El avance de la extrema derecha
Vox se hace con el monopolio de la impugnación: nada le pasa factura y sus votantes le perdonan todo a Abascal

A Vox parece que nada le pasa factura. Ni su apoyo cerrado al presidente estadounidense Donald Trump en plena guerra arancelaria contra el resto del mundo, ni las cuitas internas y limitaciones organizativas que han provocado la salida de sus fundadores y principales figuras reconocidas dentro del partido —a excepción del propio Santiago Abascal—, ni las investigaciones judiciales sobre su financiación, ni la ruptura de los gobiernos autonómicos. Todo lo contrario. Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la formación ultra se coloca por primera vez en más de tres años por encima del 15% de intención de voto.
Los de Abascal no superaban esa barrera desde junio de 2022, aunque en los últimos meses ya venían experimentado una subida al calor del ciclo de efervescencia del populismo nacionalista de Trump y del presidente argentino, Javier Milei, ambos aliados de Vox. Además, al contrario de lo que le sucede al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, Abascal mantiene un liderazgo indubitado dentro de sus filas, reforzado por la presidencia de Patriotas por Europa, el grupo parlamentario de Viktor Orbán, Marie Le Pen y Matteo Salvini.
Un auge que se debe —pero no solo— al apoyo que recibe entre los hombres jóvenes, colectivo en el que se está produciendo una brecha disruptiva que rompe con el paradigma de que la desobediencia se escribe desde la izquierda. La ultraderecha ha conseguido hacerse con el monopolio de la impugnación y parece que casi nada le pasa factura. Unos datos que también dibuja el barómetro de abril de 40dB, según el cual un 29,9% de los hombres de 18 a 28 años elegirían a Vox en las generales, frente a un 18,3% de las mujeres de esa edad.
La alianza con Trump y la "oportunidad" del PP
La amistad con Trump tiene un precio y Abascal lo está pagando. Reconocerse como aliado del magnate implica defenderlo públicamente pese a las pérdidas económicas que puede suponer la aplicación de estos aranceles para, entre otros sectores, los agricultores españoles —uno de los principales ejes de la acción política de la formación—. Después de ofrecerse a ejercer como mediador con Estados Unidos y ser corregido después por su propio partido, Abascal decidió desaparecer del mapa y refugiarse en las redes sociales, su principal recurso en tiempos de crisis. Sin embargo, a tenor de los sondeos, no parece que el electorado de Vox esté penalizando esa alianza, al menos por ahora, aunque los expertos consultados creen que todavía es pronto.
Anna López, doctora en Ciencia Política y autora de La extrema derecha en Europa (Tirant, 2025) asegura que no hay que subestimar la habilidad de la extrema derecha para capitalizar las crisis ni su capacidad de adaptación. "En el caso de Vox, su discurso que justifica los aranceles de Trump se construye sobre una hábil combinación de soberanía nacional, proteccionismo, crítica a la globalización y victimización, todo ello aderezado con la demonización de los enemigos tradicionales: el Pacto Verde, los "burócratas de Bruselas" y Pedro Sánchez", expone en conversación con infoLibre. Sin embargo, Xavier Rius Sant, autor de Vox, el retorno de los ultras que nunca se fueron, considera que "pocos se creerán que la culpa es de Bruselas y de Pedro Sánchez" si se produce una recesión generalizada y un incremento de la inflación. Y cree que "parte del votante de mediana edad o que trabaje en los sectores afectados puede que dé su voto al PP o se abstenga".
Por su parte, Guillermo Fernández Vázquez, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III y autor del libro ¿Qué hacer con la extrema derecha en Europa?, subraya que el Partido Popular "puede aprovecharse de la posición de Vox" utilizando el argumento del patriotismo, vinculando a Abascal con un Donald Trump "que está sembrando el caos": "La sociedad española no quiere caos, quiere vivir tranquila. Presentarlos como el partido que va de la mano de los generadores de caos y de incertidumbre les hace daño. Mucho o poco, habría que calibrarlo, pero daño, seguro". Rius coincide y, aunque subraya que todavía es "muy pronto para saber cómo afectará a Vox", considera que si se implantan estos aranceles de manera definitiva, afectará de lleno a las exportaciones de sectores en los que Vox "consigue muchos votos, como el del campo, agricultura y ganadería". Aunque matiza: "Otra cosa es el voto joven de protesta, que puede no resultar afectado".
López añade que el PP tiene la oportunidad de capitalizar la "debilidad" de Vox, pero solo si logra "distanciarse estratégicamente, enfatizando sus diferencias ideológicas y su compromiso con los valores democráticos y europeos". No obstante, la experta considera que la estrategia del PP, tanto a nivel nacional con Feijóo como autonómica en el caso de la Comunitat Valenciana con Carlos Mazón, "muestra una tendencia a abrazar los dogmas de la ultraderecha, lo que dificulta este distanciamiento e incluso refuerza su dependencia".
Un suelo consolidado pero también un techo
El profesor de la Universidad Carlos III tiene claro que a Vox "no le va a pasar como a Ciudadanos o a Podemos", es decir, crecer mucho en un corto periodo de tiempo y después "evaporarse" tras una crisis. "Vox es un partido que ha llegado para quedarse", pronostica. Así, considera que su suelo electoral estaría alrededor "del 10%", mientras que su tope, a juicio del experto, quedaría "alrededor del 17%": "Creo que Vox nunca logrará mucho más de ese porcentaje por su notable debilidad en Galicia, en el País Vasco, en Navarra y también en Cataluña", argumenta. Esto contrasta con la situación de algunos de sus homólogos en otros países, que sí han logrado permear mejor en el conjunto de la sociedad, como es el caso de Giorgia Meloni en Italia, pero también sucede en Portugal, Suecia, Finlandia, Austria o Alemania. "Todos superan el 20%", apunta el experto.
