Vox se pliega ante Ayuso y exhibe su doble rasero ante el fraude y los lazos familiares

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No ha habido vacilaciones. La posición de Vox ante el caso del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), ha sido firme: defensa cerrada de Ayuso y carga contra quienes le exigen explicaciones. Una vez sentada esa base, nada que añadir, porque todo es un truco del PSOE y sus socios para tapar a Koldo y la amnistía.

Ninguna de las revelaciones o acontecimientos desde que se conoció el caso ha desviado al partido de Santiago Abascal de ese rumbo. Ni las falsedades vertidas por la presidenta, cuya primera reacción fue erigirse en defensora de su pareja, acusando a "todos los poderes del Estado" de una conspiración para perjudicarla, llegando a afirmar que Alberto González Amador se enfrentaba a una mera inspección fiscal y que era Hacienda quien le debía dinero a él. Tampoco han movido del sitio a Vox las conexiones de González Amador con Quirón, el principal beneficiario de la privatización sanitaria en la Comunidad. Ni la difusión de bulos del jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, sobre periodistas que siguen el caso. Ni el hecho de que Ayuso resida con González Amador en una vivienda comprada por este después del supuesto fraude a Hacienda.

Cuando a Pepa Millán, portavoz del partido de Abascal en el Congreso, le preguntaron por el tema los periodistas el 12 de marzo, con la denuncia de la Fiscalía recién publicada, dijo: "Parece ser que es un procedimiento que ha abierto Hacienda y no tengo nada que decir al respecto". Fue Rocío Monasterio, portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, quien fijó la posición de su grupo dos días después, cuando Ayuso ya había salido a defender públicamente a su pareja. Monasterio reclamó respeto a la "presunción de inocencia" de González Amador –que ha reconocido por escrito que ha cometido fraude fiscal– y afirmó que el caso respondía al interés del PSOE y sus socios de "tapar" la Ley de Amnistía. "Desde luego Vox no va a apoyar comisiones de la izquierda, que son los que están metidos en este lodazal. No vamos a apoyar comisiones lideradas por el partido [PSOE] que cuando nos encerró a todos robaban a manos llenas", insistió en referencia al caso Koldo Monasterio, que recalcó que no había constancia de que "haya ido dinero de los madrileños a ninguna trama" vinculada a la pareja de Ayuso.

La página web La Gaceta, que funciona como órgano de propaganda de Vox –es titularidad de la fundación del partido, Disenso–, se refiere a las exigencias de la oposición a Ayuso como una "cacería de la izquierda". En coherencia con esta visión, el partido ha centrado sus actuaciones en exigir responsabilidades a otros. El diputado nacional Javier Ortega Smith ha reclamado la dimisión del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por "falta de neutralidad" en el caso, en referencia al "gravísimo" hecho de que la Fiscalía emitiera una nota aclarando que, en contra de lo que habían publicado varios medios, no era el Ministerio Público el que había ofrecido un pacto para que González Amador admitiese los delitos fiscales, sino que fue el abogado de González Amador quien ofreció el acuerdo, en el que reconocía el fraude y se ofrecía a pagar. El partido de Abascal coincide en poner el foco en la Fiscalía con otras entidades como el Colegio de Abogados de Madrid, el Foro Libertad y Alternativa, liderado por el expresidente de Vox Alejo Vidal-Quadras, y la organización Manos Limpias, que han adoptado incluso medidas legales.

Koldo, la esposa del presidente y la de Juan Espadas

La actitud de Vox contrasta con la dureza del partido ante los casos que afectan a la izquierda. Ahí es frecuente que Vox tire de sospechas, sin aportar pruebas, no ya para exigir explicaciones, sino para extender responsabilidades y pedir dimisiones hasta la cúpula. Un ejemplo: preguntado por el caso Koldo, Abascal afirmó que "todo el Gobierno", del presidente Pedro Sánchez para abajo, "debería dimitir", en una respuesta en la que mezclaba la corrupción con los pactos con los independentistas. En exigencias algo más particularizadas, Ignacio Garriga reclamó la dimisión de Sánchez por este mismo caso, que ha demostrado a su juicio que "el Gobierno está en manos de una trama mafiosa".

En cuanto a la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, Vox no está poniendo el énfasis del PP, pero tampoco la está excluyendo de sus acusaciones. Juan García-Gallardo, vicepresidente de Castilla y León y miembro del Comité Ejecutivo Nacional de Vox, ha afirmado que es "inaceptable que la mujer de Pedro Sánchez tuviera una vida laboral cuanto menos 'discreta' y que, tras el ascenso político de su marido, haga negocios turbios con multinacionales españolas, instituciones educativas y quién sabe cuántas empresas más". "Hay que ir hasta el final", ha sostenido.

De García-Gallardo ha partido la excepción a la regla general en Vox de no hacer comentarios críticos sobre Ayuso al hilo de la investigación a su novio. No fue ni siquiera una afirmación, sino una pregunta publicada en Twitter: "¿Es normal que la presidenta de la Comunidad de Madrid esté emparejada con un presunto delincuente?"

El señalamiento de la esposa de Sánchez tiene antecedentes en Vox. En 2018 el partido presentó una querella contra Pedro Sánchez por el supuesto plagio de su tesis en la que también pedía que se le investigará "por promocionar supuestamente de manera ilícita y fraudulenta la carrera profesional de su mujer, Begoña Gómez". El Supremo lo rechazó.

