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El nuevo Congreso se prepara para reflejar la pluralidad territorial pero marcado por el bibloquismo

El recién alumbrado nuevo Congreso se prepara ya para una legislatura espídica. Y con muchas diferencias respecto a los pasados cuatro años, con una Cámara Baja que tendrá como principal novedad el uso de las lenguas cooficiales, pero que estará marcada a la vez por una aritmética endiablada que deriva en la máxima expresión del bibloquismo.

El Congreso superó su primera gran votación el pasado 17 de agosto, cuando el bloque progresista logró dominar la Mesa, gracias a un acuerdo in extremis con los independentistas. Y ahora se prepara para las siguientes pruebas de fuego: el Pleno del martes para el uso de las lenguas cooficiales y el de investidura de Alberto Núñez Feijóo a partir del 26.

De manera discreta, la mayoría progresista sigue poco a poco avanzando en el camino de la investidura de Pedro Sánchez con acuerdos como la reforma del reglamento para que se puedan usar las lenguas cooficiales. Fue una de las exigencias del soberanismo, además de una apuesta también personal y política de Francina Armengol. La nueva presidenta del Congreso quiere que se note la diversidad territorial, cultural y lingüística en el hemiciclo, como espejo de la España exterior a la M30.

El PSOE cree que se fortalece al Estado autonómico

Al contrario de las tesis críticas de la derecha, en el PSOE existe el convencimiento, según fuentes del partido, de que este tipo de pasos fortalecen más al Estado y pueden rebajar la tensión independentista. Y se basan los socialistas en los hechos y los efectos de la política aplicada en Cataluña desde que llegó Pedro Sánchez a La Moncloa tras la moción de censura en 2018. Como claro ejemplo ponen los indultos, una medida arriesgada pero que ha servido para una mejor convivencia. En el último CEO, los unionistas (52%) superan en diez puntos a los soberanistas (42%) en Cataluña.

Aunque el Senado es la teórica Cámara territorial, el Congreso va a ser el gran escenario político donde se quiere reflejar con más fuerza esa diversidad por parte del bloque progresista. Armengol también ha arrancado su etapa al frente de la Presidencia de la Cámara con otro gesto muy simbólico: la promesa de acudir a todos los actos de los días oficiales de las comunidades autónomas.

Ya la semana pasada acudió a las celebraciones de Extremadura (en el Teatro Romano de Mérida) y de Asturias (en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo). Y este lunes estuvo también en el acto institucional de la Diada en Barcelona. La idea que tiene Armengol es “reforzar” el compromiso de la Cámara con el Estado autonómico y que sea el “reflejo de la pluralidad de España y de la diversidad de los pueblos, culturas y lenguas que conviven y enriquecen el país”, según señalan desde su entorno.

La "incomodidad" de Feijóo

Los progresistas son conscientes de que la derecha va a querer explotar esa profundización de la diversidad para ir contra el PSOE y Sumar y gana votos en comunidades como Madrid, Andalucía, Murcia, Castilla-La Mancha o Castilla y León. Pero también explican que el papel de Alberto Núñez Feijóo va a ser “incómodo” y contradictorio. “¿Va a criticar que se hable en gallego? ¿Va a pedir que no se debata en gallego en el Parlamento en Santiago también? ¿No va contestar en gallego en la investidura?”, se pregunta retóricamente un alto dirigente socialista.

La idea que tienen precisamente en el PSOE y en Sumar es que la reforma del reglamento esté vigente para la sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóo (con la primera votación ya el 27 de septiembre). La proposición de ley que lo va a permitir cuenta con la firma del PSOE, Sumar, ERC, EH Bildu, PNV y BNG (Junts no la rubrica pero la votará). En los plenos del martes y del jueves saldrá adelante.

Con esta reforma se pretende que se puedan usar el catalán, el gallego y el euskera tanto en los plenos como en la diputación permanente y en las comisiones. Se va a tramitar por vía de urgencia, por lo que los plazos parlamentarios se acortan a la mitad y se ve en lectura única por parte de los diputados. Se da un tiempo de transición para los textos escritos, por lo que durante seis meses se tendrán que acompañar de una versión en castellano.

Sin pluralidad de bloques

Ese reflejo de la diversidad tiene su contrapunto en la propia aritmética. Y es que el 23 de julio dejó un escenario de blibloquismo que se ve acrecentado conforme pasan los días de negociaciones de cara a la investidura y se abre un escenario en el que Sánchez tiene que atar siempre los mismos votos para sacar adelante la legislatura.

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La idea del presidente es la de una legislatura que dure cuatro años, no piensa en un acuerdo a corto plazo para conservar La Moncloa. Por eso, fuentes negociadoras del bloque progresista sostiene que hay que generar un "clima de confianza". Nadie puede sentirse humillado por nadie, como señalan fuentes nacionalistas de cara a montar esta mayoría.

Una de las claves para la legislatura es que se engrase un mecanismo de diálogo entre las fuerzas progresistas para repetir la mayoría de la Mesa. Por eso, como reconocen fuentes parlamentarias, es necesario que haya una relación muy fluida entre los portavoces: Patxi López (PSOE), Marta Lois (Sumar), Néstor Rego (BNG), Gabriel Rufián (Esquerra), Mertxe Aizpurua (EH Bildu), Aitor Esteban (PNV) y Míriam Nogueras (Junts). Esta última será clave en la ecuación después de una legislatura en la que no era clave. En el bloque progresista subrayan que hay buena sintonía especialmente por los temas sociales con ella.

En el PSOE y Sumar también señalan que el intento fallido de Núñez Feijóo servirá también para visualizar que el PP está solo con Vox (aunque sumará también dos diputados de UPN y CC). Por lo que Sánchez espera que sea el retrato de un Núñez Feijóo junto a la ultraderecha y sin apoyos suficientes, por lo que la única vía posible pasa por Ferraz.

El recién alumbrado nuevo Congreso se prepara ya para una legislatura espídica. Y con muchas diferencias respecto a los pasados cuatro años, con una Cámara Baja que tendrá como principal novedad el uso de las lenguas cooficiales, pero que estará marcada a la vez por una aritmética endiablada que deriva en la máxima expresión del bibloquismo.

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