Artur Mas se estrenó como candidato en unas elecciones autonómicas catalanas en 2003. El sucesor de Jordi Pujol al frente de la histórica coalición nacionalista de Convergència y Unió (CiU, hoy rota), apostó entonces por un nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña. Durante la campaña Mas apeló a la "soberanía compartida" entre Cataluña y el Estado español, y aseguró que era prioritario un "pacto fiscal" que diera las suficientes "garantías financieras" a las competencias de la Generalitat.
Ahora, apenas 15 años después, el debate es bien distinto en la antesala de unas nuevas elecciones al Parlament catalán: la discusión se centra en el sí o el no a la independencia. Y en la recta final de la campaña del 27-S, se prevé una amplia victoria en las urnas de la candidatura independentista Junts pel Sí. Entre 60 y 61 escaños predijo para la lista de Artur Mas y Oriol Junqueras –y encabezada por Raül Romeva– la encuesta preelectoral del CIS, que además otorgó a los soberanistas una ajustada mayoría absoluta: la suma de la opción ganadora y la CUP lograría entre 68 y 69 escaños en un Parlament con 135 asientos.
¿Qué ha cambiado entre esas dos fechas? La directora de MyWord, Belén Barreiro, explica que "la opinión pública es estable por definición" y que opciones como el independentismo "tienen mucha estabilidad". Cuando no ocurre así, agrega, es "porque un factor exógeno lo provoca". "Puede ser un shock externo –añade– como la crisis económica o la reacción ante una nueva información".
¿Entonces, realmente Cataluña se ha vuelto independentista en cuatro legislaturas? Expertos consultados por infoLibre analizan los datos de las encuestas y aportan claves para entender qué fechas y acontecimientos marcaron la evolución del soberanismo catalán: el debate del Estatuto de Autonomía, la posterior sentencia del Tribunal Constitucional, la crisis económica, las movilizaciones masivas con motivo de la Diada y la actitud del Gobierno de la mayoría absoluta del PP son algunos de los factores que, apuntan, marcaron un antes y un después.
2003: una nueva generación
"En 2003 –explica Àngels Pont, directora general de GESOP– hubo un primer cambio, entró una nueva generación que inició una tendencia". Pont sostiene que esos nuevos votantes tienen un sentimiento de identificación nacional más fuerte para con Cataluña que sus antecesores –"se sienten más catalanes", resume– y que fueron el primer síntoma del aumento del soberanismo, que "siempre ha ido subiendo desde entonces". "Ese sentimiento no ha parado de crecer", alentado en sus primeras fases, agrega la experta, "por los inicios del debate del Estatut".
El analista del CEO Raül Tormos, por su parte, comenta que a lo largo del periodo 2003-2015 se han vivido en Cataluña fenómenos "muy raros en términos de sociología electoral". "Ver cambios tan fuertes (...) es como ver el nacimiento de una montaña en directo en términos geológicos". Tormos señala que "hace diez años el independentismo era marginal" y achaca el cambio no sólo al "recambio generacional" –algo que no es infrecuente–, sino a un cambio de actitud de los propios ciudadanos. "Antes eran los jóvenes los que entraban con otras estructuras mentales. Ahora la gente cambia en tiempo real", apunta.
2004 - 2006: EL debate que prendió la mecha
Poco después de esa primera fecha, el 9 de febrero de 2004, se constituyó la ponencia que iba a elaborar el primer borrador oficial del nuevo Estatuto de Autonomía en el Parlament de Cataluña. Antes incluso, en un mitin del PSC celebrado el 23 de noviembre de 2003, el entonces secretario general del PSOE y candidato socialista a la Moncloa José Luis Rodríguez Zapatero pronunció una frase célebre que el PP le echó en cara durante años: "Apoyaré la reforma del Estatuto de Cataluña que apruebe el Parlamento de Cataluña".
