Investidura parlamentaria
Del “no es no” a la abstención por el “interés de España”: el discurso de quita y pon de los partidos para la investidura
¿Fidelidad a las promesas electorales o responsabilidad para desbloquear la legislatura en un escenario políticamente fragmentado? El intercambio de papeles en los escasos tres años que van de la investidura de Mariano Rajoy en 2016 a la que Pedro Sánchez va a intentar en las próximas semanas pone en evidencia la facilidad con la que los principales líderes políticos sostienen una cosa y la contraria dependiendo del papel que los resultados electorales les hayan asignado.
Lo dijeron primero el secretario de Organización del PSOE. José Luis Ábalos, la vicesecretaria general, Adriana Lastra, y la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá: PP y Ciudadanos deben abstenerse en la investidura para desbloquear la situación y facilitar la puesta en marcha de la investidura. Todo por “responsabilidad” y en aras del “interés de España”.
Ahora es el propio presidente en funciones, Pedro Sánchez, el que asume ese discurso en primera persona. La última vez fue este viernes, en rueda de prensa desde Bruselas: “Los españoles quieren que el gobierno lo lidere el Partido Socialista” y la única alternativa a eso es “el bloqueo” y “la paralización”. “Es importante pedir a aquellos partidos que hablan mucho de la estabilidad y del sentido de Estado”, subrayó en referencia a PP y Cs, “que ejerzan esa esa vocación de sentido de Estado y faciliten la investidura porque además no hay alternativa”. Sólo “vernos abocados a situaciones y escenarios que nadie quiere”, añadió en referencia a la repetición de elecciones.
Es justo lo contrario a lo que él mismo defendía en 2016 cuando acuñó la expresión “No es no” y el que necesitaba la abstención para ser reelegido presidente era Mariano Rajoy.
En el debate de investidura de agosto de aquel año, que el candidato del PP acabó perdiendo, Sánchez dejó claro desde que subió a la tribuna que no iba a atender la petición que le hacían Rajoy y el líder de Cs, Albert Rivera, para que el PSOE se abstuviera y pusiera así en marcha la legislatura evitando una repetición de elecciones.
“Votaremos en contra de su candidatura a la Presidencia del Gobierno, y lo vamos a hacer con total y absoluto convencimiento, por coherencia con nuestro ideario político, por el compromiso adquirido con nuestros votantes y por el bien de nuestro país, porque España necesita con urgencia un Gobierno, no un mal Gobierno”. Trataba así Sánchez de desmontar el argumento de quienes dentro y fuera del PSOE le pedían una abstención, algo que él consideraba “un chantaje en toda regla” de Rajoy basado en “el maniqueísmo” de que se trataba de investir al líder del PP o caer “en el caos”.
Los dirigentes del PSOE apelan estos días a la “responsabilidad” para empujar a Casado o a Rivera a abstenerse y ganar así la investidura sin tener que depender de lo que decidan hacer los partidos soberanistas. Pero en 2016 Sánchez entendía este argumento de manera absolutamente contraria: “En estos días se hace uso y abuso del término responsabilidad”, decía. Y la del PSOE era, en aquel momento, representar “a los ciudadanos que se oponen a cuatro años más de Rajoy al frente del Gobierno. Lo que nadie puede pedirnos es que apoyemos aquello que aspiramos a cambiar, que reforcemos aquello a lo que nos enfrentamos, que utilicemos la fuerza que millones de ciudadanos nos han dado para ir en contra de lo que creen. Nosotros, señor Rajoy”, le decía Sánchez al candidato del PP en aquel debate, “nunca pedimos su voto en la investidura a la que yo me presenté en el mes de marzo ni criticamos su voto contrario”.
El líder del PSOE rechazó asumir cualquier responsabilidad ante la posibilidad de una repetición electoral: si Rajoy “no cuenta con los 176 diputados y diputadas a favor para sacar adelante su candidatura será responsabilidad única y exclusivamente suya”.
Aquella posición de Sánchez acabó provocando un enfrentamiento fratricida en las filas del PSOE, su dimisión como secretario general y el nombramiento de una gestora que impulsó, finalmente, la abstención de los socialistas que invistió a Rajoy presidente en el mes de octubre.
El hoy presidente en funciones llegó al extremo de renunciar a su escaño para no tener que abstenerse en la investidura de Rajoy. “La razón de mi renuncia es conocida. Estoy en profundo desacuerdo con facilitar el gobierno a Mariano Rajoy. Como muchos socialistas, mantengo mi no, firme y claro”, aseguró entonces. “La abstención es una ruptura con nuestro compromiso electoral. Por obvio que parezca, no debemos olvidar que la democracia representativa supone reflejar fielmente la voluntad de nuestros representados. Estoy convencido de que la mayoría de ellos, tanto afiliados como votantes, no eligen al PSOE en unas elecciones para apoyar aquello que quieren cambiar”. Un argumentario que se vuelve ahora como un búmeran en su contra.
