El PP entra en choque con Vox ‘en diferido’ pero sus cargos asumen que pactarán si es necesario

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La orden de Génova 13 es clara a sus candidatos: intentar 'hacerse' un Moreno Bonilla. La fórmula mágica que anhela Alberto Núñez Feijóo es construir mayorías holgadas en las urnas autonómicas y municipales, utilizando su supuesto viaje al centro pero sin molestar a los votantes de Vox. El sueño húmedo es conseguir resultados que permitan Ejecutivos en solitario tras el 28M sin tener que meter a la ultraderecha y evitar más Gallardos por toda España. Se quiere impedir imágenes a lo Castilla y León antes de las elecciones generales.

A escasos dos meses de las elecciones, el Partido Popular despliega una técnica para marcar distancias de Vox. Con el sello de la ambigüedad de Alberto Núñez Feijóo: presentándose como centrados para absorber todo el voto de Cs y rascar entre los socialistas desencantados. Pero a la vez jugar al equilibrio de no irritar a los votantes de la ultraderecha y convencerlos también de que son la opción más útil para echar a Pedro Sánchez de La Moncloa.

Feijóo ha tenido palabras contra la moción de censura, pero, a la vez, ha intentado que el partido se ponga de perfil todo lo posible durante estos días y ordenó abstenerse (en la anterior moción de Vox, en cambio, Pablo Casado impuso un ‘no’ de los populares). En el partido, según fuentes de la dirección, respiran después y creen que han salido bien, reforzando su papel de la derecha útil que puede ganar. Aunque también cargos del PP se quejan de que Vox le haya regalado un balón de oxígeno al Gobierno en un momento en el que estaba enfrentado internamente por la ley del ‘sólo sí es sí’ y su reforma.

Una exministra del PP confesaba al terminar la última sesión de la moción de censura: “Una pena lo de Vox. Al final no sabes cómo responderán los ciudadanos. Y el Gobierno lo ha aprovechado, aunque Patxi López se pasó en su intervención. Ha sido también el lanzamiento de la campaña de Yolanda Díaz”.

La estrategia de Ayuso

Y esta semana también ha entrado en el choque directamente con Vox la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que ha dicho que “no podía más” con sus socios. “A partir de ahora que cada uno siga su camino”, entonó contra Rocío Monasterio el jueves en el último Pleno de la Asamblea de Madrid antes de la disolución y la convocatoria de elecciones.

Ayuso, que ha sido una de las máximas defensoras de los pactos con Vox en el Partido Popular, ahora intenta presentarse como una de las más duras contra la ultraderecha. Pero detrás hay también una estrategia clara: aspira a lograr la mayoría absoluta el 28 de mayo. Es su gran obsesión para ganar todavía más poder en la Comunidad, pero también a nivel nacional. Además, hay una variante interna, ya que si no logra ese resultado por mayoría absoluta, dejará de ser ese Ferrari de votos y se colocará como barón de barones el malagueño Moreno Bonilla.

Un cargo de Vox de Madrid hace este análisis tras el choque de Ayuso y Monasterio en la Asamblea: “Es que hay unas elecciones. Aspira a gobernar con absoluta y sola. Cree que esto le viene bien para su electorado de centro derecha y tiene cálculos de que está solo a unos pocos diputados de la absoluta. Además, era el último Pleno. Ayuso tendrá mejor resultado que Martínez-Almeida. No hay nada nuevo, es pura estrategia”.

Eso sí, reconoce que no están sentando bien las palabras de Ayuso y de Feijóo tras la moción: “Vox es más noble con Feijóo que Feijóo con Vox. Han sido desleales”. Pero, como confiesa esta fuente, la ultraderecha exigirá a los populares estar en todas las instituciones en las que sean necesarios por sus votos y creen que el Partido Popular accederá, a pesar de aquellas proclamas de Génova de dejar gobernar al más votado. 

El equilibrio: miedo a más 'gallardos' pero no enfadar del todo a Vox

Pero esa línea que abrió Feijóo se cerró rápidamente, por sus propios candidatos. Ninguno ha secundado en las autonomías lo de la lista más votada y dan por hechos los pactos con la ultraderecha si son necesarios, como ha verbalizado, por ejemplo, el líder del PP en Castilla-La Mancha, Francisco Nuñez. Aunque también existe un riesgo para algunos cargos que piensan en clave nacional y con la vista puesta en las elecciones generales: el desgaste que pueden suponer coaliciones a lo largo y ancho de España como la de Castilla y León y la aparición de más Gallardos. Pero no dejarlos entrar supondría, paradójicamente, dificultar un pacto en las generales.

Castilla y León es actualmente el gran laboratorio de la derecha y la ultraderecha. La convivencia no está resultando plácida para Alfonso Fernández Mañueco y ha generado graves problemas también en Madrid, como pasó con el intento de implantación del protocolo antiabortista. Desde Génova se pidió a su barón que se solucionara lo más rápido posible en un tema tan sensible socialmente. Los populares, además, necesitan ganar terreno en el voto femenino, y el polémico protocolo antiabortista suponía una piedra en el camino.

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Uno de los ejes principales de la campaña, como está impulsando el Gobierno central, será precisamente que este ciclo electoral va de bloques: Sánchez y Díaz vs. Feijóo y Abascal. De esta manera se quiere movilizar al electorado progresista, que en estos momentos, especialmente el socialista, está en unos niveles más bajos de pulsión electoral que las derechas. Uno de los problemas que tiene el Partido Popular es que su abanico de pactos es cortísimo y sólo tiene como posible aliado a Vox, mientras que el PSOE puede armar mayorías más amplias con el resto de espectros progresista y nacionalista.

En el PP confían en que en las municipales los resultados los catapultarán hacia las generales, aunque se ha ido rebajando el tono de euforia y ya los cálculos no les dan tantas autonomías. De las doce en las que hay elecciones, sólo gobiernan en dos: Madrid y Murcia. Dos plazas que conservarán. Pero tienen varias obsesiones, especialmente mirando al levante. En el PP consideran clave arrebatar a la izquierda la Comunidad Valenciana y el Ayuntamiento de Valencia. También creen que sería un mensaje muy potente lograr la Alcaldía de Sevilla, y tienen en su punto de mira gobiernos regionales como Baleares, Castilla-La Mancha y La Rioja.

Abascal intentó en su discurso en la moción conseguir cambiar al ‘sí’ la postura del PP. El líder de la ultraderecha tiene claro que esta campaña ya no será como la de hace cuatro años, cuando se decía que no iban por los sillones, sino que esta vez quieren poder e influir de verdad. No habrá medias tintas después del 28M y se pedirá entrar en los Gobiernos autonómicos. Una de sus grandes obsesiones es entrar, por ejemplo, en el Ayuntamiento de Madrid y hacer a Javier Ortega Smith vicealcalde de José Luis Martínez-Almeida. Ven al alcalde más débil que a Ayuso y con muchas posibilidades de mandar en el Palacio de Cibeles.

La orden de Génova 13 es clara a sus candidatos: intentar 'hacerse' un Moreno Bonilla. La fórmula mágica que anhela Alberto Núñez Feijóo es construir mayorías holgadas en las urnas autonómicas y municipales, utilizando su supuesto viaje al centro pero sin molestar a los votantes de Vox. El sueño húmedo es conseguir resultados que permitan Ejecutivos en solitario tras el 28M sin tener que meter a la ultraderecha y evitar más Gallardos por toda España. Se quiere impedir imágenes a lo Castilla y León antes de las elecciones generales.

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