A favor del texto definitivo votaron en la Cámara autonómica CiU, PSC, ERC e ICV. Ocurrió el 30 de septiembre de 2005, tras 19 meses de discusión parlamentaria y debate también en las calles. Esa combinación, comenta Pont, reforzó el sentimiento catalán que había comenzado a surgir unos pocos años atrás. La analista afirma que para comprender el soberanismo catalán es necesario "mirar atrás" y considerar que los cambios de actitud "no van tan rápido". Son cuestiones, subraya, que se van cimentando "poco a poco" y que pueden registrar pequeños saltos a raíz de sucesos concretos muy significativos.
La tramitación en la Cortes Generales españolas del texto estatutario catalán, respaldado en el Parlament por el 90% de los diputados pero rechazado por el PP, se inició el 2 de noviembre. Ese mismo día en que el Pleno aprobó su toma en consideración, los conservadores presentaron un recurso ante el Tribunal Constitucional. Aunque finalmente no prosperó, fue el primer capítulo en una serie de sonados desencuentros que se reflejaron en la votación del documento final y en posteriores acciones judiciales.
El nuevo Estatuto definía a Cataluña como nación en el preámbulo de acuerdo con la definición del Parlament catalán, y como nacionalidad en el articulado. El PP volvió a votar en contra de su aprobación –también lo hizo ERC, aunque por motivos diametralmente opuestos: lo calificó de "exiguo"–, y la reforma salió adelante con los votos de PSOE, CiU, PNV, IU, CC y BNG tanto en el Congreso, el 30 de marzo de 2006, como en el Senado, a principios de mayo. Tras su aprobación en un referéndum el 18 de junio de 2006, con el 73,9% de los votos, el PP lo recurrió ante el Constitucional.
2008: LA crisis y la financiación
El fallo definitivo sobre el recurso de los conservadores, que no fue el único, se demoraría cuatro años. En un clima de incertidumbre sobre el desenlace judicial, la crisis económica golpeó España y, en opinión de Tormos, puso el foco en la financiación, una de las cuestiones clave desde el inicio del debate catalán. El analista del CEO sostiene que la gente con posiciones no muy definidas o que hasta entonces no se había preocupado por el debate soberanista se vio más influida por los argumentos económicos y tomó conciencia en mayor medida de que la situación de Cataluña le resultaba insatisfactoria.
"La crisis –dice– ha significado poner el acento sobre la financiación de Cataluña y del resto de Comunidades Autónomas, y ha enfatizado los perjuicios que puede tener para Cataluña estar mal financiada por parte del Estado". En estos primeros años de debate catalán, sin embargo, el panorama político no registró cambios bruscos. En los comicios autonómicos de 2006, CiU ganó 2 escaños con respecto a tres años atrás, y ERC perdió otros tantos. El PP se dejó uno, y el PSC fue el más perjudicado: pasó el 31 al 26% de los votos, y de los 42 a los 37 asientos.
2010: una sentencia demoledora
Si hay algo en lo que coinciden todos los expertos consultados, es en que uno de los factores clave que explican la situación actual es la sentencia del Constitucional sobre la reforma del Estatuto de Cataluña. El tribunal de garantías aprobó el fallo el 28 de junio de 2010, y en él declaró nulos total o parcialmente 14 artículos y condicionó la interpretación de otros 27. La resolución modificó menos del 10% de los preceptos impugnados por los conservadores, pero provocó el rechazo de las fuerzas políticas catalanas por cambiar algunos de los aspectos más simbólicos.
El TC estableció que no hay "otra nación que la española" y que Cataluña está "integrada en la indisoluble unidad" de España. Dejó claro que la mención a la nación catalana en el preámbulo carece de eficacia jurídica y que "la ciudadanía catalana no es sino una especie del género ciudadanía española". La sentencia se conoció el 9 de julio. Un día después, una manifestación multitudinaria recorrió las calles de Barcelona. Unidos, en la cabecera de la marcha, el president de la Generalitat, José Montilla, y los expresidentes Pujol y Maragall. Asistieron 1.100.000 personas según la Guardia Urbana. El lema fue "Somos una nación, nosotros decidimos".
