Empleo juvenil
Dos de cada tres jóvenes no tienen empleo tras la pandemia y un tercio corre el riesgo de perderlo
El Consejo de la Juventud de España (CJE), dependiente del Ministerio de Derechos Sociales, publica este miércoles Juventud en riesgo, un análisis de las consecuencias socioeconómicas de la pandemia sobre la población joven. “Actualmente en España dos de cada tres personas jóvenes no tienen empleo”, declara la presidenta del Consejo de la Juventud, Elena Ruiz. Y un tercio de quienes sí lo tienen corren el riesgo de perderlo. El informe concluye que la juventud es el colectivo social que ha sufrido con “mayor intensidad” los efectos de la crisis económica tras el confinamiento. [Informe adjunto al final del artículo]
A partir de estas cifras se puede ir conociendo el calado del impacto de la crisis del coronavirus entre los jóvenes. Según el informe, sólo el 33,5% de las personas de 16 a 29 años tienen un empleo, incluyendo a aquellas que están en situación de ERTE. Esto significa que la tasa de empleo ha caído más de siete puntos porcentuales respecto al segundo trimestre de 2019. Al mismo tiempo, la tasa de paro juvenil se ha situado en el 30,0%, mientras que la tasa de actividad, la que mide el número de personas jóvenes que están trabajando más las que están en paro y buscan empleo de manera activa, ha retrocedido hasta cotas críticas: del 54,2% del pasado año al 47,9% actual. El documento advierte de que se está dando un fenómeno similar al de la anterior crisis: gran parte de la población joven, ante la imposibilidad de encontrar un trabajo, abandona la búsqueda activa de empleo y se refugia en los estudios, pasando a integrarse en la población inactiva.
Para explicar el incremento del paro juvenil, el informe analiza en el flujo de la EPA, que compara la situación de parte de la muestra joven entre el primer trimestre y el segundo. Y entre ambos trimestres, concluye el informe, se observa que dos de cada diez jóvenes, un 19.8%, ha perdido su empleo, pasando de trabajar al paro o a la inactividad. Además, en el mismo periodo y simultáneamente, se registra un 56% de jóvenes recién apuntados al paro para buscar trabajo.
Muchos sectores se han visto obligados a cesar su actividad por las consecuencias económicas de la pandemia. Los trabajadores que han perdido el trabajo por cese de actividad son un 11% del total de trabajadores mayores de 30 años –según cifras del INE–. Sin embargo, la cifra que hace referencia a la población joven –de 16 a 29 años– asciende hasta el 20%. El tipo de empleo que tienen una parte de las personas jóvenes está relacionado con el sector servicios ya que son trabajos estacionales y, por tanto, compatibles con el estudio. Y precisamente este sector ha sido uno de los más afectados por la crisis, comenta Alejandro García-Gil, responsable de Incidencia Política y Comunicación en el CJE. “Si nuestra economía estuviese más industrializada el impacto hubiese sido menor”, añade.
García-Gil hace también referencia al concepto de empleo vulnerable que recientemente ha creado la Comisión Europea. Las personas ocupadas en sectores vulnerables no sólo tenían más posibilidad de perder su trabajo. Tampoco tendrían posibilidad de ahorrar para amortiguar el golpe de un despido ya que la remuneración salarial era escasa. En este tipo de empleos hay más jóvenes que cualquier otro grupo de edad. En agosto, España encabezaba el ránking de desempleo juvenil en Europa con un 43,9%, seguido de Grecia e Italia, según datos publicados por el Eurostat la semana pasada. Alemania está a la cola con un 5,8%.
El estudio como refugio ante un difícil mundo laboral
Probablemente muchos jóvenes, ante la imposibilidad de encontrar un empleo en las actuales circunstancias y, como ocurrió en la crisis de 2008, se refugian en los estudios pasando a integrarse en la población inactiva.
