La Casa del Rey intentó este jueves completar los agujeros del relato oficial de cómo se gestó y materializó la abdicación de Juan Carlos, anunciada por sorpresa el pasado 2 de junio. Cuándo se pensó la operación, cómo se desplegó, a quién se consultó, cómo se encajaron las piezas en el calendario. Y cómo será el punto final del proceso, la proclamación del príncipe como Felipe VI, que será finalmente el próximo 19 de junio. Pero esa descripción todavía contiene algunas incógnitas, como quedan algunas decisiones por tomar. Entre ellas, la Zarzuela no ha conseguido explicar cómo el monarca prometió seguir en su puesto en su mensaje navideño y, luego, creyó conveniente renunciar.
El viraje total se produjo en apenas unos días. El 24 de diciembre de 2013, Juan Carlos subrayó a los españoles su "determinación" en el "desempeño fiel" de su mandato y de las competencias que tiene atribuidas por la Constitución. Cuando cumplió los 76 años, el 5 de enero, consideró que era necesario ceder el trono a su hijo. En los últimos días, cuando se lanzaba a la Zarzuela la pregunta de cómo era posible un salto de criterio tan drástico sobre una cuestión tan relevante, explicaban que el jefe del Estado, simplemente, "cambió de opinión, como le sucede a todo el mundo". Hoy, en un encuentro informativo, un portavoz de la Corona le puso más retórica: "La condición humana es inescrutable". infoLibre no fue invitado a esta sesión con periodistas, pero sí fue contactado posteriormente por la Zarzuela para explicar el contenido.
Desde la institución indicaron a este diario que el entorno más estrecho del rey no conoce si para cuando grabó el discurso de Navidad le rondaba en la cabeza la idea de renunciar al trono y tuvo que garantizar no obstante su continuidad. "El debate sobre su abdicación ya estaba en la calle". Y tanto: alcanzó uno de sus puntos álgidos cuando se anunció en rueda de prensa, en septiembre pasado, que tendría que pasar de nuevo por quirófano para tratarle una infección en su prótesis de cadera.
La explicación ofrecida esta mañana por el portavoz oficial es que era conveniente ceder el testigo porque ya empezaba a recuperarse de su última operación de cadera. Tras esa decisión "preliminar", el equipo de la Casa del Rey estudió cómo ponerla en práctica, teniendo como único referente lo escrito en la Constitución españolaen su artículo 57. 5, según el cual "las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la Corona se resolverán por una ley orgánica".
Cada abdicación, con su ley
Sobre qué hay que hacer no hay unanimidad en la doctrina jurídica, y así lo manifestaron distintos expertos a este periódico en octubre. Unos estudiosos entienden que es mejor regular toda la casuística de la sucesión y abdicación en una ley global, y otros que, al margen de que pueda existir una norma general, hay que aprobar por ley orgánica cada acto de abdicación, para darle cobertura legal. Esta fue la opción por la que se inclinaron la Zarzuela y el Gobierno. El portavoz justificó que es necesario que las Cortes ratifiquen la decisión de Juan Carlos, pues "alguien la tiene que recibir". Así se fijaba en constituciones anteriores, como la de 1812. En todo momento se intentó el "respeto absoluto a la juridicidad del proceso, que no hubiera tacha legal".
El rey comunicó la decisión a la reina, los príncipes, a los predecesores de Rafael Spottorno –actual jefe de la Casa del Rey–, Fernando Almansa y Alberto Aza. Y después, a finales de marzo, al jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, y días después, ya en abril, al secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Con ambos conversó sobre cuándo sería el momento oportuno para anunciar la decisión, aunque siempre tuvo claro, aseguró el portavoz oficial, que tendría que ser después de las europeas del 25 de mayo, para no interferir en el proceso electoral. Dado que está por delante un otoño tenso por la consulta catalana del 9 de noviembre y por las siguientes convocatorias en las urnas –autonómicas y municipales en mayo de 2015, generales en noviembre–, se estimó que junio era el mes adecuado. Como ya recordaba hoy este periódico, Rajoy ya sabía de las intenciones de Juan Carlos cuando anunció su voluntad de aforar a la reina y a los príncipes, próximos reyes.
"La monarquía significa estabilidad"
Fuentes oficiales de la institución insistieron en que el resultado de los comicios europeos no influyó "para nada" en la decisión de abdicar, como tampoco los sucesivos problemas de salud del monarca. Una visión que no comparten, por descontado, los partidos de la izquierda, que creen que ha incidido la crisis económica y política y la herida del caso Nóos. El encargado de trasladar la decisión a los españoles fue Rajoy. ¿Por qué? Según la Zarzuela, porque él fue quien recibió el documento de abdicación.
El siguiente paso, será la votación por las Cortes Generales de la Ley de Abdicación y la proclamación del nuevo rey. Ya está claro que el 11 de junio se aprobará en el pleno del Congreso y de ahí caminará al Senado, que también discutirá la ley en lectura única y urgente. La previsión es que en la Cámara alta se vote el 17 de junio. Al día siguiente, 18, el rey Juan Carlos rubricará su propia abdicación en un acto solemne en el Palacio Real, semejante a la firma del Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea del 12 de junio de 1985. Y el 19, festividad del Corpus Christi, en una sesión conjunta de las Cortes en el Palacio del Congreso, la proclamación. La fecha no fue confirmada por la Jefatura del Estado, "por respeto institucional", pero sí es la previsión sobre la que ya se está trabajando.
