La montaña rusa en la que se ha convertido la negociación entre el PSOE y Unidas Podemos (UP) vivió este lunes, coincidiendo con la primera jornada del debate de investidura de Pedro Sánchez, un vertiginoso picado que ha extendido el pesimismo entre los partidarios de un acuerdo de izquierdas.
El candidato socialista y el portavoz de UP, Pablo Iglesias, intercambiaron desde la tribuna duros reproches y exhibieron la suficiente desconfianza mutua como para hacer difícil un acuerdo que permita la formación de un Gobierno de coalición.
La clave, a juzgar por las intervenciones de los dos principales dirigentes de la izquierda, es el reparto de puestos en el Gobierno. Todo indica que la oferta socialista está claramente por debajo de la proporcionalidad que Unidas Podemos espera en relación con su aportación al acuerdo en número de votos y que Iglesias quiere traducir en un tercio del Ejecutivo (cinco ministerios de acuerdo con la composición actual).
En el toma y daca del debate, Iglesias reveló que el PSOE se niega a que miembros de su formación asuman competencias de Hacienda, Trabajo, Igualdad, Ciencia o Transición Ecológica en el futuro gobierno, además de la negativa a que ocupen alguno de los llamados ministerios de Estado (Exteriores, Interior, Justicia y Defensa). Pidió también respeto para sus 3,7 millones de votantes y no que les propongan ser “un mero decorado en su gobierno”. “Porque no lo podemos aceptar”, remató: “Necesitamos competencias y responsabilidades de gobierno acordes con nuestro peso electoral”. “Pedimos respeto y reciprocidad. Creo que los españoles no entenderían que un exceso de arrogancia hiciese perder la oportunidad histórica de que este país tuviera un gobierno de coalición”, resumió su postura.
“Un dirigente político no mide su altura por los votos que tiene, mide su altura por la capacidad de llegar a acuerdos”, destacó el líder de UP. Y dejó claro que no van de farol, que su apoyo no es gratis. “Nosotros somos una fuerza política modesta, joven, pero no nos vamos a dejar pisotear mi humillar por nadie”.
“Señor Sánchez, ¿qué nos han ofrecido? Explíquelo a la Cámara a ver si les parece que es algo más que decorativo”, le reprochó Iglesias en su última intervención. Pedro Sánchez prefirió guardar silencio.
Previamente, el candidato socialista había enfriado hasta el límite de lo posible la posibilidad de que las negociaciones PSOE-UP para formar un Gobierno de coalición lleguen a buen puerto antes del jueves por la tarde. Lo hizo insistiendo sin descanso en pedir a PP y Ciudadanos que ese día se abstengan y emplazando a Unidas Podemos a facilitar la investidura aunque no haya acuerdo.
Sánchez agradeció a Iglesias haber dado un paso a un lado para favorecer las negociaciones y aseguró que todavía quiere un acuerdo para gobernar con UP, pero en su intervención se refirió sólo a las dificultades. Desde la situación en Cataluña a las acusaciones de querer gobernar con la derecha, pasando por el desapego de Unidas Podemos a los medidas pactadas con el PSOE en la legislatura anterior, los reproches que Iglesias hizo a los errores históricos de los socialistas, o la defensa del derecho de autodeterminación.
Tradiciones políticas distintas
“Venimos de tradiciones políticas distintas”, subrayó Sánchez. “Aunque pertenecemos al ámbito de la izquierda. Tenemos formas distintas de abordar algunos de los problemas”.
Iglesias dio a entender que Sánchez puede estar pensando en que ir a una repetición de elecciones le favorece. Por eso reservó para cerrar su intervención una advertencia: si hay convocatoria a las urnas en noviembre por la cerrazón de Sánchez a pactar con Unidas Podemos, “no será presidente de España nunca”.
La prueba de que Sánchez ya está pensando en otros escenarios fue su petición expresa a UP de que, si las negociaciones fracasan, permitan igualmente la investidura. “Yo estoy dispuesto a correr el riesgo” de formar un Gobierno de coalición, defendió el candidato socialista. “Queremos gobernar con ustedes y esa mano la tienen ustedes tendida”, subrayó. Pero “también les digo: si finalmente no llegamos a un acuerdo de coalición, hay otras opciones”, como un acuerdo de investidura o de legislatura, que evite a Unidas Podemos “lo que ocurrió en 2016”, cuando votaron en contra de su elección como presidente. Entre un gobierno de coalición “y que ustedes voten con la ultraderecha contra un presidente socialista por segunda vez en tres años hay muchas opciones que se pueden abrir estos días”.
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La actitud de Sánchez, que sólo ha mencionado el Gobierno de coalición durante su debate con Iglesias y excluyó de su discurso inicial la posibilidad de que la alianza fragüe, contrasta con su afirmación de la semana pasada cuando dijo en televisión que el principal escollo para un acuerdo era la presencia de Iglesias en el Ejecutivo y que si el líder de Unidas Podemos renunciaba a estar presente en el Consejo de Ministros el pacto estaría cerrado. “Sin duda alguna. Lo tengo clarísimo”, declaró el jueves pasado en el programa de La Sexta Al Rojo Vivo.
En su discurso inicial, Sánchez sólo habló de Unidas Podemos al final, sin citar el Gobierno de coalición como un objetivo, y consumió apenas unos segundos de sus dos horas de discurso. “Nada que merezca la pena es fácil y lo que tenemos por delante merece mucho la pena”, aseguró. “Tenemos sobre nosotros la mirada esperanzada de millones de personas” y “ahora toca trabajar para sacar adelante todo aquello en lo que coincidimos, todo lo que nos une. Y lo que nos une se resume en muy pocas palabras: la promesa de la izquierda”, que sintetizó en la frase: “Un progreso ecológicamente sostenible y la distribución justa de ese progreso. O, si lo prefieren de otra manera: una sociedad de mujeres y hombres libres e iguales, en armonía con la naturaleza”.
“Muchas personas han puesto un gran esfuerzo y mucha ilusión para que uniéramos nuestras fuerzas, pero también mucho más que nuestras fuerzas: nuestra sensibilidad, nuestra inteligencia, nuestra experiencia, para mejorar la vida de la gente y, de este modo, cambiar la historia de España”, enfatizó. “Debemos atender a esa llamada”.
La montaña rusa en la que se ha convertido la negociación entre el PSOE y Unidas Podemos (UP) vivió este lunes, coincidiendo con la primera jornada del debate de investidura de Pedro Sánchez, un vertiginoso picado que ha extendido el pesimismo entre los partidarios de un acuerdo de izquierdas.