Marta Robledillo Valencia se ha graduado en 2020, sin ceremonia ni celebración y ahora siente miedo ante “la selva laboral que hay en España”. Desde los 18 años, Robledillo ha compaginado su Grado en Turismo en la Universidad Politécnica de Valencia con empleos temporales tanto en verano como en invierno. “El gobierno nunca me ha dado ayudas suficientes como para que no tuviese que estudiar y trabajar simultáneamente”, denuncia. Esta graduada habla cuatro idiomas, y tiene experiencia en hostelería y agencias de viajes, entre otros. “Mi mayor miedo sería salir al mercado laboral sabiendo que me van a explotar durante más años de los que llevo así”, confiesa.
La perspectiva de encontrar un empleo que se adecúe a la formación en la que se goce de derechos laborales mínimos es tan negativa que los jóvenes han perdido la motivación por intentarlo. Es la primera vez en una década que hay más personas jóvenes estudiando que trabajando o buscando trabajo.
A Marta le gustaría poder trabajar de lo que ha estudiado pero las ofertas que encuentra van de un extremo a otro. Por un lado, hay puestos exigen un mínimo de 5 años de experiencia que no puede cumplir una persona que acaba de salir de la universidad. Mientras que la otra posibilidad es firmar un contrato o una beca en prácticas. “No me puedo permitir que me paguen 300€ por 40 horas mensuales de trabajo, por eso decidí seguir estudiando porque es lo único a lo que puedo aferrarme”, concluye la valenciana.
Llenar la hucha en verano para sobrevivir durante el curso
Hasta febrero de 2020, el número medio de afiliaciones mensuales a la Seguridad Social había ido creciendo tanto entre la población joven como en el resto de los grupos de edad. La pandemia no sólo frenó esta lucha contra el paro sino que, desde entonces, las afiliaciones han ido disminuyendo de manera paulatina.
La llegada de la temporada estival suele venir acompañada de refuerzos en las plantillas de muchas empresas que se dedican al turismo. En España, el turismo representa el 13% del PIB –el doble que en Italia–pero este año fue, hablando en términos de empleo, catastrófico. Este julio llegaron un 75% menos de turistas en comparación al mismo mes del año pasado. Los datos de las afiliaciones entre la población joven de junio a julio arrojaron un incremento mensual del 5,2%, pero si se compara la cifra con la del mes de julio de 2019, la reducción es del 14,1%.
Muchos jóvenes universitarios, que trabajan en verano para ahorrar el dinero que necesitarán durante el curso, se quedaron sin firmar contrato. Como es el caso de Mateo Echeverry Tabares, un estudiante de cuarto curso de Comunicación Audiovisual que casi tuvo que paralizar su formación. Él es mallorquín y, cada año, ahorra lo suficiente atendiendo durante largas jornadas a los turistas que visitan la isla. Este año los currículum han caído en saco roto, su madre no podía pagarle los estudios y la beca universitaria, si tuviese suerte, no le llegaría hasta abril. Mateo no tenía manera de conseguir ese colchón para septiembre. Finalmente acudió a una plataforma virtual de donaciones anónimas y su formación sigue adelante.
Otro indicio que permite sospechar que las personas jóvenes más afectadas por la pérdida de empleo han sido las que previamente se encontraban en una posición estructural más débil ha sido que, por primera vez desde 2014, la tasa de temporalidad, esto es, el porcentaje de personas asalariadas con un contrato temporal, se ha situado por debajo del 50%, tras sufrir una brusca caída en el segundo trimestre de 2020. Hasta entonces, la temporalidad entre la población joven se había mantenido muy establee, con subidas cíclicas en el segundo y tercer trimestre de cada año.
Juventud y precariedad van de la mano
Con anterioridad a la crisis económica que ha acarreado la pandemia, ya se advertía que la población joven era uno de los colectivos con mayor precariedad laboral, por contar con una mayor temporalidad, unos menores sueldos, una mayor parcialidad, una mayor discontinuidad y un mayor riesgo de sobrecualificación.
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Para que la juventud salga de esta crisis, el CJE demanda “que se dote de recursos al plan de choque por el empleo juvenil”. En un primer momento iba a estar dotado de 600.000 euros, pero con la prórroga de los presupuestos “no llegó ni un euro”, recalca el vicepresidente de la CJE, Adrià Junyent.
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