Menos de 24 horas después de que el rey Felipe VI decidiese proponer a Alberto Núñez Feijóo como candidato a la investidura, todos los partidos con los que el PP tiene intención de hablar para completar los votos que necesita y que su líder sea elegido presidente del Gobierno han ratificado que no cambiarán de criterio y votarán en contra. Todos menos Junts, que a la hora de redactar esta información no se ha había pronunciado todavía, aunque la semana pasada su portavoz en el Congreso, Miriam Nogueras, ya dejó claro que su grupo votará también en contra.
PNV, Esquerra y BNG, además de PSOE y Sumar, dieron este miércoles un nuevo portazo a la pretensión de Feijóo de ponerse en contacto con ellos, a partir del próximo lunes, para pedirles apoyo en la investidura que el Congreso someterá a votación a finales de septiembre.
Los nacionalistas vascos, en los que el PP había puesto sus escasas esperanzas de atraer nuevos socios y que ya había rechazado hasta en tres ocasiones compartir cualquier proyecto del que forme parte Vox, fueron los más expresivos.
La posición del PNV es “clara”, explicó a través de un vídeo oficial del partido su portavoz en el Congreso, Aitor Esteban. “Ya hemos dicho que en combinaciones en la que entre Vox, nosotros no podemos estar”. No obstante, y por razones de “cortesía”, acudirá a una reunión si el PP se lo pide, aunque solamente sea para conocer a Feijóo, al que Esteban nunca ha tratado personalmente.
Apenas unas horas antes, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) había hecho lo mismo a través de la consellera de Presidència de la Generalitat, Laura Vilagrà: “Mi partido nunca ha votado al PP y nunca lo hará. Por tanto, la investidura del señor Feijóo no nos interpela”. También el BNG despejó cualquier duda. Su máxima responsable, Ana Pontón, reiteró a través de las redes sociales que no darán apoyo al líder del PP. “La investidura de Feijóo está condenada al fracaso. El BNG votará en contra de un Gobierno de la derecha y la extrema derecha antigallega, machista y retrógrada”, señaló.
La negativa de PNV, Esquerra y el BNG a atender la llamada de Feijóo se suma al rechazo de PSOE y Sumar, empeñados en la tarea de dar continuidad al Gobierno de coalición de la anterior legislatura, y al de EH Bildu, el único partido con el que el PP no quiere ni sentarse a hablar. En un tiempo récord, el PP se ha quedado con Junts como única opción para encontrar cuatro votos a favor en la primera votación o siete abstenciones en la segunda. Los independentistas liderados por el eurodiputado Carles Puigdemont todavía no han aclarado si, después de que el rey le propusiese como candidato, están dispuestos a reunirse con los de Feijóo. Sería una sorpresa que así fuese, porque la semana pasada ya adelantaron que no le darán su apoyo.
Así las cosas, y cinco días antes de la fecha que Feijóo pretende empezar a hablar con estos partidos, todos, excepto Junts, ya han confirmado que esos contactos no les harán cambiar de posición y que la demora de un mes para celebrar la votación de investidura, solicitada por el líder del PP para tratar de buscar nuevos aliados, no servirá para nada. Solamente retrasará lo inevitable, porque con el respaldo de Vox, UPN y Coalición Canaria el PP suma apenas 172 votos, una cifra insuficiente para llevar a Feijóo a la Moncloa.
La estrategia de Vox
Sin opciones para tejer nuevas alianzas, Santiago Abascal, el presidente de Vox, aprovecha para estrechar sus lazos con Feijóo, aunque para ello haya tenido que renunciar, al menos en teoría, a sus líneas rojas. Abascal es consciente de que con la actual relación de fuerzas en el Congreso el líder del PP no tiene ninguna posibilidad de ser presidente, así que ha decidido dar gratis su apoyo a la investidura y evitar que nadie en el espacio político y mediático de la derecha les pueda culpar del inevitable fracaso de la candidatura de Feijóo.
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En este contexto, Vox se ha sometido por completo al PP. Ya no exige formar parte de un gobierno de coalición —uno de los ejes de su campaña electoral durante las generales— y ni siquiera ha cuestionado que Feijóo haya hecho del “impulso del Estado autonómico” uno de los tres ejes de su candidatura a la presidencia del Gobierno.
Conseguir precisamente lo contrario —reducir o desmantelar la España autonómica— es una de las principales señas de identidad de la extrema derecha española. Como lo es también denunciar los acuerdos de los grandes partidos con las formaciones minoritarias que “rompen la igualdad entre los españoles”. Un principio, hasta hace poco supuestamente insobornable, que está en contradicción con el pacto que el PP ha firmado esta semana con el partido nacionalista Coalición Canaria (los estatutos de Vox prohíben expresamente llegar a “ningún tipo de acuerdo con partidos separatistas”).
La nueva política de sumisión de Vox al PP, que le deja las manos libres a cambio de nada, fue saludada este martes por el propio Feijóo, que reconoció expresamente la “relación de normalidad democrática” entre ambos partidos “en el objetivo compartido de proteger nuestra nación y defender la Constitución”. “No cabe duda de que la relación de colaboración se mantendrá”, añadió después de visitar al rey Felipe VI.
Menos de 24 horas después de que el rey Felipe VI decidiese proponer a Alberto Núñez Feijóo como candidato a la investidura, todos los partidos con los que el PP tiene intención de hablar para completar los votos que necesita y que su líder sea elegido presidente del Gobierno han ratificado que no cambiarán de criterio y votarán en contra. Todos menos Junts, que a la hora de redactar esta información no se ha había pronunciado todavía, aunque la semana pasada su portavoz en el Congreso, Miriam Nogueras, ya dejó claro que su grupo votará también en contra.