López añade: "La demoscopia más reciente muestra que las extremas derechas, contando a Vox, Alvise y Aliança Catalana, aglutinarían alrededor del 16-18% del voto, con las particularidades de cada autonomía, porque en Cataluña el espacio de la extrema derecha se lo disputan tres partidos, por ejemplo. Y en el caso de la Comunitat Valenciana, Vox sigue creciendo porque el PP atraviesa una crisis de credibilidad y liderazgo con Mazón", incide. En ese caso considera que el partido de Abascal ha sabido aprovechar el caldo de cultivo generado tras la dana "para situar en el imaginario social discursos que capitalizan la frustración y la desconfianza hacia la política tradicional". La experta destaca que, pese a salirse de los gobiernos, se ha reforzado la percepción entre sus votantes de que su voto es más útil que nunca, ya que logran influir en la agenda política y arrastrar a conservadores y liberales hacia sus posturas más ultras.
Rius sitúa el techo electoral de Vox en los 3.656.979 millones que obtuvieron en noviembre del 2019, que supusieron el 15% de los votos y 52 diputados. El periodista destaca que, en las de 2023, perdiendo sólo 600.000 votos, se quedaron en 33 diputados, dado que en provincias de poca población no lograron ese último escaño clave que sí habían alcanzado cuatro años antes. En el contexto de nuevas elecciones generales, considera que una candidatura de Luis Pérez Alvise "podría quitarles tal vez algún escaño en Madrid pero no en otras provincias", ya que en las europeas Vox "creció en votos, porcentaje y diputados en comparación a 2019".
Para López, la clave del suelo de Vox tiene que ver con el hecho de que se haya consolidado e institucionalizado. "Esto se traduce en una base sólida de votantes que han comprado su discurso. Sus temas se han adaptado a las crisis económicas, políticas y sociales y han capitalizado el malestar en cada momento y el caldo de cultivo que se estaba generado. Lo han hecho, además, inscritos en un nuevo contexto comunicativo –ya lo llamamos la era de la posverdad–, donde la certeza se sustituye por conceptos opinables o donde la desinformación se ha legitimado como herramienta de comunicación política para estas formaciones y sus votantes, en un mundo donde la comunicación prima y viraliza los mensajes cortos y sencillos", apunta.
¿Por qué las guerras internas y las fugas no les pasan factura?
Los expertos consultados sí que coinciden en que a Vox le afectan poco o nada las cuitas internas dentro de su organización. "Estas crisis suelen salir muy caras a la izquierda, pero no afectan tanto a las derechas", apunta Rius, que incide en que "Vox es un partido presidencialista en el que Abascal lo decide todo". "Ya no están en sus puestos de mando ni Ortega Smith, ni Iván Espinosa de los Monteros, ni Macarena Olona, ni otros que tenían un perfil demasiado potente y podían cuestionar o hacer sombra al líder supremo", destaca. Por su parte, Fernández Vázquez también se hace eco de las "víctimas" que ha "dejado en la cuneta" la formación ultraderechista y del "enfado" de las organizaciones provinciales que, sin embargo, tampoco le penalizan. Por el contrario, señala que Vox sí es "muy dependiente de Abascal", tal y como se demuestra cada vez que hay campañas regionales y municipales en las que él es el protagonista absoluto frente al resto de candidatos.
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La autora de La extrema derecha en Europa señala que la aparente inmunidad de los partidos como Vox ante las guerras internas, las salidas de figuras y los dejes autoritarios "se explica por una combinación de factores que fortalecen su base y narrativa". En primer lugar, afirma que este tipo de partidos "suelen construir una identidad férrea en torno a un liderazgo carismático y un núcleo ideológico muy compacto". López apunta que el electorado de Vox "tiende a ser altamente ideologizado y menos volátil": "Este alto nivel de ideologización hace que los votantes sean menos propensos a abandonar el partido ante disputas internas o la salida de figuras secundarias, ya que su compromiso principal reside en las ideas y en el líder que las encarna", señala.
"Esta centralización de la autoridad reduce la relevancia de las individualidades y minimiza el impacto de las disensiones internas. La lealtad se dirige principalmente al líder o al dogma ideológico, más que a figuras concretas que puedan abandonar el proyecto", analiza. Aun así, cree que Vox podría sobrevivir a Santiago Abascal y, aunque augura que sería una "transición complicada", considera que es muy probable que se le pueda sustituir en un momento dado por una figura "que mantenga la cohesión y el atractivo electoral".
Un escenario que, por el momento, Xavier Rius ve muy lejano, ya que cree que "Abascal no tiene a nadie que le haga sombra" y que quienes le rodean parecen meros "becarios" a su lado. "Él es el líder de Vox y desde el 28 de enero de 2024 fue designado nuevo presidente por cuatro años más sin ser votado, al ser el único candidato que obtuvo avales", recuerda. "En todo caso, siempre tendrá su plan B. Como dicen los estatutos de la fundación Disenso, Santiago Abascal es su presidente vitalicio. Atado y bien atado", zanja.