La Casa del Rey sostiene, no obstante, que Felipe será rey desde el mismo momento en que se publique la Ley de Abdicación en el Boletín Oficial del Estado. "No hay vacío de poder. Hay automatismo". Ese día, sólo intervendrán el presidente de la Cámara baja, Jesús Posada, y el nuevo monarca. Su discurso, "de fondo", contendrá las prioridades de su reinado. La intervención ya se está elaborando, y sólo al final se trasladará al Gobierno para que haga sus aportaciones. A esta sesión de las Cortes no acudirán mandatarios de otros países ni representantes de casas reales extranjeras. Está por ver qué miembros de la familia real acuden. Es decir, no se sabe si irán Juan Carlos y Sofía, las infantas Leonor y Sofía y las infantas Elena y Cristina.
Al acto de proclamación seguirá una parada militar –no están previstas salvas de ordenanza–, por lo que se considera "razonable" que vaya vestido de uniforme militar, pero no estará cerrado. Felipe, en el momento de convertirse en rey, se convertirá en capitán general de los Ejércitos.
Desde la institución se anticipa que el reinado de Felipe VI será de "continuidad", no de inicio de "una nueva etapa". La razón es que quien abrió la nueva fase en la historia de España fue Juan Carlos, al protagonizar el tránsito de la dictadura a la democracia. "La monarquía significa estabilidad y este paso representa la continuidad de esa nueva etapa que se inició en 1975" con la entronización de Juan Carlos. No obstante, el todavía príncipe imprimirá su propio estilo. La "estabilidad" fue la razón esgrimida también por el monarca en su mensaje televisado del lunes.
No se contempla misa de entronización
La Casa del Rey no contempla que tras la proclamación haya una misa de entronización de Felipe VI, como sí se hizo en cambio cuando fue coronado Juan Carlos I. Entre otras cosas, porque entiende que la España de 2014 poco tiene que ver con la de 1975 y porque los aún príncipes no lo creen conveniente. Lo que no está claro aún es si habrá una recepción posterior para presentarse a la sociedad, con las altas magistraturas del Estado. En caso de haberla, tampoco se invitaría a ninguna casa real foránea.
Tampoco se ha definido qué papel tendrán los padres del nuevo rey, Juan Carlos y Sofía, aunque la decisión se tomará "coordinadamente con el Gobierno". Lo lógico es que sus funciones se vayan viendo en el día a día, pero la institución avanzó es que el monarca saliente "queda a disposición de su hijo y del Gobierno para lo que haga falta", habida cuenta de que dispone de una potente agenda internacional "única en el mundo". Del mismo modo, Sofía podría continuar con sus tareas de ayuda a la cooperación y a los enfermos de Alzhéimer.
Sí se regulará vía real decreto es el tratamiento y los títulos que tendrán Juan Carlos y Sofía. El rey sí ha decidido que no quiere adoptar ningún título vinculado a la Corona y, por tanto, no será conde de Barcelona, título que tuvo su padre, Juan de Borbón.
Juan Carlos y Sofía seguirán residiendo en el palacio de la Zarzuela. Como miembros de la nueva familia real –en la que ya no estarán ni la infanta Elena ni Cristina y su marido, Iñaki Urdangarin–, seguirán recibiendo una asignación de los Presupuestos Generales del Estado y sus sueldos los determinará Felipe VI. Para este año, la asignación a la Casa era de 7,77 millones de euros. Del mismo modo, el nuevo soberano decidirá cómo administrar la Jefatura del Estado empezando por decidir si mantiene a Spottorno o lo reemplaza por quien ha sido su jefe de su secretaría desde 1995 hasta ahora, Jaime Alfonsín.
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Felipe y Leonor evitarán viajar juntos
Por lógica, y como se había hecho hasta ahora con los reyes y los príncipes, Felipe y Letizia evitarán viajar junto a su heredera, la infanta Leonor, que se convertirá en princesa de Asturias desde el mismo momento en que su padre se convierta en rey. Leonor recibirá los títulos asociados a su condición de heredera de la Corona, como el de princesa de Viana y de Girona, entre otros.
La Zarzuela también informó de que la agenda de Felipe y Letizia será intensa en los próximos meses. Lo esperable es que visiten los países vecinos (Francia, Portugal y Marruecos) y aquellos con monarcas reinantes, como Holanda o Bélgica. También da por hecho que acudirán el 4 de agosto a los actos convocados en Lieja (Bélgica) por el primer centenario de la I Guerra Mundial.
La Casa del Rey intentó este jueves completar los agujeros del relato oficial de cómo se gestó y materializó la abdicación de Juan Carlos, anunciada por sorpresa el pasado 2 de junio. Cuándo se pensó la operación, cómo se desplegó, a quién se consultó, cómo se encajaron las piezas en el calendario. Y cómo será el punto final del proceso, la proclamación del príncipe como Felipe VI, que será finalmente el próximo 19 de junio. Pero esa descripción todavía contiene algunas incógnitas, como quedan algunas decisiones por tomar. Entre ellas, la Zarzuela no ha conseguido explicar cómo el monarca prometió seguir en su puesto en su mensaje navideño y, luego, creyó conveniente renunciar.