El encargado de defender en el pleno de octubre de 2016 la abstención del PSOE, decidida por la comisión gestora que se hizo cargo del partido tras la renuncia forzada de Sánchez, fue el entonces portavoz parlamentario, Antonio Hernando, que paradójicamente había sostenido con vehemencia la posición contraria apenas unas semanas antes. En su discurso, justificó la decisión de facilitar la investidura de Rajoy como “un deber” asumido “con convicción. Todos los partidos”, argumentó, “somos responsables de la etapa de bloqueo institucional vivida en el último año, todos, pero hoy todos los ciudadanos van a ver que los socialistas somos los responsables de poner fin a esta situación, a este bloqueo, a esta parálisis. Y lo hacemos por coherencia. Siempre que España y la democracia nos han necesitado, nosotros, los socialistas, hemos estado ahí”.
Hernando sintetizó el dilema socialista en una sola frase: “O abstención o elecciones”. Volver a votar supondría prolongar cuatro o seis meses más el ejercicio de un Gobierno en funciones “que no puede atender a las necesidades básicas del funcionamiento de un Estado” y ni siquiera garantizaría que de las urnas saliese una mayoría viable. “Nuestra abstención”, subrayo el portavoz del PSOE a Rajoy en la sesión que le reeligió presidente, “le permitirá a usted formar Gobierno, pero no es un apoyo ni a su Gobierno ni a sus políticas. No van a tener nuestro apoyo para llevar adelante su programa electoral. Nuestra abstención será un ejercicio de responsabilidad para que España funcione”.
La imaginación de Casado se vuelve contra él
Las contradicciones resultado del cambio de papeles sufrido por los partidos entre 2016 y 2019 no afectan sólo al PSOE. Hace tres años, Pablo Casado, cuando era secretario de Comunicación del PP y una vez que Rajoy confirmó su voluntad de prensentarse a la investidura tras las elecciones de junio de 2016, aseguraba la urgencia de formar gobierno. “No hay tiempo que perder”, declaró en una entrevista concedida a Los Desayunos de TVE. “Hay amenazas internacionales de las que estamos hablando todos los días y un paquete de incertidumbres económicas y financieras, como pueden ser los Presupuestos Generales, la senda de déficit y el techo de gasto y eso es urgente”.
Los partidos, decía entonces Casado cuando pedía la abstención del PSOE, “tenemos una responsabilidad. Los españoles son los que mandan, hay un resultado electoral y hay un partido que quiere gobernar, el único” que puede hacerlo. “No hay alternativa de gobierno” y nadie quiere nuevas elecciones.
En su afán por presionar a Sánchez para que facilitase la investidura de Rajoy con la abstención del PSOE, Casado no dudó en afirmar que otro escenario sería imposible. “Me resisto a creer que no vamos a ser capaces de llegar a un acuerdo para que dejen gobernar a la lista que ha sacado ocho millones de votos, dos millones y medio más que la segunda fuerza. Imaginaos que el Partido Socialista le saca 52 escaños y dos millones y medio de votos al PP [el 28 de abril le sacó 57 escaños y 3,1 millones de votos]. ¿Alguien podría entender que nosotros bloqueáramos la investidura del líder del PSOE? Tendríamos manifestaciones a la puerta de nuestra sede”, ironizó. “Espero, confío y tengo la esperanza de que Sánchez va a ser responsable”.
“El PSOE es un partido centenario que cuando España ha estado en una incertidumbre importante ha estado a la altura”. “En última instancia es el PSOE el que tiene que desbloquear la situación, aunque sea con su abstención. Nos hubiera encantado que hubiera un gobierno de gran coalición, pero como parece que no va a ser así, por lo menos que nos dejen gobernar”, pedía Casado hace tres años.
Es justo lo contrario de los que el propio Casado defiende en estos momentos. Aunque el resultado sea que se repitan las elecciones. El PP, justificó el martes tras su cita con el presidente en funciones, no puede facilitar con su abstención la investidura de Sánchez porque los españoles les “encargaron liderar la oposición” y porque, según él, no hay “una situación de bloqueo” porque existen mayorías alternativas.
