El PP trata de ponerse de perfil ante la ofensiva de Vox mientras mantiene blindados sus pactos

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La agenda contra el aborto de Vox ha puesto patas arriba la precampaña electoral del PP. Alberto Nuñez Feijóo esperaba poner el foco en las consecuencias negativas de la nueva ley del sólo sí es sí y de la reforma de los delitos de sedición y malversación, pero el anuncio del vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, de que la Junta, presidida por el PP, iba a aplicar un protocolo para presionar a las mujeres que deseen abortar lo ha trastocado todo.

Así que Génova trata ahora, a marchas forzadas, de pasar página para volver cuanto antes a los temas que les interesan. Aunque el intento de zanjar el asunto pasando por alto que Gallardo es vicepresidente gracias al PP y que su cargo depende del presidente de la comunidad, Alfonso Fernández Mañueco, no parece estar funcionando. Las críticas a Vox, formuladas por el portavoz electoral, Borja Sémper, sonaron a huecas cuando el dirigente del PP no tuvo más remedio que confirmar la buena salud del acuerdo de gobierno en Castilla y León. Si Génova ve motivos para cesar a Gallardo, de momento se las está guardando para sí.

Después de un largo fin de semana de especulaciones y con el número dos de la Junta insistiendo en que el protocolo que Vox defiende no sólo es real sino que va a hacer que los médicos muestren a las mujeres que deseen abortar el latido del corazón del feto y una ecografía en 4D en la que sea visible su rostro, manos y pies, aspiración que volvió a manifestar este lunes, el PP puso en marcha un guion pensado para atajar el problema. 

Primero salió el presidente Mañueco, sin opción a preguntas, para decir que el protocolo no existe y que ni las mujeres que deseen abortar serán sometidas a ningún procedimiento nuevo ni los sanitarios estarán obligados a ofrecérselo. Pero también para añadir, sin detalles, que la Consejería de Sanidad pondrá en marcha medidas “que mejoran las prestaciones de cartera de servicios sanitarios de atención a la mujer embarazada”. Serán las mujeres, indicó, las podrían solicitar los recursos que tienen a su disposición, explicó sin precisar si esos recursos incluyen ofrecer lo que Vox reclama a las que deseen interrumpir su embarazo.

Después, Génova quiso utilizar esta declaración para dar por zanjado el asunto y criticar a Vox como si este partido no formase parte del gobierno de Mañueco y como si el anuncio de las medidas contra el aborto no hubiese sido realizado por el vicepresidente de la Junta en una rueda de prensa oficial.

Sémper asumió el papelón. Dio por zanjada la polémica y cargó contra Vox pasando por alto el hecho de que si los ultras pueden hacer estos anuncios es gracias a que el PP les dio la vicepresidencia en Castilla y León. “Creo que asistimos a una guerra entre Vox y el Gobierno de Sánchez y Podemos, una guerra interesada que se retroalimenta y que en este caso concreto usa a las mujeres en una guerra de bandos”, manifestó. 

“Ruido mediático”

Según el portavoz electoral del PP, con este tipo de iniciativas “absolutamente insensibles” Vox lo que busca y consigue es “ruido mediático” y, “en justa correspondencia lo que consiguen Sánchez y Podemos es desviar la atención de los temas que sí se han aprobado y están afectado de una manera directa a las mujeres”, aseguró.

Como si lo que hace el vicepresidente de Mañueco no fuera con su partido, Sémper afirmó que el PP está “en medio de la irresponsabilidad de unos y de otros” porque Vox y Sánchez quieren "jugar a incendiar el debate público" a través de la "utilización de la mujer y de circunstancias extraordinariamente graves por las que tienen que pasar muchas mujeres", en alusión a la interrupción de un embarazo.

Sobre el hecho de que el vicepresidente de Mañueco defienda el modelo de Hungría que aplica Viktor Orbán, Sémper se limitó a decir que “tener como referente” al presidente magiar “define al señor Gallardo". “Allá él y allá sus referentes”.

En el PP tienen claro que Vox ha utilizado su presencia en la Junta de Castilla y León de forma partidista, un comportamiento que no consideran “responsable“ ni “sensato”. Pero Feijóo no pondrá fin al pacto con los ultras, ni siquiera lo someterá a revisión. 

Sémper dejó clara la validez de esa alianza, de la que siguen culpando al PSOE por no haber facilitado la investidura de Mañueco siguiendo el criterio de la lista más votada que defiende ahora el PP pero que no aplicó cuando ese puesto lo ocupaba el PSOE. Es la misma excusa que la dirección del PP prepara para justificar, a partir de mayo, la firma de acuerdos con Vox en ayuntamientos y otras comunidades autónomas en las que el PP necesite a los ultras para gobernar.

El silencio de Feijóo

El que sigue sin hablar es Feijóo. No respondió a preguntas de la prensa sobre este asunto la última vez que un periodista tuvo oportunidad de acercarse a él y ni siquiera ha publicado un tuit al respecto, a pesar de que normalmente utiliza este medio para pronunciarse sobre todo clase de acontecimientos de actualidad. La excusa de Génova sonó forzada este lunes: si tuviera que manifestarse sobre todas las declaraciones de presidentes y vicepresidentes en comunidades autónomas, se tendría que “dedicar a ser comentarista”. “Y está para otra cosa”, remachó Sémper.

En su ausencia, sí opinaron los barones. Con reacciones para todos los gustos. En un extremo, Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, consideró innecesaria la propuesta de Vox, que calificó de “improvisación”. Se burló incluso de la ignorancia confesada por su autor, el vicepresidente de la Junta, el ultra García-Gallardo. “Si luego te preguntan, bueno, en qué mes del embarazo empezaría a hacer esto, y lo primero que te dice es no sé, yo no sé de embarazos... ¿Para qué lo prometes así? ¿Para qué hablas así? ¿Qué necesidad hay de provocar todo esto?”

En el otro lado, el candidato a la presidencia de Castilla-La Mancha, Francisco Núñez, defendió las medidas anunciadas por Vox —y desautorizadas después por Mañueco— diciendo que eran buenas para fomentar la natalidad y no merecían reproche alguno desde el punto de vista de las mujeres que desean abortar.

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Mientras el PP buscaba su sitio en medio de la polémica, como responsable último de que los ultras estén en el gobierno de Castilla y León, Vox celebraba su capacidad de influencia y anunciaba que este tipo de medidas son un buen ejemplo de lo que planea impulsar si algún día consigue gobernar España en coalición con Feijóo. 

“No vamos a dar un paso atrás”, anunció en rueda de prensa el secretario general del partido, Ignacio Garriga. “Vamos a seguir perseverando en todo lo que dijimos en campaña y los compromisos suscritos en Castilla y León”. “No vamos a arriar ninguna de las banderas que nos han traído aquí”, avisó.

Estas políticas son un “claro ejemplo” de las que Vox pretende llevar a cabo si llega al Palacio de la Moncloa. “Juan García-Gallardo ha hecho lo que hará cualquier representante de Vox en cualquier institución”: “Luchar contra la cultura de la muerte que está promoviendo la izquierda”.

La agenda contra el aborto de Vox ha puesto patas arriba la precampaña electoral del PP. Alberto Nuñez Feijóo esperaba poner el foco en las consecuencias negativas de la nueva ley del sólo sí es sí y de la reforma de los delitos de sedición y malversación, pero el anuncio del vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, de que la Junta, presidida por el PP, iba a aplicar un protocolo para presionar a las mujeres que deseen abortar lo ha trastocado todo.

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