Uno de los méritos que se atribuyó a Mariano Rajoy en su etapa al frente del PP, que culminó el pasado julio con la elección de Pablo Casado, es el de que había acabado con la diferentes familias dentro de las filas conservadoras. El marianismo se había impuesto a otras corrientes que en sus momentos le habían dado muchos dolores de cabeza como el aguirrismo o el aznarismo. De vez en cuando sus protagonistas sacaban la cabeza para decir al ya expresidente del Gobierno que se equivocaba en casi todo y para intentar marcarle el paso. Pero el eco duraba poco. La plana mayor del PP y los barones se conjuraban para defender a su jefe de filas y para cargar contra la "deslealtad" de quienes intentaban, desde dentro, desestabilizar al hombre que tanto estaba haciendo por España y por el partido. Este era el argumentario.
Este martes, los conservadores entonaron esa expresión de que en política todo es posible que tanto han repetido en un año en el que acariciaron agotar la legislatura con la aprobación de los Presupuestos y luego la vieron caer por el precipicio junto al propio Rajoy. Lo hicieron con una rehabilitación en toda regla de José María Aznar, que acudió a comparecer ante la comisión sobre la presunta financiación ilegal del PP en el Congreso de los Diputados.
La comparecencia de Aznar en la Cámara Baja acercó al expresidente a un partido del que llevaba casi 15 años distanciado. En las semanas previas al congreso que aupó a Casado a la séptima planta de Génova 13 no recordaba ni si pagaba la cuota de afiliado. Tan poca emoción le despertaba el proceso que aseguró en una entrevista que no pensaba votar. Pero este martes el PP ya parecía gustarle más. Como si esos 15 años no hubiesen existido. El hecho de que las riendas del PP las lleve ahora el que fue uno de sus máximos colaboradores entre 2009 y 2011 en Faes tiene bastante que ver en este giro.
"Ha salvado los muebles"
"Estoy muy orgulloso de haber pertenecido al Partido Popular, de haber sido presidente del Partido Popular, presidente del Gobierno de España y estoy muy orgulloso hoy de mi condición de simple afiliado del Partido Popular", respondería en su tenso enfrentamiento con Pablo Iglesias (Unidos Podemos). El líder de la formación morada había hecho torcer el gesto a Aznar concluyendo que él era el "máximo responsable político de la corrupción en el PP".
"Ha salvado los muebles", resumían dirigentes del PP consultados por infoLibre. También aseguraban que si Rajoy tiene que declarar en el marco de la misma comisión el apoyo será "el mismo".
La imagen de destacados dirigentes del Partido Popular, con Pablo Casado a la cabeza, escoltando al expresidente Aznar hasta la mesa de la sala Cánovas del Congreso en la que iba a comparecer, habría sido impensable hace meses. "Ni Rajoy ni su núcleo de fieles se habría prestado a esa foto. Prácticamente había pedido el voto a Ciudadanos, nos había acusado de abandonar los principios y valores del partido... No lo veo", resume un barón regional.
De hecho, pese a que en la dirección nacional del PP intentan vestir de normalidad el apoyo, sí hubo debate interno sobre cómo se debía manejar la asistencia de Aznar a la comisión y el papel que debía juzgar Casado, en el punto de mira por sus estudios de posgrado. Oficialmente, lo único que se trasladó desde Génova es que Teodoro García Egea, secretario general, iba a recibir al expresidente en la Cámara.
El legado de los cinco millones de empleos
Una vez que la foto ya quedó para las hemerotecas, Casado quiso insistir en ese apoyo dejando un mensaje en las redes sociales: "Hoy he acompañado a José María Aznar en el Congreso. Ha demostrado su honorabilidad y su legado de 5 millones de empleos en la etapa de mayor relevancia internacional de España. Estoy orgulloso de mi partido y de quienes lo han liderado, prestando un gran servicio a los españoles".
En el equipo de Pablo Casado defienden que la forma en la que el PP ha arropado este martes a Aznar no debe llevar a que nadie se sorprenda. Recuerdan que en la campaña que le llevó a presidir el PP en el congreso del pasado julio ya se presentó como una garantía de regeneración, "sin mochilas", pero "sin renunciar al pasado del PP". "Eso es lo que ha hecho: no renunciar al pasado de su partido, a la etapa de Aznar", insisten.
Pese a estas palabras, el mismo PP que este martes aplaudía a Aznar es el que en los últimos años ha cargado sobre el expresidente las culpas de que la trama corrupta de Francisco Correa campase a sus anchas en el partido. "Nos estamos comiendo la mierda de Aznar", llegaron a decir en su día. Ahora, el léxico ha cambiado. Y tras su comparecencia en esta comisión tan incómoda para el PP todo fueron halagos. Que si "está en plena forma", que si "ha tapado muchas bocas", que si "sigue conservando intactas sus dotes de parlamentario"...
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El presidente de la fundación Faes, que se desvinculó del PP de Rajoy, llegó a presumir de sentirse muy querido en el partido. "Y fíjese, tengo la sensación de que mi partido me quiere mucho. A usted [hablaba con Gabriel Rufián (ERC)], a lo mejor, no le ocurre lo mismo. Tengo la sensación de que soy muy querido por mi partido y tuve la fortuna, además, de tener un partido que se entregó a la política y a las responsabilidades que tenía con una dedicación y con una lealtad extraordinaria y siempre le estaré muy agradecido, siempre le estaré muy agradecido. Y siempre estaré muy orgulloso de él".
Más allá de los gestos y de lo que implica el 'regreso' de Aznar al PP de Casado, el expresidente aprovechó estar en sede parlamentaria para verter las ideas que llevaba años exponiendo en artículos y conferencias y para insistir que él de la Gürtel no sabe nada. Cargó contra los "populistas" y contra los independentistas. Sacó a pasear a Irán y Venezuela para atacar a Podemos. Recordó al PSOE el caso de los ERE y las dudas sobre la financiación del partido en la Comunidad Valenciana. Y se erigió en una especie de salvador de España: "Estoy aquí para defender la unidad de la nación española, estoy aquí para defender la transición a la democracia, estoy aquí para defender los consensos de la transición, estoy aquí para defender las libertades de los españoles y estoy aquí para defender a todos aquellos que se oponen a que el orden constitucional y la convivencia entre los españoles se pueda poner en riesgo, como ustedes hacen".
Tan cómodo se sintió que al marcharse, en conversación informal con los periodistas, aseguró que lo había pasado "muy bien". "Tengo ganas hasta de volver y todo", añadió. Esto lo dice quien hace menos de dos años, en diciembre de 2016, renunció a la presidencia de honor del PP.
Uno de los méritos que se atribuyó a Mariano Rajoy en su etapa al frente del PP, que culminó el pasado julio con la elección de Pablo Casado, es el de que había acabado con la diferentes familias dentro de las filas conservadoras. El marianismo se había impuesto a otras corrientes que en sus momentos le habían dado muchos dolores de cabeza como el aguirrismo o el aznarismo. De vez en cuando sus protagonistas sacaban la cabeza para decir al ya expresidente del Gobierno que se equivocaba en casi todo y para intentar marcarle el paso. Pero el eco duraba poco. La plana mayor del PP y los barones se conjuraban para defender a su jefe de filas y para cargar contra la "deslealtad" de quienes intentaban, desde dentro, desestabilizar al hombre que tanto estaba haciendo por España y por el partido. Este era el argumentario.