la llegada del covid, el sector obtuvo un beneficio de 6.677 millones. Es decir, las aseguradoras se han ido enriqueciendo año a año, sin pausa. Ni siquiera en 2020.

"No va a cambiar. Este es el camino que va a seguir el sector", diagnostica el médico y analista Juan Simó, autor del blog Salud, dinero y Atención Primaria. El techo todavía queda lejos y, para explicarlo, se remite al número de asegurados, que es la cuestión "verdaderamente importante" para él.

Los datos se extraen en este caso del último Observatorio del sector sanitario privado publicado hace unos meses por la Fundación IDIS con datos referentes al año 2023. La media de la penetración de los seguros privados se sitúa en el 25,9% a nivel nacional, pero ese porcentaje asciende hasta el 38,7% en el caso de la Comunidad de Madrid. Dicho de otro modo: casi cuatro de cada diez madrileños tiene contratada una póliza. Así que Simó no tiene dudas: "El recorrido es largo", lamenta.

Si hablamos en números brutos, también se observa que el número de asegurados ha crecido año a año. Este, no obstante, sí tuvo una pausa. "Fue corta, de dos o tres años", relata el médico. Coincidió con la crisis económica desatada en 2008 y con el aumento estratosférico del número de parados. "Las pólizas asociadas a las empresas cayeron con el aumento del paro, pero la situación duró poco", recuerda Simó desde el otro lado del teléfono. Los datos de IDIS reflejan que en 2023 había 12,4 millones de personas con una póliza asegurada, un número que antes de la pandemia, en 2019, era de 10,5 millones.

Pero es que no sólo son más, sino que también pagan más. La página web de Asisa, por ejemplo, recoge que, "con carácter general, el precio del seguro sube cada año", algo que ocurre, defiende la aseguradora, por el "incremento del coste de los servicios sanitarios". "Esta subida se explica en parte por el mayor uso que se hace de los recursos médicos, por las nuevas prestaciones y también por la morbilidad, lo que nos obliga a reajustar anualmente las primas", sostienen desde la compañía. En resumen: cada vez les contratan más personas y con más patologías. Según la Encuesta Global de Tendencias Médicas 2024 hecha pública el pasado mes de febrero, el precio de las pólizas creció un 7,6% en 2023, un incremento que se repetiría, dijeron, este mismo año.

Las largas esperas de la pública

¿Tiene sentido que cada vez cuesten más y los contraten más personas? Aunque parezca paradójico la respuesta es que sí. Y para entenderlo, basta con mirar esas listas de espera de la sanidad pública que desde la pandemia tampoco han dejado de subir. Lo dicen los propios asegurados: hasta un 75,7% de ellos confiesa que "la rapidez con la que le atienden" es el principal motivo para contratar una póliza. "Es evidente. El problema de fondo en el crecimiento del aseguramiento sanitario privado está relacionado con las altas demoras", valora Marciano Sánchez Bayle, de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública. "Los datos que estamos viendo no son más que un indicador de la confianza que tiene la gente en el sistema público, por eso en Madrid hay un 40% de asegurados", coincide Simó.

Analizando sus propios datos oficiales, las listas de espera de la región se han duplicado desde la pandemia. En concreto, las cifras relativas al pasado mes de septiembre reflejan que ya hay 154,28 pacientes por cada 1.000 habitantes con una cita pendiente en los especialistas de los hospitales, un número que hace cinco años era de 68,58, un 125% menos. "La sanidad madrileña está especialmente deteriorada", lamenta Simó.

Pero los defensores del sistema público siempre puntualizan que es importante no perder de vista que todo lo positivo que a priori presentan las aseguradoras privadas es, en muchas ocasiones, "humo", dice Sánchez Bayle. Lo son por ejemplo las pólizas low cost que tanto se popularizaron tras la pandemia. Se dirigen, sobre todo, a los más jóvenes y a las personas con menos recursos económicos y constituyen, según los estudios de mercado, el mayor nicho donde conseguir ampliar el negocio. Sin embargo, su letra pequeña revela que, en realidad, su cobertura es muy escasa. Según una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) realizada en 2020, el principal problema de los asegurados con sus compañías fue que "un determinado tratamiento no estaba cubierto". Lo respondió el 18% de los 7.500 encuestados.

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Pero hay más. Porque no son pocas las pólizas que incluyen periodos de carencia, un tiempo mínimo impuesto por las compañías para poder someterse a un tratamiento. Por ejemplo, en Asisa, según explican en su página web, el paciente debe esperar seis meses desde el momento de contratación de su póliza hasta poder someterse a ciertas pruebas diagnósticas o a una cirugía ambulatoria. Otras, por su parte, tienen las llamadas preexistencias, que no es más que aquella especie de derecho de admisión que las empresas estipulan en función de patologías previas o, incluso, de la edad. Por norma general, explica el comparador Rastreator, "ninguna aseguradora cubre enfermedades que tuvieras antes de contratar tu seguro ni las dolencias derivadas de estas". "Esto no es más que una forma de chupar la sangre del Sistema Nacional de Salud. Al final, los problemas graves siempre terminan siendo tratados en la sanidad pública", critica Carmen Esbrí, presidenta y portavoz de la Asociación Mareas Blancas. "Es muy peligroso que se anuncie en televisión un seguro tan barato porque en realidad ni siquiera incluye atención primario. Se está liquidando el sistema y se está siguiendo el modelo de Estados Unidos", lamenta.

¿Quién se reparte el pastel?

¿Y cuáles son las empresas que están haciendo su agosto con el negocio de la salud? Las tres de siempre: SegurCaixa Adeslas, Sanitas y Asisa, que según la Fundación IDIS aglutinaron el 57,7% del total de la cuota de mercado. La primera obtuvo 3.244 millones en 2023; la segunda, 1.831; la tercera, 1.459. Sin embargo, parece que no les ha sido suficiente.

Dos de ellas —SegurCaixa y Asisa— son precisamente las que prestan servicio al millón y medio de mutualistas de Muface y las mismas que hace apenas unos días presionaron al Gobierno para que éste incrementase en un 40% lo que reciben por cada funcionario asegurado. Según defendieron entonces, si el porcentaje era menor se corría el riesgo de que el cuadro médico sea "insuficiente", de que la calidad asistencial se vea "perjudicada" y de que el servicio, en general, fuera "deficitario". No consiguieron su propósito, pero el Gobierno les ha puesto encima de la mesa un incremento del 17% de las primas al que ahora ellas deben responder.

Ha sido una coincidencia temporal, pero lo cierto es que sí existe una relación de causa-efecto detrás. Hace exactamente una semana, el Ministerio de Sanidad publicaba su última estadística sobre las listas de espera quirúrgicas en España. El dato que ofrecía, a priori, era positivo: el número de personas que tenían pendiente una operación había descendido con respecto a diciembre de 2023. Además, la media de días que estas tardaban en conseguir su cita también había disminuido. Sin embargo, si los datos se leen desde más lejos la perspectiva cambia. La cola de pacientes ha crecido un 3,4% en un año. La espera que tienen, siete días. Y si se compara con antes de la pandemia la situación es todavía peor: la lista ha aumentado un 26,3%. En este mismo tiempo, los seguros de salud han incrementado un 36,4% sus ganancias.

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