¿Podrían responder los Ejércitos europeos rápidamente a un ataque ruso al flanco oriental del bloque? Más allá de la decisión política, ¿están preparadas las infraestructuras para mover de forma eficiente y segura a cientos de miles de hombres y miles de toneladas de material militar? Hace poco más de un año, el 10 de noviembre de 2022, la Comisión Europea anunció la puesta en marcha de un plan de acción que buscaba identificar cuellos de botella, donde podrían estar los problemas para garantizar que soldados y material se movieran lo más rápido posible al este, porque la única amenaza se identifica en el este.
Entonces, cuando presentó ese programa, la vicepresidenta de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, dijo que los militares deberían usar infraestructura civil como puentes, vías férreas o carreteras que tal vez no pudieran “soportar los vehículos pesados de los ejércitos”. También que deberían reforzarse y ampliarse los depósitos de combustible para que los movimientos de tropas a gran escala no se vieran frenados. El plan, que llega hasta finales de 2026, está financiado en principio con un máximo de 1.700 millones de euros de fondos comunitarios, que se completarán con fondos nacionales. Se trata, dijo entonces la Comisión Europea, de que los ejércitos puedan responder "mejor, más rápidamente y a escala suficiente a las crisis que surjan en las fronteras exteriores de la Unión Europea y fuera de ellas”.
Bruselas identificó sobre todo un corredor que iría desde los puertos de la costa noratlántica (desde el francés de Calais hasta el alemán de Hamburgo, pasando por Dunquerque, Zeebrugge, Amberes, Rotterdam o Ámsterdam), todos entre los mayores de Europa, y después por tierra a través del norte de Francia, Bélgica, País Bajos, Alemania, Polonia, Chequia y Eslovaquia. A través de esos puertos debería llegar la ayuda militar británica, canadiense y sobre todo estadounidense si las fronteras orientales de la Unión Europea, como cada vez advierten más dirigentes del bloque, se vieran en los próximos años ante un ataque ruso.
En 2018 hubo un primer plan, menor, que la Comisión Europea evaluó favorablemente y del que surgieron las bases del nuevo, dotado con más fondos después del ataque ruso contra Ucrania. El primer acuerdo del nuevo plan lo firmaron el 30 de enero Alemania, Países Bajos y Polonia con el objetivo de mover material militar y hombres “de la forma más rápida y eficaz posible” desde los puertos de aguas profundas del Mar del Norte (capaces de descargar los mayores buques militares anglosajones) hasta las fronteras orientales europeas. Vladislav Kosiniak-Kamysz, ministro polaco de Defensa, del nuevo Gobierno de coalición liberal-conservador, dijo que “la guerra a gran escala que se desarrolla en Ucrania muestra la importancia del desplazamiento rápido de las tropas aliadas”.
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La OTAN hacía que durante la Guerra Fría los gobiernos europeos tuvieran regularmente actualizados sus planes de movilidad militar, en una época en que la Unión Europea era todavía una organización incipiente centrada en las relaciones comerciales y la política agrícolas común. Aquellos planes de movilidad militar dejaron de actualizarse en 1997 a pesar de que cuando cayó el Muro de Berlín la frontera a defender se fue más de 1.000 kilómetros hacia el este. La gran ampliación de la Unión Europea en 2004 hacia el este terminó por consolidar el este europeo como territorio a defender de Rusia en caso de ataque. Aquel Telón de Acero que bajaba desde la costa norte alemana hasta el Adriático se trasladó a una línea que va desde Tallín (Estonia) hasta Chisinau (Moldavia).
Ese primer proyecto entre Alemania, Países Bajos y Polonia es el mayor de los primeros 38 en marcha, que recibirán en total 807 millones de euros, la mayoría destinados a renovar instalaciones ferroviarias, además de a otras pequeñas obras, como las de reforzar puentes. Hay dinero para aislar las estaciones de trenes francesas de Grenoble, Burdeos y Metz de cortes de electricidad, para agilizar la descarga de material militar pesado en los puertos belgas y suecos o para ampliar la capacidad de almacenaje de combustible en los aeropuertos de Letonia y Lituania. Todo para que no pase como cuando en 2022 Francia empezó a enviar tanques Leclerc a Rumanía para proteger la frontera con Ucrania ante el avance ruso y los tanques no pudieron circular por Alemania en camiones por miedo a que su peso hundiera puentes.
9,7 millones en España
Los primeros proyectos financiados con ese plan tienen pequeñas inversiones en España. Así, habrá 2,2 millones de euros para adecuar al ancho de vía europeo la línea férrea Medina del Campo-Salamanca-Fuentes de Oroño, 2,4 millones para hacer los estudios necesarios a la adecuación al ancho de vía europeo de la línea Algeciras – Madrid – Zaragoza y poco más de 5 millones de euros para mejorar los accesos para maquinaria pesada al puerto de Bilbao y sus conexiones con infraestructuras de carreteras y trenes en Bizkaia.
¿Podrían responder los Ejércitos europeos rápidamente a un ataque ruso al flanco oriental del bloque? Más allá de la decisión política, ¿están preparadas las infraestructuras para mover de forma eficiente y segura a cientos de miles de hombres y miles de toneladas de material militar? Hace poco más de un año, el 10 de noviembre de 2022, la Comisión Europea anunció la puesta en marcha de un plan de acción que buscaba identificar cuellos de botella, donde podrían estar los problemas para garantizar que soldados y material se movieran lo más rápido posible al este, porque la única amenaza se identifica en el este.