Ayuso no es un producto 100% de Miguel Ángel Rodríguez, pero sin él no es posible explicar el fenómeno social y político que representa la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Rodríguez (Valladolid, 1964) fue periodista, pero desde que, siendo muy joven, se pasó al otro lado de la trinchera, de la mano de José María Aznar, hace ya casi 40 años, se convirtió en una presencia incómoda para los profesionales del periodismo y los medios de comunicación. Primero desde la Moncloa, donde ocupó el cargo de secretario de Comunicación del presidente, y ahora desde la sede de la Comunidad de Madrid.
Convertido en el gran estratega de Isabel Díaz Ayuso, es el responsable de la hoja de ruta trazada para intentar tapar las mentiras de la presidenta madrileña sobre los negocios y los delitos de su novio, el empresario Alberto González Amador, al que la fiscalía acusa de fraude fiscal y falsificación de documentos.
Por un lado, utilizando además su influencia sobre el ecosistema mediático de la derecha, al que la Comunidad de Madrid riega desde hace años con subvenciones y ayudas discrecionales, está impulsando una teoría de la conspiración según la cual las acusaciones contra el novio de Ayuso son una operación diseñada desde la Moncloa con el concurso de la Agencia Tributaria y de la Fiscalía con el único objetivo de destruir la carrera política de la presidenta de Madrid. Lo afirman Ayuso y el PP nacional, todos sin presentar una sola prueba que lo respalde.
Guerra a los medios
Del otro, Rodríguez ha declarado la guerra a los medios de comunicación que impulsan la investigación sobre las actividades de González Amador y sus vínculos con Ayuso, que desde el año pasado disfruta de los bienes que el empresario supuestamente adquirió gracias al enriquecimiento que consiguió vendiendo a comisión mascarillas en los peores días de la pandemia.
Con total impunidad, la mano derecha de Ayuso se ha permitido amenazar con poner todo lo que esté en su mano para cerrar elDiario.es, el periódico que reveló la situación de Alberto González, sin que nadie en el PP le haya pedido cuentas.
No lo hizo, por supuesto, su jefa de filas. Pero tampoco Alberto Núñez Feijóo, cuya mano derecha, Miguel Tellado, se escudó en que las amenazas se transmitieron a través de un canal privado. Les dio igual la gravedad de sus palabras: “Os vamos a triturar. Vais a tener que cerrar. Idiotas. Que os den”.
El equipo de Feijóo se cuida muy mucho de criticar nada que tenga que ver con Ayuso, líder del sector más radical del partido y una amenaza latente al liderazgo del expresidente de la Xunta. Así que este miércoles no ha extrañado a nadie que tampoco le hayan pedido responsabilidades por haber acusado a periodistas de eldiario.es y de El País de haber intentado asaltar la vivienda de Ayuso ocultos con pasamontañas.
Mentiras fabricadas
Una mentira tan descabellada que ningún canal informativo serio la publicaría sin contrastar, pero que el propio Rodríguez difundió a través de su WhatsApp a varios pseudomedios de la órbita de la extrema derecha que la difundieron sin ningún problema.
Entraron en la operación de desinformación diseñada por el jefe de gabinete de Ayuso sitios web como El Debate, Edatv, El Confidencial Digital, Vozpópuli y Libertad Digital.
Este último medio es propiedad del locutor Federico Jiménez Losantos, que a través del programa diario que presenta en EsRadio, emisora de la que también es titular, hizo este miércoles un llamamiento a usar la violencia contra los periodistas que investigan el caso de la pareja de Isabel Díaz Ayuso. “Lo que entienden es la violencia, hemos llegado a ese punto”, proclamó después de dar por nueva la información falsa fabricada por Miguel Ángel Rodríguez.
“Hay que evitar la custodia”, la protección policial, de la casa de Ayuso: “Alberto González Amador que es un bigardo, bien plantado, de familia militar, tendrá dos amigos. Y si no, Desokupa. Y el primero que aparezca por ahí metiéndose tiene un accidente, se rompe tres huesos. Esto lo entienden a la perfección. Lo que entienden los 'diputeros', que son violentos y delincuentes, es la violencia. Es que hemos llegado a ese punto”.
Repulsa generalizada
El comportamiento de Miguel Ángel Rodríguez ha motivado una repulsa generalizada de la profesión, desde Reporteros sin Fronteras a la Federación Asociaciones de la Prensa de España, entre otras organizaciones de periodistas. Pero no ha hecho que la presidenta de Madrid haya restado un ápice de confianza a su principal colaborador.
El objetivo de Rodríguez no es otro que centrar el debate en la supuesta existencia de una conspiración del Gobierno contra Ayuso y una mala praxis de los medios que él se ha inventado. Todo para desviar la atención de asunto central: la presidenta de Madrid no sólo mintió para defender a su novio, sino que disfruta de bienes que supuestamente son el producto de la comisión de graves delitos.
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El historial del jefe de gabinete de Ayuso está sembrado de ejemplos poco edificantes. Desde listas negras de periodistas elaboradas desde la Junta de Gobierno de Castilla y León a amenazas verbales a profesionales concretos, pasando por operaciones para desacreditar a diferentes personas y represalias en los medios públicos cuando pasaban a depender del PP.
En 2011 fue condenado como autor de un “delito continuado de injuria grave realizado con publicidad” contra el doctor Luis Montes, excoordinador de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés, al que llamó nazi en el programa de TVE 59 segundos en 2008, y en La Noria, de Tele 5. Le insultó incluso después de que la justicia hubiese archivado la denuncia de las supuestas sedaciones irregulares en Leganés que durante un tiempo pesaron sobre el doctor.
Pero ahora, según los que le conocen, ha ido más lejos que nunca. Rodríguez ha abrazado sin complejos los métodos aplicados por los asesores de Donald Trump en Estados Unidos con el único objetivo de impulsar el liderazgo nacional de la presidenta de Madrid, pendiente únicamente de que un tropezón de Feijóo despeje su camino hacia la calle Génova.
Ayuso no es un producto 100% de Miguel Ángel Rodríguez, pero sin él no es posible explicar el fenómeno social y político que representa la presidenta de la Comunidad de Madrid.