Para el investigador del CEO Raül Tormos, la sentencia tuvo un impacto "bastante fuerte". ¿Por qué? Porque representó "un portazo", porque defraudó "las expectativas de quienes estaban insatisfechos con el nivel de autonomía de Cataluña pero apostaban por la vía federalista o por convertirse en una Comunidad Autónoma con más competencias o con un mejor encaje, pero dentro de España". Desde entonces, añade, cambió la forma de "canalizar la insatisfacción en términos de opciones de organización política".
Salto cualitativo
Las encuestas del instituto catalán de opinión parecen refrendar esa hipótesis. Entre febrero de 2010 y noviembre del mismo año, los ciudadanos que consideraban que Cataluña tenía un nivel de autonomía "insuficiente" pasaron del 59 al 65,9%. Los partidarios del Estado catalán independiente crecieron del 19,4 al 25,2%. Y quienes decían sentirse "más catalanes que españoles" o "sólo catalanes" se incrementaron en 3,1 puntos, del 42,7 al 45,8%, mientras que los ciudadanos que se sentían "sólo españoles", "más españoles que catalanes" o "tan españoles como catalanes" bajaron en total 4,9 puntos, hasta el 51,9%.
"[La sentencia del Estatut] fue un factor que, sin duda, influyó a la hora de potenciar el independentismo –añade por su parte Belén Barreiro, directora de My Word–. Sacudió una opinión pública que había sido muy estable durante 30 años en relación con el independentismo". A partir de ahí, añade la experta, se despertó "algo", y desde entonces "no puede saberse con exactitud a dónde se puede llegar". Por eso, concluye, la sentencia quizá fue más importante en términos "cualitativos" que "cuantitativos", porque provocó una inestabilidad que pudo hacer que acontecimientos posteriores tuvieran mayor incidencia en la opinión pública.
Pau Marí-Klose, profesor de Sociología de la Universidad de Zaragoza y doctor en esa misma disciplina por la Universidad Autónoma de Madrid, apunta otra clave: las elecciones celebradas el 28 de noviembre de ese mismo año. Klose afirma que las campañas tienden a "activar electores dormidos" y que benefician tradicionalmente a los discursos más alejados del centro. "Los electores con demandas moderadas sobre la organización territorial –coincide Tormos– comenzaron a ver que esa opción no era viable dentro de España, y comenzaron a entender que la mejor opción podía ser la independencia".
En aquella cita con las urnas, CiU comió terreno a ERC y alcanzó sus mejores resultados desde 1988: 62 escaños, un listón que no superó en 2012 y que ahora, cinco años después, tampoco está claro que vaya alcanzar Junts pel Sí. Esquerra, por su parte, pasó de 21 a 10 escaños, y el PSC acentuó su caída: de 37 a 28 escaños –hasta entonces, su peor resultado histórico–. Con la irrupción con cuatro escaños en la Cámara catalana de Solidaridad catalana por la independencia –impulsada por Joan Laporta–, el bloque soberanista alcanzó los 76 parlamentarios, su marca más destacada desde 1992.
2011: el rodillo que dio alas al frentismo
La llegada al poder del PP a finales de 2011 y su actitud desde entonces, con un buen número de medidas aprobadas en solitario gracias a su mayoría absoluta, también es un factor importante para varios de los expertos. Klose cree que "el PP representa el papel de policía malo. Tensiona el debate y corrobora el argumento de los nacionalists de que no hay nada que hacer con España. Sus primeras medidas de recorte le supusieron una gran perdida de apoyos entre los votantes centristas, los que se situán en el 5 o el 6 en la escala de 0 a 10 de izquierda a derecha, y en Cataluña eso se tradujo en un crecimiento del independentismo".
Tormos también cree que el papel de los actores políticos que ocupan el Gobierno central es determinante. "La mayoría absoluta del PP –explica– es posiblemente un factor importante, porque cuanto más contraria a nuestras demandas es la otra parte, más difícil se percibe que es llegar a un acuerdo, y eso genera una mayor reacción de oposición entre los actores". El analista señala que, en varios experimentos sociológicos, la "cerrazón" del Ejecutivo de Madrid ante la posibilidad de llegar a acuerdos era "uno de los factores que más apoyo al independentismo generaba".
