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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Sánchez se aferra a la “desconfianza recíproca” para descartar la coalición con Unidas Podemos

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No sólo descarta absolutamente presidir un Gobierno de coalición con Unidas Podemos sino que, a la vista de los mensajes que transmite la formación de Pablo Iglesias desde la investidura fallida, Pedro Sánchez se reafirma aún más en su decisión. Con las líneas de comunicación cerradas y la dirección de UP esperando que el presidente en funciones tome la iniciativa para reunirse y reabrir una negociación que sólo están dispuestos a mantener si tiene como objetivo un gobierno compartido, el bloqueo de la legislatura sigue firme y la posibilidad de alcanzar la fecha límite —el 24 de septiembre— sin presidente va tomando forma. Quedan 48 días.

Aunque sus dirigentes se resisten a manifestarlo en público, para no añadir más leña al fuego, en las filas del PSOE es patente el malestar por la actitud de los dirigentes de Unidas Podemos durante la negociación de la investidura fallida y sobre todo en los últimos días dando a entender que los socialistas planean pactar con la derecha, reafirmando que no son de fiar y asegurando que la única manera de que los acuerdos políticos se hagan realidad es si ellos los capitanean desde el Ejecutivo.

“Un Gobierno tiene que tener una única dirección y eso ni antes de la investidura fallida ni ahora” forma parte del planteamiento de UP, reprochó Pedro Sánchez este miércoles después de despachar con Felipe de Borbón en Mallorca. En su opinión, las declaraciones de los dirigentes de esta formación no están sirviendo más que para ratificar que siguen desconfiando de los socialistas y que sólo desean un “Gobierno de compartimentación más que de coalicióncompartimentación y, por tanto, es evidente que tenemos que buscar otras fórmulas”, concluyó.

Sánchez entiende que Unidas Podemos sigue pretendiendo “tener dos gobiernos en uno”, una posibilidad que considera inaceptable porque el Ejecutivo tiene que combinar “cohesión” y “coherencia en sus líneas de acción política”. Y cree que los de Pablo Iglesias siguen además sin fiarse de los socialistas. De modo que, “de tantas veces decir que desconfía del PSOE, he acabado por desconfiar yo también de las posiciones del señor Iglesias y de Unidas Podemos”, confesó el presidente en funciones. “Es recíproca esa desconfianza”, sobre todo después de la votación del 25 de julio.

La respuesta de UP llegó poco después a través de las redes sociales, como es habitual en la formación de Pablo Iglesias. Ione Belarra, portavoz adjunta en el Congreso, tachó las declaraciones de Sánchez de excusas. “Seguimos escuchando excusa tras excusa”. En su opinión, no se trata de un problema “de confianza”, “porque un Gobierno de coalición tiene que dar garantías de que las políticas que se acuerden se llevarán a cabo”. Se trata en realidad, concluyó, de que el PSOE quiere “carta blanca para hacer lo que quiera”.

En esa idea abundó también Pablo Echenique, responsable de la fallida negociación de julio por parte de UP. Según él, hablar “de confianza” también es una excusa “para seguir buscando el acuerdo con Rivera o llevarnos a elecciones”. Una excusa que según él olvida que fue Unidas Podemos quien “le hizo presidente y con quien pactó los presupuestos más sociales de la democracia”.

Dos opciones

Sánchez volvió a insistir en su comparecencia desde Mallorca en que ahora mismo sólo son posibles dos opciones: o bien Unidas Podemos acepta apoyar un programa político, bajo la fórmula de pacto de legislatura o de acuerdo de investidura, que desarrollará un gobierno monocolor socialista, o vamos a nuevas elecciones.

El PSOE está a la espera de que Unidas Podemos “reflexione” y acepte que ese es el dilema porque la coalición ya no es una opción para Sánchez.

Su propósito sigue siendo “crear un Gobierno progresista que no dependa de fuerzas independentistas” ni en la investidura ni “en la gobernabilidad de nuestro país”, algo que en su opinión exige conseguir el apoyo de Unidas Podemos y la abstención de PP y Cs.

El líder del PSOE recordó que después de la investidura fallida decidió “empezar de cero“, “plantear la negociación de una manera completamente distinta” y “hablar de las políticas”, del programa de Gobierno.

De ahí, explicó, las reuniones que está manteniendo con representantes de la sociedad civil, en las que ha encontrado una “petición urgente” para formar Gobierno, porque muchos de los problemas que le han planteado pueden resolverse con “unos nuevos Presupuestos Generales del Estado” o con “la modificación de determinadas leyes”.

El simulacro

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“Yo no tiro la toalla, lo que si hago es sacar una lectura crítica de lo que ocurrió en la investidura. Por tanto, creo que hay que empezar la base por el programa, por los contenidos”.

“No hay alternativa que no pase por un Gobierno liderado por el PSOE”, insistió. Así “que aquellas formaciones políticas que están planteando otras opciones” para ratificar que “no van a apoyar ni a facilitar la investidura de un presidente socialista lo que están haciendo es abocar al país a una repetición electoral”.

Sánchez no tiene intención de ofrecerse para una nueva investidura a menos que tenga la garantía de que va a salir adelante. Así lo confirmó la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, pieza clave del equipo negociador del PSOE. El Gobierno sigue “con la mano tendida y actitud de diálogo hasta el último minuto”, si bien “para poder producirse esa conversación tiene que haber dos que quieran charlar”. En su opinión, es preciso evitar el “disparate” de repetir elecciones, porque la aritmética resultante, presumió, hará aún más difícil un acuerdo.

No sólo descarta absolutamente presidir un Gobierno de coalición con Unidas Podemos sino que, a la vista de los mensajes que transmite la formación de Pablo Iglesias desde la investidura fallida, Pedro Sánchez se reafirma aún más en su decisión. Con las líneas de comunicación cerradas y la dirección de UP esperando que el presidente en funciones tome la iniciativa para reunirse y reabrir una negociación que sólo están dispuestos a mantener si tiene como objetivo un gobierno compartido, el bloqueo de la legislatura sigue firme y la posibilidad de alcanzar la fecha límite —el 24 de septiembre— sin presidente va tomando forma. Quedan 48 días.

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