PRESUPUESTOS GENERALES

Las seis razones por las que (casi seguro) no habrá presupuestos generales

María Jesús Montero, en el Pleno del Congreso

El Gobierno admite que es “muy complicado” armar el puzle de los presupuestos generales para este año. A pesar de eso, en el Ministerio de Hacienda defienden que siguen trabajando para ello y que se dan una “ventana” hasta abril y mayo para ver cómo respiran los socios. Dentro de la propia coalición, Sumar presiona al área socialista para que se presenten las cuentas en las Cortes aunque luego las tumben. Estas son algunas señales que evidencian que el proyecto no tiene muchos visos de salir adelante:

Falta de acuerdo sobre la senda de déficit. El paso previo a los presupuestos es la aprobación de los objetivos de estabilidad presupuestaria. El Congreso, con los votos de PP, Junts y Vox, tumbó este trámite el verano pasado. El Gobierno dejó en barbecho la negociación y se dio un tiempo con los posconvergentes para llegar a un acuerdo. Según fuentes del Ejecutivo, no han conseguido todavía cerrar un pacto sobre el déficit. A pesar de eso, se podría presentar el proyecto. Pero esas señales no son positivas. Asimismo, el Ejecutivo tampoco ha conseguido armar otra mayoría paralela significativa para sacar los traspasos a cuentas de las comunidades, que se quedaron fueran del decreto ómnibus.

Los problemas con el aumento en Defensa. El Gobierno tiene un gran obstáculo en el incremento de esta partida para sacar las cuentas. La mayoría de los socios de investidura mostraron su rechazo en la ronda de consultas con Pedro Sánchez en el Palacio de La Moncloa. El PSOE podría mirar en esta partida al PP, pero tampoco se fían de los populares porque, entienden, que están ejerciendo un “voto destructivo” y prima la intención de hacer caer a la coalición. 

Además, los socialistas cuentan con instrumentos para aumentar el gasto en seguridad sin recurrir a los presupuestos, como ha pasado en los ejercicios anteriores de prórroga. El Gobierno puede aplicar la herramienta del fondo de contingencia, lo que, además, permite que ese incremento no cuente luego con el voto de Sumar en las Cortes. El presidente ha remarcado ante la UE y la OTAN que España acelerará la inversión para llegar al 2% del PIB antes de 2029, como se comprometió en la cumbre de Gales de 2014, pero sigue sin concretar plazos y cifras.

El armazón de los anteriores presupuestos y el aumento de ingresos. En el Gobierno también son conscientes de que con la prórroga pueden practicar sus principales políticas porque las anteriores cuentas son de carácter expansivo y, además, están enmarcadas en los Fondos Next Generation de la UE. Asimismo, fuentes del Ejecutivo reconocen que la previsión de aumento de ingresos y el recién aprobado paquete fiscal permiten cubrir los gastos y los incrementos en algunas partidas sin quebraderos de cabeza.

Las exigencias de los partidos catalanes. El Gobierno también tiene como obstáculo para aprobar los presupuestos las altas demandas de ERC y de Junts. El líder de los republicanos, Oriol Junqueras, avisó esta semana de que no negociará las cuentas de 2025 ni las de 2026 si el PSOE no avanza en compromisos como Rodalies y la financiación autonómica, en tanto que el régimen singular para la comunidad sigue sin concretarse.

Junts ha puesto sobre la mesa otra exigencia de máximos para sentarse: el pago del Estado a Cataluña de 50.000 millones de euros en concepto de “deuda pendiente” en materia de infraestructuras. “Primero pagar y luego negociar”, sentenció el portavoz de los posconvergentes, Josep Rius.

La negociación con Podemos. El partido de Ione Belarra puso hace meses ya una serie de condiciones a La Moncloa para aprobar los presupuestos, que fueron ratificadas en una consulta interna por el 89.8% de los participantes. La primera es que el Gobierno rompa relaciones comerciales y diplomáticas con Israel, incluido un embargo total de armas, y adopte medidas para intervenir el mercado de la vivienda.

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También la formación de Podemos exige bajar por ley un 40 % el precio de alquiler de vivienda, tomando como referencia el último contrato asociado a ese inmueble, y prohibir la compra de vivienda en España que no sea para residir, con la posibilidad de que los propietarios alquilen sus casas tras vivir en ellas al menos durante los primeros cuatro años.

El calendario y los vetos cruzados. El Gobierno se da hasta abril o mayor para tantear a los socios, pero el calendario corre ya en contra. La tramitación parlamentaria de las cuentas suele durar tres meses, por lo que para miembros del Ejecutivo no tiene sentido hacer unas cuentas para este año ya entrados en el segundo semestre (y con el parón de las Cortes durante el verano). 

Pero, además, diversas fuentes gubernamentales también reflexionan sobre la difícil aritmética parlamentaria y la dinámica que impera muchas veces en el Congreso con vetos cruzados y cálculos políticos, como sucedió este jueves con el voto negativo del PP y Junts a la ley de creación de la agencia pública de salud cuando en el paso anterior habían votado a favor. Es decir, que los presupuestos también pueden caer en la lógica de que algún socio pueda dar un revés a la coalición. En el PSOE calibran lo que puede suponer este golpe, aunque en Sumar están convencidos de que hay que ir a las Cortes aunque no se logre el sí.

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