Barreiro coincide y subraya que "la actitud del PP no contribuye a reducir el sentimiento independentista". La analista apunta que "la actuación del PP ayudó a incrementar el independentismo" y duda de si los conservadores tomaron determinadas decisiones "de forma consciente" o si, por el contrario, actuaron prendiendo la mecha en Cataluña "por los posibles beneficios electorales en el resto de España".
El barómetro de opinión política del CEO refleja esos comentarios. Si ya existía una marea de fondo a favor de las tesis soberanistas desde 2003, lo cierto es que se reforzó. Por primera vez más ciudadanos declararon sentirse "más catalanes que españoles" o "sólo catalanes" –un 50%, si se suman ambas opciones– que todas las demás opciones de respuesta juntas; el sentimiento de insatisfacción con el nivel de autonomía de Cataluña creció más de tres puntos y superó la barrera del 65% y, en la encuesta de noviembre de ese año, el 45,4% de los encuestados dijeron que votarían sí a la independencia frente a un 24,7% de partidarios del no.
2012: DIÁLOGO ROTO Y movilizaciones masivas
Y así, con el malestar producido por la sentencia del Constitucional sobre el Estatut aún en la memoria, tras unas elecciones autonómicas que dejaron un Parlament con más diputados soberanistas que nunca antes en casi dos décadas, y con los primeros recortes del PP y su actitud poco dialogante como telón de fondo, arribó 2012, "el año en que cristalizó el proceso", en opinión de Tormos, el momento en el que los insatisfechos con la situación de Cataluña e incluso quienes ni siquiera se habían planteado esa pregunta abrazaron tesis catalanistas o, directamente, favorables a la independencia de Cataluña.
"Hubo un salto real, un proceso de radicalización de la opinión pública", dice Klose, quien sitúa uno de los puntos clave en la reunión que mantuvieron el presidente y el president, Rajoy y Mas, el 20 de septiembre de ese año en el Palacio de la Moncloa. En ese encuentro Rajoy le dijo que no creía en el pacto fiscal y que no tenía margen para aplicarlo. Tras la cita, Mas aseguró que su voluntad había sido de diálogo y lamentó la posición de Rajoy: "Me he encontrado con un dique, hemos perdido una oportunidad histórica para mejorar las relaciones entre Cataluña y España".
Los sondeos del CEO reflejaron, efectivamente, un salto importante en 2012. Si en 2010 los ciudadanos con sentimiento "más catalán que español" o "sólo catalán" superaron por primera vez el 50%, en noviembre de 2012 se dispararon hasta el 58,3%. También se registró un ascenso en el porcentaje de ciudadanos que afirmó sentirse insatisfecho con el nivel de autonomía de Cataluña –rebasaron el listón del 70% por primera vez– y en el nivel de apoyo del independentismo: el 57% de encuestados –una cifra que no se ha vuelto alcanzar– aseguró que votaría a favor en un referéndum, frente al 20,5% que dijo que lo haría en contra.
Klose advierte, sin embargo, de que ese cambio podría estar "hinchado". "La encuesta del CEO tiene pequeños problemas muestrales entre 2012 y 2014, cuando hubo una infrarrepresentación de castellanoparlantes y de nacidos fuera de Cataluña entre los encuestrados, lo que infló los indicadores de sentimiento nacional catalán", sostiene, si bien concluye que el salto, aunque "probablemente bastante menor" que el registrado en los sondeos, es "real".
Manifiestaciones y unas nuevas elecciones
El experto destaca que "Rajoy no hizo ninguna concesión" a las demandas de Cataluña para rebajar la tensión y que esa cerrazón "llevó a unas nuevas elecciones autonómicas, que radicalizan a los electorados", apunta. "En esa misma fecha –agrega– el PP tomo sus primeras decisiones duras para con las Comunidades Autónomas, estranguló los presupuestos autonómicos, y eso en Cataluña se interpretó como un agravio". En los comicios autonómicos de 2012 CiU perdió 12 escaños y desaparecieron Solidaritat Catalana y sus cuatro representantes, pero ERC ganó 11 asientos e irrumpió en la Cámara la CUP con 3 parlamentarios.
