Andalucía

Sánchez y Díaz se advierten mutuamente de que ninguno cederá sobre Cataluña

La presidenta andaluza y secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz, y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

Dentro del plenario sonaba el himno de Andalucía y fuera La Internacional. El cierre del congreso del PSOE de Andalucía evidenció este domingo el enfrentamiento frontal entre Pedro Sánchez y Susana Díaz. Ambos se lanzaron una pública advertencia: no se van a mover del sitio, tienen rumbos distintos pero los van a mantener.

La propia secretaria general lo hizo expreso durante su intervención tras ser reelegida con el 91,1% de apoyo a su ejecutiva. El congreso le había salido redondo. El sanchismo se ha quedado fuera de su ejecutiva, su informe de gestión obtuvo casi el 95% de apoyo, la ponencia sobre modelo territorial tumbó la enmienda de la "plurinacionalidad del Estado"... Los delegados se la han comido a besos todo el fin de semana. Sólo le quedaba lanzarle un mensaje a Sánchez, que la derrotó de forma clara en las primarias pero no ha logrado penetrar el fortín susanista andaluz.

"Tienes la lealtad de todos los socialistas andaluces y la mía la primera. Sé que esa lealtad también la vas a tener con Andalucía", dijo. Y luego remató: "Lo único que te pido, Pedro, es que no me hagas elegir entre las dos lealtades". Se refería a su lealtad al PSOE y su lealtad a Andalucía. El plenario se levantó en una ovación cerrada mientras Sánchez mantenía el tipo sentado en primera fila. Sus –escasos– partidarios en el plenario murmuraban. "¡Shhh!", mandaban callar algunos ante el murmullo.

Los dirigentes del PSOE andaluz creen que la "solución política" que busca Sánchez para la crisis catalana, que incluye el reconocimiento de la "plurinacionalidad del Estado", es un riesgo para la "igualdad" y deja la puerta abierta a "asimetrías". No solamente en cuanto a reconocimiento de identidades, asunto que preocupa pero sólo relativamente, sino en cuanto a la revisión del modelo de financiación, donde el PSOE andaluz y la Junta temen quedarse fuera de juego. Ése, y también la política de pactos con Podemos, es el nuevo frente de batalla de Díaz con Ferraz. La presidenta insiste con ese tema, que le permite reforzarse internamente y además erigir un perfil de defensora de Andalucía que intentará mantener hasta las autonómicas de 2019, durante un periodo en el que el debate territorial va a ocupar el centro de la actualidad política. Repitió una y otra vez su "amor" por Andalucía. El mensaje estaba claro. Si le dan a elegir entre lealtades, antepone lo que llamaba con arrobo "mi tierra". La oposición se encargará en breve de recordarle que hasta hace bien poco quería poner rumbo a Madrid.

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Sánchez fue el responsable de cerrar el congreso, lugar que no cedió a la secretaria general andaluza. No pronunció durante su intervención la palabra "plurinacionalidad", en la que se ha focalizado el conflicto, pero tampoco eludió el fondo político del asunto. Se dirigió directamente a Díaz: "Tú y yo hablamos el mismo idioma, el idioma de la igualdad y de la fraternidad. Susana, tienes todo mi apoyo. Sumemos y seamos imparables". Tuvo palabras de cariño para el PSOE andaluz, sus militantes y sus grandes referentes, en especial Felipe González y Alfonso Guerra. Arrancó algún aplauso, nada atronador. Tampoco buscaba epatar al personal. Estaba más bien apocado. Pero sí que dejó claro que su solución política para Cataluña pasa por la "nación de naciones", que recordó que incluso la Fundación Alfonso Perales reconoció. "Leyes, por supuesto, porque fuera de la ley no hay nada. Pero la ley no basta. Si no, gobernarían los jueces", afirmó. Dijo claramente que esa apuesta y esa vía se van a mantener. "Como andaluces, seguro que sabéis que no defiende España quien no entiende que puede entenderse de manera diferente", señaló el secretario general. Le pedía a los delegados, en su inmensa mayoría susanistas, apoyo para su "solución política" para Cataluña.

Sánchez se refería a Rajoy cuando pedía una solución política, no sólo legal, al problema catalán. Pero también implícitamente a Díaz. Del mismo modo, cuando Díaz critica el asamblearismo de Podemos, su obsesión por la "pureza ideológica", también le está dando un tirito a su secretario general. Así es el tira y afloja. Luego, eso sí, hay palabras de cariño. "Pedro, estás en tu casa", dijo Díaz. "Susana es mi secretaria general y mi presidenta de la Junta", le devolvió luego Sánchez. Pero los gestos son más elocuentes que las palabras. Los miembros de la ejecutiva, uno a uno hasta más de 40, abrazaban a Díaz antes de subir al escenario y saludaban a Sánchez a menudo con cierta frialdad. Al terminar la intervención de Sánchez, que cerraba el congreso, no sonó la música habitual del PSOE. Bajó del escenario y arriba se quedó la nueva ejecutiva cantando el himno de Andalucía. Sánchez y Díaz habían llegado juntos –lo contrario hubiera sido clamoroso–, pero no coincidieron de pie en el escenario, con lo que no se dio lugar a la típica foto de los dos líderes, mientras suena la música, tan usual de estas liturgias de autoafirmación. No hay lugar para que puedan afirmarse los dos a la vez, sencillamente porque ambos afirman cosas distintas.

El enfrentamiento entre Sánchez y Díaz –y la disparidad entre sus proyectos políticos– se dejó notar también en el ambiente del propio congreso. Fuera del plenario seguidores del secretario general gritaban "¡Pedro, Pedro!" y cantaban La Internacional en el hall del hotel sevillano donde se celebra el cónclave. Una señora se enfadó con el personal de organización y seguridad cuando intentó entrar durante el mitin de Sánchez sin estar acreditada para ello y no la dejaron. Nada grave, pero sí elocuente. Hay una parte de la militancia que no se siente representada en el plenario que encumbró a Díaz. Está por ver si habrá candidatos que busquen el apoyo de esa militancia en los congresos provinciales de octubre.

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