"Llevo treinta años haciendo maldades y no me han pillado todavía". El 7 de marzo de 2012, José Manuel Villarejo insertó esa frase dos veces en la conversación que aquel día mantuvo con Francisco Menéndez. Es decir, con el abogado que le había contratado para desprestigiar a uno de los hijos del dictador ecuatoguineano Teodoro Obiang en favor de otro y que terminó entregando a la justicia datos que incriminaban al hoy excomisario y sus presuntos cómplices.
Grabada por él mismo y hallada durante los registros que siguieron a su arresto en noviembre de 2017, los investigadores entienden que esa conversación ofrece "datos de interés" no solo sobre el denominado Proyecto King –el relacionado con Guinea y que dio el pistoletazo de salida a la Operación Tándem– sino también sobre "la estabilidad en el tiempo de las ilícitas actividades" de Villarejo. Y, asimismo, sobre el volumen del patrimonio acumulado gracias a los negocios que compaginaba con su cargo en la Policía.
"Nosotros, nuestro grupo –le dice a su interlocutor en un momento de la charla– es un grupo de ciento veinticinco, ciento cincuenta millones de euros". Todo ello consta en un informe de la unidad de Asuntos Internos unido a las actuaciones de la Operación Tándem y al que infoLibre ha tenido acceso. Fechado en septiembre de 2018, los autores del informe subrayan que solo en capital social las empresas donde participa en España "superan los 25 millones de euros".
En presencia de su socio principal, Rafael Redondo, Villarejo aprovechó la charla con Menéndez, "Paco", para darle instrucciones sobre las medidas de seguridad que debía tomar. A través del entramado societario que capitaneaba la empresa Cenyt, el hombre que hoy se ha convertido en el rostro visible de las llamadas cloacas del Estado preveía ingresar cinco millones por el contrato de espionaje y desprestigio contra uno de los hijos de Obiang, Gabi, en beneficio del predilecto de su padre, Teodorín.
Cómo evitar que saltaran "las alarmas" de Hacienda ocupó una parte del diálogo. La transcripción que la Policía incorpora a su informe, literal y por tanto con elipsis y a veces discordancias, ilustra esa preocupación. Y los consejos impartidos por Villarejo a su cliente:
Villarejo: Paco... Paco... No, debes de asumir que están pasando por tus manos muchos millones de euros en España y que ese tema no tenga trascendencia fiscal, porque al final saltan las alarmas. Si es que, además, si somos nosotros... nosotros, nuestro grupo es un grupo de ciento veinticinco, ciento cincuenta millones de euros. ¡Una puta mierda!
Francisco: ¡Joder!
Villarejo: No, pero es un grupito pequeñito, pero me refiero... y...
Francisco: Que ya entran empresas...
Villarejo: Bueno... pero bueno... Pero te quiero decir que nuestro grupo tenemos veinte mil inspecciones todos los días, y estamos posicionándonos, porque claro, nos oponemos a todo... Vienen: 'Oye, debe usted'... No, no, mire usted... Interpretan todo porque está todo el mundo muy asfixiado, y todo el mundo interpreta para trincar, entonces estamos, cuantos avales tenemos Rafa? pues un zorrón, hemos tenido que poner fianzas.
La transcripción indica también que Villarejo se sentía orgulloso de su resistencia para llevar décadas compaginando los negocios privados con su puesto como funcionario público. "Llevo treinta años haciendo maldades y cobrando y pagando en todos los países del mundo...", repite en otro pasaje de la conversación introduciendo ahora una variante, la de su política de diversificar territorialmente los cobros para no dejar huella. "Y por encima de todo –reprende casi de manera preventiva a su interlocutor– no hay peor rastro en España de pasta y es que tú no pagues los impuestos. Eso es un error gravísimo... Paco".
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La referencia expresa a sus cobros y pagos en todos los países del mundo no era un farol. Como mínimo, y así lo sostiene la Fiscalía Anticorrupción basándose en las pruebas ya obtenidas, Villarejo utilizó tres países –Panamá, Uruguay, Reino Unido– para percibir los ingresos procedentes de la facción guineana afín a Teodoro Nguema Obiang, rebautizado despectivamente como Teodorín. Su hermanastro, el enemigo contra el que Villarejo prometió a Francisco Menéndez activar una maniobra de intoxicación informativa en distintos medios españoles, es Gabriel Mbega Obiang Lima, también conocido como Gabi.
Desde su detención, en noviembre de 2017, Villarejo ha sostenido que el Proyecto King fue un encargo del CNI, a cuyo director, Félix Sanz, acusa de haber emprendido una cacería contra él tras años de servicios prestados al Estado como "agente encubierto". Según el excomisario, nunca formuló una solicitud oficial de compatibilidad para mantener sus empresas privadas porque el propio Ministerio del Interior le pidió que siguiera adelante con ellas a modo de tapadera.
El expolicía, que regresó al Cuerpo en 1993 tras diez años de excedencia y que fue amasando un ingente volumen de información que, supuestamente y a tenor de los indicios, empleó como arma de chantaje, permanece desde su arresto en prisión preventiva como sospechoso de graves delitos de corrupción. Cohecho, blanqueo y organización criminal figuran en la lista.
"Llevo treinta años haciendo maldades y no me han pillado todavía". El 7 de marzo de 2012, José Manuel Villarejo insertó esa frase dos veces en la conversación que aquel día mantuvo con Francisco Menéndez. Es decir, con el abogado que le había contratado para desprestigiar a uno de los hijos del dictador ecuatoguineano Teodoro Obiang en favor de otro y que terminó entregando a la justicia datos que incriminaban al hoy excomisario y sus presuntos cómplices.