Y si los soberanistas no ganaron terreno, advierte Klose, es porque "aunque los independentistas se activaron en los primeros compases de la campaña, en las últimas semanas aparecieron los votantes españolistas, que finalmente no se quedaron en casa". Después de esa cita con las urnas, en 2013 y 2014, la tensión "se rebajó" en opinión del analista. Los sondeos del CEO un descenso del apoyo a la independencia, especialmente a partir de finales de 2013: entre noviembre de 2013 y abril de 2014 la bajada es de 7 puntos, aunque la encuesta también cambió de metodología, un posible factor de distorsión.
Otro hecho que explica el ascenso del independentismo desde 2012 y hasta hoy, en palabras de Àngels Pont, son las manifestaciones masivas con motivo de la Diada. La primera marcha multitudinaria se celebró en 2012 bajo el lema "Cataluña, próximo Estado de Europa" y contó con el apoyo del Govern. Un día después, el president Artur Mas anunció su voluntad de construir "estructuras de Estado" para Cataluña. Raül Tormos coincide con la directora de Gesop y considera que "los movimientos sociales" como la Asamblea Nacional catalana u Òmnium Cultural han jugado un papel determinante en los cambios vividos en los últimos años.
"Creo que tienen una menor importancia a largo plazo", dice Barreiro, para quien las movilizaciones masivas "son responsables de esa subida que experimenta periódicamente el independentismo, pero con un efecto limitado en el tiempo". La directora de MyWord asocia las Diadas a una cuestión "más sentimental" y "menos racional" que el resto de factores, y señala que "generan un efecto souflé" en la evolución de la opinión pública.
Klose explica que, desde la primera Diada, todos los años hay un "pico de independentismo" en septiembre, coincidiendo con la Diada. En septiembre de 2013, la entidad organizadora de la movilización fue la Asamblea Nacional catalana y se formó una gran cadena humana; un año después, en 2014, se convocó por la ANC y Òmnium y asistieron 1.800.000 personas según la Guardia Urbana de Barcelona, entre 470.000 y 500.000 de acuerdo con los datos de la Delegación del Gobierno en la capital catalana. En la última Diada, celebrada la pasada semana, cientos de miles de personas volvieron a salir a la calle.
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2015: una campaña que polariza
Para este mismo experto, parece claro que ahora atravesamos "una segunda ola" de independentismo, similar a la de 2012 y tras dos años algo más calmados. Un periodo en el que lo previsible es una "mayor polarización", primero de los soberanistas y, quizá en la recta final de la campaña, dice Klose, de los partidarios de un Estado español fuerte. "Lo que está claro –añade– es que las elecciones activan electores dormidos y los acontecimientos de la campaña, como las declaraciones de [Xavier García] Albiol –candidato del PP– o la reforma exprés del Constitucional, pueden movilizar también a predispuestos latentes".
Por ahora las encuestas prevén una ajustada mayoría absoluta del bloque independentista –Junts pel Sí y la CUP– en términos de escaños, aunque en votos se quedarían en el entorno del 44% según el CIS. Esa cifra casa con el porcentaje de encuestados que, en el último barómetro de opinión política del CEO, se mostraron partidarios del sí en un hipotético referéndum sobre la ruptura con el Estado español. Un 42,9% dijo sí, un 50% apostó por el no y el restante 7,1% se mostró indeciso o no respondió. Curiosamente, esa cifra es la menor de la serie histórica y exactamente la misma que en junio de 2011 registró el CEO.
Artur Mas se estrenó como candidato en unas elecciones autonómicas catalanas en 2003. El sucesor de Jordi Pujol al frente de la histórica coalición nacionalista de Convergència y Unió (CiU, hoy rota), apostó entonces por un nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña. Durante la campaña Mas apeló a la "soberanía compartida" entre Cataluña y el Estado español, y aseguró que era prioritario un "pacto fiscal" que diera las suficientes "garantías financieras" a las competencias de la Generalitat.