Cuando Rivera pedía a los demás que se mojasen
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, también se ha visto atrapado en la contradicción. En las dos ocasiones en las que apoyó investiduras en el Congreso, de Pedro Sánchez en marzo de 2016 y de Rajoy en octubre de ese mismo año, pidió con vehemencia la abstención primero del PP y después del PSOE. Con argumentos que ahora se vuelven contra él porque entonces sostenía todo lo contrario que en estos momentos, incluso aunque eso suponga la repetición de elecciones.
En la investidura fallida de Sánchez, el líder de Cs pronosticaba que venían “tiempos muy difíciles” en los que ningún partido iba a ganar y todos se verían obligados a “ceder”. “Lo mejor que le puede pasar a España es que haya cambio, que haya cambio de políticas y de Gobierno, pero también que haya diálogo, porque nadie puede gobernar solo. ¿Alguien de ustedes tiene mayoría absoluta? ¿Verdad que no? ¿Alguien de ustedes puede gobernar sin ponerse de acuerdo con los del escaño de al lado o de delante? ¿Verdad que no? ¿Y si somos un poquito más humildes todos juntos y dejamos de hablar desde la arrogancia y desde la superioridad y bajamos a la lección que nos han dado los españoles: cambio, diálogo y trabajo?”.
“Es tiempo de mojarse votando”, resumió en aquella ocasión Rivera desde la tribuna del Congreso. “Sé que en esta Cámara va a haber gente que va a votar ‘no’ para que esto no funcione, va a votar ‘no’ para impedir que España se ponga a trabajar. Yo les invito a que permitan que intentemos trabajar otros. No les digo ya a estas alturas que se sumen”, proclamó en referencia al PP, “porque ya han dicho que no se suman, pero permítannos que otros trabajemos, permítannos que España empiece a funcionar. Solo les digo eso. No les pido que estén de acuerdo en todo ni que se sumen a ese acuerdo. Les pido que nos dejen trabajar por España. Creo que van a tener ustedes que explicar a los españoles por qué España no se pone en marcha”.
El líder de Cs se permitió incluso invitar a Rajoy a reflexionar porque el “no” a Sánchez le situaba, según él, en una “pinza extraña” con Podemos y Esquerra “que pocos votantes entenderán. Piense, señor Rajoy, que va a votar lo mismo que Esquerra Republicana, Bildu o que el señor don Pablo Iglesias. Alguna cosa pueden estar ustedes haciendo mal, digo yo, para que no se ponga en marcha este Gobierno”. “Falta voluntad política y sentido de Estado”, le reprochó entonces Rivera a Rajoy.
Unos meses después, celebradas de nuevo elecciones en junio, cuando suscribió un acuerdo para investir a Rajoy tras semanas diciendo que no lo haría, Rivera llegó incluso a decir que pediría al rey Felipe de Borbón que le ayudase “a convencer al señor Sánchez de que tendrá que abstenerse para que esto se ponga en marcha porque si no iremos a otras elecciones". “PP y PSOE están bloqueando la legislatura. Nosotros ya hemos movido ficha”, presumía.
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El argumentario del líder naranja en defensa de la abstención del PSOE para desbloquear la investidura y evitar nuevas elecciones quedó perfectamente reflejado en el debate de octubre de 2016 que concluyó con la elección de Rajoy.
“Ciudadanos, a diferencia de otros que están en el no, no y no a todo, hemos sido los del sí. Los del sí a las dos candidaturas que ha propuesto el rey de España; los del sí a intentar sacar a este país del atolladero; los del sí al desbloqueo”, se vanaglorió. “Nos toca poner en marcha este Gobierno. ¿Es nuestro Gobierno? No, pero es el único Gobierno posible según los resultados que nos han dado los españoles. ¿Es el presidente que queríamos? No, pero es el presidente legítimamente escogido por su partido para encabezar la investidura. Todo el mundo sabe que Ciudadanos quería otra opción”, se justificó Rivera. “Es el momento de la humildad y de ceder porque, al final, ceder también es éxito cuando hay que buscar consensos en un país”, concluyó.
El mismo Albert Rivera, puesto ahora, dos años y medio después, en la tesitura de tener la responsabilidad de facilitar la investidura de Sánchez o contribuir a que se repitan las elecciones, sostiene todo lo contrario. Así se lo hizo saber al presidente en funciones el martes pasado: la decisión de Ciudadanos de no apoyar y ni siquiera abstenerse para facilitar la investidura es “firme” y no va a cambiar, pase lo que pase. “Votaremos 'no' a la investidura y vamos a estar en la oposición”, sostuvo. Pretender otra cosa —lo que él mismo defendió con vehemencia en marzo y en junio de 2016—, llegó a afirmar Rivera, sería “un chiste”.