El caso Koldo y el que afecta al novio de la presidenta son de naturaleza y dimensiones difíciles de comparar, pero lo que salta a la vista ante uno y otro es la diferencia radical de actitud de Vox. Además, Abascal y los suyos han utilizado en más ocasiones a familiares de adversarios políticos para atacarlos. Un caso emblemático es el de la esposa de Juan Espadas, líder del PSOE en Andalucía, contra la que Vox emprendió una ofensiva en el Parlamento y en los tribunales acusándola de haber accedido como "enchufada" en 2007 a una fundación de la Junta de Andalucía conocida por sus múltiples irregularidades. Estos dos vídeos publicados por la cuenta de Vox en el Parlamento de Andalucía en la red social X –antes Twitter– dan idea del cariz de la campaña, a la que también se sumó Vox a nivel nacional y que sostiene que Espadas se benefició del "tinglado corrupto" del PSOE por "enchufe" de su mujer, que tuvo que comparecer en una comisión de investigación. El primer vídeo se cierra con una ridiculización de la esposa de Espadas.

En enero de este año, Vox, en reacción directa a la confirmación por el Tribunal Supremo de una condena al exmarido de Mónica Oltra por abusos a una menor tutelada, reclamó al Parlamento europeo un debate sobre "el escándalo los abusos sexuales a menores en centros de la Comunidad Valenciana". "El condenado tiene una conexión directa con la exvicepresidenta de la Comunidad Valenciana, hecho que ha elevado la preocupación sobre la protección de menores en situaciones vulnerables", señalaba Vox para justificar su solicitud. En este caso, la gestión de Oltra está bajo investigación judicial.

Sí en el Senado, no en el Congreso

La posición de Vox ante las comisiones de investigación sobre mascarillas en el Congreso y en el Senado apunta a un doble rasero. En la Cámara Alta, donde el PP tiene mayoría absoluta, Vox apoyó una comisión de investigación ceñida al caso Koldo, que fue aprobada por unanimidad. En la Cámara Baja, en cambio, la comisión sobre la compra de material sanitario durante la pandemia por parte del Gobierno y otras administraciones salió adelante sin el apoyo de PP y Vox. Según la formación de Abascal, el único objetivo de esta comisión era "esparcir dudas".

A la hora de valorar la importancia que Vox da a la lucha contra la corrupción, hay otro dato de utilidad: el partido de Abascal y el PP han vaciado de poder los órganos antifraude y anticorrupción en la Comunidad Valenciana y Baleares. En la comunidad insular, de hecho, la decisión de liquidar la Oficina de Prevención y Lucha contra la Corrupción ya está aprobada en una ley.

infoLibre preguntó a Vox sobre su posición ante el supuesto fraude del novio de Ayuso y otros casos que afectan directa o indirectamente a adversarios políticos, sin respuesta.

Una debilidad de Vox (y de su electorado)

Uno de los factores que podrían pesar a la hora de no presionar a la presidenta de la Comunidad de Madrid es la relación de colaboración que Vox mantiene con el PP, cuya máxima expresión son las coaliciones de gobierno de la Comunidad Valenciana, Murcia, Aragón y Extremadura. Así lo cree Juan Francisco Albert, director de Al Descubierto, un centro de análisis y difusión sobre extrema derecha. "Obviamente, tienen que cuidar a sus socios", señala. No obstante, a su juicio Ayuso aporta un plus de "dificultad" para Vox.

"Para la extrema derecha, a la hora de hacer valoraciones, no importa el qué, sólo el quién. El doble rasero es total", señala. Y el quién de Ayuso no es cualquier quién. En el caso de la presidenta de Madrid, el partido de ultraderecha tiene que "calibrar muy bien" sus ataques porque se trata del "mejor Trump que hay en España" y su electorado siente simpatías hacia ella, añade. Además, al mismo tiempo que le roba votantes, "amplifica sus guerras culturales", luego un enfrentamiento con ella podría ser contraproducente. "Fíjate cómo las peleas de Monasterio con Ayuso nunca van a más", observa.

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En línea con lo señalado por Albert, hay datos –no sólo una impresión generalizada– que apuntan a que el potencial electorado de Vox siente debilidad por Ayuso, a la que la formación de extrema derecha también ha socorrido en el caso de su gestión de las residencias de mayores. En abril de 2021, antes de las autonómicas de la Comunidad de Madrid, el CIS publicó un estudio que señalaba que a los votantes de Vox les gustaba más Ayuso que su propia candidata, Rocío Monasterio. A la primera le ponían un 7,9 de nota, a la segunda un 7,4. La gestión de la presidenta merecía la consideración de "buena" o "muy buena" para casi el 80% de los votantes de Vox.

Otra encuesta realizada por GAD3 y publicada en abril de 2023 por ABC, en la precampaña de las siguientes elecciones autonómicas, exponía cómo entre los electores de Vox había más que preferían a Ayuso como presidenta que a Monasterio, si bien era un fenómeno que se repetía para el caso de la alcaldía de Madrid con José Luis Martínez-Almeida (PP) y Javier Ortega Smith (Vox).

El último barómetro general del CIS, de marzo de este año, señala que el 20% de los electores de Vox quieren –en respuesta espontánea– que la presidenta del Gobierno sea Ayuso, aunque ni siquiera es –formalmente– una líder nacional, ni es candidata a la presidencia. Aun así, uno de cada cinco votantes de Vox daban su nombre. El de Alberto Núñez Feijóo, el auténtico aspirante del PP a la Moncloa, lo daba un 5%.

No ha habido vacilaciones. La posición de Vox ante el caso del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), ha sido firme: defensa cerrada de Ayuso y carga contra quienes le exigen explicaciones. Una vez sentada esa base, nada que añadir, porque todo es un truco del PSOE y sus socios para tapar a Koldo y la amnistía.

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